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Killua

Hay quienes consideran que la conexión que existe entre dos auténticas almas gemelas es algo demasiado único y etéreo para la  simple mente humana.

Las almas gemelas cuyos lazos son más fuertes que otros, tienen la capacidad de sentir el dolor físico del otro, incluso las cicatrices quedan grabadas en ambos cuerpos; porque estas personas no sólo deben compartir vivencias, recuerdos y amor, también dolor. Ese sería lazo que los ataria por siempre.

Para Killua aquello era una estupidez. No creía en eso de "almas gemelas" ni el "dolor compartido". A su perspectiva el amor era innecesario. Para él era suficiente obtener buenos estudios y un buen trabajo en el futuro. De ninguna manera Killua creía en las almas gemelas.

Hasta cierto día.

Faltaban pocas horas para que empezara la reunión familiar. Killua estaba en su habitación arreglandose adecuadamente. Al momento de salir, sintió un impacto en su mejilla izquierda seguido de un constante palpitar en la zona del pómulo. Estaba seguro de no haber chocado con nada, ni que nada había volado hacia él para golpearlo. Se le hacía tarde así que rápidamente bajó hacia el encuentro con su familia. Su hermano mayor Illumi lo detuvo en la mitad de las escaleras y lo miro entre asombrado y molesto.

—¿Que demonios te pasó?

Killua lo miro extraño y le dijo que no sabía a que se refería, entonces Illumi le tocó la mejilla y sintió el ardor. Soltó un quejido y rápidamente subió a su cuarto a buscar un espejo, su pómulo izquierdo estaba cubierto por un gran moreton.

—¿Qué...?

Soltó una maldición y tuvo que recurrir a su madre para que cubriera con maquillaje esa zona. La mujer se abstuvo de preguntar que le pasó ya que debían apresurarse para la reunión.

Esa ocasión no fue la única.

Unos días después, cuando iba a ducharse noto los moretones que tenía en todo el largo de sus brazos. Eran pequeños pero estaban dispersados por toda la extensión.

—No puede ser...

Suspiró y trató de recordar donde pudo haberse lastimado. Al final llegó a la conclusión de que pudo haber sido alguna reacción alérgica a algo y no prestó más atención.

El siguiente apareció un día después. Estaba en la sala, totalmente concentrado pintando un cuadro. Su madre estaba sentada cerca, observandolo meticulosamente y su hermana menor Alluka estaba sentada a su lado, escuchando música con los auriculares.

Estaba por hacer un trazo con el pincel cuando una fuerte punzada en el lado derecho del abdomen lo atacó. Lo obligó a doblarse ligeramente hacia atrás y el pincel cayó de sus manos.

—¡Ah! —jadeó de dolor.

—¿Qué ocurre Kill? —Su madre se mantuvo inexpresiva ante sus muecas de dolor. Alluka se acercó preocupada.

—N-no lo sé... —Alzó su camisa para revisar la zona en la que había sentido dolor. La sangre se le helo al ver marcados en su piel marcas alineadas de rasguños. Sangre goteaba lentamente de ellas.

La mirada de la mujer decayó sobre él con un gesto de asombro. Su hermana no dejó que siguieran hablando y lo llevó a su habitación para limpiarle la herida. Antes de irse le dijo a su madre la excusa de haberse caído en el patio hace unos minutos y ella no insistió más. Entonces habló con Alluka acerca de las veces que aprecian moretones en su cuerpo de la nada y ahora esos cortes...

En el momento en que lo mencionó la mirada de Alluka brilló con emoción y su boca formó una O.

—¡Es tu alma gemela!

—¿Mi que...? Alluka no digas tonterías. Yo digo que mejor traemos un exorcista a la casa ¿no?

—¡Tu eres el que está diciendo tonterías! —Hizo un puchero—. Sé que conoces la historia de las almas gemelas con los lazos más fuertes ¡hermano, esos golpes los esta recibiendo tu persona destinada!

La niña estuvo insistiendo con eso todo el día pero Killua no quería creerle. Se negaba rotundamente a creer en "almas gemelas". Pero los moretones, cortes y raspones en su cara y cuerpo, absolutamente todos los días, estaban empezando a hacerle creer en esa ridícula historia.

Su plan era ignorar todo. Tarde o temprano debía acabarse ¿no? Así que solo aguantó los dolores y puso todo de sí para ignorar las marcas de su cuerpo. Incluso fingía ignorancia cuando su familia preguntaba.

Pero la última herida, había sido la gota que derramó el vaso.

Estaba frente a toda su familia; sus padres, sus abuelos y sus hermanos. Su madre había programado una presentación de piano de Killua para toda la familia (sin preguntarle). Y ahí estába, tocando canciones aburridas y largas que satisfacían los oídos de los abuelos y sus padres. Sus hermanos claramente luchaban por no dormirse. De pronto sintió un ligero mareo atacandole, su visión borrosa le hizo equivocarse una vez pero aún así iba seguir, de no ser porque su hermano Illumi corrió hasta él y sin previo aviso lo tomó del rostro, examinándolo.

—¿Que haces? —Se alarmó. Entonces sintió algo gotear por su nariz. Lo palpo y al revisar sus dedos comprobó que era sangre—. No ahora... —susurró.

Se marchó del lugar rápidamente. Cuando sus abuelos le pidieron una explicación dijo una ridícula excusa acerca de caerse por las escaleras en la mañana y que la reacción había llegado tarde. No preguntaron más, veían a Killua muy irritado por aquella falla que la herida había causado.

Al siguiente día, notó el enorme raspon en una de sus rodillas y finalmente se decidió.

—Con que así son las cosas... "alma gemela".

