🎫 MORGAN STARK - Almas gemelas
[ Iniciando secuencia...]
EPISODIO CUARENTA Y NUEVE
MORGAN STARK
Entramos al laboratorio, era tal y como estaba en casa, no me atrevía a remodelarlo, porque quería que conservará su esencia, el lugar era amplio y apenas voy estaba empezando en la creación de sus armaduras.
— Si tienes alguna duda, avísame, no cometas ninguna travesura —advertía sentándose en su silla, mientras a mí me obligaban a estar levantada en una mesa aparte.
Prácticamente mi orden era configurar los microchips en los que estaba trabajando, una secuencia sencilla de comandos que debía insertar en unos microchips, luego de ello no sabía mucho, pero le serían de utilidad con los comandos que me había mandado a insertar, por lo tanto me dió el computador para poder insertarlo y el computador no era uno normal, sino que bastaba de una enorme mesa que plasmaba en grande todas las configuraciones comprendidas para mí proyecto, era el tablero en el que él se encargaba de configurar sus planos.
A simple vista creía que podría hacerlo en unos diez minutos, pero me entró curiosidad el saber para qué los microchips.
Por ello mire de reojo a papá sentado en una silla frente a mí, mientras soldaba algo que desconocía, pero parecía un mecanismo.
Me arme de valor y lo llame— señor Stark —
— ¿Qué pasa? —y volteando ví sus gafas que casi nunca utilizaba pero él sí parecía hacerlo, oculte una risa.
— me preguntaba para qué son estos microchips, tienen comandos para la llamada de la armadura y también para el desquite de ella, pero ¿Dónde lo pondría? —mi pregunta lo hizo detenerse y quitar sus gafas gigantes para mirarme con su ceño fruncido.
— ¿Y esa pregunta? —
Alce mis hombros y me apoye sobre el tablero— bueno, es que la duda me carcome —dije con sinceridad— y he de suponer que esto es para un aparato pequeño —
— cerca —respondió levantándose de su asiento y acercándose— es para mí —y señaló su pecho, el Reactor Arc resplandecía y fruncí mi ceño sin entender muy bien.
— ¿Lo pondrá en su reactor? —
— no, en mi cuerpo, así como el reactor —dijo con simpleza llegando a mi tablero— ¿Ya terminaste? O no tienes idea de cómo —
— no claro, sí sé cómo hacerlo, solo preguntaba —masculle.
Padre entonces se determinó a mirarme con sus brazos cruzados, parecía estar escaneando algo en mí y en mi cabeza no dejaba de sonar la palabra "intrusa" tal vez eso creía, después de todo aceptarme por un demostración como la que hice ahí afuera, era más que seguro que no sería para él veraz que yo estuviera afuera y no compartir sus cosas con otras industrias.
Aún así, no tenía intenciones de traicionarle, quería que se sintiera orgulloso de mí, que fuera él quién viera lo que realmente podía hacer.
Pensé en los microchips en él y la verdad no me convencía esa técnica, pero en cambio si hubiera algo más pequeño, tal vez no tendría que ser tan doloroso y molestoso ¿No?
Y entonces entreabri mis labios, dije— Nanobots —
— ¿Qué? —y lo agarre apenas tratando de asimilar lo que decía.
Rodee los ojos y me separé del tablero para rodearlo y poder entablar una conversación con él— los nanobots son robots nanoscópicos o lo que es lo mismo un robot que tiene un tamaño nanométrico —
Papá también rodó sus ojos— no me refería a eso, sé lo que son los nanos, me refería a el por qué lo vienes a meter a tema —
Entonces chasquee mi lengua y volví a mi lugar en el tablero, alce el prototipo de los chips circulares y expliqué mi idea— los microchips insertados en cuerpos pueden ser molestos, incomodan el andar o el moverse, inclusive sería como tener un pedazo de metal... —y me detuve cuando caí en cuenta con el Arc— bueno, metal o no, es incómodo —simplifique y separé algunas partes del chip— lo que se me ocurrió, fue que al ser nanobots, esto de sentirse incómodo realmente no tendría mucho en su vida, podría evitar riesgos en la salud, podría tener más posibilidades de armar más cosas sin necesidad de sacarlo y volver a configurar, la nanotecnología podría ser mejor que un chip, más pequeño, más ajustado, mejor calidad —termine diciendo.
— esa es una buena idea —masculló casi al instante, pero no parecía agradarle que yo hubiera tenido esa idea— ¿Cómo se te ocurrió? —su pregunta al instante sonó como una queja y fruncía su ceño mientras me miraba mientras trataba de discernir cómo encontraría la forma de hacerme evitar decir algo concreto.
