Capítulo 7: Roommates
CAPÍTULO 7
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ROOMMATES
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur
Hapjeond-dong, Mapo-gu
[1 mes antes]
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Me encontraba disculpándome una vez más con mi arrendadora, no me cansaba de hacer reverencias como muestra de disculpas por haber tenido que terminar el contrato que habíamos renovado por un año más hacía apenas una semana.
Al principio se molestó, pero cuando le dije que me encargaría de pagar los gastos por mantenimiento de la habitación para el próximo inquilino se puso muy agradable y me dijo que ya no me preocupara por el desastre que le estaba dejando, incluso hasta me deseó suerte en mi nuevo trabajo.
El auto negro de la compañía estaba a unos 500 metros unas dos calles más arriba, pues no podía entrar por los angostos callejones donde residíamos. Apenas son las nueve horas con treinta y dos minutos y el sol brilla con intensidad esta mañana, pero, aun así, al levantar mi vista para mirar hacia el auto, puedo percatarme de la figura de Kang Na Na, quien ya se encontraba a bordo y me saludaba desde la ventana del asiento trasero.
El mismo chofer que nos había llevado y traído devuelta de la reunión de ayer, era el encargado de llevarnos hasta nuestro nuevo hogar. Me saludó con una reverencia y con esa misma educación me pidió que le permitiera ayudarme con mis maletas.
El chofer ya había puesto todo en la cajuela del auto, pues no teníamos muchas cosas. Vi que Becky pareció haber visto algo que le sorprendió y de repente colocó a la pequeña pulgosita en mi regazo y salió disparada corriendo escaleras abajo tan pronto abrió la puerta del auto. La chihuahua, al igual que yo pareció sorprenderse y preocuparse porque empezó a quejarse por la repentina ausencia de mi hija.
Yo también salí del auto con la canina entre mis brazos, pero me preocupé por nada. Becky solo había visto su muñeco de Tata tirado en el callejón y simplemente lo estaba recuperando. A veces creo que es cierto cuando dicen que exagero cuando se trata de proteger a mi hija, pero ella también es igual de exagerada cuando se trata de las cosas de sus ídolos del kpop.
Mientras Na Na y yo íbamos conversando mi hija iba volviendo loco al conductor llenándolo de tantas preguntas que un día completo no le bastaría al pobre para responderlas.
De todo esto, lo que más le hacía ilusión era tener su propia habitación para poder llenar todas sus paredes con posters de sus ídolos favoritos, cosa que yo no comparto con ella, no me gusta la idea de que llenara su habitación con fotos de hombres que ni si quiera conoce.
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Después de haber recorrido los jardines más hermosos que había visto en mi vida donde se alzaban cuatro altísimas e impresionantes torres, subimos a uno de los dos ascensores de una de ellas. Vi que el chófer marcó el 30 en el panel y tragué saliva de forma involuntaria solo de pensar en la altura.
No es que le temiera a las alturas, pero la verdad es que nunca me agradó la idea de vivir a una más allá de dos niveles, del nivel 2 al nivel 30 era demasiada diferencia, ese era otro cambio drástico que debía soportar por el bien común, de esto dependía nuestro bienestar y el futuro de Becky. Era como si el karma me estuviera cobrando tanta buena suerte.
La puerta del elevador se abrió cuando llegamos al treintavo piso y el chofer nos indicó que nos adelantáramos mientras él se ocupaba de nuestras maletas. Becky fue la primera en dar un paso afuera de la capsula, la alegría le salía por los poros. Y al parecer esto había contagiado a pulgosita, que igual de emocionada, movía su colita por vez que le seguía los pasos a mi hija.
—¿Derecha o izquierda? —preguntó Becky mostrando algo de ansiedad. Sus pequeños hoyuelos sobresaliendo en sus mejillas mientras señalaba ambos pasillos indecisa e impaciente.
A ella le bastó con que el chofer dirigiera su mirada a la derecha para empezar el recorrido buscando el número correspondiente a nuestro nuevo hogar. El primer apartamento estaba enumerado con el 30-20 y seguían en orden hasta el 30-30, que resultó ser la última puerta al fondo del corredor de la derecha.
Eran las diez horas con cuarenta y cinco minutos de la mañana cuando al fin entramos a nuestro nuevo hogar, el chofer me saludó con una reverencia después de dejar la última maleta y sin agregar alguna palabra se marchó, dejándonos con la presencia de la chica rubia de ayer, sí, la rubia mal educada llamada Di Ryu, quien ya se encontraba cubierta por una bata de seda blanca como toda una reina. De inmediato nos informó que ya estaba instalada en la habitación principal.
—Ya sabes, el que llega primero al río se toma el agua limpia.
Sus ojos perspicaces repasaban las valijas de nuestro equipaje y se abrieron de par en par cuando se posaron en Pulgosita, que estaba olisqueando los sócalos de las paredes y arrastrando la correa que Becky había soltado.
—¿Eso es una rata? —sus gestos bailaban entre angustia, asco y horror.
Iba a abrir la boca para responder, sin embargo, me vi obligada a volverla a cerrar sin decir palabra, porque de inmediato a la rubia pareció dejar de importarle la canina cuando se fijó en Becky. Súbitamente se acercó a ella con una mirada de asombro y casi me atrevería a decir que noté una pizca de fascinación.
—¿Está es tu hija? Ya está bien grande, por la forma en que hablaste ayer pensé que se trataba de una mocosa. Odio a los niños, menos mal que tienes una adolescente. Joder, es hermosa.
Se acercó aún más haciendo un contoneo innecesario de sus caderas al caminar. Le extendió la mano como un saludo —soy Park Di Ryu, pequeña, llevémonos bien.
Becky sonrió y le respondió el saludo estrechándole la mano —Luna Becky. Claro, alguien que le dice a mi madre en su cara que ya no soy una niña, merece mi respeto.
—Oh, bonita e inteligente, me parece que nos llevaremos bien —puntualizó la rubia con una sonrisa retorcida mirando hacia mí—. Tu hija me agrada. Mientras mantengan a la rata en sus habitaciones, no habrá necesidad de generar conflictos.
Esto ya empezó mal —Na Na se adelantó pasando por mi lado con valija en mano.
Yo imité a mi amiga tomando mis dos maletas y empecé a seguirla de cerca hacia los pacillos
—¿Por qué presiento que podría ir peor?
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No fue solo un presentimiento, toda la noche me sentí como si fuéramos una visita y que Di Ryu era la anfitriona, se comportaba como si de hecho ella fuera la propietaria del apartamento y lo peor de todo es que Becky y más tarde hasta la misma Na Na le seguían el juego.
A la rubia se le ocurrió que debíamos poner reglas, y eso fue lo único coherente que salió de su boca a mi parecer, lástima que la única que no estaba de acuerdo con sus otras muchas estupideces era yo. En toda la noche eran tres contra una y no me quedaba más remedio que ceder para no ser la causante de un mal comienzo de la relación. De cualquier modo, viviríamos juntas y lo mejor era tratar de llevarnos bien.
Después de poner todas las reglas sobre la mesa, tomamos vino para celebrar nuestro ascenso, Becky tomó soda, claro. Como las dos botellas de vino las había comprado Di Ryu, tuvimos que someternos a su manera de conocernos mejor.
Ella le pidió a becky lapiceras y un cuaderno. Para que todas lleváramos un formulario con preguntas para responder y palabras para conceptuar según nuestra mera opinión.
Ella me preguntaba a mí, yo a Kang Na Na, Na Na a Becky y Becky a ella. Sí, el Karma nueva vez intercambiando un poco de tortura a cambio de mi buena suerte. ¿Por qué de todas tenía que preguntarme ella?
Después de responder las tonterías de Di Ryu, las tres estuvieron de acuerdo en que debía llenar el formulario por segunda vez, pues según sus opiniones mis respuestas carecían de sinceridad. Con mucho fastidio lo rellené tomándome un poco más de tiempo por vez que la curiosidad me carcomía por dentro mientras imaginaba qué preguntas le habrá hecho mi hija a la rubia.
