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CAPÍTULO DIECISÉIS
El aire se siente pesado; pues sus pulmones nunca han estado tan cansados para respirar, como si el viento puro de las montañas hubiera sido remplazado por la neblina contaminada de Seúl, mezclado con cenizas de un enorme fuego que quemó todo a su paso. Luchando para contraer oxígeno, sus párpados comienzan a abrirse con lentitud tratando de descubrir dónde se encuentra. Y la verdad es más cruda de lo que parece, atado de manos contra dos rocas gigantes que lo mantienen prisionero en esa maldita celda oxidada, descubre que ha sido llevado a las mazmorras. El lugar donde todos los lobos de la manada desean nunca llegar.
Las mazmorras fueron diseñadas para aquellos que incumplen las leyes de la manada, o para los lobos que en medio de su celo tienen la intención desenfrenada de dañar a otro. En todo caso, NamJoon jamás estuvo en aquellas situaciones, no lo castigaron por ninguna razón aparente más que amar. O bueno, en realidad, por desertar, la primera ley que no debe ignorarse.
— ¿Lindo lugar, no? —una voz tosca se oyó junto a unas llaves sonando— Te dieron la celda buena.
TaeHyung abrió la celda, y con una botella de agua en su mano se acercó a donde se mantiene de rodillas, con solo el pantalón que usó para su fallida cita.
— Tienes que… sacarme de aquí. —gimió.
— Bebe un poco. —pidió. Una cascada de agua cayó sobre su cabeza y boca, nunca antes había tenido tanta sed— ¿Primera vez en las mazmorras, no? —asintió— Tienes suerte de despertar con algo de ropa al menos.
— Tú…
— ¿Si he estado aquí? Si, muchas más veces de lo que crees. ¿Si planeo liberarte? No, no está en mis planes ser yo quien lo haga, no cuando el séquito de nuestro padre está en cada esquina esperando por un movimiento en falso. —tirando la botella a un costado, suspiró.
Usaba un elegante traje negro, y en su rostro podía nota dos ojeras que cargaban una mente llena de estrés. Ni aunque quisiera, NamJoon podía adivinar lo que su hermano menor piensa. TaeHyung es impredecible, y de alguna forma, tan transparente con sus emociones relacionadas al amor. Está herido, demasiado.
— Ellos te encerraban aquí. —dijo, con su voz rasposa y adolorida— Esperabas por Jisu cada celo, pero nadie dejo que te acerques…
— Eso ya no importa porque en menos de dos días la vas a desposar. —el mayor gruñó, estaba cerca de poder volver a ver a Minah, pero su debilidad lo orillo a esa situación— ¿Creíste que papá lo cancelaría? Mala suerte la tuya, el compromiso sigue adelante incluso aunque Jisu se haya negado por orgullo.
— ¡No puedo hacerlo! ¡Tienes que liberarme, TaeHyung! —su hermano lo miro desde arriba, con su mentón elevado— Por favor…
— Créeme, soy el primero en la lista que desea romper el compromiso. Pero no puedo liberarte, sería demasiado riesgoso. Despliega tu olfato —el moreno olfateó en busca de aquello a lo que tanto advierte, y tenía razón, sería estúpido liberarlo cuando JiWoon y sus hombres están en cada tunel esperando por verlo correr para darle unas buenas golpizas, así liberarían furia de años contenida hacia el pequeño niño mimado de la manada—, espera un poco más, no creas que dejaré que te cases con mí chica.
Comprendió, entonces, que su hermano menor haría hasta lo imposible para no permitir que Jisu sea su esposa, incluso aunque tuviera que traicionar, huir o matar… haría lo que sea, porque un lobo enamorado es capaz de absolutamente todo.
NamJoon lo observó marchar, no lo mencionó ante él, pero eran demasiado fuertes las feromonas de Jisu sobre su piel. Ellos habían estado juntos, y un Alfa como él podía notarlo.
¿Qué tenía planeado?
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