4. Preguntas.
—Luhan.
El llamado no fue más que un desesperado susurro, pero en donde estuviera, Luhan debió haberlo escuchado, porque se materializó frente a él inmediatamente.
—¿Qué sucede? —el recién llegado preguntó, mirando alrededor con preocupación.
—No sé si lo estoy haciendo bien —Chen musitó, señalando al hombre y al bebé en el sofá.
—Te dije que tuvieras cuidado con eso —Luhan lo reprendió suavemente.
—Lo sé, pero no sabía qué más hacer, ambos lloraban.
—Sí, bueno, llorar es normal, es... cosa de humanos.
Chen frunció el ceño pensativamente.
—¿Qué le ocurre a este hombre?
—¿A qué te refieres?
—No parece estar del todo bien.
—Es un padre soltero, debe ser difícil para él. Usualmente a las mujeres se les da mejor la crianza, por eso la mayoría de veces los jueces les asignan a ellas la custodia, especialmente cuando los hijos son tan pequeños.
Chen asintió pensativamente.
—¿Entonces por qué tiene él la custodia del bebé?
—No lo sé, imagino que su madre ya no está —Luhan murmuró sacudiendo un poco sus hombros—, pero lo importante no es lo que está mal, sino tu esfuerzo porque las cosas vayan lo mejor posible.
—Suena sencillo, pero este hombre es muy descuidado, temo que pueda causar un accidente en la casa, ni siquiera cuida bien de sí mismo.
—Para eso estás aquí, para protegerlos a ambos.
—Pensé que solo debía interferir por el niño.
—Si el padre está bien, entonces el hijo lo estará también —Luhan aseguró y sacó el pequeño reloj de arena de su bolsillo—. Tengo que guiar a alguien en un minuto, buena suerte.
Antes de que Chen pudiera al menos agradecerle por haber acudido a su llamado, Luhan se evaporó.
✨
Una hora más tarde el padre del bebé despertó y miró alrededor con confusión por un momento. Tomó su celular y observó la pantalla con interés por al menos un minuto antes de bloquearlo y devolverlo a su bolsillo con un gesto de inconformidad.
Chen lo observó detenidamente, con la esperanza de comprenderlo. El hombre largó un lento suspiro y fijó su mirada en algún punto del techo. Chen miró en aquella dirección, pero no encontró nada más que una viga. No le parecía algo particularmente interesante, pero los ojos del humano no dejaban de señalar en aquella dirección. Tal vez no estaba mirando hacia el lugar correcto. Se acercó a él y se agachó a su lado, pero aún no lograba verlo. Se acercó un poco más a su rostro, pero se alejó de inmediato al sentir el calor que irradiaba. Miró sus grandes ojos marrones con atención y notó que en realidad no miraban, simplemente apuntaban a la nada con fijeza. Chen se preguntó qué clase de pensamientos lograban abstraerlo de tal manera. ¿Qué había dentro de su cabeza que podía desconectarlo del mundo a su alrededor?
El hombre suspiró y se giró hacia su hijo. Lo estudió con su mirada y deslizó su índice suavemente por el contorno de su pequeño y agraciado rostro.
Chen se preguntó qué sentiría el niño, ¿qué sensación provocaría una caricia tan sutil? ¿Por qué no lo recordaba? Alzó su mano y observó sus dedos, rozó uno contra otro y entonces se percató de que no podía sentir. Sabía qué era el tacto y tenía una vaga memoria de sensaciones, pero en ese momento no sentía nada. ¿Acaso los ángeles no sentían?
El ángel también suspiró. Tenía tantas preguntas —surgían a borbotones en su cabeza—, pero no sabía de qué forma conseguir respuestas sin interrumpir la apretada agenda de su guía. Debería haber al menos un manual para ángeles primerizos. Le haría llegar la sugerencia al ángel a cargo en cuanto tuviera la oportunidad.
Minseok se puso de pie, atrayendo la atención del ángel guardián una vez más, tomó al bebé en sus brazos y salió a una terraza ubicada frente al jardín delantero. Deambuló de un lado a otro con la mirada fija sobre la entrada de la casa por largo rato hasta que finalmente tomó asiento en un sofá individual.
Parecía esperar que algo sucediera, pero durante el resto de la tarde nada sucedió, excepto por la puesta del sol.
✨
El segundo día fue muy similar al primero, incluyendo la visita del enfermero, aunque en esta ocasión Minseok se lanzó a sus brazos tan pronto como lo vio en el umbral de su puerta.
—Kyungsoo, perdóname —el padre del bebé suplicó mientras apretaba al otro hombre entre sus brazos.
—No te preocupes —Kyungsoo dijo con calma mientras correspondía al abrazo.
—Yo... yo... yo... no quería... yo sé que tú... solo... es tan difícil —Minseok balbuceó entre sollozos.
—Lo sé, Min, lo sé —Kyungsoo musitó dándole suaves palmadas en la espalda—. ¿Ya comiste? Te traje espaguetis.
—Gracias —Minseok murmuró mientras se limpiaba las lágrimas y en sus labios se formó una débil sonrisa.
—¿Cómo ha estado?
Ambos le dieron un vistazo al bebé que jugaba en la alfombra, rodeado de almohadas y juguetes.
—Bien, tal vez empieza a acostumbrarse —Minseok anunció con tristeza.
—Sí, puede ser —Kyungsoo coincidió mientras se sentaba en la alfombra junto al niño.
—Kyung, ¿puedes mirarlo un rato mientras me baño?
—Claro.
Kyungsoo le dedicó una cariñosa sonrisa al hombre despistado y este se marchó a su habitación. Chen se preguntó cuál sería la relación entre ellos, parecían ser muy cercanos y además notaba un ligero parecido físico, dio a bien asumir que si no estaban emparentados debían ser viejos amigos.
