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Capítulo 13: El grito de los cerezos




CAPÍTULO 13


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EL GRITO DE LOS CEREZOS
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur

SEUL FOUREST TRIMAGE


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[POV-Victoria Luna]


"Seguramente todo está bien".

Es lo que dijeron los del equipo de seguridad cuando avisé que llevaba más de 10 minutos tratando de comunicarme sin éxito con Nana. Cada quince minutos nos hablábamos por el walkie-talkie para asegurarnos de que todo marchaba bien, sin embargo, ella no respondía ni el dichoso aparato ni tampoco su celular.

Diryu, Nana y yo nos encontrábamos trabajando en torres diferentes, Nana en la torre azul, Diryu en la blanca y yo en la violeta. En ésta última se rumoreaba que, después de varias semanas del último suceso en la torre azul, anoche la torre Amarilla dio lugar a otro ataque por parte del astuto agresor.

Ésta era la torre a la que había sido asignada Kang Nana, sin embargo, debido al ataque de anoche, sospechábamos que el acosador podría intentar buscar su próxima víctima en aquella torre y por dicha razón decidimos hacer cambios.

En vez de tomarlo con calma, tal como recomendaban los de seguridad, yo había abandonado mi puesto y me encaminaba hacia el elevador, guiada por la indicación que se había activado del localizador del Walkie-talkie de Kang Nana. La señal era débil, así que en cuanto entré marqué el último nivel para ir checando en cuál piso se haría más fuerte. Otras tres personas entraron después de mí. Una mujer muy joven y dos hombres vestidos de traje casi idénticos, como si de un uniforme se tratase.

Di un respingo seguido de un suspiro de alivio cuando mi teléfono vibró dentro del bolsillo de mi pantalón y pude ver que mi llamada estaba siendo respondida por Kang Nana. Me recargué en la barra de metal del interior de la cabina liberando toda la rigidez que envolvía mi cuerpo, y sonreí cuando saludé a mi amiga.

—D-disculpa mi descuido, ¿t-te he hecho preocupar?

Un frío recorrió todo mi cuerpo provocando un ligero temblor. Esa forma de responder, el innegable titubeo en sus palabras, aumentaron mis sospechas de que algo andaba mal. Cambié mi posición relajada a una que estaba lejos de mostrar calma.

—Sabes que sí. Nana, ¿estoy en altavoz? —a pesar de toda la adrenalina que recorría por mi sistema, traté de que mi voz sonara lo más natural posible. Sentí que mis manos empezaban a sudar y a ponerse frías.

—S-sí, jefa, p-perdóneme por no responder antes, es que hay mucho qué hacer. Me reportaré en media hora, cuando termine mi trabajo asignado.

«¿Media hora?».

Después de dejarme en shock con sus palabras, ella simplemente colgó. Mi corazón aceleró como el motor de un tren cuando alcanza su máxima velocidad. Con certeza, esa era la voz de Nana, pero esas no eran sus palabras, eran de alguien más. Nana jamás me hablaría de esa forma, además, me llamó jefa y esa era una clara señal de que ella estaba con el agresor.

Envié un mensaje de alerta al supervisor del equipo de seguridad. Rápidamente marqué el número de la oficina de mantenimiento y limpieza para confirmar las asignaciones de Nana correspondientes a ese día, necesitaba asegurarme si hubo algún cambio. El elevador ya estaba en el piso treinta y se detuvo por aquella señorita rubia que venía acompañada de lo que parecían sus dos guardaespaldas, ya había marcado el número de ese piso mientras yo me concentraba en la llamada con Nana.

La señal del localizador se hacía mucho más fuerte. Quise explotar por la desesperación y la impotencia, porque antes de bajar del ascensor los tres sujetos estaba indecisos y por alguna razón comenzaron una estúpida discusión tipo quién sale y quién se queda. En eso el chico de la oficina de mantenimiento me devolvió la llamada.

—Joven Jung, tengo mucha prisa, ¿confirmó el horario de Kang Nana?, necesito saber si tiene alguna asignación irregular para este momento.

El chico del otro lado de la línea respondió que buscaría de inmediato la información, mientras que por fin aquella chica y sus guardaespaldas parecieron ponerse de acuerdo y decidieron bajar del ascensor.

La muchacha sonrió triunfante hacia los dos hombres. Ella se adelantó, mientras ellos observaban inmóviles cómo se alejaba por el pasillo hacia la derecha y los dejaba atrás. Esa chica es mi vecina, vive en el mismo piso que yo y no tenía idea. Pensé que lo mejor es buscar en los registros y conocer la lista de nombres y el perfil de cada propietario e inquilino que reside aquí, sería demasiada información, lo sé, sin embargo, tenía que intentarlo. Conocer a los inquilinos me daría una ventaja sobre los perpetradores.

Las puertas del ascensor se volvieron a cerrar para continuar subiendo hasta el piso 36, es decir el último piso. Yo aún esperaba por la respuesta de Jung. Observé el localizador una vez más, la señal se debilitaba. Lo que significaba que me estaba alejando de la ubicación del dispositivo de Nana.

