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xi. el plan b de irina


LA VIOLENCIA Y LA CAÍDA,
capitulo once: el plan b de irina!



          —¿MORGAN?—STEVE ROGERS LE PREGUNTÓ A IRINA—. ¿NO QUIERES RETIRARTE?

          —No, gracias.

          El que estaba frente a Steve sacó una vara para electrificar a Steve y ahí empezaron a los golpes. Detuvieron el ascensor. Morgan fue inmovilizada y golpeada en la mandíbula unas tres veces, dio un cabezazo y les hizo una llave a quienes la mantenían presa. Hizo un rápido movimiento de manos para sacar volando a un hombre que se había acercado a Rogers. Steve también era inmovilizado, le pusieron unas muñequeras para evitar que se mueva y le pegó un patada a los guardias, derribó a quienes agarraban sus brazos y uno de los brazaletes salió pero uno quedó pegado a la pared. Rumlow le electrocutó.

          —¡Steve!—gritó Morgan antes de ir y pegarle un puñetazo a Rumlow, luego una patada para que quedase contra la pared.

          —¡Perra!—gritó antes de atacarle, y eso había sido el colmo.

          Esta le dio una patada que lo hizo caer aturdido, mientras que Steve derribaba a varios guardias. Terminó por salir de su encierro con el brazalete y golpeó a dos más que estaban detrás de Irina. Ambos se giraron, Morgan miraba con expresión impasible a Brock. Rumlow se levantó.

          —Tranquilos, los dos—dijo este—. Morgan, quiero que sepas que esto no es personal. Pero eres una zorra resentida.

          Empezó a golpearla pero esta alzó las manos, asimismo lo alzó en el aire, buscando ahogarlo pero Steve le dio un empujón que lo dejó inconsciente.

          —Se siente un poco personal—dijo Rogers quitando su brazalete con el escudo.

          —debil (Imbécil)—murmuró la castaña secándose la sangre de la boca.

          —¿Estás bien?—preguntó el capitán, observando los golpes, tocando su rostro. En aquellos momentos, le interesaba más la seguridad de su compañera que la misma.

          —Estoy bien, capitán—respondió, haciendo una mueca ante el roce de los dedos del rubio en su rostro—. Gracias por haberme ayudado.

          —Somos un equipo, ¿recuerdas?—dijo Steve, mirando los ojos azules que volvían a su estado normal—. Siempre nos ayudamos.

          Irina asintió, mientras que observaba como Steve tocaba el botón para quitar la parada de emergencia. Las puertas se abrieron lentamente, mostrando a más de 10 hombres armados formándose para disparar.

          —¡Arroja el escudo y suban las manos!

          Irina abrió las palmas de sus manos y las extendió a ambos lados creando un campo de fuerza mientras que Steve giraba y cortaba con su escudo los cables del ascensor. Por un momento, Irina pensó que moriría en cualquier instante. Cerró los ojos con fuerza, mientras que sentía que unos fuertes brazos le sostenían y la protegían. El ascensor se detuvo con los frenos de emergencia, e Irina no soltó a Steve. En cuanto se detuvo, las puertas del ascensor estaban abiertas, pero estaban entre piso y piso. Irina abrió los ojos lentamente, para encontrarse con los ojos azules del capitán que le miraban, encontrándose hipnotizado frente a ella. Morgan se tomó su tiempo para examinar sus perfectas facciones, ver sus ojos, sus mejillas pero algo más le había cautivado: sus labios. Creía que no era el momento, pero que diablos, no le importaba. Hasta que escuchó a Steve carraspear.

          —L-Lo siento...—murmuró este.

          Morgan sonrió—Deberíamos salir...

          Steve asintió levemente y fue hasta la puerta, pero en cuanto las abrió, vio que los soldados se acercaban rápidamente. La cerró y miró a Morgan, quien se encontraba algo nerviosa.

          —¿Ahora qué?

          —¡Ríndanse!—gritó uno de los soldados—. ¡Abran la puerta!

          Steve miró hacia abajo, mientras que Morgan ideaba un plan del cual no se arrepentiría. Miró a Steve con sus ojos ahora azules por causa de su poder, estaba a punto de hacer una estupidez, pero era mejor arriesgar su seguridad para que no maten al capitán.

          —Vete—ordenó Morgan—. Yo los mantendré ocupado.

          —¡¿Acaso te has vuelto loca?!

