Eres un idiota, Alexander
━━━ FIVE ━━━
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No supo en que momento recorrió las calles en busca de Johanne. Había abandonado el distrito de Princewater con su corazón acelerado y su miedo a flor de piel. No estaba seguro de nada cuando la vio irse, aunque podía estar tranquilo ya que Isabelle y Max estaban protegidos en la casa con Sebastian.
Pero era Johanne a la que no veía por ninguna parte. Todo era un caos bajo una barrera de sonido conformada por gritos humanos y aullidos inhumanos, por el sonido de cristales haciéndose añicos y por el chisporroteo del fuego. Al atravesar un patio, se encontró con más escombros. Habían destrozado escaparates, habían saqueado el contenido y luego lo habían esparcido por la calle. También había olor en el aire, un rancio y espeso olor a basura. Había demonios cerca.
Se introdujo por otra calle más estrecha. Un fuego ardía en el piso superior de una casa, aunque ninguno de los edificios colindantes parecía haber sido afectado. Al salir y penetrar una vía más grande, sintió un dolor en el pecho.
Había varios cuerpos en mitad de la calle. Algunos eran cuerpos pequeños. Niños. Eran tres, comprendió cuando estuvo más cerca. De forma vaga pensó en su futuro hijo. Junto a ellos se hallaba el cadáver de un hombre de edad avanzada, con los brazos todavía abiertos de par en par como si hubiese estado protegiendo a los pequeños con su propio cuerpo.
Decidió avanzar, no podía quedarse a pensar en un futuro de caos. Debía encontrar a su esposa. Alec corrió a toda velocidad por las calles, llamando una y otra vez a Johanne o a Aline, de quien tampoco tenía rastro. Desconocidos aterrorizados empujaban a Alec a un lado sin mirar y pasaban corriendo por su lado, chillando, sin un destino aparente.
Algunas casas estaban en llamas; otras tenían ventanas rotas. Los adoquines centelleaban cubiertos de cristales rotos. Mientras se acercaba a un edificio, comprobó que lo que le había parecido un trozo de pintura descolorida era una enorme franja de sangre fresca que había salpicado el enlucido. Giró en redondo, mirando en todas direcciones, pero no vio nada que lo explicara; con todo, se alejó tan deprisa como pudo.
Al doblar hacia una avenida más amplia, una de las calles que discurrían desde el Salón de los Acuerdos, vio una jauría de demonios belial que se escabullían por una entrada en arco, siseando y aullando. Arrastraban algo tras ellos... Algo que se retorcía y se contraía mientras resbalaba por la calle de adoquines. Echó a correr adelante, pero los demonios ya se habían marchado. Encogida contra la base de un pilar había una forma inerte que derramaba un delgado rastro de sangre.
Cristales rotos crujieron como guijarros bajo las botas cuando Alec se arrodilló para darle la vuelta al cuerpo. Le bastó una única ojeada al rostro morado y deformado; se estremeció y se alejó de allí, dando gracias porque no fuese nadie que conociera. Un ruido le hizo ponerse en pie a toda prisa. Olió el hedor antes de verla: la sombra de algo jorobado y enorme se deslizaba hacia él desde el otro extremo de la calle. ¿Un Demonio Mayor? Alec no aguardó para averiguarlo. Cruzó la calle como una flecha en dirección a una de las casas más altas, saltando sobre el alféizar de una ventana cuyo cristal habían hecho pedazos. Unos pocos minutos más tarde se izaba ya sobre el tejado, con las manos doloridas y las rodillas arañadas. Se puso en pie, se sacudió el polvo de las manos y contempló Alacante desde allí.
Las inservibles torres de los demonios proyectaban su apagada luz sin vida al suelo sobre las calles enardecidas de la ciudad, donde «cosas» trotaban, se arrastraban y se escabullían entre las sombras de los edificios, igual que cucarachas que corretean por un apartamento a oscuras. El aire contenía gritos y chillidos, el sonido de alaridos, de nombres pronunciados al viento... y también gritos de demonios, aullidos de caos y satisfacción, chillidos que perforaban el oído humano como una punzada de dolor.
