Capítulo N° 59
El sol iluminaba de forma suave, pues era la media tarde y el lugar estaba lleno de gente bebiendo café. Ahí, en la cafetería, se encontraba el Loco, bebía un poco de café con tranquilidad, mientras hablaba con un hombre de traje gris. El hombre apenas hablaba, solo escuchaba las palabras que él le decía. El hombre de traje leía los papeles que tenía delante para luego darle a firmar otros.
Estaba esperando a otra persona, así que luego de que el hombre de traje se despidió de él, el Loco terminó de beber su café mientras esperaba a su cita real. Vio de soslayo una falda roja que danzaba en el aire con movimientos suaves peros sexys a la vez, entonces suspiró al hacer a un lado su taza, a la vez que llama a un mozo para que le llevara otra taza más.
—¿Llegué tarde?
—Yo llegué temprano.
El Loco miró fijo a los ojos negros de Ruriko que se ubicó frente a él. Ambos se miraban con atención, sin quitarse un segundo los ojos de encima, como si temieran que el otro lo atacara.
—¿Estás armada?
—Siempre lo estoy —respondió ella con una sonrisa torcida al correr la falda de su vestido rojo, enseñándole los kunai que llevaba en la pierna, a la vez que el Loco le enseñó los cuchillos que llevaba escondidos.
—Así estamos —dijo él con una sonrisa torcida—. Contame tu historia, ¿por qué debo creer que querés ayudarme a deshacerme del pollito?
Ruriko se encogió de hombros y corrió la mirada, no sabía exactamente por dónde empezar. Suspiró al colocarse un mechón de cabello tras la oreja mientras pensaba las palabras exactas que debía decir.
—Mi onii-san y yo pertenecíamos a los yakuzza. Él era el heredero indiscutible a jefe, yo la siguiente... —Ruriko se quedó en silencio y dirigió su mirada hacia el Loco, buscando ver si era de confianza o no—. Cuando nuestro padre murió, Akihiko era demasiado pequeño para liderarnos, así que mi tío tomó el poder, pero cuando mi onii-san tuvo la edad suficiente para ocupar su puesto, mi tío nos mandó a asesinar. De niños nos hería a ambos, en especial a mi hermano, supongo que buscaba hacer que le temamos para que no lo enfrentáramos jamás, solo que... cuando mi hermano cumplió los dieciséis años y obtuvo la suficiente habilidad como para enfrentarlo, lo mató. Tuvimos que huir de Japón para poder vivir, los yakuzza nos perseguían y... llegamos aquí, donde los Moms nos recibieron, donde Julio-sama nos recibió. Le debemos lealtad porque él alejó a los yakuzza de nosotros.
Ruriko se quedó en silencio por un rato, pensando cómo seguir la historia sin llorar, terminó entonces por suspirar, omitiendo las lágrimas en sus ojos.
—Julio-sama lo era todo para mí y él murió a manos de Sabatini, quiero que muera. Quiero verlo muerto, ¡quiero que él sufra tanto como yo sufro al no tener a Julio-sama conmigo! —Aunque quería evitarlo, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas—. Ya no tengo nada... Mi hermano lucha por su vida en esa clínica que nos cediste, él quería que yo regresara a casa a recuperar lo que me corresponde, pero... ya no tengo nada en la vida, solo la esperanza de que mi hermano abra los ojos, solo la ilusión de que Sabatini muera y sé que tú podrás darme lo que deseo. Sé que tú deseas verlo morir tanto como yo.
El Loco la miró en silencio y bebió el café que le llevó el mozo, observando los ojos negros de Ruriko, entonces estiró su mano hacia ella para efectuar el trato. Serían aliados temporales, y se prometían no atacarse una vez la alianza finalizara. Luego de su venganza, ninguno se inmiscuiría en los asuntos del otro.
Luego de unos minutos de negociaciones, Ruriko dejó la taza de café en la mesa y se puso de pie para luego arrojar un par de billetes encima.
—Yo invito, Wolff.
Él no respondió, solo asintió con su cabeza como forma de saludo y se quedó en su posición, gélido en su lugar y atento a cada movimiento de la japonesa, hasta que ella salió por la puerta y la vio de soslayo subirse en un elegante vehículo. Dejó ir un suspiro, Ruriko no le daba miedo pero sí lograba ponerlo nervioso, pues sabía que ella era mucho mejor que él con las armas blancas, y que tenía técnicas sigilosas de matar que él desconocía.
