Luego de la plática con Daga busco a Jeremy y Lucía. No sé donde están con exactitud, así que termino dando varias vueltas.

¿Huir y traicionar al circo? Es algo que yo nunca haría, ni siquiera por una hija. Esta es mi familia y hogar, si algún día se desmantela creo que no quedaría otro lugar donde acepten lo que soy y como soy.

—¡Látigo! —Siento una voz llamándome, así que me volteo a ver.

Jeremy viene con Lucía en los hombros, ambos con más alegría que antes. La niña trae en sus manos una pequeña rana de la que parece haberse apropiado. Sin duda le gustan los animales, aunque suele ser su verdugo. Se lo atribuiré al hecho de que es muy pequeña aún.

—Tío, mira, se llama Fropi, es mi nueva mascota. Calló del cielo mientras dejábamos descansar a Jackson —dice ella con alegría mientras me la enseña.

—¿Sabes alimentar una rana? —Recojo a su mascota y la dejo en libertad para ver como las lágrimas se acumulan en sus ojos y comienza a llorar.

—¡Eres malo, tío Látigo! —Me cuestiona ella mientras hunde la cabeza en el cabello de Jeremy.

Jeremy por su parte la trata de calmar explicando mi accionar, pero no es el porqué lo hice.

—Lucía, ¿quieres ver un lugar lleno de animales grandes? Te regalaré uno de esos —le respondo.

Aunque claramente lo alimentaré y cuidaré yo. Ella solo será responsable de las caricias.

—¿Hay muchos? —Me dice la infanta levantando la cabecita.

—Sí, hay muchos, pero debes ser fuerte con ellos y no dejar que te coman —le argumento.

—Espero que no sea ninguno en extremo peligroso, como leones o cosas así —me regaña Jeremy.

—Mis animales no se rebelan contra mí —le respondo y de mi bolsillo dejo salir una araña de color negro, la cual ha estado aquí todo el día.

Jeremy abre los ojos como platos y retrocede, pero Lucía se emociona estirando la mano hacia mí para intentar tomarla.

—Susana, se llamará Susana —dice la niña a lo que me hace levantar una ceja.

—No, es Vicaria, no le cambies el nombre a mi pequeña —le indico sin ceder terreno para tomar la mano de ella y dejarla sobre esta—: no hagas movimientos bruscos.

Jeremy parece estar sudando frío abajo de la niña, no pensé que le pudiese tener miedo a mis pequeños amigos.

Mientras Lucía observa a la araña, tomo su mano entrelazando los dedos con mi actual compañero para calmarlo. De esta forma veo un poco los colores regresar a su rostro, pero la fuente sigue sobre su cabeza, la araña.

—Papi, mira, es muy linda, ¿a que sí? —Le pregunta la niña a Jeremy.

Este no logra responder, está pálido. Carga a Lucía con cuidado y me la entrega para retroceder un paso.

—Las arañas son un problema y no sé cómo me las arreglo para que siempre me piquen —responde él.

No puedo dejar de observarlo, puede que haya cambiado la mirada que le presento, porque realmente están pasando varas ideas obscenas sobre su persona por mi cabeza. 

Desde Lucía no he podido tocar a voluntad a Jeremy...

—Tío. —la voz de la niña me despierta—: Mira, es muy bonita. Quiero ver los demás, enséñame los demás animales.

Su emoción rompe mi línea de pensamiento, aunque parece que Jeremy se dio cuenta y avanza hacia nosotros. No deseo responder más, simplemente avanzo con la pequeña hasta el lugar donde guardo mis animales.

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Cuando llego a la carpa donde se encuentran mis animales, Lucía se baja y empieza a dar brincos de alegría al ver a tantos.

La primera en ir hacia ella es mi leona, pero no puede pasar a través de la jaula.

—Que grandotes todos —expone la pequeña con emoción.

—Elige uno de los bebés de mi pequeña —le expongo avanzando hacia la jaula para acariciar a mi mascota favorita—: hay dos cachorros en esa esquina, elige uno y deberás cuidarlo con tu vida, será como tu hermano.

Jeremy deja escapar una sonrisa, pero no se acerca a menos de dos metros de las jaulas.

—Parece que ustedes realmente no tienen sentido del peligro y de lo que es ser cazado por estas cosas —responde deslizando su mano por su tobillo como borrando alguna sensación.

Le dejo carne a mi pequeña mascota para tomar a una de sus crías, un león. Lo cargo y me acerco a Lucía para que pierda el miedo y ella sin pensárselo lo abraza, también lo comienza a besar.

No parece haber problemas...

Normalmente, las personas suelen ser más distantes con ellos, menos algunos compañeros de función.

—Serias buena en esto —le hago saber y me acerco a Jeremy.

Él me observa un segundo y luego cambia la vista a todas las especies que tengo en jaula, incluso hay algunas en frascos.

Mientras Lucía se mantiene distraída, dejo un beso en los labios de Jeremy y agarro con mi mano su trasero.

—Es demasiado tiempo... —Le susurro.

Cuando me aparto de él me centro de su rostro para notarlo en un estado de nervios y tratando de evitarme.

—¿Y este? —Dice para cambiar de tema acercándose a una jaula que presenta una sábana encima.

—Es nuevo, lo recogí de camino a esta ciudad. Es un cachorro de lobo, aunque es difícil de domar —le hago saber para retirar el manto que cubre el objeto metálico.

En este yace un lobezno de pelaje gris y con las patas heridas, parece haber caído en una trampa humana.

Lucía lo mira y se acerca a él cargando a su nuevo felino, sin embargo, este se asusta a la par que el pequeño lobezno y lo retiro de las manos de mi hija apartando la vista de los animales.

Decido cubrir la caja con las sábanas de nuevo para evitar la exposición de este perro. 

El problema es... que cuando sale de la vista de los demás bajo el manto adopta la forma de un niño humano de cabellos negros y ojos amarillos, con la presencia de las orejas de lobo y los colmillos.

¿Qué demonios es esto?...

『••Nota de autor••』

Espero que hayan disfrutado el capítulo...

Esta temporada será más turbia que la anterior y luego les revelaré un detalle.

Perdón, tenía cierto bloqueo por la duda de si hacerlo o no...

Pero este mundo oculta demasiadas cosas a las que Látigo tendrá más acceso que Pluma.

Algunos lectores puede que se den cuenta de los secretos del libro y sus detalles.

Los quiero, y espero que disfruten el circo.

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