Narrador: primera persona

Mis ojos se encuentran cerrados, mi cuerpo se encuentra inmóvil ya que temo que si me muevo lo que proporciona calor en él se va, me siento a gusto escuchando a los árboles susurrar por causa del viento, los pájaros cantan sin detenerse, el cálido sol apenas rosa mi piel, el césped parece un conjunto de almohadas verduzcas. Mis manos comienzan a buscar el lugar donde emana un calor que me hace sentir en paz, encontrándolo, sus manos comienzan a juguetear con las mías sé que estoy sonriendo como tonta, pero me hace sentir que mis sueños son reales.

-¿Cómo se llama este lugar? -pregunto

-Es uno de los lugares más hermosos que he creado, se llama Fiddler's Green- me responde con una voz tan tranquila que me hizo suspirar y volví a sonreír como tonta acurrucándome en sus brazos nuevamente.

-¿Por qué sonríes tanto?- pregunta, abro los ojos lentamente buscando la mirada gris de él.

-Porque hace mucho que no sentía esto y me siento feliz

-¿Te he hecho feliz? -me sonríe al igual que yo -Creo que entonces he cumplido con regalarte un sueño hermoso

-Eso quiere decir, que si despierto... ¿Esto nunca fue real?

-Eso depende de como quieras ver los sueños, los sueños pueden ser reales, pueden ser los más profundos anhelos y también los más terroríficos pensamientos.

-Entonces, ¿estarás cuando despierte?

Parece que la pregunta lo tomó por sorpresa, ya que me miraba sorprendido y algo incrédulo por lo que le estaba proponiendo en forma de pregunta.

-Debo hacer muchas cosas en mi reino- dice levantándose del césped, dejándome desconcertada.

-La pregunta no fue para ofenderte Morfeo...

-Lo se Amunet- me responde mientras me da la mano para poderme levantar, y lo hago, quedando a unos pocos centímetros de su boca, pero él retrocede bajando la mirada.

-Creo que no debí de decirte eso... -le digo esperando alguna reacción de él, pero no me responde ni me vuelve a ver.

-Creo que ya es hora de que despiertes... -dice casi en susurro, esta vez me mira levantando lentamente su mano, pero yo lo detengo.

-Siento que de repente me estas alejando- mis dedos busca su mano y él la mía llegando a unirse nuevamente.

-No es eso... -baja la mirada.

-¿Quieres que me vaya?- le pregunto con un hilo de voz, Morfeo me mira rápidamente negando y sosteniendo más fuerte mi mano- ¿Qué es lo que pasa entonces?

-No puedo enamorarme de una humana, se me tiene prohibido sentir esas cosas

Sentí como todo alrededor nuestro comenzó a ponerse gris y a correr un viento helado haciéndome tiritar al instante, soltando la mano de Morfeo para abrazarme. La noticia fue como tal se veía ahora Fiddler's Green. Una tela negra me rodeó cubriéndome del frío viento y los brazos de Morfeo me sostuvieron mientras unas pequeñas lagrimas rodaban por mis ojos.

-¿Y si logramos que varios dioses objeten en pro de nosotros? -le digo sin más. Un rayo de luz comienza a salir por entre las nubes.

-¿Crees que pueda suceder eso?- yo asiento mientras el viento comenzó a cesar.

-Y preguntarles a tus hermanos si ellos nos pueden apoyar también... -Su mirada comenzó a oscurecerse de nuevo soltándome y retrocediendo.

-Eso jamás va a suceder... -dice muy seguro, yo le miro incrédula esta vez.

-¿Tus hermanos te odian?

-No todos... Deseo sé que puede decir que sí, al igual de Muerte, Destrucción también, y Desesperación. Pero Destino es el hermano mayor y estoy cien por ciento seguro que convencerá a los demás para que no nos apoyen.

-Destino tendrá que escucharme y sé que lo hará. -le digo decidida en hacerlo, me acerco a él abrazándolo fuertemente- Soy un regalo de la diosa Amunet; una de las más viejas de los dioses, sé que Destino me escuchará.

En ese momento despierto, mis ojos se abren lentamente, ya que no quería irme así, me levanto quedando sentada en la cama, asimilando el sueño dejándome creer que es real y que me estoy enamorando de un dios, un ser inmortal, yo, una mujer que ha pasado por mucho en su vida y que aún no cree que Morfeo de los Eternos me mira de esa forma, una mortal con ojos que pueden traspasar puertas, reinos que aun no conozco. Tal vez, mis ojos sean la mejor prueba de que Morfeo y yo podemos estar juntos para siempre y hasta después de la muerte.

-Hablaré con Muerte primero... -La voz de Morfeo me asustó sacándome de mis pensamientos, se encontraba al frente mío, me miraba serio creo que tenía miedo. Yo asentí llegándolo a abrazar, pero él me detiene acariciando mi mejilla dándome un beso en los labios. Sus manos comenzaron a rodearme la cadera atrayéndome hacia él, su calor y su respiración me hacían delirar y en preguntarme si esto era real o un sueño.

-Esto es tan real como tu Amunet... -me susurra entre mis labios, ¿cómo supo lo que estaba pensando?

-Amunet!! -la voz de Sara resonó abriendo la puerta de mi habitación ella al entrar me mira asustada al igual que a Morfeo el cual comenzó a disiparse como si fuera arena dejándome sola ante los ojos intrigados de mi mejor amiga.

-¿Qué putas Amunet???!!

