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Capítulo 14: Efímero viaje al futuro








CAPÍTULO 14

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EFIMERO VIAJE AL FUTURO
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur

SEUL FOUREST TRIMAGE



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Era un domingo brillante, después de pasar dos divertidos días en la casa de mis padres me encontraba conduciendo mi Mercedes hacia mi lujoso, pero solitario hogar, donde por escasos momentos me sentía pleno, pero al transcurrir los días de vacaciones, descubría que me empezaba a ahogar en soledad. Con los chicos conseguimos que nos dejaran descansar al menos dos meses antes de entrar al servicio militar, tiempo que, además de descansar físicamente, podríamos emplear como quisiéramos; pasar ratos con la familia, viejos amigos, novias, viajar o tal vez ser solo personas normales dentro de todo lo que cabe.

Me encontraba ya a unos pocos metros de la entrada del Trimage a la espera de que el semáforo cambiara su señal de rojo a verde cuando de repente algo impactó contra el lateral de mi auto. Vi a tres hombres subirse a unas motos con mucha prisa y luego echar a andar en sentido contrario del tráfico de la avenida, subiendo por la acera, sorprendiendo y espantando a los peatones. Mi instinto fue salir rápidamente para rodear mi auto y revisarle el exterior del lado opuesto del asiento del conductor donde recibió el impacto de cualquiera que fuera el objeto que colisionó con gran ímpetu contra él, pero no me esperaba lo que encontré. Del otro lado, sobre el asfalto, se encontraba tirado uno de esos chicos, su cuerpo retorcido en una posición aparentemente incómoda, al parecer se había tropezado al saltarse la reata y correr muy deprisa, a juzgar por el impacto que hizo con mi auto y también porque aún no se levantaba, eso debió dolerle bastante.

Mientras yo me acercaba para atrapar al vándalo, a lo lejos una mujer vociferaba palabras ininteligibles y hacía señas desesperadas en dirección a mí. Quise prestar atención a la señora, pero, antes tenía que atrapar al desgraciado que tuvo la mala suerte de tropezarse con mi amado mercedes. Alcancé a escuchar una de las palabras que la mujer casi sin aliento exclamaba "robado". Esto fue la gota que derramó el vaso, ni bien había escuchado la palabra que llegó de forma estropajosa a mis mis oídos, por la distancia y los estragos del viento, y ya estaba que echaba humo por los oídos y no pude escuchar nada más. Me dispuse a voltear al maldito que ni siquiera era capaz de ponerse de pie.

Le agarré por la parte posterior del cuello de su chaqueta y me chocó un poco el hecho de que el hombre resultó ser demasiado ligero para su contextura, lo levanté con una sola mano y cuando estuvo más o menos de pie, le giré para voltearle de frente hacia mí; tenía el puño de la mano desocupada en alto y listo para pegarle con todas mis fuerzas si llegaba a ponerse agresivo conmigo, pero al divisar su rostro quién recibió el impacto de golpe de realidad fui yo.

Sus rasgos faciales padecían una ligera deformidad que indubitablemente dejaban en evidencia que se trataba de una persona especial. Tenía los ojos llorosos, probablemente debido al dolor, una parte de su rostro raspada y ensangrentada, lo que significaba que al caer se había deslizado por el asfalto. De forma irreparable y aún sin soltarle, bajé lentamente mi puño que había elevado al aire preparado para impactarlo en ese rostro que tanto me sorprendió. Él estaba llorando, pero repentinamente un temblor empezó a sacudir su cuerpo y simplemente comenzó a reír de forma escandalosa. 

Yo aflojé mi agarre y él comprendió que lo estaba dejando ir.  Con sus manos torpes terminó de retirar la mía y antes de salir disparado en la misma dirección que los motociclistas que ya se habían alejado de la escena, dijo una palabra que no entendí bien, era algo parecido a "gracias" pero en español.

La mujer de antes ya estaba cruzando de este lado de la avenida y podía apostar, por sus gestos y forma urgida de caminar, que me iba a reprochar el hecho de haber liberado al delincuente. Sin aliento y claramente cansada, se apoyó de sus rodillas mientras otra mujer más robusta venía también vociferando cosas que parecían otro idioma, no venía corriendo como la primera, al parecer el sobrepeso de su cuerpo no se lo permitía, aunque lo intentaba. Mientras yo miraba en dirección a la segunda mujer, la primera llegó a aproximarse a mí. Los conductores empezaron a causar molestos y ensordecedores ruidos con los cláxones de sus vehículos. La primera mujer ya estaba a mi lado mientras me dirigía palabras que no pude escuchar debido al ruido precipitoso de todas las bocinas sonando al mismo tiempo.

