Cap29: Tres
Las personas del circo aun mueven cubos de agua para intentar apagar el incendio, este se extendió hasta parte de los alrededores, pero no creo que no sea controlable, ya que de ser diferente en estas horas hubiese quemado todo.
—No pensé que fuese a extenderse —dice Daga mientras una mano lo jala por la oreja.
—A ayudar, chiquillo —dice el anciano de la cabra mientras se lo lleva y me mira a la distancia cuando se aleja.
¿Ya todos saben que Sonido murió? Y lo peor... ¿Qué pensaran sobre las acciones de Daga? Si creen que él la mató entonces va a tener que pagar lo mismo...
Camino hacia el viejo y coloco la mano en su muñeca esperando que detenga su paso.
—Tiene que ayudar a apagar el fuego. Lo demás, luego lo decidirán —dice mientras baja la cabeza con una tristeza diferente a la de los espectáculos cuando alguien fallece en su pérdida contra la suerte.
Quizás porque acá no jugábamos.
—Voy, voy, ¡pero me gusta que se extienda, el fuego es arte! —dice Daga mientras se fuga a por baldes—. ¡Es broma, ya ayudo!
Sus pasos se escapan de mi visión y el anciano de la cabra vuelve a hablar.
—Debe estar destrozado, un matrimonio es un matrimonio —comienza a reírse de forma estruendosa mientras la cabra lo segunda con chillidos—. No está bien de aquí, no lo está.
Su dedo índice toca su cabeza mientras se aleja a galope de su esposa.
Va a ser una larga noche... Debo apagar ese fuego y ver a Jeremy. A Lucía también, espero que la haya mantenido lejos del fuego. Se ha vuelto todo un buen padre al menos para ella, aun así, quiero educarla en mi ámbito.
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Me dirijo a las afueras luego de todo el problema con el fuego junto al río. La mayoría se está bañando allí por el calor.
Veo a Soga y Jeremy junto a Lucía mientras juegan lanzandose agua justo a la orilla.
Camino hacia ellos mientras cargo a la niña para ponerla sobre mis hombros. Nadie anda desnudo, lo que llevan poca ropa para poder lavar sus cuerpos. Mayormente por la situación, pero si hubiese alcohol formarán una orgia como los días de celebración. Aunque hoy realmente no creo que tengan mucho ánimo.
—¿Todo salio bien? Lo vi ayudando a trabajar y riendo... —dice Jeremy mientras me mira y sube la mirada a la niña en mis hombros.
Lucía comienza a jugar con mis cabellos y coloca al lado de mi rostro una luciérnaga qué carga en la mano.
—Tío, mira, lo attrapé, para nuestra colección —dice con alegría.
Tomo al animal con los dedos y lo observo brillar mientras por mi mente pasa la idea de apretar tan fuerte como para destrozarlo. Algo innecesario y real cuando imagino esta tarde. Realmente, creo poder acabar con esa albina, pero no sé que habilidades tenga y sería peligroso.
—No está bien, mañana van a juzgarlo por el asesinato de Sonido —digo sin hacer reparo en Lucía la cual no tarda en empezar a preguntar, ¿qué sucedió?
—¿Juzgar, cómo? —dice Jeremy sin entender esa regla.
—Fuera de los espectáculos, no tenemos permitido atacarnos. A las personas de afuera sí, pero aquí dentro no —le comento bajando a Lucía y dejándola frente a mi pecho.
—Tío Daga no atacaria a alguien de la familia, es muy alegre y siempre ayuda a todos. Es el maestro de los demás niños —dice la niña como si discutiese.
—Liam es Liam —digo mientras bajo la mirada a ella—. No es culpable.
—OK... Yo creo que mejor les doy espacio, no creo que esta plática sea para mí —dice Soga mientras se aleja de puntitas hacia el grupo de Cisne.
—Hay que decir la verdad —dice Jeremy.
—No creo que sea lo mejor ahora —respondo mientras me agacho y con un cubo pequeño hecho agua sobre la cabeza de Lucía.
