CAPÍTULO QUINCE

Huir.

Un sabor extraño es el que su lengua siente, la ventisca de primavera es más dulce cuando pone un pie afuera, e incluso el cielo es más lindo. Sube al auto de su hermano, sin siquiera tener que pedirle autorización, NamJoon sabía que TaeHyung estaría más que contento con su ida, así que, si su costoso carro era solo algo que necesitaba para cumplir su propósito, estaría dispuesto a dárselo mil veces.

El grito de su padre, el rugido de un lobo feroz, estremece su cuerpo. ' ¡Traiganlo de inmediato! ¡Que no se les escape o todos pasarán la noche en las mazmorras! ' había reclamado desde el interior de la mansión, y tan pronto el motor del vehículo arrancó con el acelerador, unos cinco lobos se transformaron en su fase más primitiva para correr detrás suyo. Los guardaespaldas eran fuertes y veloces, si, pero el Kim conocía de sus límites.

Así que aceleró lo más rápido que pudo, metiéndose en la carretera despejada con ellos detrás, apenas pudiendo alcanzar el motor de un Hyundai Equus.

Del bolsillo de su pantalón formal sacó su móvil. No tenía pensado llamarla hasta estar en la ciudad, aunque teniendo en cuenta las circunstancias, era mejor comunicarse antes.

Sabiendo su número de memoria le marcó mientras acercaba la pantalla a su oreja.

En el espejo retrovisor podía ver a dos lobos más veloces que el resto, a solo cinco metros del carro.

— ¿Hola? —oyó su dulce voz, y una ráfaga de electricidad recorrió desde la punta de sus pies hasta su espina dorsal, sus pupilas se dilataron con ansiedad— ¿NamJoon? ¿Eres... tú?

No pudo responder, la voz se le había escapado, no halló palabras para expresar su emoción o ansiedad. Y para su mala suerte, le colgó.

Antes de volver a marcarle, el auto se vio movido a un costado por un segundo. JiWoon, uno de los lobos, consiguió golpearlo con su cabeza.

— Mierda. —pisó el acelerador subiendo la intensidad, agradece que no haya más personas por esa zona, si no estaba seguro que se vería envuelto en un accidente. Suspirando, volvió a marcarle, y apenas al segundo tono ella atendió.

— ¡Joder! Estaba en medio de una clase importante, no puedes pretender marcarme y ni siquiera hablar. ¿Te estás burlando de mí, eh?

— Minah... —un susurro casi inaudible salió de entre sus labios— Lo siento tanto, yo... estoy de camino a Seúl ahora mismo, necesito hablar contigo. Necesito verte.

— ¿Verme? ¿Con que cara quieres verme después de haberme abandonado? ¿Te parece gracioso jugar con mis sentimientos todo el puto tiempo?

— Apenas llegue voy a buscarte. Te diré todo lo que quieras saber sobre mí, pero por favor, solo déjame verte una vez más.

NamJoon era bueno con las palabras, y ella débil ante su ronca voz que demostraba tanta pasión. Era devota a su vulnerabilidad.

— Está bi... -de la nada, su voz fue cortada cuando el teléfono cayó. La mano libre del moreno tuvo que sostener el volante también, pues el auto estaba siendo movido bruscamente por dos gigantescos lobos a los dos costados.

En una curva, creyó tener el control hasta que JiWoon saltó como nunca antes directo al techo, y debido a su peso y a sus enormes garras rompiendo el vidrio delantero, tuvo que detenerse. MinHwa volvió a ser humano para abrir la puerta del conductor, sonriente lo observó, presumiendo su triunfo.

— ¿No vas a transformarte, Kim? —burlesco posó una mano en la puerta media abollada.

— Si lo hiciera ahora mismo estarías suplicando por tu vida.

— Hum, entonces que bueno que seas incapaz de ser un lobo verdadero. —rió.

Y mucho antes de poder quitarle esa sonrisa de su rostro, JiWoon golpeó su nuca. Así, todo se volvió negro.