Una vez que terminamos, lo leímos todo, y resultó que las preguntas que me hizo Di Ryu eran las más vergonzosas, pero las respuestas de la rubia me dejaron más que claro que ella y yo somos cien por ciento polos opuestos.
Becky recogió los cuatro pedazos de papel y los colocó como decorativo y recordatorio en el exterior refrigerador antes de irnos a dormir.
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El día número dos había pasado tranquilamente, Di Ryu había salido después del almuerzo. Ya habíamos desempacado y ocupado tres de las cuatro habitaciones disponibles, las mismas que la rubia había desechado ayer. Fui por un vaso con agua y cuando vi las hojas de los formulario de la noche anterior me dieron ganas de quitar la mía, pero en vez de eso tomé el de la rubia y la volví a leer:
Pregunta: Luna Becky.
Responde: Park Di Ryu.
¿Piensas casarte?
Por supuesto, en cuanto encuentre a un hombre muy rico.
¿Por qué odias a los niños?
Son un verdadero fastidio, es insoportable su sola presencia.
¿No tendrás hijos?
Nunca. Si mi futuro esposo desea hijos, entonces adoptaría y contrataría a un profesional para que cuide de él o ella.
Si la respuesta es no, ¿Por qué?
Jamás tendría un hijo de mi vientre, no hay razón para morirme de dolor en labor de parto después de estar castigada y mortificada por estar fuera de forma por 9 largos meses. No soporto ni la idea de tener que destruir mi cuerpo ¿has notado que las embarazadas parecen ballenas? El glamur desaparece cuando una mujer está en gestación. Es asqueroso. Además, ya sabes que odio a los niños.
¿Cuántos novios has tenido?
Bueno, perdí la cuenta cuando iba por 23 y eso fue cuando tenía 18 años.
¿Cuál es tu grupo de K-pop favorito?
Son demasiados, no me gustan las bandas de chicas, pero sí me gustan todas las de chicos. Algunos de mis favoritos son: BigBang, Monsta X, NCT, Astro, Nuest, BTS, EXO, Ateez, Pentagon, Shinee... la lista es larga.
¿Quién es tu Bias?
Soy putibias, la lista también es larga.
¿Quién es tu diseñador favorito?
Me gustan todos lo que sean caros, si es caro es bueno y con buen gusto.
Cuándo mami no esté, ¿me ayudarías con la tarea?
Solo si la materia es sexología.
¿Crees que podemos ser amigas?
Claro, me caes muy bien, pareces una persona muy madura y con buen gusto. En verdad espero que nos llevemos bien.
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Aunque yo no sea apropiada para juzgarla, no puedo creer que en la vida real existan personas así.
Al contrario de ella, yo amo los grupos de chicas y no soporto para nada los de chicos.
Esa Di Ryu es todo lo contrario a mí.
Es cierto que en su momento yo dudé y pensé en el suicidio y también en el aborto cuando me enteré del embarazo. No es una justificación, pero en ese momento me debatía entre las ganas de desaparecer de este mundo y las de olvidar todo para no decepcionar a Dios y a mi madre. Pero mis principios me llevaron a la conclusión de que el bebé en mi vientre era una bendición, mi motor para seguir viviendo y existiendo.
Yo tuve a mi hija y lo haría otra vez sin pensarlo dos veces. Becky es lo más hermoso que me ha pasado y que pasa en mi vida. No me importó ponerme gorda, tampoco tuve la necesidad de morirme ni nada por los dolores, hay dolores que son causados por otros motivos menos merecedores, que permanecen y te hacen un daño letal, pero el dolor de parir a un hijo es un dolor efímero, el único que vale la pena soportar, porque al instante se te olvida cuando logras escuchar su llanto y le vez por primera vez a los ojos.
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Por favor no me maten!!!!!!
Por tardarmeeeeee. Pero acá está, espero no decepcionar a nadie y que le sigan dando amor.
Les quiero!!!!
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