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EPISODIO DOS

Fuera lo que fuera que estuviera en mi mente, si era signo de desvío de mis metas de ahora, debía quitarlas.

Salí de la habitación con la botella de agua en mano y con la bolsa por encima del hombro. Debía admitir que la asamblea de los vengadores era espaciosa, muy buena a primera vista y hecha a la medida de cada uno de los vengadores, contaba con habitaciones para ellos, cada uno con su respectiva habitación y una cocina completa para ellos y sus reuniones, lo sabía por el hecho de que yo m e había encargado de remodelar gran parte de ello, aún mantenía su sala de reuniones, aún más espaciosa, con su vista afuera de esta gran jaula.

Y aunque no formaba parte de ellos, podía pasar sin ser cuestionada. Aunque mi único inconveniente era… Williams.

Pero, al menos intentaba… evitarla…

Hablando de la reina de Roma, mira quién se asomaba con su corona.

— será genial poder probar una de esas galletas, Kate —

Desde el barandal podía ver cómo Williams aparecía, siempre con ese ego por las nubes, sonreí de lado.

Hacerla enojar un poco no estaba mal, después de todo se veía como una víctima perfecta. Con su egocentrismo por las nubes y tan confiada.

Cruzaba el espacio grande del complejo.

— Riri Williams —pronuncie con una sonrisa, ella se detuvo y miró a su alrededor, pero yo estaba arriba.

Rodeo todo su alrededor con la mirada, hasta que levantó ella sobre las escaleras y me encontró, su cara de relajación cambio a fastidio.

— Stark —masculló con odio.

Me desquite de los barandales y baje las escaleras, mientras ella me esperaba abajo. Disfrutaba hacerla enojar. Lo admito.

— ¿Qué haces aquí? Morgan, ¿No sé supone que vayas a tus cosas de empresaria y universidad? —Williams era tres años mayor que yo, pero no era rival.

Mi intelecto siempre la sobrepasaba.

— Auch, ¿Esa es la forma de tratar a tu amiga? —

— no somos amigas —contradijo con vagueza— ah, espera, ¿Estás aquí por ese tonto entrenamiento? —

— al menos hago algo y no vengo solo a saludar —

— Vamos Morgan —ladeo su cabeza con una sonrisa— ¿De verdad crees que el capitán James te dejará entrar a los vengadores? Con un simple entrenamiento —señoras y señores, Riri Williams había entrado en acción.

Tan egocéntrica como siempre.

Respire hondo y sonreí, no me dejaría ganar.

— a diferencia de ti, no tengo nada que probar, Williams, soy suficiente conmigo misma y no necesito tener un equipo para hacer algo —

— eres tan valiente con todo ese prestigio tuyo, pero dime Morgan ¿Qué eres sin todo eso? —

— una genia, dueña de medio Nueva York, billonaria e ingeniería científica en proceso —ladee mi cabeza y sonreí— ¿Y tú? Dime ¿Qué serías sino fueras una superhéroe? —Riri se acercó más, trataba de intimidarme.

— a diferencia tuya, yo sí puedo ser algo que quiero —

Maldita sea. Odiaba a esta tipa.

— están increíble, gracias por las galletas —

Otra voz se escuchó, Riri se separó de mí, sintiéndose victoriosa.

Pero volvió su mirada a quien venía en camino y parecía conocerlo.

— señor Lang, hola, es un placer verlo de nuevo —el tal señor Lang caminaba mientras procesaba la cara de Williams, pero parecía que no la recordaba.

— eh, hola, ¿Tú eras..? —creo que estaba haciendo su mayor intento para descifrar el nombre de la chica.

Bufé y tome agua, mientras Riri le respondía.

— soy Riri Williams, señor Lang, lo conocí la otra vez, con Cassie —

— oh, claro, señorita Williams, es un placer volver a verte —el tipo estrecho su mano gustoso— es que últimamente he tenido tantas cosas en la cabeza que me es imposible recordar otras, pero es bueno verte —parecía un tipo olvidadizo pero buena onda.

