Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

De hombres y ángeles

━━━ SIX ━━━



[Este capítulo tiene partes del libro Oliver Twist y Ciudad de Hueso]


Oliver no salió de aquella habitación durante varios días. Observaba lo que sucedía a su alrededor con gran extrañeza y, por más que lo intentaba, no lograba comprender cómo se ganaban la vida aquellos chicos; por qué salían por la mañana y regresaban por la noche con carteras, pañuelos de seda o joyas que entregaban a su protector. Tampoco entendía por qué Fagin los mandaba a la cama sin cenar cuando volvían a casa con las manos vacías. Ni se podía explicar el motivo por el cual vivía en aquel antro sucio y desolado un hombre tan rico.

━ ¿Tú quién eres?

Levante la mirada del libro y miré al responsable de aquella voz. Un niño de cabellos negros, algo pequeño que denotaba tener alrededor de siete años. Unos lentes algo grandes para su cabeza, dándole cierto aire de mayor de al menos, un niño de nueve o diez años. Me miraba con clara curiosidad plasmada en sus ojos grises. Suspire, dejando el libro aún abierto en mi regazo.

━ Johanne Fray━ murmuré, mirándolo fijamente, con la única intención de asustarlo.

Pareció ni notarlo, pues se acercó a mí con paso firme.

━ Soy Max Lightwood━ sonrió de lado.

Ahora entiendo porque se me hacía familiar el cabello negro y ciertos rasgos. Es el hermano menor del idiota ojos azules.

━ ¿Qué estás leyendo? ━ preguntó cuándo estuvo a mi lado.

━ Oliver Twist.

No fui muy paciente con los niños, la última vez golpeé a uno por lo insoportable que era, pero este Lightwood parecía ser más blandito que el resto.

━ No lo he leído. ¿Te gusta leer? ━ me miró curioso.

━ No, estoy haciendo figuras de papel con las hojas ━ mi sarcasmo salió demasiado notorio.

El pequeño duende me miró frunciendo el entrecejo, para después asentir y suspirar.

━ De acuerdo.

Rodé los ojos. ━ Sí, es mi único modo de desaparecer del mundo real. Un escape para no soportar a los idiotas que habitan el Instituto.

Respondí más amigable de lo que podía. Él sonrió de nuevo, dejando un libro en la mesa que está en medio de los sillones.

━ ¿Te parezco idiota? ━ preguntó cuándo volvió a mirarme.

━ Si sigues aquí, interrumpiendo mi tranquilidad. Te sumaras a la lista.

Me miró divertido, aún sin importar mi tono brusco al responder. Tomó asiento en uno de los sillones a mi lado y sacó un comic que tenía guardado bajo su camisa de vestir.

━ ¿Te gustan los comics?

━ No.

━ ¿Los superhéroes?

━ Tampoco.

━ ¿Lees sólo cosas aburridas?

━ ¿Podrías callarte, duende?

━ De acuerdo, cabellos de nieve.

Lo miré enarcando una ceja. Tenía la mirada en el comic, ya ignorando mi presencia. Sus cabellos caían en su frente, parecía tranquilo. Hice lo mismo y retomé la lectura. Por lo menos, él es más agradable que sus hermanos. Aunque su idiota hermano de ojos azules me está comenzando a agradar, pero sólo un poco.


▬▬▬▬▬▬


━ Max.

La voz gruesa de un hombre interrumpiendo la tranquilidad y silencio de la biblioteca, me hizo gruñir fastidiada. Ya habían entrado como cinco del personal por algo, y todos hablando y haciendo ruido. Levante la mirada, la clave en el hombre, quien vestía un traje negro.

━ Max, ¿estás aquí?

Cuando notó mi mirada, volteo a verme. Pareció sorprenderse cuando me vio. Algo en sus ojos reflejaba un poco de miedo como odio, me observaba de la misma forma de Maryse Lightwood.

━ Papá, ella es Johanne Fray ━ Max interrumpió nuestro contacto visual.

━ Así que, eres la otra hija de Jocelyn, Johanne Fairchild. Eres la copia exacta de tu padre ━ lo último lo dijo con cierto desprecio.

━ Tal palo, tal astilla. ¿Eso es un problema?

Mi voz salió hostil, cosa que lo asombro, aunque recupero la postura.

━ Max, vete a tu habitación.

El duende me miró con la esperanza de que lo ayudará, pero miré a su padre con cierto aburrimiento. Lo escuche resoplar para tomar su comic e irse de la biblioteca.

━ ¿Sabes dónde está su hermana?

Dio un paso al frente, tal vez intentando intimidarme.

━ Posiblemente enterrada a tres metros bajo tierra, de no ser así, espero que esté muerta ━ le reste importancia.

━ Quiero que hagas que regrese al Instituto. Es un riesgo que esté afuera.

No respondí, me dio una última mirada y se marchó.


▬▬▬▬▬▬


Solté el humo del cigarro por la nariz. La ciudad de noche se ve tranquila y relajante. Las estrellas plagando el cielo nocturno, apenas visibles por las múltiples luces de la ciudad. La brisa fría me dio de lleno en la cara, por algún raro motivo, no me dio frío, tal vez sea por el cigarro o por la sudadera.

━ Aquí estás ━ escuche la voz del idiota ojos azules.

Gruñí molesta, ¿no pueden dejarme tranquila por lo menos una hora?

━ ¿Has hablado con la niña que tienes como hermana?

Lo miré cuando estuvo a mi lado, mantenía su mirada en el horizonte. Volví a darle una calada al cigarro y solté el humo, volviendo a mirar al mismo punto que él.

━ No. Y no quiero. ¿Hay algún modo de venderla? Podríamos ganar mucho dinero vendiéndola al mercado negro ━ opine, ganándome una mirada incrédula del morocho.

━ Dos cosas, no vamos a deshacernos de ella, aunque me gustaría, y dos, ¿qué es el mercado negro?

