Capítulo 6: Una epifanía
"Estás loco"
Tristan terminó de guardar su billetera y levantó la mirada hacia Paul, quien seguía observando su rostro con incredulidad. Rodó los ojos.
"Paul, cada vez que viajas fuera del país tienes que llevarte algún recuerdo" Tristan observó hacia ambos lados de la calle antes de cruzar "Y yo no salgo mucho de mi casa, tengo que aprovechar cada oportunidad"
Paul corrió detrás suyo para alcanzarlo "Si, pero normalmente te llevas un llavero o una camiseta, no un agujero en el rostro"
Tristan resopló una risa.
La verdad es que no estaba entre sus planes perforarse la nariz en París, pero Paul y él habían estado recorriendo las calles durante medio día, tomándose fotografías porque tenía una vida de influencer que llevar, y había sido entretenido durante un rato, pero Tristan tenía el tipo de cerebro que se aburría con facilidad si no hacía algo estúpido en un lapso de tiempo determinado. Así que cuando vio la primera tienda de tatuajes y perforaciones, se abalanzó hacia ella sin siquiera pensarlo dos veces.
De todas formas iba a hacerse el nostril eventualmente, pero fue un poco más divertido hacerlo en París.
"No me regañes, Paul" se quejó Tristan, entrelazando su brazo con el de Paul y acercando sus rostros "¿No crees que me veo bonito?"
Paul lo observó con una ligera mueca de disgusto "No me gustan las perforaciones, los tatuajes o cualquier otro método de auto-tortura"
Tristan hizo un puchero "¿Entonces me veo mal?"
Paul rodó los ojos, empujando su rostro lejos con el dedo índice contra su frente "Ya sabes que eres tan lindo como para ponerte un mojón en la cabeza y aun así seguirte viendo genial, no me necesitas para re-afirmarlo"
"Me gustas mucho, Paul" dijo Tristan, halando de vuelta el brazo de Paul para caminar uno junto al otro y apoyar su cabeza sobre su hombro "Seamos novios"
"Los rubios no son mi tipo" respondió Paul deteniendo su andar para observar la hora en el rolex de su muñeca "Ya son pasas las dos, ¿deberíamos almorzar?"
Convenientemente, el estómago de Tristan rugió ante la sola mención del almuerzo. Solo entonces recordó que no había tomado más que una manzana y jugo de naranja como desayuno. Observó a su alrededor en busca de algún restaurante, porque a este ritmo, se desmayaría antes de tener que dar dos pasos más para buscar alguno.
"Allí" señaló con su mano el restaurante que estaba en la misma acera pero a unos cuantos metros adelante "Vayamos allí antes de que tengas que llevarme a rastras"
El restaurante resultó ser bastante más agradable de lo que Tristan hubiera pensado, con mesas al aire libre, elegantes manteles blancos, un bonito jardín y una buena vista de la torre Eiffel. Estaba buscando reseñas del lugar en internet mientras Paul le traducía el menú en voz alta. Al parecer, Paul hablaba abiertamente francés mientras que Tristan lo ha reprobado desde que tenía memoria.
"¿Tienes estómago para algo asiático?" le preguntó Paul sentado desde el lado opuesto de la mesa mientras ojeaba el menú.
"Si quieres que perfume nuestra habitación durante toda la noche, entonces sí" respondió Tristan, conteniendo una carcajada cuando Paul levantó la vista de la carta y lo observó con una expresión de puro disgusto. Tristan iba a continuar su chiste, pero de repente algo captó la atención de Paul detrás suyo y decidió darse media vuelta.
Si Dios existía, era claro que odiaba a Peirce y lo amaba a él, porque el pobre estaba de pie en la puerta de la terraza junto a su amiga, Margot. Parecían estar en busca de una mesa, pero desde donde Tristan estaba, se dio cuenta de que la que ellos habían tomado era la última.
"¿Deberíamos invitarlos a sentarse con nosotros?" preguntó de repente Paul.
Tristan agradeció internamente que su nuevo amigo fuera tan cortés, así que mordiendo su sonrisa, se dio media vuelta y asintió.
"Deberíamos, no hay más mesas disponibles" respondió, acomodándose sobre su silla para luego ver a Paul levantarse y caminar hacia Peirce.
