Capítulo Uno
Escena erótica.
Lee YoungMin.
Que pesadita es mi jefa.
Creo que después de todo voy a tener que entrar a la misma ruleta que todos mis compañeros, el chismorreo: que mi jefa y Jackson, el idiota de mi compañero, tiene un lío. Pero, no. No quiero ser mal pensado y entrar en problemas por culpa de un rumor.
Desde enero trabajo para la empresa Müller, una compañía británica. Soy la asistente de la jefa de las delegaciones y, aún que mi trabajo me guste, me siento explotada muy amenudo. ¡Vamos!...que sólo le falta a mi jefa atarme a la silla y darme de comer como su mascota.
Cuando por fin termino el montón de trabajo que me mi querida jefa me ha ordenado entregar al día siguiente, dejo los informes sobre su mesa y regresó a la mía. Cojo el bolso y me voy sin mirar atrás.
Necesito salir de la oficina o sino terminaré saliendo en las noticias como la asesina en serie de jefas que se creen la dueñas de todo.
Son las once y veinte de la noche...¡vaya horitas!
En la calle llueve a mares ¡Perfecto!.
Llegó hasta puerta de entrada del lugar y, tras darle vuelta al asunto, corro hacía el parking donde me espera mi querido auto. Entro al garaje como pericote a su agujero y, tras darle al control de mando, mi querido auto pestañea sus luces dándome la bienvenida. ¡Es un encanto!
Rápidamente me meto en el. No soy miedosa, pero no me gustan los parkings y menos aún si son solitarios como a estas horas de la noche. Inconsciente, empiezo a recordar películas de terror en las que la chica camina en una de ellas y un desalmado vestido de negro aparece y la apuñala hasta morir. ¡Joder, que mal rato!
En cuanto estoy dentro del coche, cierro los pestillos, abro el bolso, saco un pañuelo de papel y me seco la cara. ¡Estoy empapada! Pero justo cuando voy a meter las llaves en el contacto... ¡zas!, se me caen. Maldigo a oscuras y me agacho para buscarlas. Toco el suelo con la mano. A la derecha no están. A la izquierda tampoco. Vaya... encuentro el paquete de chicles que busqué hace días. ¡Bien! Sigo toqueteando el suelo del coche y por fin las encuentro.
Entonces oigo unas risas cercanas y miro a mi alrededor con cuidado para que no me vean.
¡Oh, Dios mío!
Entre risas y carcajadas veo acercarse a mi jefa y a Jackson. Parecen divertidos. Eso me pone de mala cara. Yo trabajando hasta las once y pico y ellos, de parranda.
¡Qué injusticia!
De pronto, mi jefa y Jackson se apoyan en la columna de al lado y se besan.
¡Vaya panorama...! ¡No me lo puedo creer!
Semiagachada en el interior de mi automóvil para que no me vean, contengo la respiración. Por favor... ¡por favor! Si se dan cuenta de que estoy ahí, me muero de la vergüenza. Y no. No quiero que eso ocurra. De repente, mi jefa suelta el bolso y sin ningún pudor toca con decisión la entrepierna de Jackson.
¡¡¡Le está tocando el paquete!!!
¡Por todos los santos! Pero ¿qué estoy viendo? ¡Dios! Ahora Jackson es quien le mete mano a ella por debajo de la falda. Se la sube, la empuja hacia arriba contra la columna y se comienza a refregar contra ella.
¡¡Qué fuerte!!
¡Ay, madre! ¿Qué hago?
Quiero marcharme. No quiero ver lo que hacen pero tampoco puedo salir de allí. Si arranco el coche, sabrán que los he visto. Así que, agazapada y sin moverme, no puedo dejar de mirar lo que hacen. Entonces, Jackson vuelve a apoyarla en el suelo y la obliga a dar la vuelta. La coloca sobre el capó del coche y le baja las bragas, primero con la boca y luego con las manos. ¡Joder, le estoy viendo el culo a mi jefa! ¡Qué horror! Y en aquel momento escucho a Jackson preguntarle:
—Dime, ¿qué quieres que te haga?
Mi jefa, como una gata en celo, murmura entregada por completo a la causa.
—Lo que quieras... lo que tú quieras.
¡Qué fuerte, por Dios, qué fuerte! Y yo en primera fila. Sólo me faltan las palomitas.
Jackson vuelve a empujarla sobre el capó. Le abre las piernas y mete la boca en el sexo de ella. ¡Ay, madre! Pero ¿de qué estoy siendo testigo? Mi jefa, doña Quisquillosa, suelta un gemido y yo me tapo los ojos. Pero la curiosidad, el morbo o como se llame me puede y me los destapo de nuevo.
Sin pestañear veo cómo él, tras relamerse, se separa unos centímetros de ella y le mete un dedo, luego dos y, levantándose, la agarra de su pelazo oscuro y tira de él mientras mueve sus dedos a un ritmo que, para qué negarlo, haría suspirar a cualquiera.
—¡Síiiiiiiiiiiiii!—escucho gemir a mi jefa.
Respiro con dificultad. Me va a dar algo.
¡Qué calor!
Me guste o no, ver aquello me está poniendo frenética, y no precisamente por estar de los nervios.
Mis relaciones sexuales son normalitas, tirando a predecibles, así que lo cierto es que ver aquello en vivo y en directo me está excitando.
Jackson se baja la bragueta de su pantalón gris. Saca un más que aceptable pene de su interior... ¡Vaya con Jackson! Y me quedo ojiplática cuando veo que se lo clava de una sola estacada. ¡Me muero! Pero de placer... Vamos, justo por lo que está jadeando mi jefa.
Mis pezones están duros y, de pronto, me doy cuenta de que me los estoy tocando. Pero ¿cuándo he metido mi mano por el interior de la blusa? Rápidamente saco mi mano de ahí, pero mis pezones y el centro de mi deseo protestan. ¡Ellos quieren más! Pero no. Eso no puede ser. Yo no hago esas cosas. Minutos después, tras varios gemidos y bamboleos, Jackson y mi jefa se recomponen.
¡Por fin! ¡Ya han terminado! Se meten en el coche y se marchan. Respiro aliviada.
Cuando por fin vuelvo a quedarme sola en el parking, me incorporo de mi escondite y me siento en el asiento de mi coche. Las manos me tiemblan. Las rodillas también. Y noto que mi respiración está acelerada.
Exaltada por lo que acabo de presenciar, cierro los ojos mientras me tranquilizo y pienso cómo sería tener sexo de ese calibre. ¡Caliente!
Diez minutos después, arranco el coche y salgo del parking.
Me voy a tomar unas cervezas con mis amigos. Necesito refrescarme y refrescar mi calenturienta...mente.
Como siempre las agradezco el apoyo, y espero entiendan mi situación corazoncitos ♡
I purple 💜 you
—Taeshi-ah
Hasta pronto •_•/>
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