El humo se alzaba por encima de las casas de piedra de color miel en forma de neblina, envolviendo las agujas del Salón de los Acuerdos. Alzando la vista hacia el Gard, Alec vio una avalancha de cazadores de sombras que descendían a la carretera el sendero de la colina, iluminados por las luces mágicas que llevaban. La Clave descendía a presentar batalla.
Se acercó al borde del tejado. Los edificios en esa zona estaban muy pegados y los aleros casi se tocaban. Fue fácil saltar del techo en el que estaba al siguiente, y luego al situado más allá. Se encontró corriendo ágilmente por los tejados, saltando las escasas distancias entre casas. Era agradable sentir el aire frío en el rostro, sofocando el hedor a demonios. Llevaba corriendo unos cuantos minutos cuando advirtió dos cosas: una, que corría en dirección a las agujas blancas del Salón de los Acuerdos. Y dos, que había algo más allí delante, en una plaza entre dos callejones, algo que parecía la iluminación de un cuchillo. Se las quedó mirando fijamente durante un instante antes de empezar a correr.
El tejado más próximo a la plaza tenía una pronunciada inclinación. Alec resbaló por la pendiente y sus botas golpearon algunas tejas planas sueltas. Suspendido precariamente en el borde, miró abajo. La plaza de la Cisterna estaba a sus pies, y su visión quedaba obstaculizada en parte por un enorme poste de metal que sobresalía de la mitad de la fachada del edificio sobre el que se encontraba. Un letrero de madera de una tienda colgaba de él, balanceándose con la brisa. La plaza que tenía debajo estaba repleta de demonios iblis: tenían figura humana, pero estaban formados de una sustancia parecida a humo negro enroscado, cada uno con un par de ardientes ojos amarillos.
Habían formado una línea y avanzaban lentamente en dirección a la solitaria figura de una mujer de cabellos blancos, obligándola a retroceder contra una pared mientras se aferraba a su cuchillo serafín. Alec no pudo hacer otra cosa que mirar atónito.
«Johanne». La joven no parecía tener mucho interés en pelear, más que mantener al margen a los demonios con el cuchillo algo pequeño en su mano. Alec apenas alcanzaba a ver que su piel era demasiado pálida, con ciertas heridas similares a gritas partidas plasmando su piel. Los demonios no eran muy listos, pero parecían no querer intentar acercarse más, como si de alguna manera la conocieran.
Alec no se detuvo a pensar. En lugar de eso, saltó, agarrando el borde del tejado mientras caía, y luego se dejó caer, se sujetó al poste de metal y se columpió para reducir la velocidad de caída. Al soltarse cayó con suavidad al suelo. Un demonio, sobresaltado, trató de volverse con los ojos amarillos como gemas llameantes. Con un alarido confuso el demonio se desvaneció y la violencia de su partida de esta dimensión salpicó a Alec con una fina lluvia de cenizas.
━ ¿Alexander?
Alec la miró de inmediato. Johanne estaba mirándolo con duda, no había más demonios iblis, la plaza estaba vacía a excepción de ellos dos, donde el suelo estaba manchado de icor demoníaco. Parecía que habían huido. Alec sabía que debería encontrar algo que decir, como regañarla por arriesgar su vida, pero las palabras no salían.
━ ¿Estás bien? ━ vaciló por un momento.
━ No lo sé━ un poco harta se acercó a él━. Un demonio me lastimo━ levantó su camiseta, donde una línea roja trazaba desde el final de su costilla derecha hasta su el lado izquierdo de su cadera. Era una herida profunda y con todavía rastros de icor demoníaco salpicados en su abdomen━. El veneno de alguna manera hizo reacción con mi sangre, solo sé que me siento muy débil━ Alec apenas se había percatado de que Johanne estaba igual de pálida que como la había visto.