Pasaron alrededor de dos minutos en los que Tristan se hizo el que estaba demasiado inmerso en su teléfono para notar cuando Paul volvió a la mesa con compañía.
"Tomen asiento, justo estábamos decidiendo qué pedir" invitó Paul con su habitual amabilidad, sacando una silla para Margot y la otra para Peirce. Cabe aclarar que Tristan tuvo que morder su labio inferior para contener su risa cuando Paul invitó a Peirce a sentarse justo junto a él.
Tristan levantó su vista primero hacia Margot "Qué agradable coincidencia"
Margot parecía estreñida mientras asentía con la cabeza y tomaba asiento junto a Paul, su sonrisa tensa al igual que su postura "Si, vinimos desde el hotel hasta aquí porque leímos buenas reseñas en internen"
Tristan asintió con una sonrisa, observando por el rabillo del ojo que Peirce tomaba asiento junto a él, sentándose casi en el borde de su propia silla para intentar mantener distancia. Llevó su vista hasta él y observó su postura tensa y su perfil pétreo. Entonces, solo para molestarlo, Tristan se recostó contra el respaldar de su silla y apoyó un brazo sobre el respaldar de la silla de Peirce, ligeramente inclinado hacia él.
"Peirce, es bueno saber que tienes algo más que aburridos trajes grises para vestir" comentó.
Lo vio tensarse todavía más, su mirada clavada en las servilletas sobre la mesa, como si estuviera listo para ignorarlo, pero entonces respondió: "No todos disfrutamos de vestir como si viviéramos en el gimnasio"
"¡Hey!" Tristan le dio una palmada a su regazo, sobre sus pantalones de chándal grises "La ropa de gimnasio es la mejor opción para estar cómodo"
Peirce no respondió nada, se dedicó a alcanzar la carta que Paul le estaba extendiendo sobre la mesa y a echarle un vistazo.
Tristan se tomó unos segundos para apreciar al contrario, algo intrigado por su apariencia más suave; tenía un suéter color celeste y su cabello sin las dos toneladas de cera que habitualmente le ponía. Se veía bien, el aspecto un poco desaliñado de su cabello solo logró enmarcar mejor los simétricos rasgos de su rostro. Se encontró a sí mismo pensando en que Peirce era verdaderamente bonito, veía su rostro todos los días, sin embargo, sentía que entre más atención le prestaba, más atractivo le parecía.
Cuando Peirce levantó la mirada hacia él su expresión era de fastidio puro, evidentemente molesto por tener encima su atención. Tristan sonrió tan encantador como sabía que podía, pero solo obtuvo un bajo bufido de respuesta y la atención de Peirce volvió al menú. Tristan mordió su sonrisa, quitando el brazo del respaldar de la silla de Peirce para apoyar ambos codos sobre la mesa, acunar su rostro entre sus manos y girarse para observarlo fijamente. Estaba contando las pecas en su rostro cuando un golpe en su espinilla lo sobresaltó.
"¡Paul! ¿Qué mierda?" un quejido brotó de su garganta mientras estiraba su brazo debajo de la mesa para acariciarse la zona que ardió de la sola patada.
Paul lo observó burlón "Lo siento, te pregunté cinco veces y no me respondiste"
"Idiota" Tristan farfulló.
Brandon quería morirse.
En serio.
¿Para qué seguir viviendo si el universo odiaba su existencia de esta forma tan desmesurada?
¿Era alguna broma de mal gusto? ¿Un plan de Margot? Porque, en serio, en los ciento cinco kilómetros cuadrados que tenía París, ¿cuál era la probabilidad de que vinieran al mismo restaurante en el que estaban Paul y Hemsley? Aun peor, ¿cuál era la probabilidad de que no hubieran más mesas y tuvieran que almorzar juntos?
Brandon había llegado casi desmayándose del hambre, corriendo dentro del restaurante para conseguir una mesa y ordenar lo más rápido posible, pero ahora con su plato de carne de ternera estofada humeando y luciendo realmente apetitoso, no quería obtener ni el primer bocado. Aun así, había pasado un rato desde se obligó a sí mismo a tomar los cubiertos y empezar a comer, ignorando tanto como pudo la molesta presencia del rubio sentado a su lado. Y aunque Paul le había llamado la atención ya dos veces para que lo dejara en paz, el imbécil de Hemsley continuaba observándolo tan intensamente que Brandon sintió ganas de estrellarle la copa de vino en la cabeza.