          Irina Morgan negó, intentando de buscar las palabras adecuadas para poder hablar.

          —Vete al hospital, es donde dejaste guardado el pendrive ¿Verdad?—le preguntó, tomándolo por sorpresa—. Si salgo viva, nos veremos allí.

          Y sin más se dirigió a la puerta pero la mano de Steve tomó el brazo de ella—¡Irina!

          Morgan se detuvo, juntando coraje y valor para voltearse, mirando fijamente a Steve.

          —Somos un equipo, siempre juntos.

          Irina logró soltarse del agarre de Rogers, mirándole con seriedad—Hasta que uno de ellos decide sacrificarse por el otro.

          Steve se quedó mudo, mirando completamente incomprensible a Irina. La muchacha se acercó rápidamente a él, uniendo sus labios con los de él, en un casto y rápido beso. Steve lo correspondió enseguida, cerrando los ojos al catar el saber de los labios de su compañera. Se separaron y Morgan juró que el calor subió a sus mejillas.

          —No sé por qué hice eso...—murmuró y fue hasta la puerta, miró de reojo a Steve—. Nos encontraremos en el hospital, lo prometo. ¡Vete!

          Steve se mordió el labio inferior con frustración y juntó carrera para atravesar el vidrio, terminó por saltar. Irina abrió las puertas con sus manos rápidamente, mientras que se deslizó por el suelo derribando a dos soldados. Abrió las palmas de sus manos mientras que creaba un campo de fuerza que le protegía de los disparos. Alzó un brazo hacia arriba y lo empujó hacia atrás, haciendo que un soldado terminara golpeándose contra la pared. Sacó un cuchillo de su traje y cortó la mejilla de uno de los soldados para utilizarlo como escudo y lanzarle el cuchillo al que se encontraba detrás. Le pegó una patada al que se encontraba delante y bajó a uno de un empujón. Corrió hacia la pared y caminó sobre ella para colgarse del cuello de otro soldado para hacerlo caer. Golpeó a otro con una patada, sacó su arma y disparó a dos soldados más, pero al último le pegó una patada que la cabeza golpeó contra la pared.

          Salió corriendo de allí, tomando las escaleras de emergencia, corrió por todo el vestíbulo de SHIELD para dejar una especie de bomba en el suelo. Giró su cabeza y corrió más rápido al ver que le perseguían, buscó el botón entre su traje y al encontrarlo lo presionó. Su ambiente se iluminó demasiado, dejando aturdidos a todos. Corrió por el garaje y salió corriendo ya que no necesitaba un vehículo. No vio a Steve en ninguna parte, pero de todas maneras no se detuvo.




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          Irina Morgan buscó unos jeans azules y una remera sencilla para luego buscarse una chaqueta de cuero con capucha. Encontró unas zapatillas deportivas y, engañando al vendedor con sus poderes, salió de aquella tienda de ropa. Caminó por las calles de Washington con tranquilidad, pero a la misma vez con completa cautela. Giró en una de las esquinas que daban directamente al hospital, quería ver a Steve, quería corroborar si él estaba bien. En cuanto se le pasó eso por la cabeza, se detuvo. ¿Acaso ella lo había besado?¿Cómo fue capaz de hacer tal cosa? Se negaba el hecho de haberlo besado sin permiso, hasta le pareció algo completamente indebido. Pero...¿Él quería que ella le besara? Morgan se mordió el labio inferior levemente, mientras que seguía caminando. Había llegado a la conclusión de quién había asesinado a Nick Fury: el soldado y Tatyana — o mejor dicho, Prodigy.

          Divisó el hospital a varios metros, no dudó en entrar e ir directamente al pasillo donde estaba escondido el pendrive. Se sorprendió al ver a dos personas, una empujando a la otra hacia un cuarto. Pero también había divisado a una persona. Tenía una trenza, su ropa de civil estaba bien combinada, pero Irina supo que llevaba un arma. No tardó en suponer que esa era Erika Barton. Se acercó a ella, atrayendo su atención.

          —¿Irina?

          —Que bueno es verte, Erika—dijo esta suspirando—. ¿Qué tal el paseo?

          —Digamos que el paseo no fue muy placentero—respondió ella notando el sarcasmo en la pregunta de Morgan.

          —¿Steve está allí dentro?

          —Sí, deberíamos intervenir.

          Irina suspiró y abrió la puerta.





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