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🎫 MORGAN STARK - Cazadores de leyendas

[ Iniciando secuencia...]

EPISODIO TREINTA Y SIETE

— alrededor de 300 a 400 kilómetros, puede encontrarse oculto o a plena vista algo inusual, algo distinto, estamos repletos de un bosque, alguna anomalía, alguna diferencia o quizás artefactos, cualquier cosa que encuentren, puede servir —informo el señor Hank frente a la mesa, con todo el equipo tras de él, su hija y su esposa, ambas a su lado, Scott sobre las escaleras del bucito rodante y James, Peter y Richard a mi lado en el lateral de la mesa.

Peter con una tableta proyecto el perímetro completo— es un área vasta y contamos con doce hombres —

— quince —dijo entonces el señor Hank— mi esposa e hija y también yo, nos uniremos a la búsqueda —

Imponente, dibuje una sonrisa de lado y cruzada de brazos apoyándome del tanque de agua tras de mí.

Peter asintió— quince —y corrigió— son 350 kilómetros para explorar, sin armas, sin amenazas —aclaro— es una exploración, no un ataque —recalco— para ser distributivos, se repartirán en tres equipos, cada equipo ocupará de un líder —Peter entonces me miró levemente y asentí. Hasta el momento lo estaba haciendo muy bien y era un plan muy bueno. Volvió su mirada a su tableta y suspiro— la señora van Dyne, el señor Pym y la señorita Hopes serán los líderes de las expediciones, se repartirán cuatro exploradores por cada líder —su mirada rodeo a todos, parecía todo un líder en secuencia, después de todo parecía que el área de químicos iba bien en industrias Stark, con un líder como él.

Papá estaría orgulloso de él.

— me parece correcto —respondio el señor Pym con su mirada pensativa en el mapa— mi equipo explorará el área que se extiende al este —

Peter asintio, lo demás sería escoger el equipo adecuado para cada uno de ellos y esperar que todo saliera bien, como era de esperarse, Scott iría con su novia. La mirada de Hank antes de irse me hizo saber que aún estaba pensativo en cuanto a mi propuesta y seguramente ahora estaría más inseguro con la discusión en el helicóptero.

Encogida de brazos y abrazada a mi misma pensé en hacer mis propias insepcciones, tal vez hacer algo antes de irme y poder ayudarles en algo.

Ignorando por completo el pequeño detalle de dos guardaespaldas que tenía, Barnes y Richard y obviando el hecho de que Peter aún estaba enojado conmigo sentía esa aura pesada que cargaba.

Pero no tenía intenciones de discutir con él. Así que solo informe me retirada, después de todo, lo había hecho líder del campamento— saldré de compras, no me esperen para cenar —vacile sin mirarle y me puse mis guantes guardados en mi saco.

— ¿me preguntas o me lo dices? —cuestiono sin mirarme igual, como si no le importara lo que hiciera, aunque claro ¿Por qué debería importarle?

Aún así me enojaba su actitud, por lo cual decidí simplemente apretar mis dientes con rabia y responder con la mandíbula tensa— me voy —y sin mirar atrás, me fui de ahí.

Subiendo un auto y esperando claramente a qué un tipo de brazo de metal wakadiano -o como sea que haya dicho él- subiera en el lado conductor y encendiera el auto, también era obvio que Richard subiría en el viaje también.

— ¿A dónde iremos? —pregunto y dentro Richard en el sillón trasero. Solo apoye mi mano en la puerta y mi cabeza sobre ella, cerré los ojos tan solo un instante para responder a la pregunta de Richard.

— a donde haya gente —y tal vez era el clima del lugar o la tranquilidad de no escuchar sirenas de policía o ambulancia como comúnmente se hacía en Nueva York, no sé escuchaban los taxis o los autobuses o las personas, no se sentía tan abrumador, ni tampoco ajetreado, no se sentía igual a mi hogar.

Al final, me desplome en el auto y recuerdo haber sentido paz.

>> Te amo tres millones <<

Era papá, tomaba mis mejillas, podía sentir su tacto, pero lloraba, sus lágrimas rodeaban sus pómulos, su cabello tan lleno de canas como siempre, sonreía de lado como si tuviera miedo de lo que dijera, como si esperara algo de mí.

>> ¿Sabes que me alegraría? Una hamburguesa de queso, ¿Qué tal con extra queso? Sí, eso también te gustaría a ti <<

Y aún sin responder, papá seguía hablando conmigo, caminé en la cabaña, junto a él, reía y hablaba, pero no le entendía solo le miraba, amaba mirarlo, siempre, desde pequeña.