Dio un paso al frente y se tambaleo, Alec apretó la mandíbula en una obstinada línea al tenerla en sus brazos.
━ Pudiste haber muerto━ sacó su estela del bolsillo de su pantalón y trazó una runa en su estómago━. Una herida como esta pudo haber matado a cualquier Nephilim, pero no eres como el resto.
━ Eres un idiota, Alexander━ parecía más cansada.
Tuvo que cargarla para poder recostarla en el suelo.
━ Lo sé, ahora debo llevarte a algún lugar seguro para que te atiendan. Esa herida está algo fea. Puede dañarte por lo pálida que estás y dudo que resistas más tiempo━ sujetó sus manos, estaba muy fría y sus uñas un poco más largas.
Lo que por un momento pensó que eran grietas, realmente eran los contornos de sus cicatrices de un tono negro al igual que las viejas líneas de runas que marcaron su piel. El veneno parecía lastimarla de otra manera.
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El Salón de los Acuerdos, pensó Johanne, paseando la mirada por las paredes de un blanco pálido y el alto techo con las enormes claraboyas de cristal a través de la cual podía ver el cielo nocturno. El sitio estaba lleno de Shadowhunters, de personas que corrían de un lado a otro, a veces deteniéndose para mirar con atención los rostros de otros que pasaban esperando hallar a algún amigo o a un pariente. El suelo estaba sucio de tierra, cubierto de barro y sangre.
Pero lo que más inquietó a Alec fue el silencio. La estancia permanecía casi silente. La gente estaba sentada sin hacer ruido, con la cabeza en las manos; algunos de ellos tenían la mirada perdida. Los niños se apretaban contra sus padres, pero ninguno de ellos lloraba.
━ Debo llevarte con...
Sus palabras quedaron al aire al ver a sus padres. Ambos se dirigieron a ellos y Maryse fue la primera en revisar a Johanne, en cambio, Robert parecía molesto con la presencia de la joven Morgenstern.
━ Oh, por el Ángel, ¿qué ocurrió? ━ Maryse sacó su estela para trazarle más runas a Johanne.
━ Un demonio la atacó, pero no sé qué le ocurre.
Ambos la sentaron en una silla, estaban cerca de una pared, por lo que Johanne se dejó desparramar. Su cuerpo le dolía, estaba cansada y apenas lograba descifrar las figuras de su entorno; su visión borrosa le daba la oportunidad de ver manchas.
━ Espera, ¿has tomado tus pastillas? ━ interrogó Alec, había preocupación en su voz.
━ No━ susurró, apenas audible.
━ ¿Pastillas? ━ Maryse ocupaba una explicación, mientras le brindaba aire a Johanne con su mano━. No puede tomar ningún medicamento o cualquier otra cosa, puede provocarle un aborto.
━ ¿Aborto? ━ Robert, que se había mantenido al límite de la conversación, habló con más molestia━. ¿Está embarazada, Alec?
El chico miró a su padre por primera vez en la noche, dispuesto a enfrentarlo al menos ese momento.
━ Sí, ¿te molesta? Porque desde que me case no me has dirigido la palabra━ había levantado la voz, ganándose miradas de los Shadowhunters que estaban cerca━. Ni siquiera estuviste presente en la cena de Max, donde di a conocer a tu nieto. Pero no te importa, te dejo de importar mi vida desde que me case con la hija de Valentine Morgenstern.
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━ ¡Magnus! ━ Alec le hizo una seña para que el brujo lo mirara.
Magnus le echó un vistazo, y majestuosamente cruzó el salón para llegar a él. Iba a comentar algo, pero se quedó callado al ver a Johanne inconsciente en una silla.
━ Necesito tu ayuda━ habló Alec con ansiedad━. La arañó un demonio y se puso muy pálida, débil y...
━ Tranquilo, Alexander━ colocó su mano en el hombro del chico y le brindó un apretón━. La ayudaré.