Se puso de pie y salió de allí para subirse a su auto, tenía que visitar a otra persona antes de regresar a la casa. Fosa le había advertido sobre el ascenso inesperado de Rata, pero su voz se oía tan extraña al hablarle que, pese a que su amigo era frío y prácticamente inexpresivo como un robot, él supo que se encontraba mal por la pérdida de Serge y, también, la posible pérdida de Rata si es que debían separarse por trabajo.
Estacionó en la puerta de la casa que ambos compartían y tocó el timbre, a la espera de que uno de ellos le abriera. Supuso que Rata estaría en Assassin muy ocupado no solo con papeleos, sino con el caos producto de la muerte de Julio. Fosa abrió la puerta y, por primera vez, el Loco vio ojeras bajo sus párpados.
—Te ves horrible —dijo con una sonrisa torcida mientras caminaba a su lado para ir al comedor
—La última vez que me vi atractivo fue hace casi seis años cuando entré en esa maldita casa con Sabatini —dijo con un siseo, luego giró para verlo—. ¿Café, vino o cerveza?
El Loco miró la copa de vino que estaba en la mesa, con la botella a la mitad.
—Viendo que estás tomando vino te acompañaré con una copa.
Fosa no dijo nada, solo tomó una copa de un cristalero y sirvió para su amigo, que se había sentado a la mesa y lo miraba fijo con sus brazos cruzados. El Loco lo escrutó entero, el cabello desprolijo, su camisa mal abotonada, incluso había platos en la bacha que faltaban por lavar.
—Nahui, ¿necesitás ayuda? —dijo con suavidad.
—Lo que necesito es resolver este desastre en el que me metió mi compañero de hogar. ¿Sabés lo que implica el papeleo de convertirme en el único heredero de los Barrenderos? Me llaman a cada hora de todos lados preguntando por Rata, todo el puto tiempo, y solo pasaron tres días.
El Loco apretó la mandíbula y los labios, pues no lo veía bien, era en verdad la primera vez que lo veía hecho un desastre desde que lo vio por primera vez salir del vacío cuando eran niños.
—Lamento mucho lo de Serge, sé que vos...
—Si decís una maldita palabra más te voy a meter tres putos tiros en la frente —dijo entre dientes—. ¿A qué viniste? ¿A hablar de Omar? Ya te dije que él va a firmar tu libertad.
—Ahora que es dueño de D.E.A.T.H. y que el pollito está usurpando Mörder, luego de lo que le hizo a Pamela... ¿va a matarlo?
—A él no le importa Mörder, está lleno de traidores, tiene gente leal en Assassin, no necesita gente que por un par de billetes lo van a cambiar —Tomó la copa de vino de la mesa y dio un largo trago hasta acabarse todo el contenido—. Respecto a Sabatini, no lo sé. No hablamos de eso, es probable que te ofrezca ayuda o te financie en caso de que lo necesites, pero no sé si va a ir personalmente o no, no me lo dijo.
Fosa tomó su paquete de cigarrillos del bolsillo y se colocó uno en los labios que no tardó en encender, y el Loco lo imitó, pero pese a su mal estado apoyó en la mesa un cenicero para que no arrojara todo al suelo, y eso hizo sonreír al Loco, que al menos conservara un poco de espíritu era una buena señal.
—Tengo a la Tanaka de mi lado, momentáneamente, no sé si vos tal vez...
—Yo soy neutral —dijo Fosa con dureza.
—Él mató a...
—Cuidado con lo que vas a decirme —gruñó con odio—. No pongas a prueba mi paciencia, no en este momento.
—Nahuel, no estás bien. ¿Vas a pasar esta noche solo también? —dijo con un suspiro y sopló el humo de su cigarrillo.
—¿Y con quién lo voy a pasar, con vos? Omar está ocupado y por suerte se llevó a su monstruo con él, voy a estar solo como lo estuve toda mi vida. Andate, Jack, haceme ese maldito favor.
—Voy a enviar a Erica a verte, al menos esta noche.