Traté de detener el recorrido del ascensor, ya iba por el piso 34, mi desesperación provocaba unas ganas inmensas de gritar con rabia.

Jung devolvió la llamada confirmando que no había ningún pedido irregular y que a esta hora le tocaba el piso 29 y 30 exactamente los apartamentos del ala norte.

Un chico que empujaba un carrito de limpieza iba a entrar cuando el ascensor se detuvo en el piso 35, yo salí rápidamente para verificar el otro ascensor, pero éste estaba descendiendo al piso 10 y decidí bajar corriendo por las escaleras.

Jung volvió a llamar, tomé la llamada sin detener el paso. Mi respiración agitada chocaba contra el celular.

—Luna, el último reporte que tengo de Kang Nana en el registro es de hace 28 minutos, piso 30 Apto. 30-22. Y repito, no hay ningún pedido irregular.

Di las gracias a Jung por ir un poco más allá y seguir buscando.

Joder, era justo nuestro piso, donde se habían quedado los tres sujetos de antes. Tuve la esperanza de que Nana solo se hubiera saltado un poco la rutina y estuviera haciendo algo importante en nuestro apartamento. Deseaba con todas mis fuerzas que todo fuera una falsa alarma.



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Caminaba por el corredor del ala norte dirigiéndome con pasos sigilosos al apartamento 30-22. Tragué saliva cuando vi que la puerta no estaba correctamente cerrada. Inmediatamente guardé la tarjeta maestra porque no era necesaria y la sustituí por el electrizador. Me estaba preparando mentalmente para lo peor, ya eran demasiadas anormalidades, esto no era casualidad, aquí estaba pasando algo.

A pesar de los temblores provocados por mis nervios, conseguí conservar el sigilo. Tenía ganas de quedarme a esperar al equipo de seguridad, pero también me sentía demasiado desesperada por la situación, ahí dentro estaba Nana, posiblemente con alguno de esos malditos enfermos. No, no podía solo quedarme a esperar.

Mi estómago se contrajo cuando toqué cuidadosamente la puerta. Fui empujando sin prisa para que no provocara ningún ruido. Apreté con fuerza el electrizador y me agaché para entrar a gatas. Lo primero que pensé es que podía haber alguien escondido detrás de la puerta, y efectivamente había alguien, pero no estaba donde pensé, tampoco era el tipo de persona que esperaba encontrar.

La chica rubia de cabello corto de antes en el ascensor estaba de pie en medio de la entrada, se había quitado los zapatos de tacón, pero no se había colocado ninguna de las sandalias, aún las traía en las manos, una en cada mano, para ser más exactos. Pero lo más contraproducente era el hecho de que sus manos estaban hacia arriba como cuando estás atrapado en flagrante delito por la policía.

No llegué a dar el segundo paso adentro de la pequeña estancia dedicada para el cambio de zapatos cuando la chica fue tironeada de forma tan súbita que su grito pareció más lento que el acto mismo. Todo fue tan rápido, seguí el movimiento del cuerpo de la chica y me adelanté ensordecida por el agudo tono de su grito para toparme con la figura de un hombre de negro con capucha que amenazaba con un cuchillo al cuello de la joven asustada por vez que le decía algo al oído.

Me quedé paralizada, en ese momento pensé que a Nana le había pasado lo peor, pero al mismo tiempo tenía la esperanza de que quizá la dueña del apartamento había interrumpido a tiempo.

La joven de pronto dejó de lloriquear. Seguramente debido a alguna amenaza del delincuente. Con el silencio dejado por la rubia pude distinguir una voz que venía del pasillo de las habitaciones, no decía nada, pero parecía querer hacerlo, sonaba amortiguada y desesperada. «La tiene amordazada».

La chica rubia comenzó a dar pasos hacia mí, dirigiéndose a la salida, estaba roja, sus ojos reflejaban puro terror y me miraban con un matiz de súplica. El hombre caminaba detrás de ella, muy pegado a su cuerpo, pero la hizo detener sus pasos. Volvió a susurrarle cosas al oído que yo no alcanzaba a oír.

—P-por favor, t-tira eso lejos.

El encapuchado la estaba utilizando para no hablar en voz alta. Yo supe en el mismo instante a qué se refería, pero actué desentendida. No me moví ni un centímetro, tenía que ganar tiempo hasta que llegaran los de seguridad. El hombre señaló con un movimiento de cabeza hacia la mano en la que yo llevaba el electrizador. Su intención era salir con la chica de rehén, pero yo no pensaba dejárselo tan fácil.

El sujeto apretó a la rubia y ella se cubrió la boca para evitar que se escuchara con claridad el grito que se escapó de su garganta. Su respiración se agitó con mucha más notoriedad y sus ojos me miraron con desmedida súplica mezclada con puro terror mientras derramaban algunas lágrimas. Comprendí que no podía hacer tanto tiempo arriesgando a esa persona.