Y empezó de vuelta.
"No sabía que hablabas francés, Peirce" Peirce dejó a un lado su propia copa de vino y se volvió a apoyar en la mesa para centrar su atención en Brandon.
"Debes ser literalmente la única persona en nuestra escuela que no es bilingüe" respondió Brandon, dejando a un lado los cubiertos y su plato vacío.
"Por supuesto que soy bilingüe" Hemsley se llevó una mano al pecho, como si le hubiera ofendido a la mitad de sus ancestros, pero inmediatamente después una sonrisa divertida se deslizó en su rostro "Hablo inglés y puras idioteces"
Margot, al otro lado de la mesa, se atragantó con su vaso de agua mientras que Paul solo negó con la cabeza mientras tomaba la libreta de cuero para revisar la cuenta.
"Lo notamos" respondió con simpleza, sin realmente ganas para seguir el estado de ánimo de Hemsley.
A decir verdad, todavía se sentía algo molesto con Hemsley, más de lo normal. Después de su confrontación en el aula vacía, Brandon apenas pudo mirarlo sin sentir que quería molerle la cara a golpes. No fue justa la manera en que lo juzgó sin saber absolutamente nada sobre lo complicada que era su situación en casa; Brandon nunca llevó bien el hecho de que las personas entrometieran sus narices en su vida privada y todavía sintieran el derecho de brindar una opinión que nunca pidió. Pero el hecho de que esa persona fuera específicamente Hemsley, no solo lo hizo sentirse miserable, sino también furioso.
"Anda, Peirce" Brandon se dio cuenta de que le estaba hablando a él cuando tiró de la manga de su suéter y él le dio su mirada más desinteresada "Dime algo en francés"
Brandon apartó su manga del agarre del contrario con un tirón, observándolo con una expresión de fastidio cuando murmuró: "Ce connard..."
Hemsley lo observó durante unos segundos con los ojos entrecerrados, luego se giró hacia Paul y preguntó: "Me acaba de insultar, ¿verdad?"
"Tendrás que buscarlo en Google Translate" respondió Paul simplemente, poniéndose de pie y sacudiendo el polvo inexistente de sus jeans "Es hora de irnos, solamente nos dieron permiso hasta las cuatro"
Brandon lo siguió de inmediato, tomando su mochila para buscar su billetera. Cuando se acercaron a la caja, haló del brazo a Paul y se detuvo él mismo en la fila de dos personas que había en el mostrador, tomando la libreta de entre los dedos de su compañero. Cuando Paul abrió la boca, Brandon simplemente le dijo: "Déjame pagar, compartieron su mesa con nosotros"
Vio a Paul sonreír tanto que lo hizo lucir bastante tierno, las arrugas en las esquinas de sus ojos acentuándose, y asentir de acuerdo. Después le agradeció y le informó que lo esperaría fuera junto a Margot y Hemsley.
Brandon observó a través de la ventana como Margot y Hemsley estaban pareciendo tener una charla trivial sobre la cámara polaroid de la primera, cuando Margot le permitió sostener su cámara a Hemsley, Brandon pudo notar uno de todos los anillos de plata que el rubio traía puestos en sus dedos.
Brandon pasó tanto tiempo analizando la situación antes de concluir que lo mejor era devolvérselo, sobre todo porque, después de la ligera confrontación, no quería tener que volver a cruzar palabra con Hemsley en toda su vida. Podría tener mala suerte y un carácter débil, pero su orgullo estaba bien agarrado en un pedestal de doce metros de altura, y después de llorar como un idiota encerrado en su habitación durante toda aquella tarde, decidió que nunca más permitiría que inútiles como Hemsley lo hicieran sentir patético de vuelta. Así que había seguido el consejo de las comedias adolescentes sobre deslizar objetos entre las ranuras de los casilleros escolares.
Salió de sus pensamientos abruptamente cuando la señorita en la caja llamó su atención, era su turno de pagar.