—Y yo la voy a matar —dijo Fosa entre dientes.
El Loco le sonrió de lado y terminó el contenido de su copa, para luego darle otra pitada a su cigarrillo. Luego se puso de pie y tomó las llaves de su auto para demostrar que ya se iba, no es como si fuera muy bienvenido de todos modos.
—A las 20:00 hs. Erica va a estar acá, llamame si lo necesitás.
Erica llevaba horas entrenando en el sótano, apenas si había almorzado solo un sandwich de huevo, sin importar los ruegos de Lucas para que se alimentase bien. Fosa no la había llamado en ningún momento, ni para trabajar ni para entrenar, justo cuando más necesitaba destrozar algo o a alguien. Sus músculos le rogaban por un descanso, su estómago gruñía por hambre, pero Erica continuó golpeando esa bolsa de boxeo en el suelo, apretado entre sus piernas, una y otra y otra vez, con lágrimas en sus ojos.
Sveta había muerto y ella no pudo recuperar su cuerpo. Serge había muerto, y ella no estuvo presente. Se sentía el ser más impotente, inútil y débil del mundo, porque no pudo salvar a su familia, no pudo evitar que Lucas sufriera tantas atrocidades, y no pudo evitar la muerte de sus queridos amigos.
Sus nudillos, pese a las vendas que tenía, habían comenzado a sangrar, y solo cuando la bolsa comenzó a mancharse en ese escarlata es que ella dejó de golpearla. Dejó ir un suspiro y chasqueó la lengua, jadeante, pues sabía que al frenar sus músculos no querrían volver a movilizarse. Si ella se sentaba, quedaría allí sin volver a moverse.
—Eri, tenés que descansar, ya llevás mucho tiempo acá —dijo Lucas y apoyó con cariño su mano en la espalda sudada de ella.
—¡No! Necesito... necesito ser fuerte, Lucas, necesito...
—Lo sé y lo entiendo, pero necesitás descansar, a Jack no le va a gustar que te excedas de esta forma.
—Necesito ser fuerte, necesito terminar el vacío... —dijo en un susurro, aunque Lucas no entendía a qué se refería.
—Vamos arriba, tomemos unos buenos verdes juntos, ¿sí? Unos mates calentitos, algo rico para comer. Vamos arriba, por favor —rogó con sus ojos cristalizados—. Si algo te pasa, Eri... Te estás exigiendo mucho, te sangra la nariz todo el tiempo, si algo te pasa... No quiero ni pensarlo.
Erica le sonrió con tristeza y él la ayudó a ponerse de pie, y sujetándola de la cintura subieron las escaleras juntos. Ella fue rápidamente al baño para poder darse una ducha, estaba asegura de que su olor no era el más delicioso en ese momento.
Lucas puso entonces la pava en el fuego y sonrió al ver a Jack jugar con Hund en la alfombra, se corrían por todo el living, pero pese a la ternura que le daba a veces no podía evitar recordar todos los cadáveres que quedaron sobre la anterior alfombra, y que Erica se encargó de limpiar. Sacudió su cabeza para borrar ese pensamiento.
Cuando Erica salió del baño ya cambiada con ropa cómoda y limpia, se sentó a la mesa con Lucas para poder tomar mate. Allí habían porciones de tarta de frutillas que ella había preparado el día anterior, sin embargo Erica frunció su nariz al verlo y se puso de pie para abrir la heladera. Comenzó a sacar de adentro varias cosas que fue dejando una a una sobre la mesa, con las cejas alzadas de Lucas al ver todo allí.
—¿Te comerás todo eso?
—Tengo hambre.
—Y sí, si comiste solo un sanguchito de huevo, obvio que estás cagadísima de hambre —la regañó Lucas y señaló con su vista el nuevo sandwich que Erica se estaba preparando—. ¿Pero por qué esa mezcla rara?
—No sé, tengo hambre.
Lucas no dijo nada más, preparó un mate para tomar mientras observaba cómo Erica untaba cheddar y mermelada de ciruela en los panes, para luego agregarle una feta de jamón, un trozo de queso fresco, tomates cherry y bananas cortadas. No pudo evitar fruncir su nariz con asco por esa mezcla agridulce, tuvo que sacudir su cabeza por el escalofrío que recorrió su espina dorsal.