Me sentía bajo su supervisión, me sentía con un enorme peso encima, cuando el profesor de ingeniería me supervisaba los trabajos, era como ver a un pupilo escucharme, pero ahora era yo quién me veía con extrema supervisión por su parte, suspiré— Recientemente he estado trabajando mucho con nanobots —no podía seguir manteniendo la mirada, así que la baje a los planos— y puedo decir que me llevó de la mano con ese tipo de robótica, me ahorra muchas cosas y me abre a nuevas posibilidades —mis manos temblaban por adrenalina en mi circulación.
Hubo un silenció. Pensé que había alguna falla en lo que había dicho, pero aún así me mantuve firme mirando el panel, mi corazón se estaba acelerando, después de tanto tiempo, no quería oír algo negativo de él, quería escucharlo decir que era sorprendente para mí edad, que no era algo que él esperaría, quería que dijera todo lo que otros han dicho, pero que saliera de sus labios, de nadie más.
Pero finalmente lo escuché resoplar frente a mí, levanté mi cabeza al instante— Bien, pediré una caja de nanobots para mañana —y sacando los lentes de su cabeza finalmente me ordenó— ajuste el plano a un esquema de nanobots y tratemos de sacar lo esencial de los chips para insertarlo a en los nanos —asenti cuando por fin pude soltar la inseguridad que tenía dentro , lo había aceptado y ahora podíamos hacer algo desde cero juntos, estaba dispuesta a hacerlo, pero en el lapso en que me dispuse a traer un plano de nanobots en el buscador y compararlo con el de un microchip, mi padre habló— ahora tengo curiosidad, ¿Estudiaste ingeniería robótica? —ahora preguntaba por mi carrera profesional, tal vez creía que a eso se debían mis deducciones,
Sonreí de lado al saber ello, pero ladeé mi cabeza diciendo— Casi, ingeniería en robótica industrial —sentencié con una sonrisa de par en par y la mirada de mi padre se frunció al instante, casi como si le hubiera dicho que había cometido un grave error.
Pero entonces preguntó— Creí que era una carrera para hombres, wao es asombroso ¿Te gusta esa carrera? —ahora su interés en mí era evidente— ¿Quieres ser una... —pensó en la palabra un instante— creo que era Joseph Endergher? ¿Quieres ser una Joseph? —su ceño fruncido por un momento me parecía ser aprobatorio.
Solté una risa y corregí— es Joseph Engelberger y sí aspiro a ser como él o más —
Entonces preguntó— ¿Es tu inspiración? —creo que quería que saber de dónde había sacado esto, de dónde había salido la idea de ser lo que era ahora, saber de alguna forma que era lo que me impulsaba ahora.
Pero la realidad es que manteniendo mi mirada en él, realmente no podía evitar querer decirle que no, que Joseph por muy importante en el mundo de la robótica que fuera, no era a lo que aspiraba. Porque al único hombre, el único que podría decir que realmente era mi inspiración, era el hombre que estaba frente a mí, interesado en mi carrera profesional, mirándome fijamente y mi padre. Si tenía una persona que realmente era inspiración para mí, que realmente anhelaba ser, era ser como él, era ser él, ser su orgullo, ser su aprobación.
Así que baje mi mirada y traté de retener mis lágrimas, traté de mantenerme al margen y solté otra pequeña risa para liberar mi tensión, pero no pretendía perder mi oportunidad de hablar con él, por mis nervios y mi debilidad al estar frente a él— no, no, en definitiva no —negué rotundamente— jamás le llegará a los talones a mi padre —y me armé de valor para mirarlo a los ojos.
Su impresión fue clara y suspiró claramente— oh, es una inspiración familiar —sé que no era un inspiración muy común en el mundo de la tecnología pero, si le decía que aspiraba a ser como mi padre Anthony Stark, en definitiva arruinaría todo.
— Creo que él es la inspiración de muchas personas en nuestra comunidad —aseguré.