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Me encuentro sentada en el comedor tomando una tasa de café con leche, acompañado de unos panecillos ingleses. Tomo el cuchillo partiendo uno de ellos a la mitad untándole mantequilla, arrugo mi frente deteniendo lo que hago para rodear mis ojos y mirar a Sara la cual está tomando su café sin dejarme de mirar como una loca desquiciada.

-¿Se te perdió algo? -le digo, sé que lo que quiere es que le cuente lo que pasó pero me encanta hacerla sufrir.

-Oh vamos!! Sabes que es lo que quiero... ¡cuenta de una buena vez!

-Para la próxima, trata de tocar la puerta antes de entrar... -le digo mientras me levanto y abro la ventana dejando pasar a Jessamy dándole un poco de pan.

-¿Es que planean hacer algo mas que besarse?- la pregunta indecorosa de mi amiga hizo que el cuervo se ahogara con el pan, yo la miro enojada.

-Basta Sara... -le digo señalando con la mirada al ave que poco a poco comienza a recuperarse.

-Vamos! ¡Es solo un pájaro!

-No solamente soy un AVE señorita Jhoseph.- ahora la que se ahoga es mi amiga.

-Ella es su más fiel amiga y servidora- le digo presentádola ante Sara quien la mira aun sorprendida.

-Habla... -afirma Sara, yo asiento.

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Al caer la noche, me dispongo a tomar un baño mientras mis ojos cerrados se dejan guiar por las pequeñas luces que hace el agua al caer en ellos. Imágenes de ahora en la mañana me invaden haciéndome sonreír de nuevo como una tonta.

-¿Y si regreso a mi tribu buscando respuestas?- me susurro al mismo tiempo en que cierro el tubo y salgo del baño poniéndome una bata. Al abrir la puerta y entrar a mi dormitorio encuentro a un hombre de ropas negras sentado en mi cama, me mira muy seriamente escaneando cada parte de mi cuerpo cubierto con solo una bata.

Siento como mis mejillas se calientan provocándome que sudara, comencé a respirar entrecortadamente.

-¿Qué... qué haces aquí?- le digo después de aclarar mi garganta.

-Me dijiste que querías que estuviera contigo también en este mundo- me dice con una voz casi como un susurro. Su mirada era penetrante, sentía que mi bata ya no la tenía puesta así que rápidamente compruebo de que no sea así.

Mientras eso sucede, unas manos blancas casi traslucidas detienen las mías, al mirar, los ojos de Oneiros se encontraban a pocos centímetros de mí. Mis latidos comenzaron a sonar más fuerte creía por un momento que Morfeo los escuchaba, me tomó de sorpresa cuando una de sus manos se deslizó hacia mi cintura llevándome hacia su cuerpo, esa calidez, ese calor nuevamente me hacían sentir tranquila y sonreí, pero sus labios tocaron los míos haciendo que esa sonrisa se desapareciera uniéndose al ritmo de los de él.

No sé cómo llegamos a acostarnos en mi cama, no sé cómo sucedió que le hice el amor a un Eterno, no sé cómo él me amó tanto como yo a él. No sé como pude ver el universo completo que yo cargaba en mis ojos con solo amarlo a él.

Teníamos miedo, porque esto significaba que él me tomaba como su mujer, como su igual, pero no era así ante los ojos de los demás dioses, ni mucho menos del Creador. Pero esa noche fue de nosotros, las preocupaciones las dejamos afuera de la cama. Sé que muy pronto tenemos que librar una batalla en contra de muchos que se oponen a nosotros, pero yo no tengo miedo y sé que él se siente ahora más seguro de enfrentar esto que nos viene.

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Narrador Omnisciente

Jessamy ve por la ventana lo que su señor ha hecho y un verdadero terror la carcome, esto puede provocar la destrucción del reino del Sueño y por ende la de todo ser humano. ¿Cómo Morfeo dios del sueño no entiende eso? Está poniendo en peligro a todo su reino y su creación por causa de su amor por Amunet.

Jessamy alza vuelo dirigiéndose al reino de la Ensoñación, adentrándose en el palacio del Lord y buscando la biblioteca donde Lucienne le recibe con una sonrisa, pero que poco a poco empezó a desvanecerse por causa de la mirada perdida de Jessamy, la cual aterriza casi cayendo en una pila de libros si no hubiera sido por Lucienne quien la ataja.

-Nuestro Lord ha hecho algo que nos puede eliminar para siempre... -suelta el ave muy preocupada.

El suspiro de Lucienne da señal a Jessamy de que ya sabe a lo que se refiere, enseñándole un libro con el título de Amunet Cisse.

-Acabo de leerlo... bueno... no todo... -dice sacudiendo la cabeza.

-¿Qué vamos hacer?

-Amunet tiene una buena idea... y algo peligrosa también...

-¿Crees que con enfrentar a los dioses, incluso al Creador de todo saldrán victoriosos?

-Lo único que sé Jessamy, es que tenemos que apoyar a nuestro Lord.

-Y a la Lady... -dice Jessamy, Lucienne se detiene aceptando el nuevo título de la joven humana. -¿Pero y si no hay salvación? Deberíamos de detener toda esta idea suicida.

-Nuestro deber... -contesta Lucienne dejando caer con fuerza un libro en el escritorio, se da cuenta que sus manos tiemblan al igual que todo su cuerpo, sus ojos comienzan a lagrimear más de lo que deberían- es apoyarlos... nuestro señor tiene el total derecho a ser feliz...

Un silencio sepulcral continuó después de la voz de Lucienne.