Trató de no mirar mucho los siguientes sandwiches que Erica se preparó, porque cada mezcla era incluso peor que la anterior, y cuando la vio mezclar atún con mermelada de ciruela, fue su límite y tuvo que salir al patio para respirar aire fresco y no vomitar. Solo luego de que el asco se le fue, regresó a la mesa para descubrir que Erica estaba guardando todos los utensilios para solo tomar mate.
—¿Qué harás cuando todo termine? —preguntó ella mientras se lamía los dedos de las manos, saboreando la mermelada que se impregnó en sus dedos.
—Iré a casa y... abrazaré a Mica. Es una pendeja de mierda pero la extraño tanto, Dios, extraño pelearle, extraño volverla loca con canciones infantiles y que me revolee un almohadón para que me calle. Extraño tomar mate con ella o cocinar juntos, la extraño tanto que... —Lucas sonrió con tristeza, con sus ojos que se llenaban de lágrimas—. La extraño tanto que podría incluso morir si sigo alejado de ella.
—Tal vez ya puedas ir, Lu, podríamos hablar con Jack. Rata sigue teniendo a su gente cuidándolas, podrías regresar y estarías a salvo.
—No creo que sea buena idea, prefiero... prefiero saber que él ya no va a perseguirnos, que él está muerto, solo así podría sentir paz y podría ver a mi mamá y mi hermana a los ojos, y decirles que todo está bien —susurró con la mirada baja.
Erica llevó su mano hacia la de él y la tomó con cariño, para demostrarle que todo estaría bien. Le dedicó una tierna sonrisa que él no tardó en responder, para luego reírse.
—Creen que tengo novia en Córdoba y por eso no regreso, Mica incluso asegura que voy a ser padre y estoy escondiendo el embarazo de mi supuesta novia —dijo con una risita.
—Uf, con lo pervertido que sos, yo también lo creería —Erica se rió con ánimo.
—No soy un pervertido, soy el tipo más respetuoso del mundo.
—¡Cuando llegamos me tocaste el culo, le dijiste a Jack para hacer un trío y encima le pediste a Chris que filmara!
—¡Ey! Él dijo que lo subiría a internet para ganar plata, ¿y yo soy el pervertido? Yo solo quería divertirme, además si mal no recuerdo Jack y vos me comieron la boca, ¿o no? —dijo con una sonrisa torcida—. Estaba borracho, Eri, cuando tomo mucho y alguien me gusta de en serio, a veces me pongo un poco... intenso.
—Caliente querrás decir —se rió ella.
—Sí, también —Lucas se rió con ganas y sorbió la bombilla de su mate—. Además, salvé la vida de ustedes varias veces y al regresar me los comí a los dos, qué gran día, el mejor día de mi vida.
Erica se rió con ganas, pues aunque el Loco y ella estaban sobrios cuando regresaron de Mörder la noche anterior habían comenzado a discutir, al menos hasta que Lucas intercedió de una forma única, besándolos a los dos, que no dudaron en devolver el beso y saborear los labios del rubio.
Luego Erica suspiró, Lucas no había hablado mucho de lo que pasó la noche anterior, era la primera vez que él mataba a personas y no había dicho una palabra al respecto. No lo veía afectado, lo veía muy tranquilo, pero ella sabía que él solía esconder todos sus pesares tras chistes y bromas, y Sveta ya no estaba para quitarle algo de peso. Quiso preguntarle algo, presionar suavemente hasta que hablara, pero en ese momento se oyó el portón del garage abrirse y a los pocos instantes ingresó el Loco en el living. Luego de saludar a Jack y Hund con una caricia a cada uno, se acercó con un gesto agotado hacia Erica y Lucas.
—¿Qué tal la japonesa? —preguntó Erica cuando él se sentó junto a Lucas.
—Está en el grupo.
—¿Le creés? ¿Es confiable?
—Luego de oír lo que oí, sí, le creo.
El Loco entonces les contó los detalles de su reunión con Ruriko, respetando su historia personal que no venía al caso, pero habló sobre el trato que hicieron y la salud de Akihiko, quien estaba en grave estado mientras que los médicos hacían todo lo posible para sanarlo. El Loco tenía la esperanza de que el milagro que sucedió con Nahuel volviera a repetirse, pues si Akihiko llegaba a morir, él no estaba seguro de hasta qué punto el trato con Ruriko sería sostenible.
