Cap27: Un culpable
Salgo de la carpa tosiendo y huyendo del fuego. Las personas se calman y Lucía parecía estarle haciendo fuerza a Jeremy para venir hasta mí.
—Jeremy, cuida a Lucía —le digo a él dejando un largo suspiro—. Sobre cualquier cosa, no dejes que nada le pase.
—Látigo, espera... —dice y termina subiendo la voz porque me estoy alejando—. Vuelvan bien los dos, trae a ese estúpido enano.
Detengo mis pasos un segundo para ir hasta él y robar un beso de sus labios.
—No se metan en líos ustedes dos... —le comento y me marcho de la escena dejándolos en el proceso de apagar el fuego.
Mis pasos me llevan hacia el exterior del campamento con la idea de ir ante esa mujer sobrenatural y albina. Posiblemente sea la persona que busca Daga y quiere eliminar. Aún así, dudo que conozca su ubicación...
Retrocedo yendo hacia la carpa del dueño del circo, de mi padre.
—El señor se encuentra indispuesto —dice uno de los hombres de la entrada—. Incluso para usted, joven amo.
—Quítate, necesito pasar —comento y me bloquea el paso, algo que no dura mucho porque hacerle una llave para que suelte el arma no es que sea difícil—. (Podría estar muriendo ahora mismo) Ich könnte jetzt sterben.
Cuando entro en la habitación me acerco a su cama. Lo primero que me llama la atención es el baúl donde habíamos encerrado a ese bicho abierto. La vampira atada ya no está...
¿La liberó la albina?...
—Christophe... —susurra el jefe mientras me acerco a su cama—. Agua...
Observó su piel, una completamente pálida y débil. Incluso sus mejillas parecen estar demacradas. Colocan los dedos en su cuello para sentir los latidos y su temperatura es sumamente baja.
—No es una enfermedad normal —comento para él mientras lleno su vaso de agua y le ayudo a reincorporarse en la cama para que beba.
Su muñeca, tiene la marca de colmillos...
Pero no parece haber sido convertido en esas bestias.
—Quizás solo sea la vejez... —dice él—. Esconde el dinero, mejor que nadie lo intente robar ahora que estoy mal. Sobre lo que hablamos... ¿Vas a encargarte de eso?
Le observó terminando de evaluar el lugar. Él siempre ha dudado sobre a quien de los dos nombrar para líder del circo... La verdad no me interesa dirigir, prefiero seguir órdenes sin tener que cuestionar demasiado... Por ello suelo apostar por Liam para ello, siempre ha sido la cabeza y yo la mano.
—¿Daga estuvo aquí? —cuestiono.
—Ese muchacho malcriado, tomó a la mujer del ataud y se marchó con ella en una caja mojada completa —dice el viejo mientras despotrica y muerde el vaso con los dientes—. Con el alto precio que la iba a vender, no lo quiero ver por aquí. Lo voy a castigar cuando vuelva.
Solo le observo y cubro su cuerpo con la manta y retiro el vaso de sus manos. No vivirás mucho...
No así...
Me doy la vuelta para salir de la carpa.
—(¿Ni siquiera una muestra de preocupación por tu padre?) Nicht einmal ein Zeichen der Sorge um deinen Vater? —me dice él mientras tose.
—(La muerte nos llega a todos algún día) Irgendwann kommt der Tod über uns alle —respondo dejando la habitación.
Él, la verdad, no causa emociones en mí. Cierto, fuera de ellos tres, se me había olvidado que no suelo dejarme llevar demasiado...
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Corro por los caminos hacia la mansión de esa mujer y justo como esperaba, parece haberme estado esperando...
—Señor, puede pasar —dice una mujer con alas transparentes en su espalda. Justo como la descripción de las hadas y su cabello es verde—. La señora dijo que regresarían.
Suponiendo la situación, Liam debe estar dentro. Me decido a ir a su lado por los pasillos adornados con cuadros y monumentos de la mujer, también de un hombre con su mismo rostro.
Una familia con características muy extrañas.
La sirvienta me lleva hacia un comedor donde están los personajes que buscaba.
La mujer albina está sentada en la cabeza de la mesa y Daga en la otra esquina. Como una obra de arte, la vampira de aquella vez se encuentra atada a una cruz en la pared mientras cae en su cabello un agua que parece quemar su piel y debilitarla.
—Bien, llegó mi preciado nuevo soldado, Christoph —dice la mujer con una amplia sonrisa.
Yo la ignoro y voy hasta Daga, el cual toma mi mano, parece estar calmado. Muy diferente a como era la situación en la mañana y huele a alcohol en sus atuendos.
—¡Me gusta más hablar con el niño quemado! Habla mucho más, pero tú eres muy interesante y capaz, me gustas por esos motivos —dice ella levantándose de su asiento y tomando uno de los cuchillos de la mesa—. Verán, mis amados cirquenses. Yo soy Lyra Roosevelt, duquesa de Narciso y la esposa de la cabeza de los sobrenaturales de este reino, de Axtrinia.
La mujer camina hacia la mujer crucificada y con el cuchillo hace un ligero corte en el talón, un corte qué no sana a pesar de los viejos rasgos mostrados por la raza. La sangre comienza a gotear al suelo.
—¿Para que nos quieres? —dice Daga.
—Bueno, lo primero. No, yo no asesiné a nadie de vuestro círculo. No soy idiota, hacerlo hará que me odien y no es mi deseo, bellezas —dice volviendo a la mesa y dejando el cuchillo sobre esta—. Fue ella, se logra liberar en las noches, no es alguien débil. Me ayudó bastante que la atrapasen por mi, me quitan competencia. Deberían agradecerme que le salvé, Daga.
—No nos interesa cazar seres como ustedes, solo me interesa la cabeza de esa mujer —dice Daga y mi mano pasa a estar en la cabecera de la silla tras de él.
—Lo harán, los quiero a ustedes y siempre han hecho todo por dinero —dice la mujer—. Serán mis cazadores por el mundo, mataran a cada criatura sobrenatural que se atreva a levantar la cabeza en contra de los humanos.
—¿Por qué un ser como usted desea matar a los suyos? —dice Liam.
—¿Por qué? Porque nadie puede pasar por encima de mi autoridad y mi esposo desea mantener una relación cordial entre razas... Lo que el diga, es ley y ustedes son extraordinarios para ser de los humanos —dice ella avanzando hacia nosotros.
—¿De cuanto serían los pagos? —comenta Daga.
—Depende de la peligrosidad, pero serian equivalentes a lo que consiguieron por esa horrenda dama de la cruz —dice y se acerca a Daga, tomando uno de los cuchillos de su chaqueta y colocándolo en su mano—. Como muestra de mi benevolencia, puede asesinarla usted, mi nuevo compañero de negocios.
Sus palabras van dirigidas a Daga, pero su mirada se clava en mis ojos, una que parece desear llegar más profundo en mí.
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