━ Que lastima. Pensaba irme a Inglaterra con ese dinero, podíamos irnos a Inglaterra, será una pena ━ volví a darle una calada al cigarro ━. Es un lugar donde puedes vender órganos y te pagan dependiendo el órgano que entregues, y también si está en buenas condiciones.

Fui soltando el humo mediante hablaba, él pareció procesar lo que dije hasta que dio en el clavo y me miró serio.

━ Eso es ilegal, terminarías en la cárcel.

━ Prefiero pudrirme en la cárcel que estar aquí.

Lo miré, él pareció querer descifrar si lo que dije es verdad. Su mirada azulada escarbo hasta lo más profundo de mi alma, pero regreso la mirada al horizonte.

━ Te tengo miedo.

Admitió, algo nervioso.

━ Y das miedo.

━ ¿Algo más que quieras decirme que ya sepa?

━ No quieres a nadie. Odias a todo el mundo. Eso me preocupa un poco.

Enarque una ceja ante lo último. Volvimos a compartir miradas, está vez, su mirada ante la luz de la luna, casi parecía darle el color del océano; oscuro, profundo y misterioso.

━ No veo porque debería preocuparte.

━ Pues me preocupa, porque por más que intento acercarme, me alejas con tu hostilidad, frialdad y sequedad al hablar.

━ ¿Es eso acaso mi culpa, idiota?

━ ¿Puedes dejar de llamarme idiota?

━ Idiota.

━ Odias que te digan Anne, así que...

━ Dime así otra vez, y te mataré mientras duermes.

Lo interrumpí de golpe, chasqueo la lengua y sonrió.

━ Anne.

Gruñí, volviendo mi mirada al horizonte y dejé caer la colilla de cigarro. De la bolsa de mi sudadera saque la caja y saque otro, tendí la caja al idiota y me miró.

━ ¿Vas a tomar uno o no?

Pareció dudarlo, pero acepto.

━ No sé fumar ━ susurró, pero lo escuche con claridad.

━ No es tan difícil. El secreto está en llenar la boca de humo y luego expulsar el humo con suavidad.

Prendí ambos cigarros y lo vi hacer lo que dije. Cuando calo el cigarro, se ahogó. Volvió a intentarlo, una y otra vez hasta que logró lo que dije.

━ ¿Para qué lo haces? ━ interrumpió el silencio que se formó.

━ ¿Qué cosa?

━ Fumar.

━ En la vida mundana hay dos caminos, el lado donde logras lo que quieres, eres un ejemplo a seguir, y está el otro, el de la desgracia, donde terminas en un gran agujero de adicción.

━ Elegiste el segundo.

━ En la secundaria comencé con algo pequeño, inhalar pegamento, cosas pequeñas. La desgracia aumento cuando entre a la preparatoria y bueno, la droga es fácil de conseguir. Pero opte por sólo fumar, puesto que Luke me quito la droga cuando reviso mi mochila.

━ Esas cosas matan a los mundanos.

━ Como te había dicho, los drogadictos viven más tiempo de lo que se estima.

Se quedó callado, tiró el cigarro que apenas iba a la mitad y se fue.


▬▬▬▬▬▬


No sé cuánto tiempo paso desde que regresé a la biblioteca y me encontré con el duende en el mismo sillón. Mi vista sólo veía letras y letras. Iba por el segundo libro y Max con su tercer comic. La tranquilidad en la biblioteca era evidente, pero mi celular vibró en el bolsillo de mi sudadera. Lo saque, era un número desconocido. Lo atendí, poniendo la llamada en alta voz.

¿Johanne?

Rodé los ojos fastidiada al escuchar la voz del idiota Lightwood.

━ ¿Qué quieres?

Mi voz salió fría, aparte la mirada del libro y miré el celular.

Alístate. Nos vamos en un rato.

Finalizó la llamada y me puse de pie, dejando el libro en el sillón.

━ ¿Te vas?

Miré a Max, parecía triste al ver que lo iba a dejar solo. Asentí con la cabeza y camine al estante de donde tome el libro. Lo dejé en su lugar y tomé mi celular.

━ No digo esto a menudo, pero cuando regrese de donde sea que el idiota de tu hermano me lleve, vendré a leer contigo.

━ ¿En serio?

━ Como dije, no digo esto a menudo ━ salí de la biblioteca y camine al ascensor.

Presione el botón para ir al primer piso. Recargue mi cuerpo en la pared del ascensor y espere. Cuando llegó al primer piso, la puerta se abrió y salí disparada a la sala de control. Busque al idiota ojos azules, pero no estaba.

━ ¿Lista?

Pasó por mi lado y camino a la salida. Lo seguí sin más. Al estar fuera, me tomó del brazo y me colocó casi al frente.

━ Y, ¿a dónde se supone que vamos? ━ pregunté algo aburrida.

━ A la casa de Magnus Bane. Jace quiere que vayamos.

━ Creí que no querías envolverte más con los subterráneos. Que eras el típico chico seguidor de las reglas.

━ Al demonio las reglas. Que se jodan.

Lo miré, estaba serio. Parecía molesto. No dije nada más, pues no tengo qué decirle a un idiota como él.


▬▬▬▬▬▬


Llegamos al edificio donde vive el brujo, parecía que había un terremoto en el lugar. El idiota Lightwood corrió escaleras arriba a toda velocidad. Yo camine tranquilamente para llegar al departamento.

Cuando entre, el idiota estaba sujetando de la mano al brujo, mientras Clarissa mezclaba lo que sea que haya en el recipiente. Todo el lugar seguía temblando, la naranjita, al verme, pareció suplicarme algo con la mirada.

━ ¡Clary!

Los dos pretendientes de la naranjita entraron, agitados y, por el rostro del idiota teñido, preocupados.

━ ¿Lo tienes?

━ Sí.

━ Gracias.

Me recargue en uno de los pilares, observando como Clarissa mezclaba algo con lo que sea que el idiota teñido le dio. Mi mirada se centró en el idiota de ojos azules y el brujo de brillantina. Un leve ardor apareció en mi mano derecha, levante la manga de mi sudadera. Líneas negras remarcaban mis venas, como si estuvieran absorbiendo algo de mí.