Tristan estaba pasando un buen rato, la botella entre sus dedos estaba fría, la música de la habitación de Cameron era lo suficientemente agradable y sus compañeros ya parecían haber bebido, no demasiado, pero si lo suficiente como para empezar a hacer estupidez tras estupidez. Aunque todavía estaban haciendo demasiado ruido, Tristan estaba casi tenso, en su lugar medio desparramado sobre el sofá, esperando el momento en que tocaran la puerta y cuando abrieran se encontraran de lleno con la cara del señor Clark, el maestro encargado que viajó con ellos. Se suponía que eligieron la habitación de Cameron para reunirse porque era la última en el pasillo y la más alejada de la habitación del señor Clark, pero a este punto, Tristan empezó a dudar de la efectividad de su plan.
Su mirada se desplazó hasta una de las camas dobles de la habitación, donde Paul estaba cumpliendo su reto de tomar un trago desde el cuerpo de Cameron, quien parecía ser el más ebrio de todos; tan solo el hecho de que hubiera aceptado ayudar a Paul con su reto ya decía mucho sobre su estado de consciencia. La habitación rompió en gritos ahogados y silenciosos cuando su compañera Camille empujó por la nuca a Paul, obligándolo a juntar sus labios los de Cameron después de haber estado los últimos cinco minutos tratando de tomar el trozo de bombón—porque no encontraron un limón en toda la habitación—de la boca de su mejor amigo sin que sus labios se tocaran.
Tristan confirmó su teoría sobre la ebriedad de Cameron cuando no lo vio enloquecer sino simplemente reírse junto al resto sus compañeros, mientras que por otro lado, Paul estaba casi llorando hecho ovillo en la alfombra.
Le echó una leve mirada a la habitación, dándose cuenta de lo bien que se estaban mezclando sus compañeros de la clase A con los de la clase B. Se sintió bien ser utilizado como un puente de paz, aunque su principal objetivo para proponer este viaje en conjunto fue tener más tiempo para molestar a Peirce.
Peirce.
Como era de esperar del correcto presidente de la clase A, no estaba con ellos esa noche, por lo que Tristan pudo escuchar de la conversación entre Margot y Cameron más temprano, fue que estaba cansado y que además tampoco bebía alcohol, por lo que no conviviría con el resto esa noche, ni aunque fuera su propia habitación.
Si, al parecer Cameron competía en mala suerte con Peirce porque ambos resultaron siendo compañeros de habitación.
El pensamiento trajo un recuerdo random a su cabeza: la nariz adorablemente fruncida de Peirce cuando le dio a probar de su propio cóctel de cereza aquella noche en la discoteca. Recordó la forma en la que su cuerpo se estremeció y su bonita boca se frunció por el disgusto en cuanto el sabor del licor frutal inundó su paladar.
Su mirada se arrastró por la etiqueta de su Smirnoff, aterrizando sobre el anillo en su dedo índice. Peirce le había gustado esa noche, le siguió atrayendo incluso después de enterarse de quién era su padre... Pero, de todas formas, también agradeció que al menos fuese Peirce quien tuvo el enloquecimiento y los mantuvo al margen, eso lo devolvió a la realidad, en la cual sí era consciente de la mala idea que era gustar del hijo de Michael Peirce, el hombre que por poco logra destruir la cosa más valiosa y preciada en su vida: su familia.
Peirce era solo un niño bonito, uno de los muchos que había conocido durante toda su adolescencia, uno que le traería más problemas que momentos agradables.
Tal vez debería dejar de complicar su existencia y simplemente alejarse e ignorarlo, después de todo, Paul tenía razón, los hijos no tenían porqué ser juzgados por los actos de sus padres. Peirce no merecía ser señalado por la manera en la que su padre actuaba, ni por parte de la prensa, sus compañeros o él mismo. Fue terriblemente injusto.
Tristan dejó su botella sobre la mesita de centro y soltó un suspiro, reflexionando sobre aquellos comentarios que le hizo a Peirce cuando se supone que debió intentar convencerlo de hacer que ambas clases viajaran juntas, no meter sus narices en sus asuntos familiares ni mucho menos criticarlo por la forma en que vivía. No tenía derecho alguno.