—De acuerdo, ahora solo somos tú y yo, si tienes quejas o sugerencias soy todo oídos —Kyungsoo le dijo al niño en un susurro.
Por un instante, el pequeño clavó su mirada en los ojos del adulto, como si hubiera entendido sus palabras. Chen casi llegó a creer que el niño empezaría a hablar, sin embargo, lo único que hizo fue soltar una carcajada mientras apretaba un juguete entre sus pequeñas manos.
—Sí, yo también —Kyungsoo musitó con una sonrisa—. ¿Quieres espaguetis? Están deliciosos, aunque no debería decirlo yo mismo.
✨
El tercer día marchaba igual que los anteriores.
Habían momentos en los que el padre del bebé se desmoronaba en llanto sin razón aparente y Chen se sentía agobiado, como en ese preciso momento en que los acallados sollozos llenaban la habitación del bebé.
Minseok estaba sentado al lado de la cuna, abrazando sus rodillas, mientras su cuerpo se sacudía suavemente al son de la tristeza. Cuando esto sucedía, Chen hacía lo único que podía hacer: intentar transmitirle tranquilidad, aunque lo que lograba era hacerlo dormir. Sin embargo, el hombre despistado no gozaba de un sueño largo y tranquilo como su hijo, por lo que pronto despertaba y continuaba con su lánguida rutina.
✨
Aquella lánguida rutina cambió el cuarto día.
A cierta hora por la manana, alguien tocó el timbre logrando que el sonido de la campana rebotara en ecos por toda la casa. Minseok echó a correr hacia la puerta y se apresuró a abrir, pero su decepción fue casi palpable.
Definitivamente el hombre en el umbral no era a quien esperaba con tantas ansias.
—¿Si?
—¿Es usted Kim Minseok? —Minseok dio un asentimiento y el hombre continuó, señalando un gafete que estaba sujeto al bolsillo de su camisa azul—. Mi nombre es Jongin, vengo del servicio social, ¿puedo pasar?
—Claro —Minseok murmuró y se hizo a un lado para dejarlo pasar.
Mientras el hombre del servicio social caminaba lentamente hacia el interior Minseok intentó alisar sus ropas y peinar un poco su cabello. Chen, sin perder de vista al bebé que dormía plácidamente en su cuna, se preguntó por qué a Minseok le preocupaba su aspecto frente a ese hombre, frente al enfermero no parecía importarle en absoluto.
—Entiendo que Anna era la encargada de su caso, pero ella ya no trabaja para la compañía y el caso fue reasignado. ¿En dónde está el bebé?
—En su habitación, está dormido —Minseok murmuró sin ser capaz de ocultar el temor que parecía crecer cada segundo que ese hombre permanecía dentro de la casa.
—¿Puedo verlo?
Minseok asintió y marchó tensamente hacia la habitación de su hijo con el visitante siguiéndolo de cerca. Chen, con la curiosidad hirviendo por todo su cuerpo —si es que poseía uno—, también los siguió al interior de la habitación.
El visitante observó al niño atentamente, parecía buscar algo fuera de lo normal. Anotó algunas cosas en una libreta y luego evaluó la habitación.
Después de unos pocos minutos ambos hombres abandonaron la habitación y Chen continuó observándolos desde el pasillo.
—¿Ha buscado ayuda psicológica o un grupo de apoyo? —el trabajador preguntó mientras caminaban, dándole a Minseok una atenta mirada.
—Aún no... —Minseok murmuró cohibido.
El trabajador asintió y anotó algo más en la libreta.
—Veamos la casa.
—Si —Minseok murmuró y se dispuso a darle un recorrido.
Después de un rato señalando lugares y dando explicaciones, los hombres terminaron en la sala.
—En el último reporte, mi antigua colega sugería que usted no estaba apto para conservar la custodia del niño...
—Pe-pero... —Minseok lo interrumpió pareciendo desesperado de pronto.
El hombre de los servicios sociales alzó su mano para hacerlo callar y señaló el sofá. Minseok se sentó de nuevo a regañadientes.
—Pero ella ya no es la encargada de su caso y yo prefiero hacerme mi propio criterio, por eso estoy aquí —el trabajador dijo con calma—. Lo mas importante para mí es el bienestar del pequeño y créame que entiendo su situación. De momento no veo ninguna razón lo suficientemente fuerte para separarlo de su hijo, pero hay cosas que debe mejorar, empezando por poner orden en la casa. Volveré después para poder hacer una evaluación más completa, incluyendo al niño.
—Claro —Minseok asintió luciendo un poco aliviado y se puso de pie imitando a su visitante.
—Llámelos —Jongin le dijo mientras le entregaba una tarjeta—. Es un grupo de apoyo, le ayudará de forma personal y también le dará puntos en el caso.
Minseok observó la tarjeta y asintió sin decir nada. Cuando su inesperado visitante se marchó, se apresuró a tomar su móvil para hacer una llamada.
—Kyungsoo, enviaron a alguien distinto... no lo sé... alto, moreno... sí, su nombre es Jongin... me dio una tarjeta de... sí... dijo que volvería después... solo después.
Empujado por la curiosidad, Chen se acercó a Minseok para poder escuchar lo que Kyungsoo estaba diciéndole.
—"Después" significa que ese hombre va a volver en unas horas, ponte a limpiar, corre, pero primero llámales.
Tan pronto desconectó la llamada, Minseok marcó al número en la tarjeta y concertó una cita para el día siguiente. Luego se arremangó la camisa y empezó a recoger todo lo que estuviera fuera de lugar.
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Gracias por leer!
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