Luego se quedó en silencio, con su rostro apoyado en el puño mientras veía a Erica y Lucas tomar mate y conversar sobre sus entrenamientos. Todos en la casa estaban agotados, él apenas si había dormido algo, Lucas tenía unas ojeras bajo sus ojos, y Erica... ella era la que peor se veía de todos. Por ese motivo entrelazó sus dedos con los de ella y le dio un tierno beso en la mano, para luego instarla a ponerse de pie y caminar hacia el fondo, donde se sentaron a solas en el banco bajo el árbol a mirar el cielo anaranjado.
—Estuve hablando con mi abogado —dijo él luego de un largo rato de silencio—. Le pasé las pruebas de todo, los videos, los archivos, todo. Aunque eliminemos D.E.A.T.H. será complicado salir impunes; es probable incluso que vos te veas afectada. No mucho, probablemente unos meses o un año por los asesinatos que hiciste si es que esto llega a los medios o la policía, los jueces considerarían el hecho de que si no lo hacías tu familia y tu propia vida se vería afectada, pero es improbable que salgas limpia de todo esto. Quedará grabado en tu archivos de forma permanente y... —Se quedó en silencio por unos instantes, poniendo nerviosa a Erica, así que sacó su paquete de cigarrillos para prender uno y, recién cuando sintió el sabor a tabaco en su boca, continuó hablando—. ¿Qué sucederá cuando tengas hijos?
—Tengamos.
—Cuando tengamos hijos... —Se rió ante esa corrección—. Estaba pensando en eso. Se sabrá que siempre fui un asesino. Mi abogado puede limpiarte a vos de todo esto, utilizando el apodo que te volvió tan popular, pero yo no saldré limpio y es probable que vaya unos buenos años a la cárcel. No temo ir a la cárcel, sinceramente, en solo dos segundos me haría respetar ahí dentro, pero... esto podría durar un buen tiempo, ¿y si mi pasado arruina tu vida, y si todo Mörder arruina tu futuro o el de tus hijos? —Antes de que Erica lo corrigiera, siguió hablando—. Nuestros hijos... Estaba pensando en eso. Tengo un pasado muy turbio, ¿qué sucederá cuando vayan a la escuela, cuando la gente sepa que son hijos de asesinos? Les temerán... Sé lo que es que te teman y no tener amigos por culpa de eso, no es agradable, es... solitario.
Erica lo miró con pena y se aferró a él, se acercó un poco para poder darle un tierno beso en la mejilla.
—Vas a ver que todo va a salir bien, no pienses en cosas malas, si tu abogado puede cubrir mi nombre y ser solo «La Princesa», tal vez vos puedas ser simplemente el Loco y no Jack Wolff.
Él asintió lentamente y dejó ir un suspiro, mientras que Erica reposó su cabeza en el fuerte hombro de él, tomada de su brazo y con sus dedos entrelazados
—¿Ya estás pensando en hijos, picarón?
—Tengo veintinueve años, Erica, formar una familia es lo que más deseé toda mi vida —Vio que Erica pensaba decir algo así que le cubrió la boca con el dedo índice—, pero es pronto, muy pronto, demasiado pronto. Yo apenas puedo manejarme con Jack, no puedo ser un buen padre con él y es el Rubio quien ocupa el verdadero rol de padre. Necesito tiempo para eso, deshacerme del pollito, de D.E.A.T.H., mejorar nuestra relación... Y por sobre todas las cosas, primero tenemos que sobrevivir.
—Cuando todo esto termine —comenzó a decir Erica con una sonrisa—, cuando seamos libres de verdad y D.E.A.T.H. no esté tras nosotros, cuando decidamos que es el momento, me sentiría realmente honrada de ser la madre de tus hijos.
Él sonrió con alegría al oír sus palabras, la tomó con suavidad del rostro para poder fundir sus labios en un beso dulce y lleno del mutuo amor que se sentían. Se separaron un poco solo para poder verse directo a los ojos, un choque de gris y celeste que se miraban con intensidad, pero también con amor.
