Cap16.1: Sangre y cruces
—Látigo, no digas esas cosas cuando esté la niña —dice Jeremy dejando un golpe con su pie en mi pantorrilla, pero uno sin fuerza.
—Está dormida —le respondo.
Hago el paso de Lucía hacia sus brazos, luego recupero el beso que él me dejó y me dispongo a marcharme.
—Espera —susurra él deteniendo mis pasos—: regresa bien, solo eso...
Su mirada se ve algo apagada, debe ser la preocupación sobre si volveré o no. Realmente no puedo asegurar nada, sea lo que sea estará bien, no me molestaría si mi muerte fuese sirviendo al circo.
—Haré lo mejor que pueda —le respondo sin vueltas, aun así, parece que no es algo que vacíe su preocupación.
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Salgo a buscar a Daga, el cual me espera en la salida del circo justo donde los ciudadanos entran para la nueva función. Lleva en su espalda dos bolsas y de estas me entrega una lanzándola hacia mí.
—Iremos solo nosotros, por ahora sería peligroso implicar a alguien más —me dice Daga.
Abro la bolsa para revisar su contenido. Parece algo curioso el hecho de que nuestros objetos para la caza sean precisamente cruces, sangre, ajos y objetos robados de la iglesia.
—Podrás volver con tu hija, no te preocupes —me contesta Daga mientras comienza a caminar.
Sigo sus pasos en silencio sin responder esa pequeña sentencia. Caminamos por la ciudad hasta llegar a un lugar donde no veo a nadie, la oscuridad reina en la zona, así que es perfecto.
Saco el líquido de mi bolsillo junto al pañuelo y lo deslizo por el rostro de Daga desde la retaguardia para dejarlo inconsciente. Lo arrastro hasta uno de los callejones para amarrar su cuerpo con las cuerdas de su bolsa. Debería estar así el tiempo necesario.
Le observo unos segundos antes de marcharme. Siento en el callejón que uno de los latones de basura se mueven, pero posiblemente creo que es un gato. Lo observo un segundo antes de seguir mi camino, el tiempo es algo que no puedo desperdiciar.
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Llego hasta la mansión donde vive esa mujer de naturaleza tan curiosa. Parece que el día de hoy hay una fiesta en su mansión y varios nobles o simples personas con dinero se adentra en la residencia.
Esto me obliga a ocultarme tras los arbustos usando a mi favor la oscuridad. Lo primero será entrar allí, por lo que la mejor opción es la puerta del servicio.
La seguridad en esta área es poca, más allá de los sirvientes no parecen haber guardias. Logro apartar a uno en una esquina para robar su uniforme y guardar en mi traje nuevo los objetos necesarios. En su vestir portaba una máscara blanca que solo cubre medio rostro.
La sala es brillante, el dorado reina en las paredes junto a los detalles refinados de las paredes. No he estudiado esos adornos, pero parecen en algunos casos como tallados. Solo sé que el candelabro colgado en el centro del salón es enorme y asfixiante ante el calor.
Los invitados bailan con vestidos elegantes y trajes perfectos. Sin excepción, todos llevan una máscara con adornos de su propio gusto, pero los rostros evitan ser revelados.
Dejo que tomen de mi bandeja las copas de champán y uno que otro trata de ligar conmigo. Evito prestar atención a esto para centrarme en encontrar a mi objetivo, no aparece por ningún lado hasta que desciende por la escalera central.
Porta el cabello negro en bucles perfectos y un vestido rojo fuego que va a juego con el escarlata de sus ojos. Llega hasta la mitad de su recorrido para dedicar unas palabras a las masas.
—Pronto llegará la comida, disfruten de los brindis. Cuando sea la hora iniciará la verdadera celebración —comenta ella con una radiante sonrisa.
Es una bestia hermosa, desgraciadamente sigue siendo una bestia.
Cumplo con mi trabajo hasta que en mi bandeja las bebidas comienzan a tener un color parecido al del vino, solo que su olor es diferente.
Me desvío a la cocina para salir de su rango de visión, sé reconocer cuando algo es un depredador y actualmente parecen separarse de atacarme solo por una delgada línea.
Atacarla ahora sería peligroso...
No debo precipitarme, pero no puede pasar de esta noche...
No parecen haber trabajadores destinados a hacer los alimentos, simplemente una mujer regordeta que vacía un cadáver usando sueros y con este llena las copas.
Cuando pensaba que el mundo era lo suficientemente oscuro, descubro esto.
Decido no dejarme ver por ella y me muevo al segundo piso para ver desde los balcones que puede ocurrir. Me agacho para ser menos visible y justo ahí empieza el brindis. Cuando esto pasa, los camareros comienzan a ser devorados por las bestias, dejando en el suelo enormes charcos de sangre.
Contengo la respiración para disminuir la fuerza de mis latidos, sería un problema ahora. Justo cuando esto termina comienzan a copular entre ellos en medio del salón.
Hay algo curioso, algunos de los invitados también son tomados como víctimas, dejando en claro que eran humanos.
¿Qué demonio está pasando?
¿Quién es esa mujer de cabellos blancos que pidió que nos deshiciésemos de esta otra?
¿Cuántas criaturas así hay en nuestro mundo?
Y sobre todo...
¿Por qué recurrir específicamente a nuestro circo?
La mujer de negro solo los observa, no dice nada mientras desde su silla bebe de su copa. La sonrisa y dientes se resalta desde la distancia, pero no es todo, su mirada se levanta hasta mí. Alza su copa como brindando conmigo.
No tengo como negarlo, ni pensar que no ha sido así.
Sus ojos y los míos se cruzan, sabe que estoy aquí. Sabe que no soy un simple sirviente. Su silla y cuerpo se hunde en el suelo para terminar saliendo justo a mi lado desde el piso.
—Si no quieres ser mi cena en este ritual, dime quién fue el osado de enviarte aquí —susurra la dama sin dejar de ver el espectáculo.
Su amenaza se baña de los gemidos y gritos de terror de nuestro escenario.
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