Veo a la pequeña mirarme con alegría, sus ojos se llenan de luz y comienza a dar brincos dejando de lado a la oruga.

—¿Me llevarás con él? —Dice ella con una sonrisa.

—Sí, claro —le respondo sin entender por qué está tan emocionada.

—Por fin, podré ver a papá, qué emoción —sigue exponiendo sus ideas hasta que se detiene y baja la cabecita para agarrar el borde de su falda, parece triste—: pero, ¿él me quiere, no? Es que pensé que vendría él a buscarme.

—Estaba ocupado y por eso vine yo, no pienses de más —le respondo y la monja que me atendía viene hasta nosotros.

—Puede llevársela. Ella no está inscrita aquí, solo la cuidaba como un favor a mi amiga antes de que vinieses —comenta ella en un tono despectivo.

Puedo notar que está de alguna forma reacia a mi presencia y los motivos de dejar ir a la niña. Aun así, no la dejaré acá a que baje su masa corporal.

—Lucía, vámonos de aquí entonces —digo extendiéndole la mano para que la tome.

La niña duda y mira a la mujer de hábitos.

—¿Nana, puedo ir con él? Es que como dices lo de los extraños —responde la niña—: me dijo que me llevará hasta papi.

—Puedes pequeña, es la persona que esperaba tu mamá —le dice y me mira de arriba abajo ante la idea de haberle mentido a la niña—: espero que no hagas esta vez las cosas mal. Según lo que sé...

Se detiene, no sé a qué se refiera. Solo le observo sin responderle, le extiendo mis manos a la pequeña y esta duda hasta que toma uno de mis dedos.

—Nana, vendré pronto —dice la niña.

Ciertamente, no tengo pensado que lo haga. Vivirá viajando, su hogar será el circo, su familia seremos nosotros.

—Ve con cuidado Lucy —dice la mujer y le entrega la caja con la oruga—: llévatela, los amigos no se abandonan.

Al menos un buen consejo, la familia no se abandona.

—Cuidaré a Jackson, será grandote y fuerte, una superoruga —dice la pequeña.

Quizás deba explicarle cómo funciona la metamorfosis de las orugas a mariposas y que cuando salga de ahí la dejará sola para irse volando.

Se evita cortando sus alas.

—Vamos, debemos llegar antes de la cena —le digo a la cría para dejar el sitio de la mano.

Pasamos varios minutos caminando sin parar hasta que ella forma un berrinche y se tira en el suelo.

—Me duelen los pies, tío —expone para cruzarse de brazos.

No sé qué hacer, solo la observo y la levanto sobre mis hombros para que vaya a caballitos.

—¿Lucía, sabes llegar a las afueras de la ciudad? Caminar en línea recta no funciona —le respondo al notar que está cayendo la noche y no sé regresar.

—Tío, yo no sé, ¿prueba preguntar? —Me contesta ella agitando sus pies, ya sentada encima de mí.

—No me gusta hablarles —le contesto.

—Nana se enojará si hablo con extraños, pero creo que si alguno me quiere llevar con dulces tío me salvará. Yo les pregunto —responde con aires de superioridad y una voz nerviosa.

—No hace falta, no tienes que relacionarte con ellos. Ya encontraré la forma de volver —le expreso.

No sería justo, quizás le haga relacionarse con alguien que prontamente deba asesinar en alguna función. Debo enseñarle a no hablar con personas innecesarias, a no desarrollar lazos inútiles.

Llegamos de noche al campamento, ya las carpas están erguidas. Debe haberse pasado el día entero trabajando, Jeremy seguro está agotado.

Lucía yace acostada en mi regazo dormida, en determinado punto dejó de hablar y comenzó a roncar.

Busco la carpa de Jeremy antes de seguir avanzando por este sitio. La visualizo de forma rápida, ya que sé sus colores y detalles.

Lucía se rasca los ojos saliendo de su letargo.

—¿Ya llegamos? —Dice ella y yo me adentro en la carpa.

Allí está Jeremy, su compañera Soga y otro joven más que reubicaron tras el asesinato de esa rata.

Me acerco a la cama de Jeremy para sentarme en esta, dejando a Lucía sobre el colchón y la oruga en el suelo.

—Jeremy —digo quitando el cabello de su rostro para despertarle.

—¿Látigo? Te desapareciste todo el día —susurra él bostezando para reincorporarse en la superficie.

Va a acercarse a mi rostro para darme un beso, pero Lucía hace acto de presencia.

—¿Tío Látigo, cuando veremos a mi papi? —Responde ella para llevarse toda la atención de mi compañero.

Observo a Jeremy quien me mira con confusión, agarro su mano detrás de las sábanas donde la pequeña no lo ve y me decido a hablar esperando que no lo arruine. Espero que él lo entienda.

—Él es Jeremy, aquí le conocen como Pluma. Lucía, él es tu papá —le respondo tranquilamente.

La niña le mira alegre y mi amante de cabellos castaños busca mi mirada como si esto fuese una locura.

—¡Papi! —Dice en voz alta la pequeña y se lanza a abrazarle haciendo toda la fuerza que sus brazos pueden.

Los ojos de la niña se empiezan a llenar de lágrimas junto a una sonrisa muy amplia.

—¿Eh, Látigo? —Balbucear Jeremy sin entender la situación, aun así lleva las manos a la cabeza de la chiquilla y la acaricia con cuidado.

Yo desde el punto ciego beso su boca de forma rápida y con un movimiento de labios sordos le hago saber...

"Te necesito."

—Papi, perdón por llorar. Sé que los niños fuertes no lloran, mami lo decía. Pero pensé que iba a quedarme solita. No quiero estar más sola. Seré buena, no te vayas y déjame quedarme contigo y con el tío Látigo —expone la niña en balbuceos casi irreconocibles si no prestas atención, junto a lágrimas desbordadas.

—¿Te llamas Lucía? —Le responde Jeremy a la pequeña, aun en estado de shock.

Habíamos hablado mucho sobre este tema, en todas las conclusiones le dije que no veía correcto traerla. Aun así, cambié de idea y recorrí a esto.

—Sí, ese es mi nombre —responde ella separándose y limpiando sus ojos.

Veo ablandarse la mirada de Jeremy, él parece empatizar con ella. Si mal no recuerdo, es huérfano, se crio por sí mismo desde los ocho años, según me dijo.

—Escúchame, Lucía. A partir de hoy, no volverás a estar sola —le responde con una mirada suave y sus manos deslizándose por los cabellos avellanas de la niña.

Ella le vuelve a abrazar con alegría y Jeremy me observa para hacer lo mismo con sus labios, los mueve como diciendo...

"Tenemos que hablar."

Buenas :3

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Me dio cosita como se sintió Lucía, realmente debe estar malita, ya que perdió hace unos meses a la mamá.