—Prometeme que vas a hacer todo lo posible para que seamos libres y formemos una familia juntos—dijo Erica con una sonrisa al acariciarle el rostro.
El Loco la miró en silencio por unos instantes, sonrió al ver la hermosa sonrisa de su esposa, sus preciosos ojos grises y todo su rostro perfecto, incluso con sus cicatrices, perfecto como toda ella.
—Te lo prometo.
Entonces se besaron nuevamente y ese beso, primero suave y cariñoso, poco a poco se volvió en un delicado fuego que no tardó en volverse un incendio forestal. Él no dudó en levantarla de los glúteos para que enredara sus piernas en la cintura y caminar hacia el fondo del gran patio, tras los frondosos árboles, donde había un quincho que hasta el momento no habían usado, pero que esa era una buena ocasión para estrenar.
Apoyada contra una pared y sostenida por los fuertes brazos de él, hicieron el amor. Ambos lo necesitaban, duro, sucio e intenso, y solo cuando dejaron ir sus últimos suspiros y gemidos placenteros, en ese último embiste, es que él la miró fijo a los ojos. Ella era la luz que lo había atrapado desde el primer día, y sonrió para ella al besarla en los labios y abrazarla con fuerza, aún con sus piernas enredadas en la cintura y todavía dentro de ella.
—Te amo —le dijo Erica contra los labios.
—También te amo, más que a nada en el mundo —susurró él y volvió a besarla.
Se quedaron abrazados por un rato, aunque Erica bajó sus piernas para poder estar de pie, y luego de unos minutos se enjuagó los muslos y la entrepierna en el baño que había allí, mientras que él la esperaba apoyado en la ventana.
—Mein Liebling —dijo con un suspiro y ella se acercó para abrazarlo desde atrás y apoyar su rostro en la espalda de él—, ¿cómo estás vos?
—Estoy bien, tengo que estarlo, ¿verdad?
Él suspiró y se dio la vuelta para poder abrazarla y darle un beso en la coronilla de la cabeza.
—Fui a ver al Gusano —dijo en un susurro y dejó ir un suspiro—, él no está nada bien, mi amor.
—¿Pelear con él no ayudará? Funcionó con lo de Gretchen.
—Su bacha está llena de platos...
Erica levantó la mirada para poder verlo a los ojos, sus ojos celestes se veían realmente preocupados por él.
—Voy a ir a verlo —dijo ella con un suspiro.
—Era lo que quería pedirte, pero vos tampoco estás bien, mein engel —dijo y apoyó su mano en la mejilla de ella para poder acariciarle el pómulo con el pulgar.
—Hoy es viernes —susurró Erica—, viernes de salmón, y él está solo. Voy a ir.
El Loco no dijo nada más, solo asintió y se mantuvieron abrazados un par de minutos más, para después tomarse de la mano con sus dedos entrelazados y cruzar el patio hasta la casa. Él la siguió a la habitación, donde Erica guardó en su mochila un cambio de ropa y un pijama de ser necesario, su cargador y billetera.
—Sé que aunque nunca me digas nada, te pone celoso mi relación con él —dijo Erica al sentarse en la cama para ponerse zapatillas cómodas.
Él solo torció sus labios en una mueca, sin negar o aceptar lo que ella dijo.
—Pero podés quedarte tranquilo, Jack, yo no le gusto y él no me gusta, solo nos entendemos bien —dijo con una sonrisa al ver los gestos que él hacía—. Él no es Rata.
—Lo sé.
—Él no siente atracción sexual o romántica.
—También lo sé —suspiró—, pero sí siente atracción estética, eso significa que alguien puede gustarle.
—Y esa era Gretchen, no yo —se rio con ánimo—. Y en caso de que intente algo conmigo, le voy a partir las bolas, ¿está bien?
Él comenzó a reírse y asintió con una sonrisa divertida.
Luego Erica se despidió de Lucas y Jackie, acarició a Hund y se dio el gusto de darle un profundo beso a su tan adorado esposo, para luego cargar con nafta la motocicleta, ponerse el casco y salir de allí camino a la casa de Rata. El Loco le había dicho que le avisó a Fosa que ella iría a una hora exacta, esperaba llegar a tiempo para no darle más motivos de estar molesto.
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