—¿Te refieres a... esto? —pregunté tratando de parecer tonta y desinteresada por vez que levantaba el aparato delante de mí.

El sujeto vestido completamente de negro hizo otro ademán que entendí perfectamente. Quería que yo me apurara, que me quitara de su camino para poder huir. Eso es exactamente lo que yo no quería permitir. Mi mente debía estar serena, debía ser lo más fría posible, pero la mirada suplicante de esa chica me estaba taladrando el estómago. Necesitaba concentrarme, podía intentar luchar contra él mano a mano, cuerpo a cuerpo, pero el maldito tenía un afilado cuchillo y para rematar, una rehén. La impotencia me estaba quebrando los nervios más que la situación misma.

Con inmensurable lentitud, fui descendiendo sin desprender la vista de ellos hasta dejar cuidadosamente en el piso el dichoso e inútil aparato.

—Dice q-que debes patearlo. —la voz de la chica sonaba más ronca a medida que continuaba llorando silenciosamente. Era una joven inteligente. Por más asustada que pareciera, trataba de hacer lo posible para no enfadar al encapuchado.

Hice como dijo la rubia, pero tardándome un poco en hacerlo.

—D-dice que... que no, hacia acá.

Miré hacia la maldita capucha con enfado, achicando los ojos, pero hice lo que me pidió a pesar de que eso significaba que yo tenía que hacerme a un lado de la puerta.

—Quédate d-donde estás —sabía que hacerme a un lado de la puerta era el propósito y caí como una estúpida. Yo había pateado el aparato fuera de su alcance hacia un rincón entre el armario de las sandalias y el de los colgantes para abrigos y otros accesorios, ahora yo había quedado casi fuera de su alcance visual y estaba pateando el aparato electrizador hacia él.

Sin pérdida de tiempo caminó empujando el cuerpo de la chica hacia la salida hasta llegar al pequeño estrecho de la entrada, hizo que la rubia se pegara a la pared y con una destreza descomunal levantó el aparato y comenzó a dar pequeños pinchazos en su espada provocando que ella gritara y se retorciera de dolor.

—Camina —ordenó con una voz exageradamente rasposa y claramente fingida.

Mi mente iba a explotar, si no hacía algo me lo reprocharía toda mi vida. Un ruido sordo se escuchó desde donde provenían los lloriqueos y pedidos de auxilio de Kang Nana y me sacó de mi bloqueo mental.

—Lo siento por mi compañero, pero tendré que abandonarle —dicho esto empezó a electrocutar ininterrumpidamente a la rubia hasta dejarla inconsciente, ella dio una breve batalla mientras su cuerpo se retorcía de forma peligrosa y gritaba por el dolor. En ese ínterin el sujeto dejó caer el cuchillo.

Esa era una oportunidad, pero me tardé en reparar en ello, porque en ese momento yo estaba fuera de mí, no solo por ser testigo de la tortura que estaba recibiendo la rubia, sino también por lo que acababa de escuchar. Mi corazón iba a salir de mi pecho, mi mente era un verdadero caos. El maldito no estaba solo, su compañero estaba encerrado en una de las habitaciones con Nana haciéndole quien sabe qué clase de atrocidades o torturas y yo como una idiota queriendo ganar tiempo.

Reaccioné y me adelanté hacia ellos cuando el sujeto colocaba a la chica en una posición que le facilitara cargarla en sus brazos. Me tiré al piso de forma estrepitosa para alcanzar el cuchillo antes de que él lo pateara. Lo alcancé, pero también recibí un golpe de una de sus botas negras en mi estómago. Como si se tratara de un costal de arroz, el tipo levantó a la rubia inconsciente casi hasta la altura de su cabeza y luego la aventó hacia mí cuando hice el intento de ponerme de pie. A consecuencia de esto, casi pierdo la conciencia por el impacto de mi cabeza contra el piso.

Con menos fuerza que convicción hice a un lado el cuerpo inmóvil de la rubia y apenas me puse de pie perseguí al tipo que ya casi doblaba la esquina hacia los ascensores. Me arriesgué a tomar el cuchillo por la punta y lo lancé apuntando a la espalda cubierta por una suera de cuello alto negra y una mochila. No di en el blanco, al menos no el que me propuse, pero sí pude ver antes de que su figura se perdiera de mi vista que el arma blanca se enterró en su pantorrilla izquierda.

Me regresé al apartamento y mientras lo hacía rápidamente tomé mi walkie-talkie y di la alarma al equipo de seguridad para que no lo dejaran escapar. La rubia estaba inconsciente tirada en el piso en una incómoda e hilarante posición, pero eso no me preocupaba en ese momento, no cuando estaba pasando algo que tenía toda la importancia, Nana estaba atrapada en una de las habitaciones de aquel apartamento viviendo su propia pesadilla y rogando que alguien la salvara.



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Hola, 

Pido disculpas por la tardanza para actualizar.

Mil gracias por leer.

P.D.:  El personaje del banner es Zoyla Luna, la madre de Vicky. En unos capítulos más adelante estará apareciendo.

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