Capítulo 12: Disculpa
CAPÍTULO 12
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DISCULPA
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Ciudad de Seoul, Corea del Sur
Residencial SEUL FOUREST TRIMAGE
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De alguna manera Jungkook fue convencido de quedarse un rato más. Su incomodidad se quedaba corta en comparación con su deseo de salir de allí y no volver a poner un solo pie en aquel apartamento en lo que le restaba de vida; sin embargo, por educación y cordialidad, le tomó la palabra a la pelirroja de que las cosas estaban calmadas, que aclararía con Victoria y ya luego la castaña no se volvería a comportar de esa manera con su persona; le creyó, porque no vio más señales de la rabiosa castaña después que ésta entró en su en su habitación; incluso, observó que la mayor le había llevado la cena hasta allá para evitar que la otra volviera a salir.
«¿Le habrá inyectado algún sedante?».
Es lo que el pelinegro llegó a preguntarse, entre otras tantas cosas sin sentido. Porque no concebía una manera sana de calmar a semejante fiera.
Ya eran casi las once de la noche cuando Kang Nana volvió a dejar a solas a los jugadores, que para ese momento habían vuelto a sumergirse en su mundo. El cuerpo de la mayor estaba resentido y le rogaba por ir a tomar un baño. Se excusó, pero nunca dijo que sinceramente estaba agotada y lo necesitaba. Al escuchar que la mayor se ausentaría retirándose a su habitación, Jungkook se puso inmediatamente de pie y alegando que ya era hora de irse se disponía a despedirse. Becky le interrumpió antes de que las palabras terminaran de salir de su boca, reprochándole por interrumpir el juego y exigiendo que empezaran una última partida. Esta vez, el pelinegro no pudo negarse tampoco, así que volvieron a lo suyo.
Mientras la pareja jugaba, todo continúo en verdadera calma, tanto Nana como Becky resultaban ser personas muy agradables para Jungkook, sin embargo, el pelinegro no terminaba de sentirse del todo cómodo debido a la presencia de la otra chica castaña y ojos bonitos.
La puerta de la entrada se abrió de súbito y en el umbral apareció la figura elegante y pomposa de Diryu. Ella entró dando pasos sonoros con sus tacones y se detuvo para quitárselos y cambiarlos por un par de sandalias. Becky estaba dentro de su marco de visión cuando la rubia levantó su extra maquillado rostro.
—¡Hola de nuevo, Becky-ah! —la niña le devolvió el saludo y le sonrió antes volver colocar la vista en el juego—. Solo vine a darme un baño y vuelvo a salir.
Cuando la recién llegada se enderezó correctamente y dio algunos pasos hacia delante, sus ojos se desviaron hacia la cabellera negra de un chico aparentemente alto que estaba haciendo compañía a la niña. Eso le pareció curioso, pues conociendo a Victoria, resultaría extraño que ella le permitiera este tipo de visitas a su hija y menos a esa hora, a menos que... fuera sin su permiso.
—Veo que hoy tienes visita, ¿te llevaste de mi consejo?, ¿es un chico?, ¿verdad?, ¿le diste un sedante a Victoria? —la rubia disparaba una pregunta tras otra mientras rodeaba el mueble para fijarse en el visitante.
Sus ojos se abrieron de forma inmensurable y una sonrisa genuina apareció en sus labios tintados de rojo intenso mostrando casi toda su dentadura.
—¡Y no cualquier chico! ¿Desde cuándo son amigos? ¿Por qué no me lo habías dicho?
Sin preguntar y sin avisar, Diryu se acomodó en el mueble, demasiado cerca del pelinegro, sin importarle mucho el hecho de que invadía el espacio personal del contrario.
Becky se percató de la obvia incomodidad de Jungkook y trató de contrariar a la rubia sin recurrir a la falta de respeto, pues ella le caía muy bien —onni, pero tú dijiste que ibas a volver a salir...
El intento de la niña de hacer algo por el pelinegro se vio frustrado por la teatral interrupción de Diryu.
