Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Veinticuatro

Lee YoungMin
Sabor amargo

Durante seis días, mi mundo es de color de rosa. Vivo en un país multicolor como la abeja Maya y me siento como una princesa, rodeada de dos personas que me quieren y me protegen.

Jungkook continúa con sus llamadas y, en su último mensaje, me indica que sabe que Taehyung está conmigo en Busan. Eso me molesta. Enterarme de que Jungkook sabe sobre la vida de Taehyung no es algo que me gusto saber, pero decido callarme. Si le explico algo a Taehyung, seguro que empeoro la situación y en estos momentos estoy muy bien con el.

Él y mi padre se llevan de maravilla y aunque, al principio, mi padre se enfadó con él por haber alquilado una villa, al final entiende que somos adultos y necesitamos intimidad.

Los amigos y vecinos de mi padre rápidamente apodan a Taehyung como «el gringo», por aquello de haber vivido desde su infancia en New York y eso a él le hace gracia.

Mi padre, día a día, se emociona con Taehyung. Noto que le gusta, lo respeta y lo escucha y eso dice mucho de él. Incluso algunas tardes se van juntos de pesca y regresan encantados y felices.

En esos días siempre que puedo me escapo para correr y derrapar un poco con mi moto. Me encanta hacerlo y lo disfruto mucho.

Una de esas tardes aparece Jungkook con su moto. Se cruza en mi camino.
Ambos nos paramos.

—¿Te has vuelto loca? ¿Qué hace ese tipo aquí?

Molesta por la intromisión, me quito las gafas de protección del casco.

—Te estás pasando de la raya. A ti no te importa lo que él hace aquí.

Jungkook se baja de la moto y se acerca a mí.

—Por el amor de Dios, YoungMin, ¿sabe tu padre que ése es tu jefe?

—No.

—¿Y cuándo se lo vas a decir?

A cada instante que pasa me voy enfadando más.

—Cuando se me dé la gana de decirle.

Jungkook se mueve con rapidez, se acerca a mí, me coge del cuello, posa su
frente sobre la mía y murmura:

—YoungMin… yo te quiero.

—Jungkook no…

Sin separarse de mí, sigue hablando:

—Te quiero sólo para mí, en exclusividad. Ese tipo no te quiere como yo, piénsalo por favor y…

Le doy un empujón y me separo de él.

—Quiero continuar mi camino, Jungkook. Quítate de en medio, ¿de acuerdo?

—¿Me estás diciendo que prefieres la compañía de ese hombre que la mía? —
murmura, sin apartarse y con una actitud intimidatoria—. Ese tipo te está
utilizando y, cuando se aburra de ti, te dejará a un lado como ha hecho con cientos de mujeres. Para él eres una más, mientras para mí eres especial, ¿no lo ves? Te creía más lista, YoungMin, por el amor de Dios.

No quiero ser cruel como él lo está siendo conmigo.

Quiero a Jungkook. Es un buen amigo. Pero por Taehyung siento algo tan fuerte que no lo puedo evitar.

Al ver mi silencio, se da la vuelta y se monta en su moto, malhumorado.

—De acuerdo. Enfrenta la realidad tu sola.

Dicho esto se va y me deja desconcertada y con un sabor amargo en la boca, pero aún así, lo considero mi amigo.

...

El séptimo día, mi padre me recuerda el evento de motocross de todos los años de Haeundaeg, un pueblo cercano a Busan. Al recordarlo siento una enorme emoción.

Ese año prefiero disfrutar de Taehyung y de su compañía, pero al ver la ilusión de mi padre y sus amigos por que yo asista y participe, seduzco y animo a Taehyung a acompañarnos.

Papá siempre quiso tener un hijo. Un varón. Pero la vida le dio dos hijas.
Aunque yo, con mi locura, creo haber resarcido esa carencia.

Taehyung en un principio no sabe muy bien a lo que vamos. Me deja claro que no le gustan los deportes de riesgo. Yo sonrío y lo engaño.

¿Qué le voy a hacer?

Pero cuando ve mi moto en el remolque y a mi padre junto a sus dos amigos del
alma, la señora Ching y el señor Jeon, hablar sobre saltos, derrapes y demás entiende perfectamente lo que voy a hacer. Su gesto me demuestra su incomodidad.

—No quiero que hagas lo que dicen —murmura a escasos metros de ellos.

—Escucha, Tae. Para mí lo que dicen es pan comido. Llevo practicando
motocross desde que tenía seis años. Y mira, tengo veinticinco, y sigo enterita.

Su rostro y su boca me muestran la tensión que siente.