Pero el día en que me el embelese y asombre con papá, fue cuando lo ví en el comedor, sentado en su silla, plasmado en un gran holograma frente a él, un holograma con un fondo hondo, para ese entonces no supe que era, pero ver a papá metido en un asunto así, nunca lo había visto de esa forma, era nuevo para mí.

>> Mierda << y cuando alzó sus manos para exclamar una "palabra de mamá" confundida la exclamé igual y justo en ese momento se dió cuenta de mi presencia.

Luego de eso, solo ví a papá irse con el escudo del capitán América, aunque creía fervientemente que era un trineo de nieve, en mi defensa, papá me dijo que lo era.

Pero así fue, él desapareció, él no volvió, nunca más. Y me tocó despedirme, cuando esperaba volver a verlo.

>> Ya llegamos << ¿Llegar a dónde? ¿A dónde me había llevado papá?

>> Morgan, despierta, llegamos << quería hablarle pero no podía, hasta que desesperado tomó mis hombros y me sacudió con fuerza >> Morgan, arriba << y la imagen se distorsionó y entonces ví a James en vez de papá.

Me sobresalté.

Y desperté, con Barnes con sus manos en mis hombros y su mirada confusa sobre mí.

— llegamos —dijo finalmente, soltándome y saliendo del auto. Mire a mi derecha y vi una cabaña con el mar al fondo, veía a personas caminar alrededor del auto y veía también bicicletas, hacía mucho no las veía, habían muchos establecimientos en hilera.

Habíamos llegado al pueblo. Desabroche mi cinturón y justo Barnes llegó y abrió la puerta a mi lado.

Salí del auto y sacudí mi ropa, expire y salió vapor de mis labios. Bueno, era obvio que este lugar hacía contraste perfecto con la Antártida.

Las personas vestían muy rurales, pero me miraban como si fuera un bicho raro. Eran personas adultas, otras muy adultas y otro pequeños, muy pequeños.

— ¿A dónde iremos? —y encaminados, Richard a mi lado se ponía sus guantes.

— a buscar información—respondí sin mirarle— preguntar sobre leyendas o historias del lugar —

— ¿Qué ya te cansaste de las princesas y el principito? —cuestionó Barnes al otro lado de mi persona. Era bueno que aún mantuviera su humor.

— sí, puede ser —masculle mirando a mi alrededor y buscando a alguien calificado para eso.

— en ese caso busquemos al hombre más viejo, es claro que no hay hombre que más sepa que un anciano —la idea de Richard era buena, muy buena.

— genial, busquemos a un anciano —aunque podría apostar que la mayoría de gente en este lugar era de la edad mayor— ¿Quién se lleva mejor con las personas? —pregunte— de esa forma podremos congénita bien —Barnes callado, no dijo nada, sabía que no estaba calificado para eso, pero Richard a mi lado suspiró.

— supongo que yo —sonrei y asentí, fue entonces que Richard camino hacia el restaurante/bar cercano, llamado "pescados&mariscos Tristán"

— que buena elección —dije antes de entrar y ser amortiguada por el hedor del pescado muerto.

No era que no me gustarán los peces, si me gustaban, pero vivos, no en platos y menos entre cuchillos y tripas.

Saque un pañuelo con loción de mi bolsillo y lo mantuve en mi nariz, mirando a todos y tratando de mantener la cordura.

— esto es asqueroso —me queje, pero Barnes río— ¿Qué tengo de gracioso? —

— Sam tiene un barco pesquero —respondió sin mirarme— he montado un par de veces en él.

— así que eres muy amigo del señor Wilson —

— ¿Tú no? —cuestiono con una sonrisa. Sabía perfectamente que no.

Rodee los ojos— él me odia —

— no diría que te odia —

— rechazo mi asistencia a la reunión en el campus de los vengadores —

— porque no eres una vengadora —

— pero soy una promotora —me queje poniéndole frente— pero para Wilson, eso no importa —

— oye, a menos que no hagas algo en el campo de batalla, no puedes estar ahí —su voz era confortable o trataba de sonar así, solo bufé y miré a Richard quien hablaba con el hombre que limpiaba un vaso en la barra.

Parecía no importarle lo que Richard decía y solo se limitaba a limpiar el vaso.

— no estamos progresando —masculle.

— oye, apenas acabamos de llegar, da tiempo —intuyo Barnes tomando una cerveza del hombre que las servía.

No tenía tiempo.

Pero desde el momento en que llegué, no me había percatado del hombre en la esquina del lugar, que tomaba una bebida y miraba en un punto ciego. Parecía de mucha edad, con barba blanca y cabello igual, con arrugas por todo el rostro y apenas parecía respirar. Tan viejo como para contar historias.

