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Capitulo 2

El gran lobo solo de levantó de su escritorio, y tomando un par de pañuelos desechables limpiaba. Había dejado algunas marcas, pero con unas simples toallas era suficiente, seguido también de unas desinfectantes para quitar el color fuerte.

—Jerry. — Hablo el lobo.

Su paciencia no era de las mas buenas. Y al tercer llamado por el teléfono que tenía en el escritorio, este termino harto. Se levantó de su lugar y comenzó a caminar por el pasillo, llegando a la entrada principal, llegando a una pequeña oficina. Mirando que el gato al que le llamaba estaba haciendo unos papeles.  Pero no solo eso, ya que tenía enfrente a dos animales con trajes, y por las pintas que llevaban era de entender que eran importantes.

— Hola caballeros. — Saludo el lobo.

— ¡Jefe!. —  grito Jerry. — Perdón. Jefe. — acomodondose la voz.

—¿A qué les debo su visita?.

— Como sabrá. Venimos por parte del señor Calloway. — entregándole una hoja nueva. — Nos enteramos que se está usando otra canción de nuestro artista. Sabrá perfectamente que aún que el caballero a dejado el espectáculo, no significa que sus licencias son de dominio público. Y su asistente. — mirando a Jerry. — Nos confirma que el señor Calloway se presentará en su show.

— Así es caballeros. — acercándose a la nutria. — Mi segundo al mando no se equivocó. Y también como segundo punto, mi otra mano de confianza me confirmó que en este momento irían a la casa de Calloway.

— ¿Quién?, ¿El koala?.

— Así es. Mi muchacho está con el en este momento.

— Bueno. —  guardando sus papeles. — Si Calloway acepta a alguien como el, en su casa. Si destro de dos días no hay una carta en nuestras oficinas, que confirmen su presencia. Me temo que entraremos en el siguiente nivel, espero tengan un buen abogado. — mirando a su compañero nutria. — Hay que irnos de aquí.

Jerry solo miraba como aquellos se marchaban, ni entendía mucho de lo que pasaba, pero al ver a su jefe tenía una expresión molesta, casi mostrando los colmillos, sintió un poco de temor cuando miro que el mismo había destruido su pantalón con sus garras. Así que se acercó a su pequeño cajón en dónde tenía hilo y aguja. Conocía muy bien para quién trabajaba, sabía perfectamente cuando algo le molestaba, pero para no empeorar las cosas simplemente no decía nada, y solo se limitaba a quedarse callado, guardando sus comentarios.

— Señor. Su hija está por venir, ¿quiere que le pida un café mientras espera en su oficina?.

— Con leche de almendras por favor.

— Y aceite de coco.

— Despiértame cuando Porsha esté aquí. — mirando como Jerry cosía su pantalón. — ¿Es enserio?. ¿Jerry, pantalón azul marino con tela azul oscuro?.

— Bueno es lo que tengo por ahora. — terminando con su trabajo. — No se nota, y con su saco cubre un poco, solo intente no subir mucho su brazo derecho.

— Está bien. — mirando su reloj. — Bueno, tengo una hora nada más. No dejes que Porsha me interrumpa.

— No se preocupe, ya tengo su serie favorita en su televisión, atrase un capítulo así mientras llegué se pondrá a verla, y ya encargue su café y un jugo de frutas de dragón para su hija.

— Está bien. — tronandose el cuello. — Luego te pagaré, recuérdame cuando despierte que tengo que pagarte también por cuidar de mi hija ayer.

— Está bien. Descanse.

Jerry se quedó ahí, mirando nada más como aquel gran lobo daba un bostezó. Cualquiera diría que estar trabajando para el es prácticamente una carte de suicidio. Jerry es un gato gordo con pelaje marrón claro con rayas oscuras. Viste un traje magenta y una corbata a rayas rojas y amarillas muy particular, ya que fue un uniforme que la hija de su jefe le colocó y siendo la hija de su patrón no iba a negarse en lo absoluto, así no hacer sentir mal a la chica y enojar a su jefe por haber hecho llorar a su pequeña. Pequeño durante todo este tiempo se había acostumbrado al traje, tanto por el diseño tan extraño como sus colores, incluso termino por convencerse a sí mismo en usarlo cuando recibió ese pequeño halago. ~ Ese color te queda muy bien. ~ recuerda a la perfección las palabras de Jimmy, cosa que al recordarlas provocaba en el muchas emociones, siendo una de ellas el inmenso amor que comenzó a sentir por el desde ese día, en el que tuvo que ayudarlo con sus dolores de espalda.

~|Flashback|~

— ¡JERRY!.

Los gritos del lobo se escuchaban por toda la mansión. El señor Jimmy Crystal, estaba desesperado, y con cada grito que pegaba era más el dolor que sentir, pero para su suerte su mano de confianza estaba en la casa, haciendo su deber al mandar a sus hija con uno de los guardias de seguridad y que la lleven a sus clases privadas.

El felino corrió lo más que pudo al escuchar el primer grito, pero siempre terminan confundiendo por dónde tenía que ir, habiendo visitado nada más que unas torres veces la casa de su jefe, se le Hera imposible recordar a dónde tenía que ir, y más con la segunda presión al escuchar los quejidos del lobo.

Y al momento en que llegó, miro como el lobo estaba tendido boca arriba en su cama, de los ojos del lobo salían lágrimas.

— ¿Qué sucede?. — dijo preocupado.

— ¡Mi maldita espalda!. — quejándose. — Ayúdame...

— No se preocupe. — mirando al rededor. —  ¿Tiene alguna crema que pueda usar?.

— En mi baño.  En el espejo hay un Vaporub.

Jerry sin perder nada de tiempo se dirigió al sitio, pero al estar todo tan alto, tuvo que regresar nuevamente al cuarto y empujar una silla, así poder usarla, y al estar ya a la altura. Pudo abrir con facilidad el espejo, pero lo que había ahí fue su sorpresa mayor.

Sus mejillas se tornaron rojas y comenzando a sudar nervioso, solo tomo el frasco que iba a usar, dejando de lado la botella de lubricante que había junto a aquel juguete sexual de gran tamaño que tenía.

Jerry solo termino dándose una bofetada, así poder reaccionar y ayudar en la molestia de su jefe,

— Ya la encontré. — subiéndose a la cama.

— ¿Por qué tardaste tanto?.

— No alcanzaba. — evitando por completo, con lo que se había entretenido imaginándote cosas.

— Lo entiendo. — Mirando nada más al gato. — ¿Qué tengo que hacer.

— Comenzaré masajeando su pecho, así descubrír dónde tiene la bola de aire.

— Pero es en la espalda.

— Si. Pero esto aliviará el dolor.

— ¿Por qué?..

— Solo hágame caso.

— Muy bien.

Jimmy comenzó a desabrochar de uno en uno los botones de su camisa, dejando al descubierto el pecho blanco del lobo. Jerry nuevamente quedó quiero, admirando el pecho al descubierto, notando que el pelaje del lobo era diferente, siendo más pequeño en la parte del estómago, pero más largo arriba de sus pecho.

Jimmy no entendía que pasaba así que no dijo nada.

Tardando unos segundos en reaccionar, con dos de sus dedos. Jerry tomo un poco de aquella pomada, sintiendo con sus dedos que estaba fría. Con los mismos dedos coloco cuatro puntos. Dos por el área del estómago y dos en el área del pecho. Y con sus manos comenzó a manejar.

Las pequeñas manos del gato no ayudaban mucho, ya que había mucho por recorrer, pero lo que buscaba no era cubrir, si no buscar el punto para saber dónde le dolía. Pero fue al momento de comenzar a masajear cada uno de los pechos del lobo cuando todo se tensó, Jimmy solo termino por quedarse casi dormido por las caricias, pero Jerry termino por estar entre incómodo y excitado. Al sentir aquellos duros pechos, y si su tacto no fallaba. Pudo sentir una de las tetillas del hombre.

Pero si momento de gloria se interrumpió cuando llegó a acariciar un punto en el que el lobo se quejo. Siendo este cerca del pecho izquierdo.

— Jefe ahora dese la vuelta.

El lobo solo obedeció, y sabiendo dónde le dolía, juntando ambas manos. Jerry comenzó a hacer presión así encontrar el punto, tocaba poco a poco, hasta una en concreto dónde Jimmy se volvió a quejar.

— Muy bien. Señor levanté sus caderas.

— Está bien. — obedeciendo.

— Ahora separé un poco sus piernas.

— ¿Quieres metermela oh algo parecido?. — dijo bromeando.

—  No. — avergonzado. — Ahora respire profundo sin soltar el aire. — decía, intentando no pensar nada indebido

— Para mi esto es algo muy erótico. — volvió a bromear. — Tengo lubricante en el baño si lo necesitas, jeje.

Jerry solo parpadeo un rato serio, con las mejillas coloradas, recordando también el dildo que estaba en ese lbñ,lkkñkññkklññññkclc,ñkv que si alguien a media cuadra estubiera cerca, escucharía los quejidos del lobo. 

— ¡Carajo!. — desia entre gemidos — Mi espalda se siente increíble.

Dijo levantándose tranquilo, mirando al felino que simplemente le sonreía. El lobo se acercó al felino y con sus brazos le abrazo.

— Esto de compensa con un aumento.

Jerry estaba nervioso, no sabía que decir. Su jefe era conocido por lo temperamental que era, incluso había leído algunos artículos en internet que lo llamaban moustro. Así que no entendía el por ese afecto tan repentino. Pero no sabía que lo estaba mareando, si era las sacudidas de felicidad por parte del lobo. Oh por el fuerte olor masculino que desde hace unos segundos su nariz había captado.

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