Mi brazo se durmió, la punta de mis dedos se tornó de un azul pálido, casi morado. Levante la mirada al escuchar un quejido por parte de Luke. Clarissa se acercó con un vaso de metal y le dio una sustancia blanquecina al hombre lobo.

Todo regreso a la normalidad. Magnus se dejó caer en los brazos del idiota Lightwood, quién lo miró y le preguntó algo.

━ Clary, Johanne.

Al escuchar mi nombre, me acerque. Luke me miró, casi aliviado, pero regreso la mirada a Clarissa.


▬▬▬▬▬▬


El idiota teñido, la cara de rata y el idiota Lightwood llevaron al hombre lobo a una habitación, donde Magnus lo reviso. Me quede en una pequeña biblioteca que tenía el brujo. Libros diversos, algunos antiguos, otros de magia y algunos clásicos. Entre todos, encontré nuevamente aquel libro que había tomado la primera vez aquí. Historia de dos ciudades.

Recargué mi hombro y mi peso en el estante, teniendo el libro en mis manos y comencé a leerlo desde donde me quedé. Escuche, por alguna extraña razón, pasos de alguien aproximándose a la pequeña biblioteca. No le tomé importancia y seguí con mi lectura.

Incluso el fantasma de la Callejuela del Gallo había sido definitivamente desterrado, después de rondar por el mundo por espacio de doce años y de revelar sus mensajes a los mortales de la misma forma que los espíritus del año anterior, que acusaron una pobreza extraordinaria de originalidad al revelar los suyos. Los únicos mensajes de orden terrenal que recibieron la corona y el pueblo ingleses, procedían de un congreso de súbditos británicos residentes en América, mensajes que, por raro que parezca, han resultado de mayor importancia para la raza humana que cuantos se recibieran por la mediación de cualquiera de los duendes de la Callejuela del Gallo.

━ Empiezo a creer que, si no te encuentro en tu habitación, tal vez estés es la biblioteca del Instituto━ levanté la mirada al escucharlo, se acercó a mí mientras hablaba━. De no ser así, estarías en la azotea, fumando.

━ ¿Buscas algo? ━ mi tono de hablar salió irritado, cosa que noto.

━ Sólo venía a dejar estos libros.

Tenía tres libros en manos, los dejo en una mesa y me miró.

━ No sabía que a las personas sádicas les gustara la lectura.

━ Es un modo de canalizar todo mi odio hacia el mundo, así no hago una masacre.

━ Interesante.

Algo me hizo cerrar el libro y cruzarme de brazos. Lo miré en busca de lo que estaba raro en él. Estaba más, sociable o, de alguna manera, feliz, algo que me desconcertó.

━ ¿Qué?

━ Ocurre algo contigo, saliste del Instituto enojado y ahora pareces feliz━ hice una mueca.

━ ¿No puedo estar feliz?

━ Es raro.

━ Mira quien habla━ me sonrió, rodé los ojos y volví a abrir el libro.

━ Johanne━ gruñí fastidiada al escuchar la voz de aquel idiota.

━ ¿Ahora qué? ━ mi pregunta salió de un modo brusco, molesto.

━ Luke pregunta por ti.

Lo miré seriamente, él pareció palidecer y salió de la biblioteca. Cerré el libro de forma brusca y lo coloqué en su lugar.

━ Procura no matar a nadie.

Le mostré mi dedo de en medio y sonrió, salí de ahí, dejándolo solo. Camine a la habitación donde estaba el pretendiente de Jocelyn y al entrar, Magnus iba saliendo.

━ Pequeño copo de nieve, no seas dura con él.

━ No me digas copo de nieve, anciano━ farfullé irritada.

━ Qué lastima━ pasó por mi lado y entré.

Garroway estaba acostado en la cama con vendas cubriendo sus heridas y algunas gazas. Clarissa estaba parada en la entrada, al verme, comenzó a hablar.

━ Sabes que no puedo evitar la pregunta, ¿verdad? Sé que mamá te hizo jurar silencio, pero te he visto en desacuerdo con ella antes. ¿Por qué no nos dijiste nada de esto? ━ le reprochó, ya cuando estuvo al lado de la cama.

Me dirigí al rincón, cruzada de brazos y recargada en la pared. Escuchando en silencio.

━ Porque temía que nos odiaran.

━ Yo los odio━ hablé, aburrida.

━ Imposible━ aseguro la naranjita.

El lobo le dio una mirada que de inmediato reparo su respuesta.

━ Bueno... los últimos días, no hemos tenido toda la información.

━ Y todavía no la tienen. Pero necesitan saberlo todo. Las ayudará a encontrar la Copa Mortal.

━ ¿Cómo?

━ Van a tener que confiar en mí━ me miró, sonreí falsamente.

━ Claro━ mentí descaradamente, algo que claramente noto.

━ Yo lo hago, más que a todo━ habló Clarissa━. Nada de lo que digas va a cambiar eso. Pero tienes que confiar en mí también. En ambas.

━ Está bien━ dudo en su respuesta, volviendo a dirigirme otra mirada━. ¿Magnus les habló de la rebelión?

━ No / sí ━ resoplé ante la respuesta de la naranjita.

━ Bueno, es un largo relato.

━ Habla━ amenacé, él me miró y suspiro.

━ La verdad es que conozco a su madre desde que éramos niños. Nos criamos en Idris. Es un lugar hermoso, y siempre he lamentado que no lo hayan visto nunca. Bueno, Johanne, tú lo conociste, naciste y creciste ahí tus primeros años, pero tal vez ya no lo recuerdes━ miré a otro lado, un punto fijo en el suelo━. Te encantarían las relucientes coníferas en invierno, la tierra oscura y los ríos que son como cristal helado━ le dijo a Clarissa.

«Existe una pequeña red de poblaciones y una única ciudad, Alacante, que es donde la Clave se reúne. La llaman la Ciudad de Cristal porque, para dar forma a sus torres, se ha usado la misma sustancia repele demonios de que están hechas sus estelas; a la luz del sol centellean igual que el cristal.

