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Capítulo 5

Dos semanas. ¡Habían pasado largas dos semanas en las que nadie había visto al Diamante Amarillo! White estaba desesperada, ya no sabía si tratar a su ejército de inútil o si culpar a Yellow por su forma escurridiza para ni siquiera ser alcanzado por los más altos soldados de élite. La perla blanca miraba a su ama con un tilde preocupación oculto a causa de sus mechones revueltos. Sinceramente, su intención de proteger a su Diamante la había abandonado hace miles de años, pero Yellow sí era un impedimento para todo lo que se estuviese planeando con aquella gema oculta en lo más recóndito de esa nueva tierra. Bill era capaz de arruinarlo todo, y no sería ni para White ni para las otras.

En momentos así, desearía ser una Zafiro y mirar a través de los pasajes del tiempo, ver qué estaba planeando el Diamante Amarillo, o cuáles eran los posibles resultados de la revuelta que estaba por suceder.

—Mi diamante, el diamante Amarillo no es rastreable, ni la visión de nuestras Zafiros logran alcanzarle. —comunicó una Ágata, un semblante serio que ni siquiera demostraba temor incluso con la noticia que estaba dando, una que enfurecía por supuesto a White.

—¿Cómo es eso posible? ¿Quién más que una persona que ya sabe de la visión futura puede bloquear una? —esta vez las miradas de ira se dirigieron a los tranquilos zafiros que incluso con la amenaza, no perdían la compostura ante los tratos de su ama. —¿Puede ser que Yellow esté siendo ayudado?

Una de las zafiros se aclaró la garganta, diciendo —Es muy probable, mi Diamante. Es por ello que no somos capaces de verle en ningún posible futuro.

—¿Qué es lo que vez, Sapphire? —cuestionó la Diamante.

—Veo disturbios. Nuestros soldados son atacados, las ágatas de la puerta pierden su forma física... —la azulada despejó sus ojos, un poco trastornada. —Y después, todo negro.

Incluso la Perla presente se aterró. Una visión oscura de una Zafiro nunca era buen presagio. Eso significaba que probablemente también había otra gema del mismo tipo acompañando a Diamante Amarillo; Bill Cipher. ¿Por qué Cipher tendría interés ahora en White Diamond? Podría haberse ido a otro Sistema o Galaxia, pero ahí estaba, no había huido. No había ningún registro de ningún objeto abandonando la Tierra.

—Sigan buscándolo. Esto no se termina hasta que Yellow esté aquí. —se resignó la Diamante, volteándose a su sierva. —Pearl, acompáñame.



—Es algo irónico... —mencionó Dipper, levemente decepcionado mientras veía tropas correr a lo lejos, mientras ellos permanecían recostados sobre una colina desde la que podían observar las inmensas torres que habían sido reconstruidas para la disposición de White. —¿Son la élite, no? ¡Ni siquiera nos ven! —acabó diciendo, con un largo suspiro risueño.

—Es por ella. —la señaló Bill riéndose, a lo que la azulada alzó la mirada, fingiendo estar ofendida. —Te lo explico rápidamente. En el Homeworld, los zafiros, es decir... Ella, son quiénes predicen el futuro, y una zafiro no puede irrumpir en la visión de otra. Es decir, en el futuro de sus zafiros, ella no puede verse, y si no está, nosotros tampoco. Aunque es un poco más complicado que eso...

—¡Si, sí! Mucha historia, poco tiempo. —recordó la Zafiro, indicándoles la entrada a aquellas edificaciones.

Eran un gran conjunto de edificaciones rodeados de altas murallas, a través de las cuáles ellos permanecían alejados de la visión de las gemas que transitaban el lugar que asemejaba una ciudad. Dipper se sorprendió del diseño de cada una de ellas, pues no era nada parecido a lo que la sociedad humana poseía hasta el momento, y todas parecían hechas específicamente para un sólo uso, omitiendo el enorme edificio del centro tan plano en su color, cómo imaginaba sería la diamante que residía en él, pues sí, aquella era la estancia de White Diamond.