Camine por inercia hacia él— un cuenta cuentos —y entre las personas, me acerque al hombre con intenciones de hablar, pero para cuando estuve lo suficientemente cerca y para ser exactos, sentado frente a él, me percate de su ligera distinción, el gris esparcido en sus iris, la ceguera había hecho estragos con él.

Mire a Barnes, quién me veía a la distancia también, asentí compensando mi seguridad y volví mi mirada al hombre frente a mí, con un vaso en su mano, su ceño ligeramente fruncido y sus labios entreabiertos. Puse mis manos sobre la mesa y al instante el hombre retrocedió.

— ¿Quién eres? —Su voz era áspera y ronca.

Suspiré antes de hablar, para sonar lo más amistosa posible y respondí— hola, me llamo, Morgan y soy turista —aclare sin mencionar mis títulos y demás— solo quería saber más sobre este lugar, pensé que usted podría decirme, alguna historia… mágica —desvie mi mirada reparando en que lo que dije fue estúpido.

— ¿Historia? Si quieres historia ve a una biblioteca niña —viejo cascarrabias con su ceño fruncido.

Rei para no ofender— lo sé, solo me refiero a que soy más de escuchar historias, que leer, como por ejemplo: la brillante fuente vital de agua de Tristán —y en cuanto mencioné "agua de Tristán" sus cejas dejaron de encorvarse y adoptaron una sorpresa alzadas hasta arriba y sus labios entreabiertos.

— ¿Te refieres a la fuente de la vitalidad que hay en el bosque cerca de las montañas? —bosque cerca de las montañas, sonreí.

— sí, exacto, he escuchado de milagros —empecé a inventar cosas con tal de que diera lata. Pero él reía y negaba con la cabeza.

— la fuente de la vitalidad, es mágica, pero no sana a personas —corrigió— sana la tierra, el agua y por eso es que somos tan ricos en material primario en Tristán, cuenta la leyenda que cuando el navegante portugués que le dio su nombre, Tristão da Cunha, empezó a estar habitada de manera estable a principios del siglo XIX, existía el rumor de qué Tristán -como normalmente se le conoce- encontró una piedra especial, una piedra tan especial, que no era tocada por nadie, ni siquiera por él, al descubrir que la tierra era un total fiasco y que con el toque de la piedra todo a su alrededor se limpiaba, Tristán entonces para que la isla fuera accesible para la reina, tomó la enorme piedra y la puso en el pequeño estanque entre las montañas, de ahí el agua correría entre las quebradas y llevaría alrededor de la isla y por ende al mar, por eso la escondió ahí, en el bosque cercano, pero también se encargó que nadie entrara ahí, destruyendo la entrada al estanque en el que la pieza está —su historia era oro para mí— se dice, que la piedra aún está ahí y cualquiera que intente buscarla perecerá, porque es un lugar muy mortal, solo aquel cuyo corazón sea puro y digno, se le otorgara la oportunidad de portarla y entonces el milagro realmente aparecerá —¿El milagro realmente aparecerá? Entonces había leyendas urbanas. Si esto fuera cierto, el área de búsqueda podría reducirse

— gracias —musité casi atónita por la información, pero si quería que realmente el área de búsqueda disminuyera, debía preguntar realmente la ubicación— dígame algo, está cueva oculta, dijo que estaba entre las montañas, ¿Podría indicarme si sur, este u oeste? Algo que me dé un indicio de dónde podría estar —

— ¿Quieres la piedra? —y cuando pregunto, mi timidez me ganó y tartamudee antes de hablar, me había descubierto.

Pero aún con mi última carta, respondí— quiero hallar la verdad —su ceño fruncido reciente, en cuanto escuchó mi voz, dejo de hacerlo y sonrió.

— si hayas la verdad, serás recompensada —dijo con una sonrisa— pero si solo buscas ambición, tu camino estará condenado —y nunca falta la advertencia— era enero del 76 cuando entramos ahí, cinco hombres en una expedición y cuando salimos de ahí, derrotados, la magia nos ofendió e hizo que cada uno tuviera un recuerdo de la avaricia del corazón, a mi me quito la vista, no es algo que debas tomarte a la ligera —respondió con severidad.

El castigo por la avaricia no era uno solo, sino muchos. Y a él le tocó perder la vista para siempre.

— abuelo, ¿Te están molestando? —para entonces el de la barra se había acercado y habló con el hombre sentado frente a mí, con mirada de bravucón. Me di cuenta de sus intenciones así que deje de hablar con su abuelo y me despedí con un gesto, aunque el abuelo ya no lo sabía.

Ahora solo tenía que encontrar esa piedra y listo.

No será tan difícil ¿Cierto?

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