Cuando Jocelyn y yo fuimos lo bastante mayores, se nos envió a la escuela en Alacante. Fue allí donde conocí a Valentine. Él tenía un año más que yo, y era con mucho, el chico más popular de la escuela. Era apuesto, inteligente, rico, dedicado, un guerrero increíble. Yo no era nada: ni rico ni brillante, procedía de una familia campesina común y corriente. Y tuve que esforzarme en mis estudios. Jocelyn era una cazadora de sombras nata; yo no. No conseguía soportar la más leve Marca ni aprender las técnicas más simples. En ocasiones pensé en huir, en regresar a casa cubierto de oprobio. Incluso en convertirme en un mundano. Así de abatido me sentía.

Fue Valentine quien me salvó. Vino a verme a mi habitación; jamás se me había ocurrido que siquiera supiera mi nombre. Se ofreció a adiestrarme. Dijo que sabía que tenía grandes dificultades, pero que veía en mí las semillas de un gran cazador de sombras. Y bajo su tutela realmente mejoré. Aprobé los exámenes, lucí mis primeras Marcas, maté a mi primer demonio. Le adoraba. Pensaba que el sol salía y se ponía sobre Valentine Morgenstern. Yo no era el único inadaptado que había rescatado, desde luego. Había otros. Hodge Starkweather, que se llevaba mejor con los libros que con las personas; Maryse Trueblood, cuyo hermano se había casado con una mundana; Robert Lightwood, a quien aterraban las Marcas; Valentine los tomó a todos bajo su tutela.

Entonces, pensé que era bondad por su parte; ahora no estoy tan seguro. Ahora creo que se estaba forjando un culto. Valentine estaba obsesionado con la idea de que en cada generación había cada vez menos Shadowhunters: que éramos una raza en extinción. Estaba seguro de que sólo con que la Clave hiciera un uso más liberal de la Copa de Raziel, podrían crearse más Shadowhunters. Para los profesores, tal idea era un sacrilegio: elegir quién puede o no puede convertirse en cazador de sombras no es tarea de cualquiera. Petulante, Valentine preguntó: ¿por qué no convertir a todos los hombres en Shadowhunters, entonces? ¿Por qué no otorgarles a todos las habilidades para ver el Mundo de las Sombras? ¿Por qué guardarnos ese poder egoístamente para nosotros?

Cuando los profesores respondieron que la mayoría de los humanos no pueden sobrevivir a la transición, Valentine afirmó que mentían, que intentaban mantener el poder de los Nephilim limitado a una pequeña élite. Eso era lo que afirmaba por entonces; ahora pienso que probablemente consideraba que los daños colaterales compensaban el resultado final. En cualquier caso, convenció a nuestro grupito de que su punto de vista era el correcto. Formamos el Círculo, declarando que nuestro objetivo era salvar a la raza de los Shadowhunters de la extinción. Por supuesto, teniendo diecisiete años, no estábamos muy seguros de cómo lo haríamos, pero estábamos convencidos de que acabaríamos por conseguir algo importante.

Entonces llegó la noche en que el padre de Valentine murió en un ataque rutinario a un campamento de hombres lobo. Cuando Valentine regresó a la escuela, tras el funeral, llevaba las Marcas rojas del luto. Había cambiado. Su amabilidad aparecía entremezclada con ramalazos de cólera que rayaban en la crueldad. Atribuí su nuevo comportamiento a la pena e intenté, con más ahínco que nunca, complacerle. Jamás respondí a su ira con ira. Me limité a sentir la horrible sensación de que le había decepcionado. La única persona capaz de calmar sus ataques de cólera era su madre. Siempre se había mantenido un poco aparte de nuestro grupo, en ocasiones incluso llamándonos burlonamente el club de fans de Valentine. Eso cambió cuando el padre de Valentine murió. Su dolor despertó la simpatía de Jocelyn. Se enamoraron.

Yo también le quería: era mi amigo más íntimo, y me hacía feliz ver a Jocelyn con él. Cuando abandonamos la escuela, se casaron y fueron a vivir a la finca de la familia de Jocelyn. Yo también regresé a casa, pero el Círculo continuó. Había empezado como una especie de aventura escolar, pero creció en escala y poder, y Valentine creció con él. Sus ideales también habían cambiado. El Círculo todavía reclamaba la Copa Mortal, pero desde la muerte de su padre, Valentine se había convertido en un franco defensor de la guerra contra todos los subterráneos, no tan sólo contra los que rompían los Acuerdos. Este mundo era para los humanos, argüía, no para los que eran en parte demonios. No se podía confiar totalmente en los demonios.

Me sentía incómodo con la nueva dirección que había tomado el Círculo, pero me mantuve en él; en parte porque seguía sin poder soportar defraudar a Valentine, en parte porque Jocelyn me había pedido que siguiera. Tenía alguna esperanza de que yo podría llevar moderación al Círculo, pero fue imposible. No había forma de moderar a Valentine, y Robert y Maryse Lightwood, casados ya, eran casi igual de radicales. Sólo Michael Wayland se mostraba inseguro igual que yo, pero a pesar de nuestros recelos nos mantuvimos a su lado; como grupo dábamos caza a subterráneos incansablemente buscando a aquellos que habían cometido la más mínima infracción. Valentine jamás mató a una criatura que no hubiese roto los Acuerdos, pero hizo otras cosas. Le vi sujetar monedas de plata sobre los párpados de una niña lobo, cegándola, para conseguir que nos dijera dónde estaba su hermano... Le vi..., pero no es necesario que lo escuchen. No. Lo siento.»

━ Yo sí quiero saber━ opine, interesada por la historia del lobo.

Ignoró lo que dije y siguió su relato, como si no hubiera hablado.

«Lo que sucedió a continuación fue que Jocelyn quedó embarazada. El día que me lo contó, me confesó también que había empezado a sentir miedo de su esposo. Su comportamiento se había vuelto raro, errático. Desaparecía en el interior de los sótanos durante noches seguidas. En ocasiones oía gritos a través de las paredes... Fui a verle y él se rio, desechando los temores de su esposa como los nervios de una mujer en su primer embarazo. Me invitó a ir de caza con él esa noche. Todavía seguíamos intentando limpiar el nido de seres lobo que había matado a su padre años atrás. Éramos parabatai, un perfecto equipo de caza de dos, guerreros capaces de morir el uno por el otro. Así que cuando Valentine me dijo que me vigilaría la espalda esa noche, le creí. No vi al lobo hasta que lo tuve encima. Recuerdo sus dientes cerrados sobre mi hombro, y nada más de esa noche. Cuando desperté, yacía en casa de Valentine, con el hombro vendado, y Jocelyn estaba allí.

No todos los mordiscos de un hombre lobo dan como resultado la licantropía. La herida curó y pasé las semanas siguientes sumido en el suplicio de la espera. Aguardando la luna llena. La Clave me habría encerrado en una celda de observación de haberlo sabido. Pero Valentine y Jocelyn no dijeron nada. Tres semanas más tarde, la luna se alzó llena y brillante, y empecé a cambiar. El primer cambio es siempre el peor. Recuerdo un desconcertante suplicio, una negrura, y despertar horas más tarde en un prado a kilómetros de la ciudad. Estaba cubierto de sangre, con el cuerpo desgarrado de un pequeño animal del bosque a mis pies.

Me encaminé de vuelta a la casa solariega, y salieron a recibirme a la puerta. Jocelyn me abrazó, llorando, pero Valentine la apartó violentamente. Permanecí allí de pie, ensangrentado y temblando. Apenas podía pensar, y el sabor de la carne cruda permanecía aún en mi boca. No sé qué había esperado, pero supongo que debería de haberlo sabido. Valentine me arrastró escalones abajo y hacia el interior del bosque con él. Me dijo que debería matarme él mismo, pero que, al verme entonces, era incapaz de hacerlo. Me dio una daga que había pertenecido a su padre. Dijo que debía hacer lo correcto y poner fin a mi vida. Besó la daga cuando me la entregó, y volvió a entrar en la finca, y atrancó la puerta.

Corrí toda la noche, a veces como un hombre, a veces como un lobo, hasta que crucé el límite. Irrumpí en medio del campamento de los hombres lobo, blandiendo mi daga, y exigí enfrentarme en combate al licántropo que me había mordido y convertido en uno de ellos. Riendo, señalaron al líder del clan. Con manos y dientes ensangrentados aún por la cacería, se alzó para enfrentarse a mí. Yo jamás había sido gran cosa en el combate cuerpo a cuerpo. La ballesta era mi arma; poseía una visión y puntería excelentes. Pero nunca había sido muy bueno en distancias cortas; era Valentine quien era experto en el combate cara a cara. Pero yo sólo deseaba morir, y llevarme conmigo a la criatura que me había arruinado la vida. Supongo que pensaba que, si podía vengarme y matar a los lobos que habían asesinado a su padre, Valentine me lloraría. Mientras forcejeábamos, a veces como hombres, a veces como lobos, vi que él se sorprendía ante mi ferocidad. A medida que la noche se desvanecía para dar paso al día, empezó a cansarse, pero mi rabia no se aplacó en ningún momento.

Y cuando el sol empezó a ponerse otra vez, le hundí mi daga en el cuello y murió, empapándome con su sangre. Esperaba que la jauría me saltara encima y me hiciera pedazos. Pero se arrodillaron a mis pies y desnudaron sus gargantas en sumisión. Los lobos tienen una ley: quienquiera que mata al líder del clan ocupa su lugar. Había ido al lugar donde estaban los lobos, y en lugar de hallar muerte y venganza, encontré una nueva vida. Dejé atrás mi antigua personalidad y casi olvidé lo que era ser un Shadowhunter. Pero no olvidé a Jocelyn. Pensar en ella era mi compañía constante. Temía por ella porque estaba junto a Valentine, pero sabía que, si me acercaba a la casa, el Círculo me daría caza y me mataría.

Al final, ella vino a mí. Dormía en el campamento cuando mi segundo en el mando vino a decirme que había una joven Shadowhunter que aguardaba para verme. Supe inmediatamente quién debía de ser, y vi la desaprobación en los ojos de mi segundo cuando corrí a su encuentro. Todos sabían que había sido un Shadowhunter, desde luego, pero era considerado un secreto vergonzoso, que nunca se mencionaba. Valentine se habría reído. Ella me esperaba justo fuera del campamento. Ya no estaba embarazada, y tenía un aspecto demacrado y pálido. Había tenido a su hijo, dijo, un chico y una chica, y les había dado el nombre de Jonathan Christopher y Johanne Cristal. Lloró al verme. Estaba furiosa porque no le había hecho saber que seguía vivo.»

━ Espera un jodido segundo━ lo interrumpí bruscamente━. Jocelyn tuvo mellizos. Mellizos━ repetí, él asintió━. Tengo un hermano gemelo. ¿Dónde está?

━ ¿Me dejas terminar?

Clarissa me dio una mirada de súplica, me guardé mi reproche y gruñí, volviendo a recargar mi espalda a la pared.

«Valentine había contado al Círculo que me había quitado la vida voluntariamente, pero ella no le había creído. Sabía que yo jamás haría tal cosa. Pensé que su fe en mí era injustificada, pero me sentí tan aliviado al volver a verla que no la contradije. Pregunté cómo me había encontrado. Dijo que había rumores en Alacante sobre un hombre lobo que había sido antes un Shadowhunter. Valentine también había oído los rumores, y ella había cabalgado hasta allí para advertirme. Él llegó poco después, pero me oculté de él, como pueden hacerlo los hombres lobo, y se marchó sin derramamiento de sangre.

Después de eso empecé a reunirme con Jocelyn en secreto. Pasaron cuatro años, cuando por fin llegó el año de los Acuerdos, y en todo el Submundo bullían los rumores respecto a ellos y los probables planes de Valentine para desbaratarlos. Oí que había discutido ardientemente con la Clave en contra de los Acuerdos, pero sin éxito. Así que el Círculo preparó un nuevo plan, en el mayor secreto. Se aliaron con demonios, los peores enemigos de los Shadowhunters, para procurarse armas que se pudieran introducir sin ser detectadas en el Gran Salón del Ángel, donde se firmarían los Acuerdos. Y con la ayuda de un demonio, Valentine robó la Copa Mortal, dejando una buena imitación en su lugar. Transcurrieron meses antes de que la Clave advirtiera que la Copa había desaparecido, y para entonces ya era demasiado tarde.

Jocelyn intentó averiguar qué pensaba hacer Valentine con la Copa, pero no pudo. Con todo, sabía que el Círculo planeaba caer sobre los desarmados subterráneos y asesinarlos en el Salón. Tras tal matanza sistemática, los Acuerdos fracasarían. No obstante, el caos, de un modo extraño, aquellos fueron días felices. Jocelyn y yo enviamos mensajes encubiertamente a las hadas, los brujos e incluso a aquellos antiquísimos enemigos de la raza de los lobos, los vampiros, advirtiéndoles de los planes de Valentine e invitándoles a prepararse para el combate. Trabajamos juntos, los hombres lobo y los Nephilim.

El día de los Acuerdos, observé desde un escondite cómo Jocelyn y Valentine abandonaban la casa solariega. Recuerdo el modo en que ella se inclinó para besar la cabeza de su hijo, de un rubio casi blanco, pero Johanne no estaba. Recuerdo el modo en que el sol brillaba sobre sus cabellos; recuerdo su sonrisa. Viajaron a Alacante en carruaje; les seguí corriendo a cuatro patas, y mi jauría corrió conmigo. El Gran Salón del Ángel estaba atestado con todos los miembros de la Clave congregados y docenas y docenas de subterráneos. Cuando se presentaron los Acuerdos para su firma, Valentine se puso en pie, y el Círculo se levantó con él, echándose hacia atrás las capas para alzar sus armas. Mientras el caos estallaba en el Salón, Jocelyn corrió a las enormes puertas dobles de la estancia y las abrió de par en par.

Mi jauría ocupaba el primer lugar ante la puerta. Irrumpimos en el Salón, desgarrando la noche con nuestros aullidos, y nos siguieron los caballeros del mundo de las hadas con armas de cristal y espinas retorcidas. Tras ellos entraron los Hijos de la Noche con los colmillos al descubierto y brujos que blandían fuego y hierro. Mientras las masas aterrorizadas huían del Salón, caímos sobre los miembros del Círculo.

Jamás se había visto tal derramamiento de sangre en el Salón del Ángel. Intentamos no hacer daño a aquellos Shadowhunters que no pertenecían al Círculo; Jocelyn los marcó, uno a uno, con el hechizo de un brujo. Pero muchos murieron, y me temo que fuimos responsables de algunas muertes. Por supuesto, después, se nos culpó de muchas más. En cuanto al Círculo, eran muchos más de lo que habíamos imaginado, y se enfrentaron ferozmente a los subterráneos. Me abrí paso por entre la multitud hasta llegar a Valentine. Mi único pensamiento había sido él..., poder ser yo quien lo matara, poder disfrutar de ese honor. Finalmente, lo encontré junto a la gran estatua del Ángel, acabando con un caballero de las hadas con un amplio golpe de su ensangrentada daga. Al verme, sonrió, feroz y salvaje.

Un hombre lobo que lucha con espada y daga se burló es tan antinatural como un perro que come con tenedor y cuchillo.

Conoces la espada y conoces la daga respondí. Y sabes quién soy. Si quieres dirigirte a mí, usa mi nombre.

No conozco los nombres de los medio hombres replicó Valentine. En una ocasión tuve un amigo, un hombre de honor que habría muerto antes que permitir que su sangre se contaminara. Ahora un monstruo sin nombre con su rostro se encuentra ante mí. Alzó su arma. Debería haberte matado cuando tuve la oportunidad exclamó, y se abalanzó sobre mí.

Esquivé el golpe, y peleamos de un lado al otro de la tarima, mientras la batalla rugía a nuestro alrededor y uno a uno los miembros del Círculo caían. Vi a los Lightwood soltar las armas y huir; Hodge ya no estaba, pues había huido al inicio del enfrentamiento. Y entonces vi a Jocelyn, que ascendía corriendo los peldaños con el rostro convertido en una máscara de miedo.

¡Valentine, detente! gritó. Este es Luke, tu amigo, casi tu hermano...

Con un gruñido Valentine la agarró y la arrastró frente a él, colocándole la daga sobre su garganta. Solté mi arma. No quería arriesgarme a que le hiciera daño. Él vio lo que había en mis ojos.

Siempre la quisiste siseó. Y ahora ustedes dos han conspirado juntos para traicionarme. Lamentarán lo que han hecho, durante el resto de sus vidas.

Diciendo eso, arrancó el guardapelo que Jocelyn llevaba alrededor de la garganta y me lo arrojó. El cordón de plata me quemó como un latigazo. Chillé y retrocedí, y en ese momento él desapareció entre el tumulto, arrastrándola con él. Le seguí, quemado y sangrando, pero fue demasiado rápido, abriéndose paso a cuchilladas por entre el grueso de la multitud y por encima de los muertos.

Salí tambaleante a la luz de la luna. El Salón ardía y el cielo estaba iluminado por el fuego. Podía verlo todo, desde los verdes céspedes de la capital hasta el oscuro río, y la carretera que reseguía la orilla del río por la que la gente huía para perderse en la noche. Por fin, encontré a Jocelyn junto a la orilla. Valentine se había marchado, y ella estaba aterrada por Jonathan, desesperada por llegar a casa, pues Johanne estaba con el hijo de los Lightwood. Encontramos un caballo, y salió disparada. Adoptando la forma de un lobo, la seguí pegado a sus talones.»

