CAPÍTULO 3

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LA VERSIÓN DE LA CANTANTE
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur

Oficina del presidente Kim

[1 meses antes]

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Miró la delicada y blanca mano de la muchacha levantar la primera pieza del péndulo que yacía sobre de su escritorio por vez que le prestaba atención a su voz cuando ella empezó a contar casi con algunos detalles todo lo que le había pasado aquella última noche que se quedó en su departamento.

El Sr. Kim, pese a que ya estaba al tanto de aquella historia, le era necesario escuchar los hechos de la boca de su propia compradora.

La escuchaba prestando su absoluta atención por vez que escuchaba el constante tic toc del péndulo y, además, continuaba mirando aquella mano que seguía reposando sobre su escritorio, con uñas técnicamente ornamentadas con diminutas piedras brillantes que hacían relieve sobre esmalte blanco mate que lucía estéticamente delicado debajo del arte de la pedrería.

Hace unos días se empezaba a esparcir un rumor con relación a uno de los residenciales más lujosos de su famosa compañía de bienes raíces y constructora, y él temía que la muchacha se estuviera aprovechando de la situación para sacar ventaja de ello.

Se decía que algunos visitantes no gratos empezaron a rondar y a quitar la paz de los demás visitantes, propietarios, inquilinos y empleados del residencial donde ella había comprado. Se trataba de uno o más acosadores que molestaban a las damas, que andaban solas por los alrededores menos concurridos.

A raíz de esto, según rumores entre los empleados, un violador se aprovechó de los estragos que estaban causando los vándalos, que a diferencia de los otros, éste sí sabía perfectamente cómo burlar la seguridad del residencial y colarse a diferentes apartamentos para reportar limpieza o mantenimiento inmediato, para que cuando la empleada desafortunada llegara, esperarla con la cara cubierta y, según las habladurías de la gente, ya se imaginarán que clase de cosas haría con ella.

La reputación de la constructora se estaba poniendo en tela de juicio, porque los rumores probablemente exageraban la versión de los hechos. Había que poner un paro. Las quejas por acoso fueron disminuyendo, gracias a la medida de colocar más cámaras de vigilancia y más vigilantes en algunas zonas, sin embargo, esto también provocó que aquel rumor se hiciera cada día más fuerte. No podían permitir que la reputación de toda la compañía estuviera en picada por tan solo un grupito de vándalos.

Hubo solicitudes de traslados y algunas que otras renuncias por parte del personal femenino que estaba asignado al área de mantenimiento y limpieza de ese residencial. Ellas no podían culpar a los propietarios porque en una ocasión el sospechoso llegó a actuar haciéndose pasar por el dueño del apartamento que en realidad le pertenecía a una fémina que vivía sola.

Al principio sospechaban que se trataba de un extraño o quizá uno de los vándalos, ya que a estos no les importaba mostrar cierto comportamiento pervertido y depravado, pero nadie se atrevía a identificar a alguno de ello. Sin embargo, dadas las prácticas de esperar al personal de servicio dentro del departamento que poco antes había pedido reparación o limpieza, se pensaba en que probablemente se tratase de un empleado.

La veracidad de estos hechos era lo último que el Sr. Kim quería admitir, hasta que una de sus compradoras, la misma Kim Ah Young, mejor conocida como Yura, con mucho dolor y vergüenza le hizo una confesión de primera mano de lo sucedido en su propio apartamento.

La famosa cantante necesitaba darle a conocer al señor Kim en persona las verdaderas razones por las que había decidido deshacer el negocio de la compra de su apartamento y pedir una indemnización a cambio de no demandar a la prestigiosa compañía de bienes raíces y constructora.

La razón real por la que Yura decidió declinar su opción de demanda era que al hacerlo perjudicaría su integridad y afectaría negativamente su carrera. Siendo una figura pública no sería lo más prudente andar pregonando que ha sido ultrajada o peor aún, violada por un enmascarado en su propio apartamento.

Por eso se encontraba en el despacho del CEO de la constructora que fue su proveedora. Era necesario enfrentarlo y que lo hablaran personalmente antes de mudarse a otro apartamento.

Después de escuchar con la debida atención todo el relato de la señorita Yura, se sentó más derecho en su silla, preparándose como si se tratara de un debate. La historia de la chica era capaz de desmoronarlo, pero no podía darse el lujo de simplemente creerle. Así es que se estaba preparando a sí mismo para la contraparte de la discusión. Ahora ella tendrá que ponerle toda su atención y escucharle atentamente a él.

—Entiendo perfectamente su perspectiva, y mi deber como presidente de esta empresa es aclararle algunos puntos con relación a la nuestra. Los contratos de adhesión, como instrumentos jurídicos, cumplen actualmente dos finalidades económicas de suma trascendencia para el desarrollo de la economía: por una parte, viabilizan el intercambio masivo de bienes y/o servicios, haciendo más rápida y expedita la circulación de la riqueza en el tráfico; por otra parte, se erigen como una estrategia de manejo de costos de los empresarios orientada a la eficiencia económica.

La cantante pretendía escuchar al mayor, pero su mirada se perdía siguiendo el ritmo constante y monótono del péndulo.

»Dentro de este contexto, nosotros, los empresarios predisponentes solemos utilizar en nuestros contratos ciertas cláusulas que pueden llegar a ser reajustadas, sin importar que eventualmente agraven la constitutiva posición asimétrica de los adherentes o la suya propia, quienes ya de suyo se ven impuesto un contenido predispuesto.

La muchacha se removía levemente en su asiento, se mordía la lengua para evitar interrumpir al mayor. Después de todo el la escuchó con atención mientras ella le relataba su vergonzosa historia.

»Es por esta razón que la ley autoriza la intervención del Estado en estas relaciones jurídicas, para garantizar la igualdad jurídica de las partes mediante una regulación especial orientada a la protección de las partes débiles de cara a los perjuicios que de otra manera pudieran sufrir por virtud de la insatisfacción de sus intereses individuales y a la limitación arbitraria de sus derechos.

»Para serle totalmente honesto y claro, la acción que usted quiere interponer es civil, para ello le recomiendo que contrate a un abogado especialista de su confianza.

Al escuchar las últimas palabras, la muchacha se sentía totalmente malinterpretada y suspiró levantando la palma de su mano hacia el rostro del mayor a la par que cerraba los ojos a modo de advertencia para que no continuara con su desviada y apresurada conclusión.

El señor Kim Iba a decir algo más, pero en vista de que la joven de repente había dejado de mostrarse receptiva, optó por guardar silencio y dejarle la palabra a la chica.

—Entiendo lo que quiere decirme con toda su cátedra, pero veo que usted no me entiende a mí, señor.

El Sr. Kim la mira arrugando el entrecejo. Pues la chica no se daba por vencida, después de tal declaración.

—No vine aquí a amenazarlo ni mucho menos, no voy a contratar a ningún abogado porque no me interesa llevar esto a los tribunales, sé que sería tan perjudicial para usted como lo sería para mí.

La joven hizo una propuesta de indemnización que sería pactada verbalmente solo entre ellos dos, sin la intervención de las leyes constitucionales. Ella solo quería reiniciar su vida y necesitaba que el señor Kim entendiera que al menos debía agradecer que no lo demandara. La constructora cometió un grave error con la seguridad de la vivienda que les había comprado y por culpa de ese descuido a ella le pasó lo peor.

El empresario, a regañadientes bajó la guardia después de haber escuchado cuál era el rumbo de las intenciones de la muchacha, por lo que terminaron pactando dejar el apartamento del piso No. 30 de la torre azul del Seoul Forest Trimage sin venta. Con relación a los muebles, ella los dejaría todos en el mismo lugar que se encontraban, ya que no le interesaba llevarse nada que se relacionara o que le trajera a colación aquel mal recuerdo.

—No hace falta, te ayudaremos a amueblar tu nuevo apartamento como parte de la indemnización. El apartamento 30-30 se quedará sin venta, es bueno que hayas tomado la decisión de que los muebles no sean removidos, así no me veré obligado a dar parte a la prensa de que has declinado el negocio con nuestra constructora y todo quedará entre nosotros.

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El personaje del Banner es: Park Di Riu, la conocerán más adelante.