Caminaron alrededor de las edificaciones, evitando aparecer ante la mirada de las diversas gemas que recorrían esos parajes sin intercambiar absolutamente ninguna palabra con ninguna de las otras gemas a su alrededor. Era sencillo así pues, pasar desapercibido, pues nadie ponía su atención en ellos, y los Guardias a los que verdaderamente debían temer eran las Ágatas vigilantes del que era el Palacio de la Diamante.

—Una vez más, Bill... —Dipper sobó lo que eran sus cienes, en un claro gesto de estrés —¿Por qué debemos venir a éste lugar y con qué objetivo? —volvió a preguntar. Zafiro sintió que era la enésima vez que oía esa pregunta, pero aún Cipher no quería contestarla.

—Vamos, pino, ya lo verás. —expresó con una sonrisa, protegiéndose de la vista de unas bismutos que caminaban agotadas a unos metros no dándose cuenta de ellos.

No, no tenía interés en verlo. Quería saberlo ahora. Desde siempre había sabido que Bill era un Diamante, pero no sabía que exactamente pintaban ellos en ésta sociedad. Ni que pintaba él tampoco. Podía reconocer muchos tipos de gemas ahí; Nefritas, Bismutos, Cuarzos, Rubíes, Lapislázulis, e incluso Sardonyxs. Las reconocía, pero no distinguía específicamente funciones.

—Bill, ¿tú crees que con ésta forma física seas capaz de llegar siquiera con White? —cuestionó la Zafiro. Bill le miró ladinamente, risueño. Por supuesto que sabía que no era posible.

—Mhn, será cosa de probar... —masculló, mirando esta vez al edificio de la mandataria de Blanco. La puerta era vigilada por dos Ágatas y un par de amatistas que servían de refuerzo. —Pero vamos, Sapphi... Me ves muy predecible.

—Lo eres para mí. —aseguró riéndose, ocultando a un Moonstone que cada vez asomaba más la cabeza para ver a aquellas gemas.

—Bueno... Yo iré. —señaló con una sonrisa, caminando calmadamente hacía las Ágatas, que inmediatamente cerraron su paso.

Eran dos inmensas gemas, una de tonos celestes con la gema en su hombro izquierdo, era, de esa forma, incluso más alta que Bill. Y la otra, muy similar aunque aparentemente más pacífica, una gema totalmente pintada de blanco con la gema reemplazando su ojo derecho. Al reconocerlo, ambas se aterraron. Habían oído muchísimas leyendas del ser que estaba frente a ellas, pero jamás esperaron que evadiendo toda seguridad e incluso con un séquito de las mejores ópalos rastreadoras buscándolo, él se presentaba ahí, tan desinteresado cómo siempre.

—Es un placer... —sonrió ladinamente, adelantándose al lugar.

. . .

—Zafiro... ¿Él estará bien? —cuestionó Dipper, impresionado de Bill y su forma temeraria de asaltar rápidamente.

—Sí... —dudó un momento —Él lo estará. Lo mejor será que por el momento nos volvamos invisibles... No queremos que todo se arruine por nuestro culpa...

Dipper asintió, y caminando entre callejones y los puntos muertos de transcurso, caminaron nuevamente fuera del lugar, sin embargo, Zafiro sentía una molestia. Más allá de lo que ella pudiese ver, sentía que algo raro estaba sucediendo. Encontraba normal que muchas gemas no intercambiasen palabras, pero lo que sucedía ahí escapaba de esos límites. En el ambiente existía cierta complicidad que no comprendía, como si ninguna realmente estuviese haciendo lo que le correspondía.

¿Qué sucede?

No tenía ni idea, pero esperaba por el bien mental de Bill que nada de todo ello estuviese relacionado con la desaparecida Diamante Azul; Cyrille, la mejor amiga de Cipher. Miró nuevamente al niño que la acompañaba. Estaba segura de que él no sabía nada, y tampoco Cipher. Dipper, el chico con una gema de tipo Moonstone estaba tremendamente relacionada con aquella Diamante, pero aún no sabía qué tipo de relación.

Le preocupaba. No entendía cómo todo esto podía corromper a Bill, pero ese era el peor de los futuros que podía vislumbrar.