━ ¿Te refieres al idiota de Alexander? ━ interrumpí nuevamente.

Pareció gruñir de fastidia ante mis interrumpidas, pero no me importo.

━ Sí, Johanne.

«Los lobos son veloces, pero un caballo descansado lo es más. Me quedé muy atrás, y llegó a la casa antes de que yo lo hiciera. Supe, incluso mientras me aproximaba a la casa, que algo iba terriblemente mal. También allí el olor a fuego impregnaba el aire, y había algo que lo recubría, algo espeso y dulzón: el hedor de la brujería demoníaca. Volví a convertirme en hombre mientras ascendía cojeando por la larga avenida, blanca bajo la luz de la luna, como un río de plata que conducía... a unas ruinas. Pues la mansión había quedado reducida a cenizas, una capa tras otra de blancura tamizada, que el viento nocturno desperdigaba por el césped. Únicamente los cimientos, igual que huesos quemados, eran aún visibles: aquí una ventana, allí una chimenea inclinada..., pero la sustancia de la casa, los ladrillos y el mortero, los libros inapreciables y los antiguos tapices transmitidos a través de generaciones de Shadowhunters, eran polvo que flotaba ante el rostro de la luna.

Valentine había destruido la casa con fuego de demonios. Sin duda eso fue lo que hizo. Ningún fuego en este mundo quema a tanta temperatura, ni deja tan poco tras de sí. Me abrí paso al interior de las ruinas aún humeantes. Encontré a Jocelyn arrodillada en lo que tal vez habían sido los peldaños de la entrada. Estaban ennegrecidos por el fuego. Y había huesos. Carbonizados hasta quedar negros, pero visiblemente humanos, con jirones de tela aquí y allí, y partes de joyas que el fuego no había destruido. Hilos rojos y dorados todavía se aferraban a los huesos de la madre de Jocelyn, y el calor había derretido la daga de su padre en su mano esquelética.

Entre otro montón de huesos brillaba el amuleto de plata de Valentine, con la insignia del Círculo ardiendo resplandeciente sobre su superficie... y entre los restos, desperdigados como si fueran demasiado frágiles para mantenerse unidos, había los huesos de una criatura.

"Lamentaran lo que han hecho", había dicho Valentine. Y mientras me arrodillaba con Jocelyn sobre el pavimento quemado, supe que tenía razón. Lo lamenté y lo he lamentado todos los días desde entonces.»

━ Jonathan murió━ susurré, por algún raro motivo, sentí por primera vez, una sensación de vació total en mi pecho━. Mi hermano está muerto.

«Esa noche volvimos a cruzar a caballo la ciudad, entre los fuegos que seguían ardiendo y la gente que chillaba, recogimos a Johanne y luego salimos a la oscuridad del campo. Pasó una semana antes de que Jocelyn volviera a hablar, ignorando a la pequeña. Las saqué de Idris. Huimos a París. No teníamos dinero, pero ella se negó a ir al Instituto que había allí y pedir ayuda. No quería saber nada de los Shadowhunters, me dijo, no quería saber nada del Mundo de las Sombras. Me senté en la diminuta habitación del hotel barato que habíamos alquilado e intenté razonar con ella, pero no sirvió de nada. Era obstinada. Al final me dijo el motivo: volvía a estar embarazada, y hacía semanas que lo sabía. Se crearía una nueva vida para ella, Johanne y su bebé, y no quería que ningún susurro de la Clave o la Alianza contaminaran jamás su futuro. Me mostró el amuleto que había cogido de entre el montón de huesos; lo vendió en el mercado de las pulgas de Clignancourt, y con el dinero compró un billete de avión. No quiso decirme a dónde se dirigía. Cuanto más pudiera alejarse de Idris, dijo, mejor.

Yo sabía que dejar su antigua vida atrás significaba dejarme atrás también a mí, y discutí con ella, pero en vano. Sabía que de no haber sido por la criatura que esperaba y su hija, se habría quitado la vida, y puesto que perderla en beneficio del mundo de los mundanos era mejor que perderla a manos de la muerte, finalmente accedí de mala gana a su plan. Y así fue como la despedí en el aeropuerto. Las últimas palabras que Jocelyn me dijo en aquella deprimente sala de embarque me helaron los huesos:

"Valentine no está muerto".

Después de que ella se marchara, regresé con mi jauría, pero no hallé la paz allí. Siempre había un vacío doloroso en mi interior, y siempre despertaba con su nombre sin pronunciar en los labios. No era el líder que había sido; lo sabía. Era justo y equitativo, pero distante; no conseguía encontrar amigos entre los seres lobo, ni una compañera. Era, al fin y al cabo, demasiado humano, demasiado Shadowhunter, para estar en paz entre los licántropos. Cazaba, pero la caza no me proporcionaba satisfacción, y cuando llegó el momento de firmar por fin los Acuerdos, entré en la ciudad para firmarlo.

En el Salón del Ángel, bien fregada ya la sangre, los Shadowhunters y las cuatro ramas de los medio-humanos se sentaron otra vez para firmar los documentos que traerían la paz entre nosotros. Me quedé estupefacto al ver a los Lightwood, a los que pareció sorprender igualmente que yo no estuviese muerto. Ellos mismos, dijeron, junto con Hodge Starkweather y Michael Wayland, eran los únicos miembros del antiguo Círculo que habían escapado de la muerte aquella noche en el Salón. Michael, destrozado de dolor por la pérdida de su esposa, se había ocultado en su finca del campo con su joven hijo.

La Clave había castigado a los otros tres con el exilio: se iban hacia Nueva York, para dirigir el Instituto que había allí. Los Lightwood, que tenían conexiones con las familias más importantes de la Clave, escaparon con una sentencia mucho más leve que Hodge. A este le impusieron una maldición: iría con ellos, pero si alguna vez abandonaba el terreno consagrado del Instituto, se le daría muerte inmediatamente. Estaba dedicado a sus estudios, dijeron, y sería un magnífico tutor para sus hijos.