—Te prometo que lo pasarás bien —insisto—. Tú ven y ya verás, ¿de acuerdo?

—Vaya, vaya, vaya —escucho de repente detrás de mí—. Mi preciosa amiga del alma.

Me vuelvo y me encuentro con Jungkook. Su comentario no me gusta nada.

Mis tripas se contraen, pero intento que no se me note. El señor Jeon mira a su hijo y después a Taehyung. Siento que está tan tenso como yo, pero hago de que no pasa nada y sonrío.

—Jungkook, él es Taehyung. Taehyung, él es Jungkook.

Ambos se dan la mano y yo, que estoy en medio, veo su incomodidad.

Se retan con las miradas.
Dos rivales.
Dos hombres y yo en medio como los jueves.

Por suerte, mi padre da una palmada al aire e indica que debemos marcharnos.

Jungkook se apunta y Taehyung rápidamente me hace saber que nos seguirá en su moto. Yo decido acompañarlo.

Cuando mi padre, la señora Ching, el señor Jeon y Jungkook se montan en el coche y arrancan, Taehyung me pasa uno de los cascos.

—No me gusta ese tal Jungkook.

—¿Celoso?

—¿He de estarlo?

Incómoda por lo que sé, le doy un beso en los labios.

—Para nada, cariño.

Cuando llegamos al lugar donde se va a celebrar la carrera, mi padre y sus
amigos comienzan a saludar a todo el mundo y yo también. Conocemos al noventa por ciento de los corredores y acompañantes de todos los años que hemos participado en ese tipo de carreras. A las diez y media, Hanni, la organizadora del motocross femenino, me entrega mi dorsal, el 71, y me indica que a las doce es la primera eliminatoria.

Taehyung no habla. Sólo me observa. A cada segundo que pasa veo en sus ojos la inquietud e intento relajarlo. Pero cuando aparezco vestida con mi mono rojo de cuero, las protecciones, las botas, los guantes y el casco, se queda blanco como la cera.

—¿Me puedes explicar qué haces así vestida? —pregunta con enfado.

—¿No te parezco sexy? —Sonrío.
No contesta a mi pregunta.

—Min. No quiero que lo hagas. Esto es un deporte de riesgo.

—¡Vamos…! No digas tonterías —Sonrío de nuevo e intento no darle importancia.

Jungkook, que nos observa y sé que nos escucha, se acerca a nosotros y con una
sonrisa de lo más falsa dice:

—Vamos, preciosa… dale gas y déjalos a todos sin habla.

—Eso haré —respondo.

Jungkook, que lleva dos cervezas en la mano, le pregunta a Taehyung:

—¿Quieres una? —Y sin darle tiempo a responder, continúa—: Toma. Esta
cerveza enterita para ti. La otra para mí. Yo no comparto nada.

Ese comentario me subleva. Pero ¿qué hace ese inconsciente?

Taehyung no habla pero puedo percibir su desagrado mientras Jungkook se dirige a él:

—¿Sabes que «nuestra chica» es especialista en saltos y derrapajes?

—No.

—Pues prepárate, porque, si no lo sabías, hoy te va a quedar bien claro.

Dicho esto, Jungkook se acerca a mí y me da un beso en la cara.

—Vamos, preciosa. ¡Cómetelos!

En cuanto nos quedamos solos, mi querido Inceman me mira, molesto.

—¿A qué venía eso de «nuestra chica» y lo de «compartir la cerveza»?

—No lo sé —respondo incrédula por lo sucedido.

Taehyung no es tonto y nota como yo la mala baba en las palabras de Jungkook.
Resopla, maldice y aparta su mirada de él.

—Te vas a hacer daño, Min. No sé cómo tu padre te permite hacer esto.

Eso me hace reír. Señalo a mi padre, que está con sus dos amigos haciendo los últimos arreglos de mi moto.

—¿De verdad crees que mi padre está preocupado?

Inceman lo mira. Lo estudia durante unos segundos y acaba dándose cuenta de la felicidad en su rostro.

—De acuerdo… pero el hecho de que él no esté preocupado, no quiere decir que yo no deba estarlo.

Sonrío, me acerco más a él y, sin importarme que Jungkook nos mire, me subo a una caja que hay en el suelo para estar a su altura y acerco mi boca a la suya.

—Tú tranquilo… pequeño. Sé lo que hago.

Consigo que Taehyung curve los labios y casi sonría. Le doy un beso que me sabe a gloria.

—Por tu bien —me dice, serio—, más vale que sepas lo que haces o te juro que luego te lo haré pagar.

—Mmmmm… ¡eso me encanta!

