O12
CAPÍTULO DOCE
— Oh, querido. No tienes idea de lo hermosa que se ha vuelto Jisu en estos años, sus feromonas incluso causan envidia entre las otras lobas, es toda una estrella en la manada. —dijo su madre, terminando de arreglar a su gusto la sala ceremonial. Era una habitación no muy grande, con una pequeña mesa de patas cortas con cojines a sus costados donde podría sentarse frente a la bella dama que después de años volverá a ver.
Decidió aceptar la cita por cuestiones más allá de lo político o ético, era una cuestión personal. Durante las noches que pasaron no ha podido pegar ojo, su cabeza duele de tanto pensar al respecto, su corazón late desenfrenado en ansiedad cada vez que recuerda mediante una vieja bufanda el adictivo olor de Minah, se embriaga con su aroma que trata de guardar en su habitación para que nadie, ni siquiera los encargados de la limpieza, puedan descubrir su más íntimo secreto. El recuerdo dulce de la castaña era una tortura, sus ojos llorosos y la decepción que transmitía eran capaces de convertirse en su peor pesadilla.
Ha sufrido pruebas riesgosas, sus huesos se rompieron más de una vez y ha padecido de dolores semejantes a una muerte próxima. Pero ninguno de ellos podría ser comparado al dolor que siente cada vez que piensa en lo poco hombre que fue al dejarla. Avergonzado tras las palabras de su hermano menor, entendió que su deber no está en la manada, nunca lo ha estado. No siente ni un más mínimo lazo al mundo salvaje, no se siente capaz de poder mandar sobre diez mil lobos, y mucho menos castigarlos. Carece de la dureza de un líder, de su ambición.
— … NamJoon, contesta. —la mano de la mujer se posó sobre su mejilla, parpadeando volteo la cabeza a un costado.
— ¿Hum?
— ¿En qué tanto piensas? Te acabo de decir que ya terminé de elegir los cubiertos, ¿prefieres estos o los dorados? —señaló aquellos de material costoso. El moreno negó.
— Estos están bien, gracias.
— Siento que no le muestras la demasiada importancia que deberías. —alisando la falda larga de su vestido, se puso de pie caminando por la habitación en busca de un mínimo error— Es importante que tú y Jisu tengan una buena relación, la familia Jung ha sido cerca a nosotros durante generaciones, son parte del comité fundador. Además, la muchacha es inteligente y fuerte, será una perfecta líder. ¿Lo comprendes? —él asintió— Bien, entonces ya me voy, debe estar por llegar. Recuerda cortejarla.
Dando un último asentimiento sin gesticular o hablar, ella suspiró antes de retirarse. NamJoon estuvo unos cinco minutos a solas completamente en silencio, aunque en su cabeza se desarrollaba una guerra interna para decidir si dar el enorme paso que había optado dar:
Romper el matrimonio, y con esto, también desligarse de la manada. Haría lo que un hombre debía hacer, arriesgarse para amar y ser libre junto a la persona que ama, la verdadera.
Hacerlo implicaría muchas cosas, una de ellas, recibir el odio de su familia. Pero por Minah, soportaría cosas peores.
— Hola. —es obligado a salir de sus pensamientos cuando la puerta corrediza de la habitación se abre lentamente, una señorita de cabellera larga y grandes ojos rasgados aparece en el marco. Usando un vestido que llega por debajo de sus rodillas y un bolso de mano a juego, camina sin sus zapatos que dejó en la entrada, unos tacones de punta que con facilidad podría incrustar en su ojo al enojarse. Si, debería estar preparado para lo peor.
Se pone de pie, y se inclina. Ella, nerviosa, lo imita con aún más respeto.
— Jisu, que gusto verte. Siéntate por favor.
— El gusto es mío. Ha pasado mucho tiempo
— amo esta mini historia •^•
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