—Si lo decimos, él se salva —dice Jeremy molesto.
—Tú no me creíste sin pruebas —contesto bajando la mirada.
Creo que es suficiente para que lo entienda. Justo como cuando quise decirle, nadie lo creerá sin tener delante alguna bestia, algo que puedan culpar y creer que realmente estas cosas existen.
—Tenemos que cazar una —dice Jeremy.
Me levanto del suelo cargando a Lucía mientras me acerco a Jeremy y beso sus labios mientras la pequeña se cubre los ojos riéndose.
—Tío, ayudemos a Daga —dice ella inflando las mejillas.
—Confíen en él, no se preocupen —contesto devolviendo la enana a los brazos de Jeremy—. Por cierto, le dije que fuese a vivir con nosotros ahora que perdió su carpa.
—No hay problema... —dice Jeremy tras dejar escapar un suspiro y desviar la mirada—. Me voy a volver loco, la verdad.
Eso sería lo de menos. Tengo que contarte la verdad pronto...
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No lo vi en el baño colectivo así que decidí pasar en la madrugada con un farol de aceite a buscarlo y ahí estaba el renacuajo. Lavaba su cuerpo en el río mientras su piel se mantenía rizada por el frío.
Todo un masoquistas cuando lo desea. Aunque seguramente se quizo alejar de los demás.
Veo una figura acercarse hasta el límite.
Quita sus zapatos y se sienta a la orilla del río a verlo sin decir nada. Pensaría que lo vio, pero ese movimiento de su rostro para observarle con el ojo verde sano delata la realidad.
—Era mi pequeño momento de paz —dice Daga mientras se voltea.
No responde, solo mantiene el silencio.
—Ya lo escuchaste, ¿no? Era obvio, aunque no me han golpeado como a Oso cuando mató a su hermano. Creo que tienen ese ligero pensamiento de que no haría algo así —dice Daga mientras toma el cubo de agua y se lo voltea arriba desde el cabello terminando por estornudar.
—Daga, dime que tienes como salir de esto —susurra la voz del otro farol, esa voz de Jeremy.
—No, dejaré que el destino lo juzgue todo, que gire la rueda y la bala de la pistola lo decida —dice Daga mientras estira la mano al frente pidiéndole a Jeremy que se acerque.
—No puedo —dice Jeremy.
—¿Por Látigo? La otra vez en los ensayos te detuviste por ese pensamiento también... —dice Daga bajando la mano—. Te gusta esto, lo sabes.
—No quiero hacer eso hoy, Daga, realmente ahora solo quiero abrazarte —dice Jeremy.
Me acomodo detrás de un árbol observando en silencio. Daga debe saber que estoy aquí, pero Pluma no.
—Eres demasiado dulce, Pluma —dice Daga y el joven del farol lo deja en el suelo para entrar con ropa al agua—. ¿Qué haces?
—Te abrazo —dice mientras desliza su mano por el cabello de Daga al llegar y cumplir sus palabras.
—No me gusta la lástima —dice Daga sin levantar los brazos—. Estoy bien, Pluma... La vida es así, solo queda que lo acepte. ¿Qué hipócrita sería si lamentase haberla liberado de esa forma de bestia?
—Un humano, serías humano —dice Jeremy separándose un poco y viendo los ojos del enano en sus brazos.
Ese lado de Jeremy, ese pequeño pedazo que te hace sentir como si estuvieses en un lugar seguro para vivir... Como una casa cálida.
Por su cercanía, parece que este tipo de situaciones pasa bastante entre ellos. Muchas de las palabras Son dichas con la mirada.
—Eres un monstruo —le dice Daga acercando sus labios a los de él y realizando un beso despacio y suave mientras desliza una mano por la mejilla de Jeremy.
Él lo corresponde durante unos segundos hasta que lo separa y retoma el abrazo y veo el único ojo sano de Daga lleno de lágrimas.
—Oye, Jeremy, también quiero que seas mío... —dice Daga mientras le observa—. ¿Por qué siempre me descubres?
No debería seguir escuchando esto a escondidas.
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