Tristan Hemsley no se disculpaba, principalmente porque tenía un carácter prepotente y un ego gigante que le hacían querer apuñalarse la tráquea antes de ofrecerle una disculpa a alguien, pero aun así, se encontró a sí mismo caminando hacia el otro lado de la habitación, donde Margot estaba conversando agradablemente con otra de sus compañeras, y preguntándole por el número de su habitación.
"¿Necesitas algo en mi habitación?" inquirió Margot con el ceño fruncido, olvidando completamente la conversación que antes estaba llevando.
"Necesito hablar con Peirce" respondió simplemente.
Los ojos marrones de Margot bajaron, su boca abriéndose y cerrándose como si estuviera teniendo un debate interno.
"Mira, Tristan..." dijo ella finalmente, una sonrisa incómoda tirando de los bordes de su boca "No creo que Donnie quiera hablar contigo ahora... Más bien como nunca"
"Solo quiero disculparme"
La mirada de Margot subió de repente, su ceño fruncido levemente "¿Qué le hiciste?"
"Solo dije algo que no debí y, aparentemente, soy tan bueno que no puedo vivir tranquilo cada vez que pienso al respecto"
La mirada de Margot se entrecerró, analizando su rostro durante unos segundos.
"Déjalo en paz, Tristan" espetó ella, la amabilidad que usualmente la caracterizaba se esfumó por completo en cuanto pareció unir las piezas del rompecabezas "No sabes absolutamente nada de lo difícil que es para él"
"Ava" Tristan llevó su mirada hacia la compañera que anteriormente estaba hablando con Margot, captando su mirada azul de donde anteriormente había estado puesta: sus propios dedos "¿Puedes darnos un minuto, por favor?" inquirió.
Ava asintió torpemente, murmurando una respuesta positiva y caminando de inmediato hasta el otro lado de la habitación.
Una vez que Tristan se aseguró de que no habían más chismosos rondando, volvió su mirada hacia Margot y le dijo: "Mira, acabo de tener una epifanía a lo Homero Simpson" empezó "Y simplemente quiero disculparme y hacer las pases. Peirce no tiene nada que ver con las cosas que ha hecho y sigue haciendo su papá, yo estaba actuando como un malcriado cobrándola contra él" hizo una pausa, pasándose la mano por su alborotado cabello "Eso es todo lo que quiero decirle"
La hostilidad en el rostro de Margot pareció disminuir, pero todavía no parecía lo suficientemente convencida "Díselo después, no tienes porqué irrumpir en mi habitación a las doce de la madrugada"
¿Ya había Tristan mencionado que era un malcriado soberbio?
"Está bien, no me la digas" respondió antes de darse media vuelta. Escaneó la habitación en busca de Karen, la chica que compartía habitación con Margot y, cuando la halló, caminó hasta ella en dos segundos "Karen, ¿cuál es el número de tu habitación?"
Había una ventaja sobre caerle bien a todo el mundo y esa era que, cuando pedías un favor, raramente te cuestionaban. Cuando Karen le informó que era la mil doce, Tristan volvió su mirada hasta Margot y le sacó la lengua. Ella lucía irritada, rodando los ojos, pero todavía no hizo nada cuando lo vio salir de la habitación de Cameron y cerrar la puerta tras de sí.
Tristan tomó el ascensor para llegar al piso continuo a este, en donde todas sus compañeras chicas se estaban alojando, y cuando llegó caminó directamente hasta el final del pasillo, leyendo las placas con los números de las habitaciones. En su camino saludó a uno de los botones del hotel y le preguntó amablemente por indicaciones; resultó que estaba en el lado equivocado del pasillo, así que siguió la ruta que le indicaron y finalmente pudo encontrar la habitación.
Tomó aire profundo y estrelló sus nudillos contra la madera tres veces seguidas. Escuchó el sonido de pasos detrás de la puerta y, por alguna razón, sintió que su corazón saltó hasta su garganta cuando Peirce la abrió y apareció vistiendo una sudadera gigante de color negro que hizo que el verde en sus ojos resaltara de una forma que le sacó el aire de los pulmones.
Bueno, mierda.
•••
terminar los capítulos en la parte más tensa is my passion. se viene lo bueno, amigos, ahora si va a empezar la real guachafita.
nos leemos el próximo viernes. xoxo
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