—Min… hablo en serio —insiste.

—De acuerdoooo… si esto para mí
es un paseíto de naaaaaaaaaa.

No sonríe. Yo sí.

Escucho la voz de mi padre que me llama. Tengo que salir a pista. Doy un rápido beso a Taehyung, me bajo de la caja y suelto su mano para acercarme hasta mi moto. Mi padre la acelera y la revoluciona. Yo grito feliz y llena de emoción, mientras Kim cada vez arruga más el entrecejo.

Diez minutos después estoy en pista con otras participantes con la adrenalina por los aires, saltando y corriendo sin ser consciente del peligro.

El motocross es una combinación de velocidad y destreza, y ambas cosas unidas me gustan. Siempre he sido una alocada, el chico que mi padre nunca tuvo.

Derrapo en curvas cerradas, salto baches con cambios de rasantes y mi mono se llena de barro mientras mi adrenalina acelera mis movimientos y soy consciente de que mi posición en esa carrera es buena. Termino entre las cuatro primeras y paso a la segunda ronda.

Taehyung está blanco como el mármol.

Lo que acabo de hacer y los porrazos que él ha visto en otras participantes apenas lo dejan respirar. Pero no tenemos tiempo de hablar, he de participar en la siguiente manga y así sucesivamente hasta que sólo quedamos seis participantes.

Mi padre, junto a la señora Ching y el señor Jeon, gritan como locos mientras hacen los ajustes de mi moto. Jungkook, un experto en motocross, me da instrucciones sobre otras participantes y yo lo escucho. Saben que lo hago bien y saben que puedo alzarme con algún premio. Pero yo no puedo dejar de buscar a Taehyung.

¿Dónde está?

—Pequeña —dice mi padre—. Taehyung se ha marchado para Busan.

—¡¿Cómo?! —preguntó boquiabierta.

—Lo que te digo, hija. Ha dicho que prefería esperarte en la villa. —Y,
acercándose a mí, murmura—: Ese hombre lo estaba pasando fatal, hija.

Aunque, ahora que lo pienso, no sé si era por verte dar saltos en la pista o por la presencia de Jungkook y sus atenciones.

—Papáaaaaaaaaaaaa —le regaño al verlo sonreír.

Pero no podemos continuar hablando. La nueva manga comienza y tengo que
ponerme en la salida. Mi concentración flaquea, pero mi mala cara está por todo a lo alto. Taehyung se ha ido y eso me enfada.

Cuando la carrera da comienzo, salgo disparada como una flecha. Salto un montículo, dos… tres, derrapo, acelero y cojo varios baches seguidos antes de derrapar. Al final entro la segunda y grito de felicidad.

Mi padre, la señora Ching y el señor Jeon corren a abrazarme.

Estoy totalmente embarrada, pero he vuelto a conseguir hacerlos vibrar.

Cuando me sueltan, es Jungkook quien me coge entre sus brazos demasiado efusivo.

—Felicidades, preciosa. ¡Eres la mejor!

—Gracias y suéltame.

—¿Por qué? ¿Acaso a tu Taehyung no le gusta compartir a su mujer?

—Suéltame, idiota, o juro que te pateo aquí mismo —gruño ofendida.

Cinco minutos después, en el improvisado podio, disfruto feliz al ver a mi padre, la señora Ching y al señor Jeon aplaudir junto a Jungkook, orgullosos de mí. Yo levanto el trofeo y soy consciente de que me hubiera gustado que Taehyung estuviera allí felicitandome o comiendo a besos por mi victoria.

Ya salí de Hiatus JAJAJAJAJJA

Para ser honesta y no se, pero me siento muy mal, esta primera semana de Agosto fue horrible, julio por ahí, pero espero que ustedes se encuentren bien y gocen de salud. Cuídense mucho y a su familia también.

Pdt: Ya terminó el cole :D

Toma tu 🧁
Arianne_Sweet
brillitok
DeriannysVielma3
keillyhernamdez
laurastyle25
MartbalSans
Good_GirUwU
BrithneyMazo9
duamivieja
Camii_Anahii
j0c3lyn24
JeanFigueroa_03
kthv_e
zzzzzaaaaaaazazazza
XXXJK1997
Winnter_Joon
PaulaIbarra987
kim__Hari__
AlexaAvila025
rubynni
NoonadeTae
RominaGarca492
Malia1569
Nikki7095
jeniferhoseok
NenethGS
_chimchim737
aleat_m
Eve_Never
isabelgutierrezgatic
jilary78910
LuceritoHernandezPer
Michelag_
SofiaUnzain2

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro