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Capítulo 8: Desvío



CAPÍTULO 8



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DESVÍO
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur

SEOUL FOUREST TRIMAGE

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Hace ocho días que empezaron las no tan improvisadas vacaciones colectivas de nuestra banda. El mánager, junto a los demás coordinadores nos dieron la mejor noticia de nuestras vidas cuando escuchamos que tenían programado para el grupo un largo y merecido descanso de 3 meses. Ellos ya venían avisando desde hace seis meses atrás que tomarían cierta decisión que afectaría solo un poco la productividad de la compañía, pero que era estratégicamente necesario para nuestro bienestar y salud tanto física como mental.

Los hyungs y yo decidimos tomar nuestro descanso en esta época del año para hacer algo más tradicional, disfrutar del tiempo de los cerezos en flor junto a la familia. Tenía tantos planes para las vacaciones de este año, entre ellos un viaje con Jimin, esta vez iríamos a Italia. Nos estábamos pensando si aceptábamos o no a que Tae Hyung se nos uniera, pero ya llevábamos unos cinco meses planeando nuestro itinerario y Jimin quería que el viaje fuera tan cómodo y divertido como el que hicimos en Japón hace unos años atrás, insistía en que no necesitábamos al alien ahí, porque era algo solo de nosotros dos. Confieso que, para mí, con V hyung acompañándonos sería igual o quizá más genial, más divertido y totalmente loco.

Iba camino al gimnasio, llevaba puesta la indumentaria para la ocasión, un conjunto de pantalón deportivo que me llegaba por debajo de las rodillas y sudadera Puma rojo vino que aún conservaba porque me lo había obsequiado Jin Hyung por mi vigésimo cumpleaños, zapatillas deportivas a juego de la misma marca, regalo de la compañía misma después de nuestra última promoción.

Mi paso distraído por el lobby del primer piso no me impidió darme cuenta de lo solitario que era un sábado a las 5:30 de la tarde en el Seoul Forest Trimage, hasta que apareció en la entrada alguien de contextura muy pequeña que inmediatamente capturó mi atención.

Llevaba tantas bolsas de compras que dicha carga parecía multiplicar su peso corporal por los menos 200 veces, exageradamente hablando, claro. Sin pensármelo, corrí hasta la criatura para ayudarla. Las bolsas se le caían y cuando trataba de recogerlas, con otras tantas sucedía lo mismo, sin mencionar el hecho de que parte del contenido de algunas se esparcía por el piso, parecía una misión imposible no solo para ella, sino para cualquiera.

¿Cómo podía creer que alguien así pequeña como ella podría hacerse cargo de tanto? ¿Dónde estaban sus padres?

Antes de soltar cualquier palabra ya me encontraba agachado y recogiendo todo el contenido esparcido y echándolas a sus respectivas bolsas, la pequeña toalla blanca que llevaba alrededor de mi nuca se cayó más de una vez. Para ser más rápido, me permití echarla en una de aquellas bolsas, ya me ocuparía de sacarla más tarde.

—Hola, te ayudaré con todo esto —anuncié al ponerme de pie sin detenerme a mirar a aquella personita que se perdía detrás de la montaña de cajas y bolsas, mientras me colgaba en los antebrazos todo lo que había recogido de forma improvisada.

Ella paró con su misión imposible, una batalla por lograr el equilibrio entre su cuerpo y el peso, medida y cantidad de la carga. Muchas otras bolsas cayeron sumándome más tarea de recoger cosas del piso, como si ella simplemente las hubiera dejado ir, como si de repente retenerlas había dejado de importarle permitiendo que se resbalaran hasta golpear con un sonido descoordinado una tras otra.

—¡Daeback! ¡No puedo creer que tenga tanta suerte! —soltó casi en un susurro.

Su voz sonaba como una niña simpática y alegre, tenía un acento que me pareció curioso, ¿de qué parte del país venía? Alcé la vista para sonreír en su dirección y preguntarle si su comentario se debía a todas las bolsas de compras adquiridas en una tarde o al hecho de haber conseguido a alguien que le echara una mano, ya que el lugar estaba, por mucho, lejos de la concurrencia.

