Cap11: No existe esa verdad
Despierto al lado de Jeremy, con él acurrucado en mi pecho y con su cuerpo lleno de marcas por todos lados. El simple hecho de tenerlo tan cerca hace que desee retomar las acciones de la noche.
El problema es que cuando llevo a cabo la labor de tocarle, sus manos me detienen y abre sus ojos dejándome saber que está despierto.
—No me puedo mover, déjame descansar por hoy —me responde mientras se restriega los ojos.
—Tienes trabajo —le contesto.
Hoy, si mal no recuerdo, es su turno de limpiar la carpa principal. Él da vueltas en la cama dándome la espalda y le contengo por la cintura para morder su cuello.
—Ya voy, hoy no tengo ni un segundo para descansar. Debes cuidar de Lucía —me responde inclinando su cabeza hacia detrás para besarnos un segundo.
—No puedo ocuparme de ella hoy —le contesto eso, simplemente eso.
Él me observa y se sienta en la cama ahora buscando mis ojos, molesto.
—Es tu hija, pasarás el día con ella a no ser que tengas que hacer algo ilegal en la tarde. —Me hace saber con un aire de seriedad.
—No haré nada ilegal en la tarde —le respondo sin hacer más excusas.
Realmente... Iba a dedicar el día a buscar sobre qué era eso que nos atacó anoche. Colmillos, piel pálida y poderes sobrenaturales junto a una fuerza descomunal.
¿Puedo dejar que Jeremy sepa esto? No, no debo dejar que lo conozca.
—Perfecto, entonces le diré que pasará el día con su tío Látigo —me contesta con una sonrisa aflojando las cuerdas de tensión en su mirada.
No le respondo, solo le observo, mientras pienso en esas palabras, "el tío Látigo".
—¿Le dirás? —Me cuestiona.
—Nunca —le respondo.
—Lo merece, merece saber algún día —me responde con una voz suave.
—No es tu decisión —le contesto levantándome de la cama para vestirme.
Jeremy me mira, se levanta también para tomar sus ropas y ponerlas de forma apresurada para salir de la carpa. Si tuviese puerta, creo que la hubiese tirado. Se debe haber molestado por mi respuesta.
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Camino por el campamento recuperando una de mis serpientes, la cual se sube por mi pierna, quedándose agarrada a esta.
—¡Látigo, niño, muchacho! —Grita el señor de la cabra llegando hasta mí—: So, cariño.
Sus últimas palabras van dirigidas a su esposa que le hace de transporte.
Le observo levantando una ceja y dándole permiso a hablar.
—Me dijeron que Pluma tuvo una hija sin ti, el chisme vuela por el campamento. Mi más sentido pésame —me dice el anciano.
No puedo hacer más que observarlo, siendo cada día más consciente de que pierde la cabeza.
—No te preocupes, ese muchacho está muerto contigo, solo debes aceptar a la bebé. Mira a mi esposa y a mí. Ella tiene tres hijos e igual la quiero —continúa hablando mientras le da palmaditas a la cabra.
—Debo irme —le hago saber antes de empezar a caminar, pero me detiene tomando mi brazo.
—También se rumorea que huyeron. ¿Qué sucedió? —Me pregunta haciendo referencia a la caza de la última noche.
—No lo sé —le contesto la verdad y me suelto para alejarme hacia las jaulas.
¿Quizás esa "cosa" que parece un perro con cuerpo humano pueda decirme algo?
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Me adentro en la carpa topándome con Sonido alimentando a los animales. La ignoro esperando a que se vaya, pero no evita hablarme.
—Látigo... —dice mi nombre y luego cierra la boca—: mejor no, no me digas nada. Prefiero quedarme con lo bueno.
Me dice sin ton ni son para salir de la carpa con una sonrisa de oreja a oreja.
Me acerco a la jaula que contenía a aquella criatura para destaparla y ver a un lobo común y corriente, un cachorro.
El perro levanta la vista para toparse con la mía y me gruñe. Luego introduzco un trozo de carne en el espacio y se niega a morderle, luego cede al ver que no posee nada raro.
—Adopta una forma humana —le comento mientras disfruta de su comida—: si haces bien lo que te diré y eres útil, te dejaré ir, así no pasarás el resto de tus días en una jaula.
El cachorro gruñe y se da la vuelta ignorando mi orden. Parece ser una raza bastante testaruda, no difiere mucho de lo que se tiene en cuenta como salvaje.
—¿Estás listo para pasar la vida en una jaula? —Le comento levantándome del suelo y volviendo a cubrir la caja de metal.
El animal solo gruñe, no tengo visión de lo que hace dentro de ese espacio.
Mientras salgo recuerdo algo... debo recoger a Lucía donde Soga.
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Cuando llego a la carpa de Jeremy me encuentro a Lucía sola sobre la cama jugando con una muñeca de telas bastante extraña y media rota.
—¿Tío Látigo? —Me dice al verme y se baja de la superficie para ir hasta mí sonriendo, por último levanta las manos.
Solo le asiento, no sé tratar con niños...
¿Podría tratarlos como los animales?
¿Serán parecidos?
—¿Qué haremos hoy? Quiero ver a las mascotas de tío Látigo, son muy lindas —me dice y las manos que mantenía en alto son bajadas.
—Debo trabajar —le respondo agachándome hasta ella y levantándola.
Su rostro se anima aún más.
—¿Puedo ayudar en algo? —Me pregunta Lucía.
—No, no hay algo que puedas hacer —le contesto y ella borra la sonrisa bajando la cabeza.
No dura nada hasta que la levanta de nuevo con esperanzas.
—¿De verdad? —Insiste.
—¿Sabes algo de historias de fantasía? Quizás sobre seres de otro mundo aquí, esta es tu ciudad a fin de cuentas —le comento saliendo de la carpa hacia el área de entrenamiento.
—Sí, mamá me contaba algunas. Por ejemplo, aquí en Ciudad Dorada se dice que si sales por la madrugada nunca más vuelves a casa... No es mentira, mamá empezó a enfermar luego de ello... cada día se puso más pálida —me responde Lucía rascando su mejilla.
—¿Pálida? —Le pregunto.
—Sí, también más débil... fue así hasta que se fue —me responde Lucía con los ojos aguados y ahora limpiándose.
Acaricio su cabello para cambiar de tema.
—¿Alguna forma de protegerse de esas historias? —Le pregunto.
—Bueno, muchas personas cuelgan coronas de ajos tras las puertas y mi nana me dijo que siempre que tuviese miedo apretase mi rosario —me contesta Lucía enseñándome la cruz que lleva bajo la ropa.
—Gracias, pequeña —le hago saber acariciando su cabello—: veamos los animales.
Se merece algo que le gusta, me ayudó bastante. Su rostro de alegría se hace notorio, quizás sea esta la conexión más grande que tendremos. Una verdad donde me veas como tu padre, es imposible, eso no existe, ni existirá.
—Tío, me gusta el nombre de Cadena, así sería como tú. Ya que los dos trabajaríamos con animales —me dice ella en un susurro como si me contase un secreto—: me gusta más tu rama que la de papi.
Debe de asociar las cadenas al látigo.
Dos cosas me llama la atención en sus palabras. La primera es que realmente elija mi camino y la segunda que piensa vivir en el circo como una más.
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Espero que hayan disfrutado el capítulo :3
Nos vemos pronto, voten si les gustó.
Látigo tratando de ser papá... a su forma
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