━ Gracias, su herida está en el abdomen.
El brujo levantó la bruja, visualizando el corte y las runas curativas que adornaban alrededor de la misma. Chasqueo los dedos, donde las llamas azules aparecieron, como luciérnagas refulgentes alrededor de su mano. Aquella herida comenzó a cerrarse poco a poco, dejando sangre y otro fluido negruzco sobre la piel.
Alec jaló la manga de su suéter y lo limpio para que Magnus continuara ejerciendo de su magia.
━ ¿Por qué está tan pálida? ━ se atrevió a preguntar━. No sé si tenga que ver con las pastillas que le hiciste, aunque lo dudo un poco siendo honesto.
Magnus se apartó de Johanne para incorporarse y miró a Alec con cierta confusión atravesando sus ojos de gato. El chico apretó los labios, estaba bajo el efecto del pánico.
━ Ha estado algo... distante conmigo, no lo niego, tal vez sean mis celos de que pase más tiempo con el chico Verlac, pero... ━ inquieto comenzó a despeinar su cabello.
━ Alexander, ella es Nephilim con o sin sangre de demonio, ocupa runas como todos ustedes━ explicó mirando a Johanne, recorriendo los brazos marcados de la joven━. Cuando leí la receta que Ragnor inventó para hacer posible que la sangre demoníaca de Johanne quedara suprimida y así pudiera comportarse como un humano, entendí que lo único que hizo en realidad fue que la sangre de Johanne se volviera menos densa. Entre sus notas encontré que hizo pruebas con la sangre de ella, y con la suya. Eso logró crear a la Johanne que conocí y conociste, pero la de ahora que comenzó a tomar las pastillas que yo hice, bueno━ hizo una mueca━. Use mi sangre para las pastillas y digamos que mi sangre es...
Alec parecía que le habían dado un golpe, estaba confuso, aturdido y aterrado. El brujo soltó un suspiro meditándose de nuevo el sí decirlo o no.
━ Mi padre es uno de los príncipes del infierno, un ángel caído━ se limitó a decir━. Tengo sangre de ángel por consiguiente también, que a comparación de Ragnor, supongo que hizo la diferencia y...
━ Y por eso se comporta más humana, ¿por eso le afecta de forma diferente el icor demoníaco? ━ miró a su esposa, vacilante y agobiado━. Oh, por Dios━ cubrió rostro con las manos.
━ Pero quiero asegurarte que si la trata un Hermano Silencioso estará bien.
━ ¿Seguro? La veo muy débil.
━ Lo sé, y eso me preocupa━ murmuró después de un momento━. Jace también tiene sangre de demonio, ¿no? Y quiero pensar que lo han lastimado.
━ Sí━ enarcó una ceja, algo confundido por la mención del rubio.
━ ¿Le ha afectado así a él? ━ había duda en pregunta, pero Alec lo había tomado como una acusación.
━ No, Jace no se apuesto así de grave ━ se alteró un poco.
━ Mira, puedo hacer que Catarina le dé un chequeo general, tal vez el bebé sufra algún efecto secundario.
━ Sí, está bien━ paso de nuevo su mano por su cabello━. Entonces, ¿le sigo dando las pastillas o qué hago? ━ Alec parecía perder la razón, y por un momento Magnus pensó que iba a llorar.
━ Tal vez darle las pastillas sea una opción, si la vuelven más humana podría tener un embarazo mundano y sería más fácil tratarla a comparación de que siga siendo un demonio que aparenta ser humano━ fue muy honesto, algo que hizo a Alec bufar━. Porque te lo dije, Alexander, un demonio no puede ser humano a menos que algo altere su metabolismo.
━ Pues tu sangre le afectó hasta la salud━ se cruzó de brazos.
Parecía un adolescente y Magnus estaba harto de tratar con ellos. Con todos los Shadowhunters en general.
