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¿Quieres descubrir los secretos ocultos de tu corazón a mi lado?
Si tan solo me permitieras recordar sin miramientos el ayer que tanto extraño.

¿Por que sufrimos aun?
¿No nos merecemos la paz?

Por favor

No quiero que mueras mas por mi
Quiero que vivas junto a mi.

Por la eternidad.

Mi amado ángel.

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Un solo sonido se escucho fuerte y claro. Mas allá de los murmullos o el taconear de los pasos por el pasillo exterior.

El golpe de dos puertas abriéndose al unisono llamo la atencion de todo aquel presente en esa sala.

El eco de la voz que se hizo notar seguida a la apertura resonó.

-¿Giotto esta aquí?-

Cuestiono en tono autoritario un azabache de peculiares patillas rizadas, de porte elegante y mirada seria.

Desentonaba con la blanca habitación llena de finos brocados y decoración exquisita muy semejante al oro.
Era una especie de salón con pilares de mármol blanco finamente tallado.

Había varios asientos con distintos ocupantes, todos ellos hombres y mujeres mayores de atavios sobrios, blanquecinos que demostraban su status entre los demás.

En el centro un hombre mayor de cabellera pintada por los años, de alas grandes y toscas.

Timoteo... Su abuelo pero tambien su padre.

El líder portavoz de todos los ángeles.

Y también el verdugo de su propio nieto, de su hermano menor Tsunayoshi.

-¿Acaso has olvidado donde estas, Reborn? Que modales muestras ante este consejo-.

Reclamo uno de los tantos ángeles del consejo, el pelinegro solo lo miro como si nada.

Timoteo nego suavemente y suspiro de forma cansada, bajando de su pedestal, de aquella inmaculada silla con parsimonia se acerco a su nieto.

Hijo de su querida Nana y del mediocre Iemitsu, ese ángel que nada aporto mas que para darle tres, no...dos nietos de los que dignarse.

-Querido Reborn, esas no...-

El hombre había esbozado una sonrisa aparentemente gentil, con los brazos apenas extendidos con palmas dóciles pero fue detenido por la gelida mirada del azabache.

-¿Donde esta Giotto?-

Exijio Reborn saber mientras fruncía el ceño, odiaba la hipocresía de Timoteo...ese anciano era igual o peor que las viles ratas rastreras que conocia en la tierra.

Ángeles, humanos o demonios.

Todos tenían entre los suyos gente asquerosa como ellos.

-Oh querido, tanto tiempo y contestas de esa forma, sin duda el mundo humano no ha sido amable contigo-.

Si pudiera desearía golpear esa cara sonriente, solo de escuchar y ver, el deseo de sacar el arma escondida en su ropa era fuerte.

Pero no podía perder el tiempo...tampoco tenia caso alguno.

-No estoy jugando, Vine a ver a Giotto-.

Volvió a reclamar, mientras apretada los puños que descansaban a sus costados.

-Ah... Tu hermano, Giotto debe purificarse-
El anciano ángel suspiro y nego con la cabeza lentamente.

-Permanecer tanto tiempo con los humanos o demonios jamas es buena idea, Ese niño, debe retomar su lugar como el ángel que es-.

Reborn hizo una mueca molesta y gruño en señal de que de seguir con ello, estaba mas que dispuesto a atacar a todo lo que se moviera y respirara dentro de esa maldita sala.
Timoteo al darse cuenta frunció su ceño.
¿Que acaso todos esos niños tenían el tonto gen de Iemitsu de amar a la humanidad?¿Que no entendian nada?.
Suspiro y retomo una postura seria para dirigirse de nuevo a su asiento dandole la espalda al pelinegro de patillas.

-Si tanto es tu deseo de verlo, ya sabes donde esta...no es difícil llegar ahí, ve con G, nuestro guardian de la sabiduría y conocimiento, te llevara con tu hermano.-

Declaro mientras volvía en pasos cortos y elegantes hacia su lugar,con sus alas dignas arrastrandose por el suelo en conjunto a sus túnicas.

Reborn hizo una corta reverencia mientras no dejaba de mirar como odio disimulado a la figura de su abuelo.

Ese maldito... Tenia que sacar a Giotto...

Yamamoto había obtenido información de parte de Dino, mas personas se habian involucrado en esto.

Squalo incluso iba a ayudar a buscar con los nuevos recipientes de Tsuna y el príncipe demonio Xanxus.

Ya no había mas que perder...solo protegerlos.

Intentar separar a los amantes era un riesgo, asi que jugarian una carta mas...una ultima oportunidad.

Un ultimo deseo.

Se encargaría de brindarle la oportunidad de ser felices a sus hermanos.

Proteger a los que ama.

El trabajo de un hermano mayor.

Sin mas, procedio a retirarse de ese lugar, por un largo pasillo claro inundado de un aroma dulce y floral.

Recuerdos.

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