No lo pensé mucho y sin siquiera mirarle bien la cara me adelanté para tomar a la señora con cuidado con la intención de atender primero al tráfico, abrí la puerta de copiloto de mi Mercedes y sin la mínima explicación la hice subir, rápidamente me di la vuelta para quedar al frente del volante y poner en marcha el auto. La señora iba a comenzar a hablar, pero no la dejé, pues antes de que continuara con sus reproches, sin desviar mi vista de la avenida le expliqué que debía aparcarme más adelante lo más rápido posible para dejar fluir el tránsito. Una vez que terminé mi explicación vi por el rabillo del ojo que ella, aún sin recuperar del todo su aliento por el reciente esfuerzo físico asintió y luego inhaló profundamente.

—Entiendo joven, usted es un buen ciudadano, pero entiéndame, mi hijo es una persona discapacitada mental y físicamente, usted debería comprender que tengo que alcanzarlo —explicó hablando sin pausa a pesar de su respiración pesada.

Yo terminaba de aparcar a orillas de la avenida, estaba tan cerca de la entrada de mi hogar, pero mi estómago se contrajo con lo que acababa de oír. 

«¿Se trataba de su hijo? ¡No puedes ser más tarado, Jung Jungkook¡».

Si no alcanzaba a su hijo ahora, sería difícil dar con él después. Ella empezó a hablar nueva vez y ya que no estaba ocupado con otras prioridades o urgencias, esta vez la miré para poner mi absoluta atención en ella.

Desde que puse mis orbes en su rostro algo en mi se desconectó y todo de mí solo atendía a realizar un escáner de sus rasgos faciales. Mientras la señora hablaba, mi yo externo asentía sutilmente como muestra de empatía. Al observar con más detenimiento cada parte de su hermoso y bien conservado rostro, su voz se hizo lejana como si una gran distancia se interpusiera entre ambos. Mi yo interno se quedó perplejo y boquiabierto, indiferente a la situación que ella me estaba explicando.

Sentí por un momento que viajé al futuro y me topé de frente justo con una luna a la que le habían caído unos veinte años encima, pero que aún así, no quitaba lo hermosa que era. Todo, absolutamente todo de su rostro, salvo sus ojos; que eran de un verde brillante y estaban bordeados por unas largas y pobladas pestañas, pero que carecían de doble párpado; me la recordaba a ella.

Dicen por ahí que cuando estás enamorado puedes ver a esa persona en el rostro de los demás.

 «Jeon Jung Kook, la señora está en un real apuro, ¿y tú pensando en bobadas?».

No lo pensé ni un instante, me quité el cinturón y le pedí a la señora que se bajara de inmediato del auto.

—Por favor, espéreme aquí.

Rápidamente me aseguré de cerrar mi Mercedes y sin más explicaciones salí disparado corriendo en la dirección que tomó el hijo de la señora que incontrovertiblemente debía ser la madre o mínimo pariente cercana de Victoria y Baekhee.



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Llevaba unos buenos minutos corriendo y observando todo a mi alrededor. No había señal de aquel chico. Ya me estaba sintiendo muy cansado, pero debía seguir buscando ya que la tarde estaba llegando a su fin y si se hacía noche sin encontrarlo, era muy poco probable que tuviera éxito. Le pregunté a un par de transeúntes si habían visto a un extranjero de baja estatura, con chaqueta azul jean y camisa de cuadros rojos y negro, pero no esperé una respuesta porque en vez de poner atención a mis palabras, los sujetos, que eran dos chicos, ambos empezaron a pedir que me tomara una foto con ellos.

Metí la mano en el bolsillo de mi abrigo y efectivamente encontré lo que buscaba mientras tanteaba debajo de mi celular, me coloqué mi cubrebocas para tener más oportunidad de preguntar a otros transeúntes, sin perder el tiempo, me alejé de ellos sin despedirme, dejándolos con la palabra en la boca.

Unos minutos más tarde Iba a preguntar a una señora mayor, pero a lo lejos, un pequeño tumulto de gente llamó mi atención. Mi instinto me decía que debía ir a ver lo que estaba pasando allí y no lo pensé dos veces.

Había gente rodeando algo tirado a mitad del cruce de peatones. Una mujer pedía que alguien llamara una ambulancia. Tuve un mal presentimiento y me adelanté corriendo hacia aquel lugar.

Esta vez fue mi corazón el que se encogió, hizo un juego de latidos frenéticos que terminó retumbando en mis oídos. Mi sangre se congeló cuando lo vi ahí tirado, estaba boca abajo en una posición inconcebible para un humano, debajo de su cabeza había un pequeño charco de sangre. Me hice paso entre las personas y me acuclillé al lado de un joven que parecía querer ayudar.

—Por favor llamen a una ambulancia —esta vez gritó el joven que tomaba el pulso del chico especial.

Rápidamente busqué en el bolsillo de mi chaqueta y saqué mi celular del interior. Marqué al 119. Después de explicar atropelladamente el estado del chico a mi receptor, el joven a mi lado me dijo que es estudiante de medicina yo repetía esa información al miembro de la entidad socorrista que recibía la llamada y este me explicó que lo mejor era que le pasara el teléfono al estudiante. Inmediatamente hice lo que le pedí. Mientras extendía mi celular al joven estudiante le informé que la ambulancia ya venía en camino.

—Debo ir por su madre, ella no está lejos de aquí, si la ambulancia se retira antes de que lleguemos, por favor acompáñalo, te localizaré por mi celular.

No esperé una respuesta de parte del estudiante, así que dicho esto, me puse de pie y salí corriendo devuelta hasta donde había dejado a la señora. Mientras corría devuelta estaba luchando en vano contra la culpa que me estaba carcomiendo. Yo pude haber evitado esa tragedia, si tan solo no lo hubiese soltado cuando lo tenía agarrado de su chaqueta. Si tan solo hubiese prestado atención a su madre cuando ella vociferaba desde el otro lado de la avenida.



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Con respiración agitada y con los latidos del corazón zumbándome en los oídos, seguí corriendo sin disminuir la velocidad, pese a que ya estaba a unos pocos metros de mi auto. A lo lejos visualicé que la señora tenía a otros dos acompañantes, la señora gorda de antes y ¿mi cuñado?

Entre todas las personas del mundo, tenía él que estar ahí. Seguramente vio mi auto y se detuvo por esa razón, eso fue lo primero que me vino a la mente, sin embargo, al observar mejor pude reparar en que la madre del chico especial le sonreía a Kim Sang Bum y le abrazaba como si fueran conocidos.

La primera en notar mi presencia a poca distancia fue la mujer gorda, quien me señala mientras gritaba dando saltitos algo que no alcancé a entender. No me detuve hasta que estuve en frente de la señora para darle la mala noticia. Ella nota la negativa en mi rostro porque al mirarme inmediatamente cambió su sonrisa por una expresión preocupada y se llevó sus dos manos a la boca.

—¿No lo pudo encontrar?

Yo negué con un movimiento de cabeza, mientras recuperaba un poco el aliento.

—No es eso —no encontraba las palabras para decirle, pero entendía que debíamos movernos rápido—, sí lo encontré, pero hay un problema —aclaro con una mueca y alborotándome el cabello de la nuca.

Tomé una bocanada de aire para llenar mis pulmones.

—Jung Kook-ah, habla de una vez, ¿pasó algo malo? —intervino mi cuñado, con una ceja elevada, incitándome a dar una mejor explicación con la mirada. Su cabello se veía mojado, parecía no preocuparse por su peinado como siempre lo hacía, llevaba ropa cómoda, seguramente estuvo en el gimnasio, nunca lo había visto fuera de su casa sin llevar un traje.

—Es que —mi respiración no se había tranquilizado y me atraganté con un trago de mi propia saliva—, verá, lo siento mucho, pero su hijo fue atropellado.

La señora me respondió gritando una palabra en otro idioma.

—"¿Atropellado?".

Tuve que apresurarme y agarrar como pude a la señora gorda, ya que amenazaba con caer desmayada.

—Lo siento mucho de verdad, he llamado a una ambulancia y...

—Debemos ponernos en camino, ¿A cuál hospital lo están llevando? —interrumpe mi cuñado tomando la mano de la señora para encaminarse hasta su jeep.

Ahora me hace recordar porqué siempre me hace sentir tan intimidado y tan pequeñito. Esa expresión, esa seguridad, esa supremacía que sobresale por encima de cualquier situación, como todo un profesional, no era un hombre que perdiera la calma o se asustara con facilidad, pero sí alguien que actuaba con rapidez tomando decisiones sensatas en poco tiempo. Era algo de admirar y envidiar.

Rápidamente expliqué que no esperé a que llegara ambulancia y que dejé mi celular en manos de un estudiante de medicina que lo iba a acompañar. Al escuchar esto, mi cuñado se apropió de la situación y marcó mi número desde su teléfono. Luego de hablar con el estudiante nos indicó subir a su jeep, pero yo preferí ir en mi auto y la muchacha fue prácticamente obligada por la copia futurista de la Luna para acompañarme en mi auto camino al hospital.



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Sé que no es mucho para lo que me tardo en publicar, pero como ya había explicado en otros apartados que mis actualizaciones se volverían más lentas.

Espero que les haya gustado el contenido.  Gracias por la oportunidad y el amor que le dais a la historia y a esta tonta creadora, jajaja.

¡Espero que sus días sean muy felices y bonitos!

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