Corrió hacia la habitación de su hermano Milluki y entró sin tocar. Él estaba frente a su computadora, sentado en medio de todo el desorden de ropa tirada y bolsas de frituras. Antes de darle tiempo a que le reclamara, Killua lo miro y le dijo con firmeza:

—¡Golpeame!

La cara de asombro de Milluki no tenía precio. Éste se negó, sospechando alguna trampa en eso. Pero Killua le insistió tanto que al final terminó callandolo con un buen golpe directo en su boca. Lo más raro es que a pesar de que el labio le sangraba, Killua le sonrió y le agradeció, luego se marchó.

—Espero que te haya dolido eso, alma gemela —le habló a la nada, como si aquella persona le escuchara en donde quiera que estuviera.

Para sus hermanos fue al aterrador verlo de tan buen humor a pesar de estar lleno de moretones, raspones y ahora un labio partido.

Pero las cosas no se acabaron allí.

Como si su alma gemela le siguiera el juego, los golpes siguieron apareciendo con más frecuencia y ahora Killua se lastimaba a propósito con la justificación de "hacerle pasar por lo mismo". Ahora estaba de pie, junto a Alluka en la mitad de las escaleras.

—¿Estas seguro de esto, hermano? —decía la niña, mirandolo preocupada.

—Estaré bien —insistió. Antes de que Alluka pudiera decir algo más, Killua se tiró por las escaleras sin ningún rastro de miedo. La niña soltó un chillido y corrió a ver su hermano. No termino inconciente ni con heridas graves, solo con un leve corte arriba de su ceja.

Habría continuado, en realidad no le importaba, pero Alluka finalmente le puso un alto y lo amenazó con decirle a su padre (hasta ahora había ocultado todo con maquillaje, sus padres no se habían enterado), así que Killua tuvo que parar.

—¿Y si mejor buscas a tu alma gemela? ¿Que tal si es alguien que sufre de maltratos y necesita ayuda? —La preocupación se reflejaba en todo el rostro de su hermana.

—No lo creo. Sentí como si en realidad me estaba siguiendo el juego. —Puso los ojos en blanco.

—Aún así deberías buscarla y arreglar sus problemas, por el momento ¡deja de lastimarte!

—Sí, si, ya lo sé.

Supusieron que no iba a ser difícil, ya que esa persona debía tener las mismas marcas que Killua, pero realmente no tenían ningún indicio sobre donde empezar a buscar. Lo intentaron por redes sociales; nada. Luego inspeccionaron a conocidos; de nuevo nada. Killua no podía estar más irritado, ya que los golpes seguían apareciendo y ahora ya no podía "hacerle lo mismo".

Pero pronto tuvo que dejar de lado esos pensamientos para enfocarse en otra cosa: el colegio. Ya faltaba poco para iniciar un nuevo año escolar y sus padres los obligaron a adelantarse con algunas materias. Milagrosamente durante ese tiempo, la frecuencia con la que aparecían las marcas disminuyó, no desapareció por completo pero al menos ya no eran tantas.

Finalmente llegó el primer día de clases y no fue exactamente perfecto para Killua. Había aparecido un nuevo y enorme moreton en su cara, debajo del labio, ¡justo cuando ya todos habían desaparecido!. No tuvo tiempo de maquillarse, ya que su madre hizo un escándalo por aquella marca tan notoria, su piel era demasiado pálida y aquel moreton demasiado morado. Gracias a aquel escándalo, donde le tachó de "pandillero" y tener malas compañias, ahora estaba llegando tarde el primer día.

Los pasillos estaban totalmente vacíos. Era el único corriendo por ellos, buscando sus salón de clases. Sus hermanos mayores ya se habían graduado, Alluka asistía a una escuela exclusiva para niñas y Kalluto estudiaba en el extranjero, así que no tendría compañia por un buen rato.

Mientras maldecia internamente, giró una esquina... pero algo, o mejor dicho alguien apareció al frente de la nada y ambos chocaron con fuerza, al parecer la otra persona también iba corriendo. El estrepitoso sonido de cosas de metal cayendo resonó por las paredes.

—Maldita sea... —susurró levantándose. El impacto había sido con tanta fuerza que ambos cayeron al piso. En cuanto levantó la mitad de su cuerpo sintió un gran ardor en una de sus mejillas. Soltó un jadeo y acercó su mano a la zona, notando rápidamente la humedad de la sangre que empezaba a gotear. Observó a su alrededor y observó varios objetos de metal dispersados en el suelo, uno de ellos debió haberlo cortado.

—¡Lo siento mucho! ¿Estás bien?

Killua subió la mirada al escuchar la preocupada voz. Entonces ambos se miraron y no supo como reaccionar. La sangre se le helo y sintió su corazón bombear con más fuerza. Era un chico, pero no un chico cualquiera; era poseedor de unos hermosos ojos color avellana que eran adornados por unas largas pestañas, su cabello era negro con un leve tono verdoso en las puntas, su piel era bronceada y brillante, sus labios finos estaban ligeramente abiertos por la impresión reciente, y había un detalle más... habia un enorme moreton debajo de su labio. Un corte se había formado en una de sus mejillas, en la misma que él.

Necesitaron varios segundos para procesarlo, hasta que finalmente el moreno habló:

—¿Eres tú? —Lo miró con un brillo especial en los ojos y sus labios levemente curvados formando una sonrisa.

Entonces Killua reaccionó. Él era su alma gemela, su persona destinada y... el maldito que había estado haciéndole la vida imposible con todas esas malditas heridas que aparecían de la nada.

—¡Eres tú! —un grito lleno de enojo escapó de su boca. La expresión del chico cambió rápidamente a una nerviosa.

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