Esperaba encontrar un rostro común, como cualquier otro, pero el suyo era aún más deslumbrante que el de la culpable de mis noches de insomnio, era todavía más hermosa que la chica enfadada y sin nombre que me ha robado mis últimos suspiros, si no se tratara de una niña, podría jurar que al verla había sentido el impacto inequívoco del amor a primera vista. No sé si era casualidad o es que desde esa noche se me antoja relacionar cada cosa con la chica de ojos avellana, pero ese toque de claridad en los ojos de la niña me la recordaban a ella.

Me apresuré a cerrar mi boca cuando noté que por mi azoramiento se había mantenido abierta por unos instantes. Mi expresión debió ser un evento digno de apreciar porque ella se apresuró a disculpase conmigo después de mofarse de mí y luego empezó a murmurar cosas en forma de reproche hacia su propia persona, llamándose a sí misma mal educada, entre otras cosas que no entendí en lo absoluto, lo que me llevó a pensar en que su acento posiblemente se debe a que es extranjera, ya que sus palabras entendibles se mezclaban con las de otro idioma.

—Muchas gracias, JungKook-sumbaenim, oh bro, de verdad aprecio mucho su buen gesto.

«¿Sumbaenim? ¿bro? Increíble, sabe quién soy y no me está dejando sordo por dejar salir algún grito. Es una niña confianzuda, pero muy inteligente y madura o es probable que yo esté lejos de ser su idol favorito».

—No hay problema, ¿a cuál piso vas? —inquirí cuando nos encaminábamos hacia los elevadores, ahora que yo llevaba prácticamente casi toda la carga.

—Piso treinta, bro —su voz cantarina sumada a su actitud segura me sacó una leve carcajada a pesar de que me sorprendí por la coincidencia de que vivíamos en el mismo piso, pero no quise mencionar nada.

Ella ya sabía mi nombre, sin embargo, en vez de solo preguntar el suyo decidí presentarme correctamente.

—Para qué te presentas, ya sé quién eres. Mi nombre es Luna Becky, y no tienes que ser tan formal conmigo, no me sentiré ofendida si me hablas informalmente, me criaron en un país latino, así que puedes ser solo tú mismo cuando te dirijas a mí.

No me equivoqué con mi primera percepción de que se trataba de una niña muy madura y también de que tenía un ligero acento extranjero. En el ínterin del viaje por el elevador hacia el treintavo piso, sostuvimos una conversación como dos adultos normales cualquiera, como si no nos acabáramos de conocer.

Entre otras cosas, intercambiamos números de teléfono, por último, ella me habló de sus planes a futuro, de su carrera como trainee en la sub-agencia Black Lable de YG Entreteiment.

Me dejé vencer por la curiosidad y le pregunté si hizo todas esas compras sola. Me respondió que se había pasado la mitad de la tarde acompañando a las chicas de BlackPink en sus compras y que las cuatro terminaron por comprar más cosas para la acompañante que para ellas mismas.

—Soy algo así como su mascota —revoleó los ojos y luego sonrió complacida—, pero la verdad es que me encanta estar con ellas, son chicas estupendas y muy divertidas.

Sacó su celular para mostrarme algunas fotos antiguas y recientes junto a las cuatro superestrellas.

Me contó que el chofer del girlgroup tenía instrucciones de acompañarla hasta el apartamento con todas sus compras, pero ella misma le dijo que podía con todo y le pidió al hombre que se fuera.

—Me di cuenta tarde de mi error, pero gracias a Dios que me pasé de bruta, porque eso sirvió para conocer al gran Maknae de oro en persona y mejor aún, comprobar que Unnie Di Ryu tenía razón de que vivimos en el mismo edificio.

Continuamos conversando y riendo mientras caminábamos por el corredor del piso 30, Ya habíamos pasado la entrada de mi apartamento y preferí seguir sin mencionarlo.

Nos detuvimos al final del pacillo, frente a la entrada del apartamento de Yura, miembro de Girls Day. La niña dejó cuidadosamente en el piso los pocos paquetes que ella había insistido en llevar. Pulsó una contraseña de 6 dígitos en el teclado de la puerta que abrió con un breve tic.

Un fuerte olor a café inundó mis sentidos, mis fosas nasales dilatándose en respuesta al agradable aroma.



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Mis amores, me siento agradecida de que hayan llegado hasta aquí leyendo mis p......s. 

Las amo tanto por eso y por que son unas terroncitos de azucar.

¿Les dije que las quiero?

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