Cap9: Sombras
Cubro la jaula con una sabana para tomar a Lucía en mis brazos, sacándola a ella y a Jeremy de la carpa.
Ambos me miran desconcertados y la cría de león viene con nosotros al no regresarla a su cárcel.
—¿Látigo, estás bien? —Me cuestiona Jeremy.
¿Cómo decirle que perdí la cordura?
—Sí, deberíamos ir a almorzar antes de que se haga más tarde —les digo a ambos sin hacer más reparo en las palabras.
Solo avanzo queriendo creer que lo que acaba de pasar ha sido una alucinación, sin embargo, no me he drogado ni nada por el estilo hoy.
Jeremy carga al cachorro al verlo libre y sigue nuestros pasos.
Una alucinación, fue solo eso.
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Llegamos tarde al comedor por lo que solo podemos conseguir las sobras. Los miembros del área especial me llaman, aunque niego su propuesta por mantenerme al lado de Jeremy y con Lucía lejos de ellos.
—Esto sabe mejor que lo del orfanato —plantea la pequeña tratando de comer educadamente con la cuchara, hace esfuerzos en que mi compañero reconozca sus fingidos modales—: me gusta mucho.
—Látigo, hablé con Soga para que cuide a Lucía esta noche, así podremos pasar tiempo juntos —me susurra él mientras la niña se centra en la cena.
Tomo a Jeremy por la barbilla y obligo a besarme sin poder aguantar sus ánimos de ocultarlo.
No me importa que ella entienda nuestra relación, sería más fácil mientras antes le hagamos ver que es algo normal. Sin embargo, se aparta de mí como si fuese algo mal hecho.
Lucía levanta la mirada y Jeremy actúa nervioso.
—Papá, tienes la cara roja —menciona la niña.
—Es por el calor del lugar —responde él bajando la vista a la bandeja y empezando a comer de nuevo.
—Nos vemos en la noche, Jeremy —le digo mientras me levanto de la mesa dejándoles solos.
Debo atar ciertos detalles si quiero que todo salga según tengo pensado. Es suficiente dinero como para vivir ampliamente sin preocupaciones, nada puede fallar.
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Mientras alisto las cosas me decido por llevar conmigo a Daga y Cascabel, pensando que son los más útiles para este encargo. No parece haber algo fuera de lo normal, a excepción de que trataremos con la mansión de un noble.
A diferencia de los trajes coloridos llevamos ropas más oscuras, al menos ellos cambiaron su atuendo. Nuestro rostro está cubierto por máscaras con sonrisas amplias en tonos blancos.
—Nunca está de más hacer ejercicio —dice Daga caminando en el centro.
—¿Están seguros de raptar a un noble? La guardia nos va a tener en la mira —susurra Cascabel atando su larga cabellera rubia en una coleta.
No puedo evitar sentir que alguien nos observa.
—Solo no debes dejar que te descubran, es lo mismo de siempre —les respondo ya llegando al lugar de destino.
La mansión es pequeña y se encuentra en los límites de la ciudad, pero está rodeada de un área llena de esclavos que trabajan en las tierras. Podrían ser campesinos... pero al final es lo mismo aquí.
Las luces están apagadas como debe ser por las altas horas de la madrugada. Los perros están sueltos, pero Daga se encarga de eliminarlos sin fallar ningún proyectil. Nada de ruidos innecesarios son cometidos.
Cascabel sube por los muros usando sus dedos y pies descalzos para trepar, no sé a día de hoy como lo hace.
Cuando llega arriba, abre una ventana para nosotros y lanza una cuerda ayudándonos a subir hasta el segundo piso de la mansión, llena de lujos y perfecciones.
Deberíamos llevarnos varios de los adornos, así podríamos simular un robo. Solamente debo mirar a Daga para que entienda lo que estoy pensando, pero lo haremos al terminar.
Avanzamos por la mansión hasta sentir sonidos de placer saliendo de una habitación de la casa, una mujer parece estar dando las voces de mando.
Le hago señas a Cascabel para que avance sin hacer ruido y tenga el mejor panorama de la situación observando por el agujero de la llave.
Ella se asusta dejando escapar un grito de terror. No puede ser, nada de lo que haya sucedido allí dentro debe de poder incomodarla.
Una risa se amplifica en la habitación de la cual, la puerta se abre de forma lenta desde nuestro punto de vista, evitando que veamos a dicha fémina.
Cascabel retrocede hasta quedar de espaldas a la pared, no parece reaccionar para huir.
Su cuerpo es empujado contra la pared, quedando ella atrapada en esta. ¿Estoy alucinando de nuevo?
Sus brazos, cabeza y piernas sobresalen, pero su trozo no.
La atacante por fin sale del espacio de la puerta y puedo verla desde mi posición secreta.
Sus cabellos son negros como la noche, su cuerpo es delgado y se encuentra desnudo. Lo más perturbador son los colmillos que sobresalen de su boca junto a los ojos rojos.
Usa su mano para retirar la máscara de Cascabel, dejando su rostro de terror al descubierto, como si viese un fantasma.
—No puede ser... —Balbucea Cascabel.
Daga me mira desde el otro lado del pasillo y le ordenó guardar distancia con gestos.
No podemos negarnos a esta situación, luego me la cuestionaré, primero debo sobrevivir a ello.
—Parece que hay dos ratas más en mi morada —comenta la mujer poseedora de colmillos.
Camina hacia mi posición a un paso lento como si estuviese asechándome. Se nota su costumbre de cazador.
¿Qué clase de animal es?
Todos tienen una forma por la que se les debe cazar.
Ir ahora de imprevisto sería caer en la boca del león.
Hago un gesto a Daga para que entienda la orden de retirarnos, él puede acatarla sin ningún problema y salir de mansión.
Una serpiente de colores naranjas y negros sube por la pierna de la mujer llamando su atención un momento. El animal muerde a la otra bestia haciendo que se doblegue para sentir como se quema su piel, debería morir, pero no lo ha hecho. Ella agarra en su mano a mi mascota y la estruja hasta reventar esa parte de su cuerpo.
Aunque mi intención no es ver más de esta escena, simplemente me retiro esperando otro momento para cazar a esta presa.
Parece que he encontrado un animal interesante para domar.
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Espero que hayan disfrutado el capítulo.
Lo dije... la versión de Látigo se vuelve más turbia, aunque para él esto sigue siendo cazar.
Los quiero, espero verlos pronto. Voten si les gustó.
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