━ Oh, ¿es que acaso es mi culpa por cumplir con algo que tú me pediste? ━ estaba comenzando a irritarse.
━ ¿No pudiste utilizar sangre de otro brujo? Tal vez no debí seguir dándole esas pastillas.
━ Deberías estar agradecido de que te di las pastillas gratis, Nephilim estúpido━ dio media vuelta y se perdió entre la multitud, dejando a un Alec más fastidiado y algo arrepentido por su comportamiento.
━ Parece ser que no soy la única que piensa que eres un estúpido.
━ Hey, ¿estás mejor? ━ Alec se acercó a ella después de escucharla.
━ Me duele el vientre━ susurró, acariciando esa zona con su mano y Alec buscó su estela otra vez.
━ Magnus ya sanó tu herida, supongo que necesitas tus pastillas━ volvió a trazar otra runa.
Y aunque Magnus había empleado su poder para curarla y las runas trazadas en su piel hicieron efecto, parecía que Johanne seguía cansada y débil para mantenerse de pie, algo que a Alec le preocupo más. Levantó la mirada al escuchar los susurros de las personas mencionando a ciertas personas, distinguió las cabelleras coloridas y su cuerpo se alivió. Jace y Clary estaban ahí.
━ Necesito ir a ver a Jace━ le susurró, como si estuviera pidiendo permiso.
Johanne soltó un extraño suspiro y abrió los ojos. Alec pudo verse en el reflejo de esos oscuros ojos, pero tenían algo distinto, estaban más opacos y sin ningún rastro de brillo. Se incorporó y él la ayudó, sujetándola de la cintura se abrieron paso entre la multitud para llegar hasta ellos.
━ ¡Jace!
Clary fijó su mirada en ellos, y en su rostro se reflejó su preocupación al ver el estado de ambos. Los cabellos oscuros de Alec estaban hechos un desastre y su ropa estaba manchada de sangre, pero sus ojos brillaban con una mezcla de alivio y cólera; Johanne tenía su cabello blanco enredado y sus prendas algunas desgarradas con manchas negras.
━ ¿Qué te ha sucedido? ━ interrogó Alec a Jace.
Jace pareció ofendido━. ¿A mí?
━ ¡Has dicho que ibas a dar un paseo! ¿Qué clase de paseo necesita seis horas?
━ ¿Un paseo largo? ━ sugirió Jace.
━ Podría matarte ━ apretó la mandíbula━. Me lo estoy pensando.
━ Eso lo echaría todo a perder, ¿no te parece? Johanne está muy mal━ dijo Jace, y miró a su alrededor━. ¿Dónde está todo el mundo? Isabelle, y...
━ Isabelle y Max están en casa de los Penhallow, con Sebastian ━ contestó con cierta inquietud━. Mamá y papá han ido a buscarlos. Y Aline está aquí, con sus padres, pero está muy callada. Ha tenido un desagradable encontronazo con un demonio rahab junto a uno de los canales. Pero Anne la ha salvado━ miró a su esposa, que había vuelto a cerrar los ojos y se recargó en él.
━ ¿Y Simon? ━ preguntó Clary con ansiedad━. ¿Has visto a Simon? Debería haber bajado junto con los demás desde el Gard.
Alec negó con la cabeza.
━ No, no lo he visto... pero tampoco he visto al Inquisidor, o al Cónsul. Probablemente esté con uno de ellos. A lo mejor se han detenido en algún otro lugar, o...
Se interrumpió mientras un murmullo recorría la habitación; Clary vio que el grupo de licántropos alzaba la vista, alerta como un grupo de perros de caza oliendo la presa. Se volvió... Y vio a Luke, cansado y manchado de sangre, atravesando las puertas dobles del Salón.
☠️🖕📿📚⚔️⚰️🔥👿🍎❤️🩹
Quise corregir el desastre que en un futuro iba a complicar las cosas, mejor dejémoslo así. CX
Bueno, se me cuidan, :D
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