—¿Sucede algo, Zafiro? Te ves mal... —dijo, riéndose un poco a causa de la ironía. El que generalmente lucía mal e inestable era él, pero esta vez la azulada estaba un poco más opaca de lo normal, y el suelo bajo sus pies estaba congelándose.

—Es solo una visión... —suspiró con dificultad —Nada preocupante.

—¿Segura? —preguntó, zafiro asintió y Dipper se encogió de hombros. —Puedo saber... ¿cómo es estar viendo constantemente el futuro? —volvió a cuestionar, visiblemente consternado. Él no podía imaginárselo, y ante el nerviosismo de que Bill estuviese bien, quería tratar de mantenerse calmado antes de que su gema lo obligase a volver a ella.

—Mhn... —Zafiro podía leer la situación. Sabía que de existir algo que perturbase en demasía algo a Moonstone, su inestabilidad le superaría y volvería a su forma gema más dañado que la última vez. —Es aterrador. En el inicio es difícil vivir con ello, a veces es incontrolable, te muestra visiones cuando tú no quieres ver nada. Y si llegases a ver tu propia destrucción, ¿cómo te sentirías? —la espalda de Dipper fue recorrida por un escalofrío, mientras que Zafiro medio sonrió. —Es algo que nadie debería ver, pero se aprende a controlar. No somos exactas, podemos ver pasajes y los caminos más probables de todos los sucesos, pero eso no quiere decir que hallan situaciones que no podamos prever. De vez en cuando, la realidad supera nuestra visión y los sucesos con inexplicables.

—Es complicado de imaginar... —dijo él, aferrándose así mismo. —Todo es muy difícil de asimilar para mí... Mientras tú estás casi preparada para el peor de los futuros. —primera vez que Dipper experimentaba de ésta manera la desolación —Siempre he sido muy inestable, Bill ha tenido la amabilidad de cuidarme, pero no sé... ¿Qué se siente siempre estar consciente de ti? Tú al menos sabes lo que eres y para que eras útil... pero yo no sé nada.

¿Cómo explicarle a éste chico que él estaba destinado a ser una persona tan solo un rango menor que los Diamantes? Este tipo de gemas eran las líderes de las colonias en ausencia de los Diamantes, de forma que siempre existiese una jerarquía, y que los Diamantes pudieran continuar con más tareas. Sabía que si Bill no quiso decírselo, no era tiempo aún de hacerlo, y estaba segura de que Dipper no estaba en condiciones de aceptarlo.

—No creo que debieras preocuparte por ello. —aseguró la Zafiro, revolviéndole el cabello. —Eres una gema, y para el sistema del que huimos solo podemos hacer una cosa y nada más, pero no somos parte de ese Sistema, ni siquiera Bill lo es. Es decir, está en nosotros decidir qué haremos con nuestra existencia, que queremos proteger y lo que no...

—Tienes razón. —suspiró Dipper.

—Y de hecho, Bill escogió a quién proteger. —le sonrió, en un intento vano de tranquilizarle.

Aunque era la segunda vez que Bill escogía a quién protegía.



—¿Esa es tú nueva forma? ¿Es en serio? —White Diamond había alzado la voz mirando como la gema que la tenía preocupada, no era más que un enano del montón. Le decepcionaba que Bill Cipher hubiese abandonado su forma original, adoptando una como cualquier súbdito. —Pink te buscó por cientos de años, quién pensaría que ahora eres solo... eso.

—White, me impresionas. —sonrió con burla, caminando hacia ella mientras su gema emanaba una intensa luz. —¿De verdad creías que solo sería eso? —dijo, justo en el momento en que las estelas de luz desaparecían y daban paso a un Diamante con una apariencia mucho más imponente que ella.

Su traje repentinamente había cambiado, parecía incluso un caballero de orden antigua vistiendo sus mismos colores de siempre, con el acostumbrado ojo en el centro de su abdomen por debajo de su gema. Una larga capa colgaba por sus espaldas, dándole incluso más volumen a una gema ya de por sí imponente.

—Ahora hablemos enserio, White.

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