—¿Yo?, ¿cuándo dije eso? —la chica soltaba una risita tras otra mirando al rededor y de buenas a primeras pasó su brazo por encima del hombro de Jungkook—, ¿a qué están jugando?, ¡yo me apunto!
Ante las atribuciones tomadas por la rubia, el pelinegro entró en una especie de "shock", sin embargo, el hecho de quedar estático en su lugar, no evitó que el fuerte olor del perfume de Diryu provocara que el joven hombre arrugara la nariz. Cosa que la niña se percató de inmediato, porque en ella la cercanía de la chica solía surtir el mismo efecto a causa del fuerte aroma floral.
—¡Pero tú me habías dicho que esos juegos son para retardados! —Becky lo intenta una vez más.
—¡¿Yo?! Eso no fue lo que quise decir —la rubia soltó una risilla entre coqueta y falsamente divertida, mascullando las palabras ante la impotencia de no poder controlar los intentos de bochorno que la niña se proponía—, en verdad me parecen interesantes, pero nunca he tenido el tiempo para aprender, ¿me enseñas? —inquirió interesada mirando al pelinegro casi con adoración.
Becky revoleó los ojos y bufó mientras relajaba sus hombros dándose por rendida.
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Desde su sitio, Victoria escuchó dos toques en el madero de la puerta de su habitación, seguido la vio abrirse para dejar aparecer la figura de Nana en el umbral.
—¿Ocupada?
La pelirroja no quería traspasar el marco hasta obtener el permiso de la castaña.
—Pasa, pero de todas formas iba a salir.
La mujer sonrió desde su lugar antes de empezar a avanzar.
La más joven estaba metida en una de sus pijamas favoritas. Se veía mucho más relajada. La mayor observó la bandeja que ella traía en la mano. Respiró aliviada, al menos la Vicky había comido su cena, eso era una buena señal.
—Imagino que vas a hablar con Jung Kook, ¡qué bien! Una disculpa temprana es menos difícil que una tardía.
La mirada de la chica se ensombreció con algo de recelo e hizo una mueca tosca con los labios.
—Igual es difícil —musita con un ligero desánimo al pasar por el lado de Kang.
La pelirroja ríe ante el breve comentario.
—De todas formas, me alegra que decidieras hacerlo ahora —aclara negando con la cabeza conservando la sonrisa de labios sellados.
—Pero no iba a salir por eso —refuta girándose en sus talones y levantando un poco la bandeja con los platos vacíos y sucios de las sobras de su cena—. No pensé que aún él estuviera ahí, ¿es que no tiene vergüenza? Eso lo hace más sospechoso para mí. Además, esa insistencia tuya con que me disculpe con él.
—Vicky... —ese llamado de advertencia casi siempre funcionaba. La mayor miraba a la contraria con los ojos entrecerrados, una de sus cejas arqueadas y cruzándose de brazos.
Victoria intentó imitar la posición y los gestos de la mayor casi a la perfección y lo hubiese logrado de no ser por la bandeja que ocupaba sus manos.
—Tienes razón, para arreglar los malos entendidos y sincerarse, es mejor hacerlo temprano que tarde.
Kang pestañeó varias veces para evitar que la incredulidad se reflejara en sus facciones. La contraria desvió la mirada retorciendo los labios. Le costaba más de la cuenta admitir que podía estar equivocada con respecto a las intenciones del muchacho.
—Si ese hombre es novio de mi pequeña, será mejor que me lo digas hoy, porque si después me entero de que...
—¡Ya basta! ¡Por favor! —la pelirroja se sorprendió a sí misma cuando utilizó tal tono elevado de voz. Observa cómo la castaña la mira con incredulidad. Carraspeó para poder volver a hablar de forma normal—. No busques la misma estúpida excusa para justificar tu mal carácter y tu mala educación.
La castaña desvía la vista, un poco avergonzada, dolida y se mira a sí misma en el espejo de su tocador bajando la guardia ante las palabras de la mayor.
Ambas guardaron silencio por un eterno minuto.
—¿Sabes? Olvida lo de dejarlo para cuando te sientas más preparada, nadie se siente lo suficientemente preparado para admitir un error y disculparse, así que te pido que salgas a la sala, ahora, y encares al muchacho.
Victoria abrió la boca para decir algo, pero no alcanzaba a pensar en las palabras correctas para contrarrestar a su amiga. Asintió sorprendiendo aún más a la mayor.
—¡Claro¡, a eso iba —respondió sabiendo que era una declaración más falsa que las buenas intenciones de Diryu—. Esperar a que apareciera el momento perfecto para ofrecer una disculpa, solo era una excusa para seguir postergando el acto. Es lo que pensé, sí.
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Victoria ya se habría arrepentido una docena de veces antes de llegar a la sala donde encontró a los tres jóvenes sentados en el mueble de tres plazas. Al percatarse de su presencia ellos la voltearon a ver quedando inmóviles hasta que Diryu habló.
Ya se había pasado el efecto y mal sabor de boca que le dejaron los reproches de Kang. Pero aquellas palabras continuaban martillándole el cerebro. ¿Le llamó mal educada? ¿En serio cree que simplemente tiene mal carácter?
—Creo que se le pasó casi todo el efecto del calmante...
La castaña se aclaró la garganta preparándose para disimular las ganas de contrarrestar el mal chiste de la rubia. De inmediato dedujo a qué se refería con el empleo de esas palabras.
¿Ella era tan irracional? Siendo el caso, las razones deberían justificarla. ¿Por qué nadie la entiende?
—Vicky, ¿sabías que hoy hubo otro ataque del depravado? —la castaña simplemente estaba parada en silencio con bandeja en mano, frente a los tres más jóvenes, pero la voz de Diryu la había sacado del poso de pensamientos en el que se empezaba a hundir sin poner resistencia.
Si la intensión de la rubia era distraer a la castaña y desviar el tema de un posible reto para Becky, se podía decir que hizo su mejor intento, pues la castaña la miró con atención y un poco de asombro que fue emergiendo poco a poco.
El invitado de su hija se le quedó mirando de arriba a abajo. Ella llevaba el mismo pijama azul claro con estampado de nubecillas blancas de la primera noche en la que él la conoció. Ahora al chico no le cabía ninguna duda, esa chica que le hizo correr una maratón aquella noche y Victoria eran la misma persona.
—Gracias por informarme, mañana le pediré todos los detalles al departamento de seguridad —respondió con un dejo de preocupación en su voz, aun su rostro mantenía una expresión preocupada cuando giró su vista hacia el invitado de su hija.
—Jungkook, ¿verdad? —para Jungkook y Becky era extraño percibir aquel ligero titubeo en su voz. Pero, para Diryu, lo más llamativo era que esta noche Victoria se estaba pasando de la raya con su estupidez. ¿Quién demonios no sabe que Jungkook es Jungkook?
—Sí, es correcto —él respondió casi como un militar poniéndose bruscamente de pie, como si de un resorte se tratara.
Ella hacía un gran esfuerzo para mantener la vista sobre el joven hombre. Debía mantenerse firme, no podía darse el lujo de mostrar algún tipo de debilidad, puesto que ella era el único obstáculo para que él pudiera llegar a Becky, siendo cuales fueran sus intenciones.
—¿Podemos hablar un momento? —la castaña observó al chico que se la quedó mirando abriendo los ojos con sorpresa—. ¿Por favor?
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El chico había seguido a Victoria hasta la cocina, la observó dejar la bandeja con cuidado sobre la pulcra superficie de la islilla.
Ella pensó que en ese lugar tendría un poquito de privacidad, aunque ambos podían sentir las atentas miradas de Becky y Diryu desde la distancia que los separaba.
Él se veía nervioso, no sabía bien cómo disimularlo, las manos le sudaban e hizo un intento de limpiar la humedad frotando sus palmas contra la superficie de la prenda que cubría sus tonificados muslos. Hecho que guio la mirada de Victoria a posarse en esa parte del cuerpo del pelinegro sin poder evitar que su atención fuera robada por esas piernas hermosamente formadas y bien trabajadas.
Habían pasado unos segundos y Jungkook observaba a la chica recorrer tortuosamente su figura con su inquisitiva mirada, más que solo mirarlo sentía que lo estaba escaneando. La dirección de sus ojos ascendía desde sus pantalones negros y rasgados hasta la delgada tela blanca de su suéter; sin dejar pasar sus fuertes brazos, continuó su silencioso recorrido por su ancho y largo cuello, luego por su afilada y varonil mandíbula, sus labios con un toque melocotón entreabiertos hasta detenerse en sus inmensurables y profundamente oscuros orbes de siervo, que lo hacían ver como un ángel inocente. Uno muy sexy.
Victoria tragó saliva y pestañeó varias veces antes de desviar sus ojos hacia cualquier lugar, dando apenas con el refrigerador cuando se esforzó por salir de su obnubilación. Se sorprendió a sí misma actuado de una manera que más bien iba con Diryu o con Kang, jamás con ella. Siempre suele evitar contacto visual con los hombres, pero, ¿qué le pasó en ese momento?
De pronto sentía mucho calor. ¿Hacía calor?
La castaña se aclaró la garganta y se acercó al refrigerador para sacar una botella con agua. Iba a cerrar el dispensador y recordó uno de los reproches que la pelirroja le había hecho momentos atrás.
«¿En verdad soy mal educada?».
Tomó una segunda botella y se la tendió al pelinegro que la tomó por cordialidad, pero no la imitó a la mayor destapando el envase para beber de él.
—Yo —empezó el muchacho jugando con la forma de la botella plástica, ya que la castaña no daba inicio a la conversación, ella solo se encontraba limitقándose a tomar un trago tras el otro—. Yo... le debo una disculpa por irrumpir de nueva cuenta en su apartamento.
Victoria jamás esperaba que el contrario le ofreciera una disculpa cuando se suponía que debía ser al revés y al escuchar tales palabras se le fue el último trago de agua por la vía equivocada, provocando que escupiera con fuerza, rociando el cuerpo del muchacho, empapando su camiseta, sus brazos y su rostro.
En un instante Becky y Di Ryu, que nunca dejaron de observarlos, aparecieron en la desastrosa escena armando un escándalo que dejó atónitos a los mayores sin lugar a decir palabra.
Diryu no paraba de reprocharle a la castaña y Becky tomó servilletas impermeables para tratar de secar a su oppa.
Jungkook se sintió mucho más avergonzado que las últimas veces. En esta ocasión, esta chica lo menospreció sin siquiera decir una sola palabra. A diferencia de las anteriores veces, él no sabía por qué en esta ocasión la actitud de la chica le hirió tan profundamente sus sentimientos.
¿Qué tenía ella contra él?
Antes había sido humillado, incluso, hasta en pleno set de grabación de un programa de variedades, pero nunca recordó que le molestara a tal grado o que le doliera tanto. Ser abochornado por la misma persona una vez tras otra, le dejó un mal sabor de boca y no tener una mejor posición para defenderse contras los ataques de la chica acrecentaron un innegable sentimiento de impotencia que se arremolinaba en su interior. Su afilada mandíbula apretada y las manos hechas puño a los costados de su cuerpo. Tal vez no estaba en posición de reprocharle a la chica, pero igual no tenía por qué soportar esto, porque por muy comprensivo y noble que trate de ser no debía justificar el comportamiento de la mayor, no debía olvidar que su trato hacia él no era el correcto.
El chico miró a la mayor con ojos desafiantes. Su semblante brevemente enojado, dejaba atrás su apariencia de angelito dulce, para dar paso a uno de persona adulta e intimidante. Victoria no pudo evitar estremecerse con ese cambio radical, tampoco pudo negarse a sí misma los sexy que lucía el muchacho con el seño fruncido.
—Le puedo asegurar que esta será la última vez que me verá aquí —afirmó, su voz queda, ronca y varonil, con la seguridad y seriedad en su rostro, clavando sus oscuros orbes en los avellana de ella.
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Después de la anterior declaración del pelinegro todo el apartamento había quedado en un absoluto e incómodo silencio.
—No sin antes escuchar las disculpas que Vicky me dijo que iba a ofrecerte.
Jungkook volteó a ver a una Kang Nana, que se acercaba a la escena, robándose la atención de todos. Luego volvió a mirar a la castaña que yacía boquiabierta y con ojos expresivos, casi asustada, como una niña que ha sido capturada infraganti a mitad de un acto delictivo.
—Además, tú entraste impecable y seco. No permitiré que salgas de aquí en esas condiciones.
Kang se acercó al chico y de inmediato colocó sus manos en el borde de la camiseta mojada. Miró hacia la rubia y Diryu actuó gustosamente a la señal de la mayor.
Jungkook intentó resistirse, pero evitando tocar con sus manos a ninguna de las dos mujeres que trataban de desnudarlo sin su permiso, acto que no pasó desapercibido por la castaña, que simplemente se quedó observando la ridícula escena.
Cuando al fin lograron sacarle la prenda, el chico no sabía cómo ocultar su torso desnudo. Pasaba de posar sus manos en sus tetillas a cruzar sus fuertes brazos delante de su pecho. Encorvando la espalda por la clara incomodidad, era obvio que le molestaba la exhibición de su cuerpo.
—¡Becky-ah, no mires, por favor! —la niña obedeció de inmediato aquella desesperada solicitud del chico, mientras la madre entraba en estado de shock.
La castaña iba a reprocharle a la rubia, pero al observarla tomar sus propios labios inferiores con sus imperfectos dientes, sus ojos marrones y ultra maquillados estallar en ardiente deseo mientras devoraban el torso y los brazos del hombre semidesnudo delante de ella, no pudo evitar desviar su mirada hacia lo que provocaba que Diryu transformara su semblante con total excitación.
Victoria no pretendía disfrutar de la vista que le ofrecía el chico frente a sus ojos, pero una vez que sus orbes se posaron sobre ese cuerpo, no podían despegarse de aquella piel nívea y ni qué decir de lo malditamente apetecibles que lucían sus pectorales hermosamente a juego con esas bien formadas abdominales. Para su gran descubrimiento, se sorprendió al reconocer que sus manos picaban por tocar lo que estaba delante suyo. Pero solo podía darse el lujo de mirar ¿verdad?
«Espera, ¿desde cuándo puedo mirar hombres? No, yo nunca veo a ningún hombre, porque no me interesan».
Mientras Victoria se debatía entre sus principios autoimpuestos y su duda existencial, Jungkook la observaba actuar silenciosamente como una loca.
Kang había envuelto la prenda de Jungkook casi formando una pelota y la lanzó en el rostro de la castaña. Eso ayudó a que ella saliera de la hipnosis en la que había caído. Miró la prenda que había caído al piso, la recogió y luego miró hacia la pelirroja.
—Tú creaste el problema, tú lo arreglas —dictaminó la mayor.
La castaña tardó un poquito en reaccionar.
—Pero... esas son mis palabras, mis reglas —apenas articuló como un ligero murmullo que con esfuerzo se pudo escuchar.
—¡Exacto! ¡A ver lo que se siente! —se burló Becky, que seguía dando la espalda a la escena, pero sin dejar de estar atenta a la conversación.
—¡Oye! ¡Deja de tocarme! —La niña, no pudo evitar voltear a ver a Diryu siendo rechazada por Jungkook—¡Y tú, pequeña, dije que no miraras! —Becky soltó una risa divertida antes de volver a girarse obedeciendo al mayor. Sin vergüenza ni pudor, Diryu continuaba tratando de tocar el cuerpo del pelinegro, que se resistía a toda costa.
Victoria no podía creerlo, el chico prácticamente actuaba como una niña que se sentía acosada. Kang, que también observó la escena divertida, se acercó a la castaña hasta dejar sus rostros lado con lado.
—Te dije que ellos también tienen sentimientos —susurró la pelirroja al oído de la menor֫—. Y ya ves que no todos son iguales. Te dije que él es diferente.
Victoria luchaba por no desviar la vista una vez más hacia la figura del chico delante de ella. ¿O era todo lo contrario? Eso no lo sabía. Con esfuerzo, dejó la escena sin cuidar de sacar a Becky de la cocina, estaba tan abrumada con su propio comportamiento que no daba pie a lo que debía hacer. Fue hasta su habitación con la prenda del chico apretada entre las manos y se metió en el baño con el fin de usar la secadora de cabello en la tela.
Una vez que sintió la pieza totalmente seca, dudó de salir de allí y volver a encarar al chico. Tomó la camiseta con cuidado y la dobló, sabiendo que no había necesidad, recordando lo tierno que se veía el pelinegro mientras trataba de evitar en vano que miraran su torso desnudo, lo mucho que le agradó que no se dejara seducir y pusiera resistencia a los toques de la fácil de Diryu. Sonrió al recordar su preocupación para que Becky no lo mirara sin camisa. Un olor a lavanda se coló por sus fosas nasales inundándola y haciéndola sentir cómoda en medio de la calidez que le generaba acariciar aquella prenda entre sus manos y rostro. De pronto abrió los ojos sorprendiéndose a sí misma en pleno acto de adolescente enamorada, haciendo una ridícula reacción que ocasionó que la pieza fuera soltada por sus manos como si de un insecto se tratara y callera al piso.
«¿Qué estoy haciendo? ¿Qué me pasa hoy?».
Reprochándose a sí misma su reciente comportamiento levantó la ropa de Jungkook del piso y se dirigió fuera de su habitación dispuesta a terminar lo que empezó.
Cuando llegó a la sala se encontró a su hija jugando una partida de video juego, sola.
—¿Dónde están todos? —inquirió confundida mientras observaba desde su posición, en medio de la sala, que no había nadie en la cocina.
—En la habitación de Nana —respondió Becky encogiéndose de hombros —Creo que le están secando el cabello al futuro novio de Diryu.
Victoria respiró fuerte y se dio la vuelta hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones. Tocó la puerta de la que pertenecía a la mayor y esperó a que le dieran permiso de entrar.
La escena no le sobrepasó porque ya se la imaginaba con anticipación. Jungkook cubría su torso con una almohada mientras Di Ryu le secaba el cabello usando un cepillo y su secadora especiales.
El chico se veía hermoso con sus ojos cerrados. Su cabello azabache, brillante y liso echado hacia atrás. Victoria pestañeó cuando los ojos del chico se abrieron posándose sobre ella. Ella trató de disimular que, una vez más, se había quedado embelesada, observando sus facciones varoniles y al mismo tiempo angelicales, sin remordimiento, algo que definitivamente no era una reacción que pudiera considerar natural, no en ella. Tendió la pieza sin doblar y de forma descuidada hacia el joven, sintiendo un ligero picor en sus mejillas.
—Por favor, discúlpame —elevó la voz para que se escuchara por encima del ruido del secador de Diryu.
El chico la miraba con suma atención y el calor en el cuerpo de la chica iba en aumento. La rubia apagó el aparato a petición del pelinegro.
—Pido que me disculpes por todo. Lo del agua no lo hice a propósito, en realidad fue un mal entendido, te prometo que no soy tan mal educada, no soy capaz de hacer algo así a propósito —Victoria soltó las palabras de forma atropellada con su voz grave y una rapidez que dificultaba el entendimiento de las mismas.
Ella misma dudaba de haberse dado a entender correctamente, pues sus palabras eran tan torpes y rápidas como su deseo de convertir ese incómodo episodio el más breve posible. No estaba soportando la mirada del chico sobre ella, mientras más tiempo la resistía, más sentía sus mejillas arder, así que cuando terminó de hablar se encontró así misma con los ojos cerrados, y no sabía qué esperar cuando los abriera, dudaba que el muchacho aceptara su desastrosa y atropellada disculpa. Sin embargo, cuando al fin los abrió y se encontró con el inicio de aquella hermosa sonrisa de conejito, su corazón dio un vuelco dentro de su pecho. Sin responder una palabra, simplemente supo que él, sin más, la había entendido y la había perdonado.
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A las hermosas criaturas que han llegado hasta aquí, les agradezco en el alma su paciencia y su amor a través de la lectura, votos y comentarios en esta historia.
Lamento si las decepciono con mis lentas actualizaciones.
Las amo mucho.
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