NICTUS/MOONLIGHT HUNTER
Obra especialmente creada para el concurso The Black Cat Nero 🐾 de NewWorld_Editorial
Canción sugerida: Rise por Lee Taemin
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Otra vez la lluvia se volvía a convertir en el único eco para los afinados sentidos de su tigre. La soledad, un sentimiento muy semejante a una copa a medio llenarse le recordaba la razón por la cual odiaba mezclarse con las demás castas, pero ya no podía dar vuelta atrás. Le habían asignado un nuevo compañero y ese era Park Jimin.
¿En serio este chiquillo es el mejor rastreador de Seúl? No pasa de asemejarse a una bola de arroz medio cocida con exceso de azúcar.
Hizo otra mueca, pero eso no le impidió alcanzar el seguro porche del edificio donde vivía el esponjoso omega. Un cazador de la Orden de la Luna trabajaba solo, pero por lo visto el jefe actual, no compartía esas ideas y había insistido hasta el cansancio para que colaborara con el cambiaformas zorro Jimin.
—Es ahora o nunca.
Se infundió valor mientras usaba sus afilados sentidos para pasar como una mancha borrosa de camino al ascensor en el cual las manos delicadas de Park marcaban el piso dieciséis.
—¿Disculpe, pero se le perdió algo aquí?
La voz del chico era más dulce de cerca y Yoongi se dio cuenta que lo que le había parecido un mochi se asemejaba más a un adorable zorrillo de cabellos rosáceos y labios voluptuosos.
El chico era demasiado etéreo y delicado para ser un cazador o eso pensó Min cuando en un movimiento certero la amabilidad de Jimin desapareció por completo y el más pálido de ambos quedó contra la fría caja metálica del ascensor mientras el menor le inmovilizaba las muñecas detrás de la espalda.
—Intentaba ser cortés pero no me gustan las sorpresas. Identifícate ahora o será un placer cercenar tu garganta con mis colmillos.
Yoongi pudo percibirlo. Como su tigre encontraba al magnífico kitsune que era Jimin.
—Min Yoon Gi, orden de la Luna Negra. Cambiaformas tigre. Vine por mandato del Lobo Plateado, Kim Namjoon.
La voz ronca y pausada del mayor revolvió al omega de Jimin, produciendo una mueca en sus rosáceos labios. Odiaba reaccionar así ante un alfa.
—Enséñeme la marca y entonces te creeré.
Yoongi tuvo ganas de protestar pero sabía que no tenía muchas oportunidades ante aquel omega que parecía ser terco por naturaleza. Ladeando el ágil cuello cuatro semilunas emergieron rematadas por la cicatriz que todos los cazadores de la orden recibían al momento de la presentación en la hermandad.
Jimin observó la blanquecina piel que sujetaban sus propias muñecas resplandecer y un extraño estremecimiento le contrajo las entrañas. Min no era un alfa común. Se dio cuenta que en sus venas corría sangre más antigua que la de muchos de esos lobos que simplemente se vanagloriaban de estar por encima de los demás.
Era de los primeros y eso le obligaba a bajar las orejas y serle fiel como su alborotado omega pedía en esos momentos. Solo que he aquí un pequeño hecho. El kitsune de Jimin se rehusaba a ese lado tan ancestral, así que casi como si le quemara el contacto con el cuerpo ajeno, soltó al mayor consiguiendo que se estrellara contra el frío metal.
—Entonces estarás aquí por los sucesos en la vía Dangsan...La muerte de dieciocho omegas a manos de la Hermandad del Ángel Corrupto.
Min se sobó la frente donde había quedado una ligera marca rosácea cuando Jimin le soltó debido a la fricción contra el acero del ascensor. El giro en la conversación le dio a conocer que la inocencia había abandonado el rostro aniñado de Park sustituyéndolo por la frialdad del profesional que conoce cada palmo del terreno.
—Desgraciadamente somos compañeros para darle caza a esos bastardos. Pero nunca pensé que Namjoon dejaría a un omega a cargo...
—¿Tienes algún problema con que sea omega?
Una rosácea ceja se enarcó en el etéreo rostro y Min tragó duro ante la ferocidad de aquellos ojos color violeta. Sabía que lo próximo que dijera definiría su relación como compañeros de misión y que si osaba molestar más al omega el éxito de aquella empresa quedaría en un segundo plano en el mejor de los casos.
Se rascó el mentón mientras evaluaba a Jimin, comprendiendo con lentitud que en lugar de haber sido él quién le siguiera había caído en la trampa del más pequeño fingiendo una personalidad que realmente no existía. Una sonrisa donde las encías de Yoongi eran perceptibles se dejó ver para ganarse las mejillas sonrojadas de Jimin.
—Baja tu escudo Park. Atraparemos a quienes sea que estén detrás de la Hermandad del Ángel Corrupto. Solo me hace falta mirarte para saber que serás más que apto para esta misión.
Desconfianza, y otro peligroso sentimiento ondeaba cual bandera en la mente de un joven Park que haría lo impensable por no caer en lo que evidentemente le atraía de aquel alfa de pálida tez.
En la Orden de los Cazadores Lunares no existe espacio para el amor.
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La situación era más difícil de lo que en un inicio parecía. Sus pesquisas se habían extendido a un callejón infestado de ratas y finalmente al húmedo subterráneo donde se había reportado actividad paranormal en los últimos meses.
—Esto es patético. Bien pudiera haber venido solo. No tenías que estar a mi lado como un chicle.
Yoongi ignoró aquel comentario. En los meses que llevaban siendo compañeros de trabajo se había acostumbrado al carácter agridulce de Jimin.
Por fuera un encanto con tal de sonsacarles información a sus presas o arrastrarlos al punto exacto donde cambiaba a la magnífica forma de un kitsune de pelaje dorado y ojos violeta capaz de hacer desaparecer media manzana de Myeongdong con solo un tronar de sus delicados dedos. Ese niño era más que un simple cazador y fue por un descuido que pudo comprobar sus sospechas.
La marca de ascensión de los cazadores lunares suele adquirirse en el cuello al igual que las de emparejamiento, pero Jimin conservaba la dorada piel de la zona en estado de plena perfección. Solo fue aquella ocasión en que los rumores de que a las afueras de Seúl habían encontrado otro lote de omegas incinerados y la investigación los había hecho refugiarse en una oquedad en lo profundo del bosque que dividía los límites de la ciudad con el campo que había tenido acceso al espectáculo que era Park Jimin semidesnudo.
Bajo la luz de una luna mortecina de Septiembre pudo comprobar como la marca que tanto codiciaba se extendía en la columna del menor confirmando algo que ya le sabía a derrota. Un cambiaformas elegido, un ser que solo había sido concebido para servir y jamás ser amado.
Jimin estaría en ese estado toda su vida y él tendría que tragarse todos aquellos sentimientos de impotencia por no poder avanzar más allá de la camaradería profesional. La vida era injusta y su tigre se sintió insuficiente para honrar la perfección de aquel chico.
Por lo visto el más pequeño lo sabía y en los últimos días Yoongi descubrió una expresión nueva en los orbes violetas de Park.
Nostalgia y quizás frustración, se mezclaban en su mirada cada vez que lo veía, algo que el mayor diluía con sus bromas pesadas y que terminaban con una pelea en la que muchas veces habían estado a centímetros de desafiar a la orden y mandarlo todo al infierno con un insinuante beso.
Por fortuna o por desgracia siempre encontraban una pista del caso que investigaban y eso les distraía lo suficiente, como sucedía justo ahora que en la oscuridad de aquel subterráneo maloliente esperaba que el causante de tanta desesperación en la comunidad omega mostrara al menos sus dientes mientras Jimin se ofrecía de carnada.
—Detecto movimiento en un radio de noventa grados. Recuerda lo que sabes hacer mejor, Mochi.
Fue la orden que recibió Jimin a través del transmisor que llevaba en su oído derecho, cortesía del equipo de Kim Electronics, la corporación de seguridad detrás de la cual se parapetaba la Hermandad Moonlight a cargo de Kim Namjoon y su omega Seok Jin.
—Odio cuando me dices lo que tengo que hacer, pero ya estoy en ello. Nuestro invitado está cerca. También lo percibe mi kitsune.
Yoongi apretó los dientes. Desde su posición solo era jalar el seguro de la ballesta y lo que sea que se interpusiera entre Jimin y el fondo del callejón sería atravesado sin miramientos. Tragó el nudo en su garganta. El solo pensar que alguien pudiera lastimar al peli rosa le enfermaba de una manera que apenas conocía.
Vamos, Chim, acabemos con esto.
Le hizo saber a través de su tigre y pudo percibir como el kitsune de Jimin asentía en respuesta. Siete segundos después el aletear de un enjambre de insectos se hizo perceptible en el extremo opuesto del subterráneo donde Jimin esperaba fingiendo total tranquilidad.
La poca iluminación para el ojo de un lobo común y corriente solo le hubiera dado tiempo a determinar una forma difusa. Sin embargo, para un cambiaformas elegido, el aura rojiza y amenazante del chico que acababa de emerger de las sombras era más que confirmación de lo cerca que estaban de obtener las dichosas respuestas a la matanzas de omegas que en los últimos meses aterrorizaban a Seúl.
—¿Un elegido? Creo que a mi Tata le gustará conocerte. Ha estado solo últimamente y su jaguar se desespera cuando no tiene con quién jugar.
La voz aterciopelada del chico le produjo un escalofrío que erizó los finos vellos dorados que cubrían su cálida piel. Bajo la luz enfermiza del subterráneo, el recién llegado resplandecía oculto debajo de una capa que le envolvía hasta las rodillas solo dejando en claro las ajustadas botas de cuero en un atuendo muy similar al que usaba Yoongi.
Solo las cicatrices en el rostro, la nariz prominente y masculina, junto a la colección de piercings en su ceja izquierda y labio inferior le advertían a Jimin que la belleza oscura de aquel chico también demandada peligro.
—¿Qué eres? Mi kitsune no puede reconocer tu cambiaformas.
Cuestionó mientras comenzaban una especie de danza en la que ambos medían el terreno. Por alguna razón el shifter de Jimin había comenzado a inquietarse. No percibía al tigre de Yoongi y eso solo podía significar una cosa.
—Por lo visto ser un elegido te hace más sensible al cambio. Pero voy hacer un niño bueno esta vez o si no mi Tata se sentirá decepcionado ¿Has escuchado sobre el proyecto Abraxas?
El reconocimiento golpeó la conciencia del peli rosa como si se tratara de un mazo imaginario y de repente toda la matanza de omegas cobraba alguna especie de sentido. Una casta teóricamente extinta y que por lo visto aún tenía representantes.
Le llamaban el "don maldito" al que tuviera el poder del multicambio y por lo visto el lacerado muchacho de la sonrisa torcida estaba en ese flujo de los que en el pasado se obsesionaron con lograr al omega perfecto.
El proyecto Abraxas, la Hermandad del Ángel Corrupto, todo daba vueltas en la mente de un atribulado Jimin cuando el cuerpo exánime de un chico que en los últimos meses se había ganado su atención fue depositado a los pies del que se había reconocido como Alfa Evanescente.
Jimin no tuvo tiempo para dejarse consumir por la ira que ya arrasaba sus venas. Estaba listo para cambiar al contemplar el desastre en el cuello de Min cuando otra figura apareció en la escena. El grueso gabán forrado con piel de armiño confería mayor volumen al chico más hermoso que había contemplado en su existencia.
Sus formas alabastrinas en contraste con el rubio cabello y los labios manchados de sangre le delataban. El líder de la Hermandad del Ángel Corrupto, el omega que desafió las leyes de los elegidos y se atrevió a amar a un alfa común, adjudicándose de esa manera la maldición de infertilidad de la Madre Luna. Kim Taehyung le sonreía con suficiencia mientras se apoyaba dramáticamente sobre el chico pelinegro del cual aún desconocía el nombre.
—Gracias por atraer al kitsune mi querido Kookie.
La voz profunda de Taehyung canturreó para su protegido y fue como si el aire se llenara de la esencia de la muerte en una mirada dorada empañada por el frío de los evanescentes. Aquellos lobos elegidos cuya locura los lleva a matar descontroladamente.
Una cura para la infertilidad del omega elegido que osaba romper su lazo con la Madre Luna y dejarse profanar por un alfa de más bajo rango, ese era el cometido del proyecto Abraxas. Jimin solo había escuchado muy poco de una historia a la que no le encontraba ni pies ni cabeza. Para él pesaba más la ciencia y la lógica que aquellas maldiciones tan antiguas como su propia raza.
Pero ahora lo entendía. Él mismo había estado a segundos de cometer ese pecado. Él mismo había anhelado arder en los brazos del alfa que ahora yacía a metros de su presencia formando un halo de sangre que solo recordaba cuan inútil había sido en su empresa.
—No cantes victoria aun, traidor de la Madre Luna. Acabas de ponerte en evidencia y no tendré compasión contigo ni con tu ridícula marioneta cuando terminemos.
La voz ahogada de Jimin se trasformó en un gruñido justo antes que el cambio se produjera. Taehyung puso los ojos en blanco mientras se apresuraba a morder a Kook en el cuello. Así era cómo funcionaba, una vez que te convertías en un "corrupto."
La conexión con el omega elegido potenciaba las habilidades del shifter a un nivel casi incontrolable. Entonces la bestia negra que cargaba Kook se hizo presente, iniciando una pelea que para el ojo humano hubiera pasado por una secuencia de manchas borrosas mientras ambos shifters se lastimaban propinándose heridas que su propia naturaleza casi no podía soportar. Taehyung presenciaba aquel encuentro sin percatarse que su fascinación sería la causa de su propia muerte.
—Estás muy equivocado, ángel caído. Por hoy ha sido suficiente.
El de cabellos y ojos dorados quiso decir algo cuando la espada de Min atravesó su espalda hasta aquel punto donde latía el centro de su energía vital.
El alarido de dolor que llenó el subterráneo encandiló los orbes amarillentos de Yoongi mientras una especie de ráfaga de miles de mariposas oscuras camuflajeaban la huida de Kook y su lastimado amante.
Una sonrisa irónica estaba en el rostro de Yoongi antes que su campo visual se redujera a sombras otra vez.
La frialdad que parecía querer fijarse a su cuerpo se deslizó suavemente mientras observaba a Jimin arrodillarse a sus pies y ladearle la cabeza para hincar sus caninos sin previo aviso en la herida que el propio Taehyung trazara en su cuello.
Fue como si un nuevo universo se abriera ante los dos y el poder sanador de los shifters se fundiera de forma única.
El tigre y el kitsune, juntos en un dorado amanecer ante los ojos de una Madre Luna que lejos de condenarles les bendecía.
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