Su mirada entonces se separó de mí y asintió chasqueando su lengua— ¿En serio? —entredientes habló— No me digas, seguramente su nombre es tan prestigioso que no he oído de él —
Eso me hizo sacar mi lado defensivo, hablaba de mi padre y siempre que alguien hablaba de él, algo dentro de mí siempre resultaba a la defensiva, inclusive siendo él mismo— no, todos han oído de él, tanto como de usted —asegure franqueando mi mirada a él, su mirada también recayó otra vez en mí y me di cuenta que este camino me llevaría a un lugar por el que no debía así que extendí una parte negativa para no sonar tan pretenciosa con el señor Stark, mi padre— pero sea como sea, mi padre murió hace mucho —
Entonces su rostro cambio, hizo su cabeza hacia atrás sin despegar su mirada de mí y adoptó la misma postura que alguien que conocía a mi padre y que sabía que estaba muerto, él desvió su mirada y entreabrió sus labios, pero no para hablar, sino para quitar la cara de asombro que tenía y por un momento trató de debatir dentro de sí, si debía seguir el tema o simplemente de dejarlo, lo sabía porque tenía la misma expresión cuando dudaba hasta de mis propias decisiones, que era casi siempre antes de una junta o entrevista, pero finalmente tomó un destornillador como distracción y cuestionó— ¿Hace cuanto? —
Y hasta ese momento, me di cuenta que además de mí, papá también había perdido a sus padres, él también había perdido a tu familia. En diciembre de 1991, cuando alcanzó los 21 años, sus padres, Howard y Maria Stark, se prepararon para irse de viaje por unos días y dejarlo sólo, aunque su padre se mostró escéptico acerca de cuán responsable sería Stark mientras estaban ausentes. Lamentablemente, ellos murieron en un aparente accidente automovilístico en Long Island, lo que tomó a Stark de sorpresa. Él asistió al funeral de sus padres y se quedó incluso cuando los invitados se fueron, sintiéndose completamente desconsolado por sus muertes.
— hace dieciséis años que murió —sentencie con un nudo en la garganta.
Stark lució incómodo e intentó formular algo— tú eras... —pero no lo deje terminar.
Prefiero decirlo yo antes que dejar que alguien más dijera algo que me haría sentir incómoda— apenas empezaría a entrar a la escuela, tenía cuatro años —trate de dibujar una sonrisa en mí y verlo a los ojos, pero me resultaba incómodo— y él se fue tan rápido que casi pareciera que no lo conozco —suspire después de ello.
— debió ser difícil —respondió con franqueza y me seguía con la mirada, podía sentir su mirada en mí presionando.
— no tiene idea —y volví a recordar al abuelo Howard— o tal vez sí, ambos perdimos a nuestros padres a una edad considerable —entonces fijé nuevamente mi mirada en él— y ahora sé que no puedo saber si está orgulloso de quién soy o lo que hago —su mirada también se plantó en mí y en silencio parecía escucharme— ni tampoco escucharé lo feliz o enojado que está de como llevo mi vida ahora —y por primera vez, en toda mi vida, realmente me estaba demostrando débil frente a alguien y siempre lo supe, supe que siempre podría mostrarme débil solo frente a él.
Bajo su mirada nuevamente y giraba el destornillador entre sus manos como distracción— el mundo es cruel con las mejores personas del mundo —esas palabras se sentían con fuerza, con tanta que supe que realmente las sentía.
Por un momento, pensé antes de hablar, entreabriendo mis labios comprendí que su conciencia ahora mismo lo estaba lastimando, esa mirada que se caí al suelo, la distracción en sus manos, los suspiros pesados, todo eso, lo hacía yo cuando me sentía así, lo reconocía— Es un mundo imperfecto —admití— pero es el único que tenemos —el único lugar en el que podríamos vivir tal y como lo hacemos.
Y en esos segundos, noté un cambio en su mirada, pronto parecía que sí sorpresa parecía ser algo que había estado pensando por un tiempo y como si por primera vez, alguien se atreviera a decirlo cuando él no— bien dicho —
lo había aceptado y por un instante, ya no quería estar aquí parada frente a un panel, sino estar con él y poder abrazarlo, mi alma estaba dolida y era por su ausencia y ahora que vine para él, no podía evitar sentirme nostálgica con su presencia— usted y yo somos iguales —era lo más cercano que podía decir, sin ser descubierta y eso tapaba mi euforia y la hacía acumularse.
Eso lo hizo soltar una sonrisa de lado— ¿Ahora me dirás qué somos almas gemelas? —y a mí me hizo reír su pregunta.
Y me moría por decirle que éramos mucho más que eso.
Pero simplemente hablé directamente— perdimos a nuestros padres a una temprana edad —sin rodeos, sin ocultar esa parte, admití nuestra igualdad— y queremos ser excepcionales en este mundo —triste fuerte y asentí constantemente— y demostrar a todos que somos los mejores, al menos a ellos los convenceremos —asegure con esa conexión obtenida, él también asintió con sus ojos perplejos, pues era la realidad, que ahora intentaremos luchar en nuestros propios mundos por la realidad que queríamos alcanzar.
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