— sí, señor Lang, la vez pasada, con Cassie fue genial conocerlo, es uno de mis héroes favoritos —

— sí, bueno, tú también eres ahora una héroe —la señaló por completo. Sus ojos deslumbraban con mucha sinceridad.

Parecía un hombre feliz. Entonces dirigió su mirada hacia mí.

— ¿Y tú? ¿Eres una nueva héroe también? —de verdad tenía una ingenuidad completa.

— no —dije con seriedad.

— pareces venir de un entrenamiento, ¿Segura? —era como un niño en un hombre. Su aura era muy gentil.

— vengo de un entrenamiento, pero no soy eso, solo soy Morgan —

— Morgan —extendió su mano hacia mí— soy Scott Lang —

Extendí la mía y sonreí oportuna— Morgan Stark —me presente con sinceridad.

Pero en medio de nuestro toque de mano, su rostro cambió de una sonrisa a incógnita en cuestiones de segundos.

— disculpa, ¿Stark? —ladeo su cabeza— ¿Eres familia de… Tony, el Tony Stark? —asenti desentendida.

— soy… su hija —dije extrañada.

¿Este tipo no veía televisión?

Ocultó una sonrisa con su mano, dejé de extender la mía y él reía.

— la hija, hija de Stark —reía y luego extendió su mano de nuevo— por supuesto, Morgan, ahora te recuerdo, eras pequeña, pero… digo, yo sí te recuerdo claramente —extendí mi mano extrañada.

— yo no… —

— no, claro, a ver, era un amigo o bueno —pensó en sus palabras— era un conocido de tu padre, pero sí, éramos algo así como compañeros de trabajo —estaba muy entusiasmado.

Sonreía casi atónito.

— creo que yo tengo otras cosas que hacer —Williams se despidió algo vaga, pero terminó yéndose.

— de verdad, te pareces mucho a tu padre, aunque bueno, tu cabello, no tanto, pero tus ojos… —

— entonces, lo conoció —masculle deteniendo su aleteo con mis manos. Les estaban sudando las manos.

Metió sus manos en su bolsillo y asintió emocionado— sí, en la última batalla, aunque… bueno, sucedió eso… —rasco su nuca nervioso— de verdad lo siento, seguramente debiste pasar muchos años… —no quería escucharlo.

— está bien —me apresure a decir— yo, sé que lo hizo por el bien de la humanidad, señor Lang, todos los hicieron —

— sí, lo sé, vaya… —me miraba casi incrédulo— la última vez que te ví fue cuando fui con el Cap y con la señorita a buscar a tu padre, tenías como unos… —hizo una representación de mi estatura bajando su mano y tratando de imaginarlo.

Aferre mi agarre a mi botella y bufé— cuatro, señor Lang —lo recordaba perfectamente, el año en que papá se fue y nunca regresó— tenía cuatro años —

— cuatro… sí, wao, como pasan los años —este tipo era muy amable pero me estaba sacando de quicio.

— sí —hice el intento de caminar fuera de su radar.

— ¿Sabes? Tu padre fue un gran inventor, admito que yo tuve la idea del viaje en la dimensión cuántica, pero él hizo grandes cosas para que eso sucediera —detuve mis pasos, fruncí mi ceño y mire al señor Lang que en ese momento estaba a mi lado.

— ¿Qué? —volví desconcertada.

— sí, fue una gran idea ¿No? —

Ahora sentía intriga— ¿Viaje cuántico? —

Lang asintió mirándome confiado— es un viaje de mucho esfuerzo, con buena forma y mentalizado en que todo saldrá bien, se puede hacer, además de que una rebanada de naranja siempre es buena, las energías y proteínas —hizo señas extrañas con cada cosa que decía, pero parecía afirmativas.

Entre cerré mis ojos— ¿Usted fue el de la idea? Señor Lang —

— sí, bueno, de hecho la idea original es del señor Hang, pero yo soy el héroe —al final se echó el mérito.