Una vez firmados los Acuerdos, me levanté de la silla y abandoné la sala, bajando al río donde había encontrado a Jocelyn la noche del Levantamiento. Mientras contemplaba cómo fluían las oscuras aguas, supe que jamás podría hallar la paz en mi país: tenía que estar con ella o en ninguna parte. Decidí buscarla. Abandoné a mi jauría, nombrando a otro para que ocupara mi puesto; creo que se sintieron aliviados al verme marchar. Viajé como viaja un lobo sin jauría: solo, de noche, siguiendo las sendas apartadas y los caminos rurales. Regresé a París, pero no encontré ninguna pista allí. Luego fui a Londres. De Londres tomé un barco a Boston. Permanecí un tiempo en las ciudades, luego en las White Mountains del helado norte. Viajé muchísimo, pero me encontré pensando cada vez más en Nueva York, y en los Shadowhunters exiliados allí. Jocelyn, en cierto modo, también era una exiliada. Por fin llegué a Nueva York con una única bolsa de lona y sin la menor idea de dónde buscar a tu madre.

Me habría resultado fácil localizar una jauría de lobos y unirme a ella, pero me resistí a ello. Tal y como había hecho en otras ciudades, envié mensajes a través del Submundo, buscando cualquier señal de Jocelyn, pero no había nada, ni una noticia; era como si sencillamente hubiese desaparecido en el mundo de los mundanos sin dejar rastro. Empecé a desesperar. Al final, la encontré por casualidad. Rondaba por las calles del SoHo, al azar, y mientras permanecía parado sobre los adoquines de la calle Broome, una pintura colgada en el escaparate de una galería me llamó la atención.

Era el estudio de un paisaje que reconocí de inmediato: la vista desde las ventanas de la casa solariega de su familia, la enorme y verde extensión de césped descendiendo hasta la línea de árboles que ocultaban la calzada situada al otro lado. Reconocí el estilo, el manejo del pincel, todo. Golpeé la puerta de la galería, pero estaba cerrada y con llave. Regresé a la pintura, y en esta ocasión vi la firma. Era la primera vez que había visto su nuevo nombre: Jocelyn Fray.

Llegada la tarde, ya la había encontrado, viviendo en el quinto piso de un edificio sin ascensor, en aquel refugio de artistas que es el East Village. Subí las mugrientas escaleras pobremente iluminadas con el corazón en un puño, y llamé a su puerta. La abrió una niñita con trenzas color rojo oscuro y ojos inquisitivos. Y luego, detrás de ella, vi a Jocelyn andando hacia mí, con las manos manchadas de pintura y el rostro exactamente igual a como había sido cuando éramos niños. Y, en sillón del fondo, estaba una niña más grande con su cabello rubio casi blanco, cayéndole por los hombros, con un libro en su regazo...

El resto ya lo conocen.»

━ Si eso fue capaz de hacer sólo por la Copa. Ahora sólo Dios sabe qué hará si la encuentra.

Sin decir nada, salí de ahí, ignorando los llamados de ambos. Camine a la salida, necesito fumar. Tomar una pastilla, algo.

━ Copo de nieve━ gruñí ante el apodo y me giré para verlo.

Estaba parado casi aun lado del balcón, con el idiota ojos azules a su lado. Ambos con un vaso con alguna bebida alcohólica. La mirada que el idiota me dio me hizo tener más ganas de escapar.

━ Estaré en la azotea. Qué nadie me busque━ advertí y camine a la escalera, bajo la mirada de ambos.

Al estar arriba, la fría brisa chocó con mi cuerpo, estremeciendo cada rincón de mi anatomía. Ese vació no se fue. Jonathan. El nombre que siempre se repite en mi cabeza, día y noche, todos los días. Me dirigí a la orilla. De mis bolsillos saque el encendedor y la cajetilla de cigarros.

Llevé uno a mis labios, lo encendí y comencé a divagar. Recuerdos de cada uno de los sueños que he tenido desde que tengo memoria. No recuerdo Alacante, Luke tiene razón. Tal vez Jocelyn me borró eso, incluyendo que conocí al idiota ojos azules. Tal vez eso explique porque insiste en querer acercarse a mí.

Comencé a calar el cigarro con más fuerza, sintiendo el ardor en mi garganta, un cosquilleo en mi lengua y una sensación de satisfacción recorrer mi cuerpo. Los sueños donde aquel chico de cabellos como los míos; sus ojos negros como los míos; su pálida piel. Todo este tiempo soñé con él.

━ Esto es estúpido. Todo es estúpido.

Golpee la pared de piedra. La sangre comenzó a salir de mis nudillos desgarrados por lo rasposo de la piedra negra. Mi umbral del dolor era alto, pero por el frío que hacía, mi mano se entumeció. Moví mis dedos, viendo como la sangre escurría por los mismos. Las gotas cayeron como si fueran gotas de lluvia, estampándose contra el suelo.

Un rojo intenso, podría jurar, que tal vez era negra, si no fuera por la oscuridad que hay aquí arriba. Aquel ardor de una quemadura, apareció en mi codo, durmiendo completamente el resto de mi brazo; aquellos gritos, aquellas voces diciendo una y otra vez el nombre de mi hermano, volvieron a resonar en mi cabeza, casi durmiendo mi sentido auditivo.

Mi respiración se alentó, con mi mano derecha sana, lleve el cigarro de nuevo a mis labios, volviendo a inhalar la nicotina.

━ ¡Johanne!

Unas manos me hicieron regresar de mi ensoñación. El idiota junto con el brujo, atendieron mi herida. El idiota me quito el cigarro, me obligo a sentarme en una de las sillas y el brujo comenzó a utilizar sus brillos azules para curar, lo que para mí es algo insignificante, la herida que me hice.

Estaban hablando, pero no entendí que. Mis oídos parecieron dormirse también. Todo comenzó a tornarse negro, hasta que caí a aquel agujero conocido. Aquel lugar oscuro, pero que me brinda tranquilidad, seguridad.


▬▬▬꧁༺❖༻꧂▬▬▬

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro