MOONLIGHT CHASER: ORIGEN 🌙
Dedicada a mis taekookas favoritas DankimTh LeiaMoon5
Aldea de Palgong, siglo IV, Daegu
Las llamas consumían con voracidad las endebles edificaciones que constituían el muro de Palgong. Siendo el punto de confluencia entre la capital del Reino de Daegu y la frontera con Busan, era común encontrarse asediada por los ataques de los rebeldes de esta última ciudad, que se rehusaban aceptar el cese de la guerra y preferían vender su independencia al Reino de Silla en lugar de presentar sus respetos al Rey de La Luna Plateada.
Un conflicto que afectaba tanto a humanos como a cambiaformas, quizás en proporciones descomunales.
Para Kim Taehyung, al frente de los equipos de rescate en Palgong y de la Real Orden de Cazadores de la Luna, la tarea de escarbar entre los escombros en busca de señales de vida le era un tanto tediosa, pero no se podía quejar.
Era eso o convertirse en el Santo Grial de una Organización que recientemente descubría el poder de los shifter. Un don solo concedido a aquellos omegas que la Madre Luna destinaría únicamente a la protección y cuidado de sus subordinados.
Por lo tanto, para el joven Capitán de los Rescatadores Cambiaformas de Palgong, aquello también fue una sorpresa. Pues según las antiguas escrituras que se remontaban al inicio de la licantropía y la expansión de la especie cambiaformas, la Madre Luna solo concedía una gracia similar una vez cada quinientos años y Taehyung había tenido la fortuna o quizás la desgracia de ser elegido.
Un omega elegido era lo mismo que un visionario en medio de los ignorantes. Nadie comprendía más allá del respeto y el temor a un hombre que portaba los anillos plateados de la Madre Luna en su espalda y que además de adoptar una forma animal podía incorporar la cualidad de su bestia a perfeccionar sus capacidades a niveles incuestionables.
Por eso cuando el Oficial Jung, al mando del enlistamiento en La Orden de los Cazadores Lunares le había encontrado después de una violenta transformación, Taehyung se prometió a sí mismo que trabajaría por mejorar el dominio de sus habilidades y sobre todo no volver a dañar a nadie, aun inconscientemente. Ese fue su juramento y la razón fundamental por la que prefería continuar en su aldea natal mientras mejores puestos deberían acompañarle por su condición.
—Capitán Kim, este fue el último.
Un beta se aproximó para entregarle el chamuscado emblema con las tres medias lunas que identificaba a la resistencia en Busan. Por lo visto habían conseguido escapar a tiempo o en el más favorable de los casos, habían muerto en el proceso. Taehyung frunció el ceño cuando percibió movimiento del otro lado de las crepitantes llamas que iluminaban sus orbes a dos colores. Otro rasgo que lo hacía alejarse del resto de la población licántropa.
—De acuerdo Chul, puedes volver al pueblo. Yo daré una última ronda antes de presentar el informe al Clan.
—Tenga cuidado Capitán Kim.
Fue la respuesta del hombre antes que Taehyung se convirtiera en una sombra casi imperceptible para los ojos fuera del mundo de los cambiaformas. Su instinto nunca se equivocaba y casi había jurado escuchar cómo alguien se arrastraba entre los leños ardientes que estaban a punto de colapsar.
Lo que había sido el granero de la fortaleza de Palgong seguía ardiendo como una lumbre de al menos cinco metros de altura. Un lobo común y corriente hubiera perecido en el acto, pero el capitán Kim estaba seguro que la criatura que intentaba escapar a través del pozo ciego del granero compartía el mismo destino que los primeros Hijos de la Luna, lo que nunca esperó fue que estuviera en tan mal estado.
Aquel chico que le miraba con grandes ojos color dorado se desangraría en breve si no recibía atención. Aun así, podía reconocer el típico hanbok con motivos de serpientes que representaba a las guerrillas de Busan y la esencia fuerte de un alfa tal como su omega había predicho.
—¡Identifícate ahora hijo de la Luna y quizás consigas algo de redención!
La voz profunda del Capitán quedó amortiguada por el crepitar de las llamas y el olor a carne quemada. El joven lejos de sentirse intimidado elevó el fino mentón en dirección a quién probablemente terminaría su sufrimiento con el peso del acero contenido en su espada.
—Usted sabe perfectamente de dónde procedo, capitán Kim. Ahórrese el discurso y termine su trabajo. A fin de cuentas las almas de los licántropos siempre regresan al mismo sitio si en vida no pudieron hacer bien su labor.
Taehyung tuvo ganas de reír por el atrevimiento del joven, sin embargo la profunda arruga que apareció en su ceño solo consiguió agitar más el corazón del chico que le observaba desde el único rincón del granero que aún no era devorado por el fuego. Su nombre era Jeon Jungkook y había sido asignado al equipo de exploradores por el único hecho de desobedecer a su superior.
Nunca pensó que lo que parecía una misión de sabotaje terminaría casi costándole la vida cuando una viga se clavara en su abdomen mientras intentaba salvar a otro compañero.
—Si le alcanza el tiempo para hablar, eso solo quiere decir que con ayuda podrá levantarse. Hagamos que su vida aun no termine, cadete Jeon.
El aludido no pudo evitar expandir sus ojos en todo el espacio que le daba su perfilado rostro. No tenía idea de cómo el hombre que se acercaba cobijado por las llamas podía saber su nombre y menos por qué parecía tan interesado en ayudarlo.
—Si está ganando tiempo solo para obligarme a una ejecución pública, no se contenga de hacerlo ahora. La Madre Luna será testigo de cómo sellaremos este pacto con honor.
Intentó lucir digno mientras Taehyung solo mascullaba maldiciones intentado retirar el extremo de viga que aun comprometía los órganos vitales del chico. Un grito desgarrador emergió de los finos labios de Jungkook cuando medio fragmento de la madera en su vientre fue retirado. La sangre manchó las manos del Capitán que sin perder tiempo trabajaba en localizar la cobertura del pozo ciego bajo ambos jóvenes.
—¿Qué está haciendo? ¿No pensará…?
Jungkook se quedó a medias cuando un crujido anunció el colapso de la estructura finalmente. En su fuero interno pensó en todo lo que dejaba atrás y como sus hermanos menores no le verían jamás, cuando unas manos fuertes le apresaron por la cintura obligándolo a descender por el agujero que acababa de quedar a la vista gracias al empeño del Capitán Kim.
La caída fue muy similar a la de quien vive entre la neblina del sueño y la realidad. Jungkook solo era consciente del abrazo que le mantendría con vida y la respiración entrecortada de aquel hombre en su nuca, mientras sus ojos se adaptaban a la oscuridad y el ruido del granero colapsando se expandía sobre sus cabezas. Una especie de paz densa le embargaba cuando el abrazo cesó y aun en la penumbra que precedía a la inconsciencia, el más joven de los dos se permitió sonreír.
La nieve desprendiéndose cual lágrimas de cristal era la vista que intentaba calmar a Taehyung mientras la fiebre se apoderaba de un convulso joven de larga cabellera negra y nariz respingona. Aun se preguntaba cuál era la razón que le había movido a rescatarlo cuando todos los argumentos le obligaban a dejarlo morir en el siniestro de la noche anterior.
La respuesta había venido de muy en lo profundo. Como si la Madre Luna ajustara aquella antigua cuerda que los destinados compartían y Taehyung se maldijo a sí mismo por ser “un elegido” que recientemente encontraba a su mate. Porque ya no tenía dudas.
El joven alfa que se retorcía de dolor en su vieja cama de paja era su otra mitad y aun cuando el lado racional ganara la apuesta la mayoría de las veces, su lobo reclamaba por la atención de aquel joven de ojos dorados que únicamente le había hablado a través del velo delirante que podía construir la fiebre.
—No entiendo por…por qué se empeña en cuidarme hyung…soy una causa perdida…
Las lágrimas manaban en silencio decorando la barbilla de Jungkook mientras Taehyung apretaba los dientes. Otra compresa de agua helada fue cambiada mientras el cambiaformas elegido pedía en nombre de aquella alma ante una curiosa Madre Luna que le cobijaba enternecida.
—No serás un caso perdido para cuando hayas sanado. Esfuérzate por mantenerte vivo, con eso es suficiente.
Fueron sus palabras y Jungkook comprendió que no podría protestar aun cuando tuviera algo de fuerza.
—Nunca olvidaré lo que está haciendo por mí, hyung…
La voz del menor se convirtió en un tenue murmullo mientras una sonrisa cómplice se esparcía en el rostro agraciado del Capitán. Pasarían exactamente dos ciclos lunares completos y la vida en lo profundo de Palgong tomaría otros matices.
Solo una semana después de haber rescatado a Jungkook el comunicado de rendición por parte de las fuerzas de Busan era emitido. En un principio se especulaba que era la calma antes de la tormenta, pero en realidad solo representaba el inicio de la disolución del antiquísimo imperio por la hegemonía de Silla.
El Rey Min Yoon Gi, conocido como el Alfa Plateado, se comprometía en nupcias con el Príncipe Heredero de Busan, Park Jimin. Aquel matrimonio diseñado para asegurar el control sobre el puerto más codiciado de la península y hacer frente a las negociaciones de paz con Silla, ponía un espacio en blanco donde el joven Capitán Kim Taehyung se dio el lujo de fantasear con lo que debería ser una vida normal.
La recuperación de Jungkook le había dado el tiempo suficiente para conocer al joven alfa y todos los secretos que podría enmarcar la formación de un hogar. Aun cuando ninguno de los dos se atrevía a pronunciar en voz alta lo que sus miradas podían transmitir, el sentimiento de pertenencia que enlazaba a sus lobos ya era más que un hecho.
Fue en una de esas tardes después de labrar el pequeño huerto que rodeaba la modesta casa del Capitán Kim que Jungkook reunió el valor suficiente para convertir en hechos los que llevaba tiempo escondiendo en su pecho y que su lobo tanto se esforzaba por hacerle notar. Un beso robado a los carnosos labios de un Capitán que aún se preguntaba si aquello era real o parte de su traicionera imaginación.
—Kookie… por qué…
Pero los labios del menor le volvieron a interrumpir. Deshaciéndose de la jarra que momentos antes cargaba para ayudar a refrescar al alfa y uniéndose al murmullo de la sangre bombeando a contracorriente en sus arterias, Kim Taehyung olvidó que lo que estaba haciendo podría considerase o un pecado o que simplemente el alfa no tenía idea de que él no era un lobo normal.
Por su parte, el más joven se animaba a cargarle en volandas y buscar con desespero la protección de la habitación, mientras sus dos lobos correteaban unidos por el hilo del destino.
Las caricias prohibidas, los besos ilícitos o las pequeñas mordidas en su cuerpo mientras Taehyung le ofrecía al alfa su alma sin reservas o impedimentos. Si así se sentía el amor, no le iba importar ser condenado. Jungkook no se detuvo, aun cuando la marca de las Siete Lunas sobre el collar de vértebras que exhibía Taehyung en su espalda quedó visible.
En lugar de asquearse o mirarle con condescendencia, el más joven le acarició el rostro y con aquel brillo en su mirada color oro le susurró que era hermoso.
Lágrimas de alivio y placer bañaron el rostro del omega mientras se prometía a sí mismo proteger aquel amor que acababa de florecer como los tan esperados cerezos en su jardín. El inicio de muchos encuentros y el atrevimiento de desafiar la profecía que como un monstruo de codiciosos tentáculos se cernía sobre aquellos que profanaban a un omega elegido parecía haberse convertido en la única razón de ser para ambos.
Aun cuando La Orden de los Cazadores Lunares le hubiera detenido, aun cuando Taehyung le contara después que no podría concebir jamás un cachorro suyo, a Jungkook no le importó.
—Todo estará bien, Tata, en esta y en otras vidas, nos seguiremos encontrando. Solo mírame a mí y olvida que existe el exterior…
El omega intentó colocar una sonrisa en su rostro, pero solo pudo esbozar una mueca. Ese día se anunciaban las fiestas por el matrimonio del Alfa Plateado y su Omega Consorte, y Taehyung como parte de la Orden había sido invitado a Palacio.
Estar lejos de las tierras verdes y prósperas de su aldea lo desconcertaba, más aun cuando en un inicio había hecho correr el rumor de que Jungkook era un primo lejano para evitar que la Orden se lo arrebatara. Ahora tenía que tragarse aquella mentira cuando el fuerte alfa a su lado le apresaba la mano en una muestra clara de que el lazo que compartían era aún más duradero que cualquier teoría que el omega se pudiera inventar.
—Solo espero que haya una solución, he tenido esos sueños otra vez y…
Automáticamente el omega de los orbes a dos colores se acarició el vientre. Jungkook lo comprendía. Desde varias lunas atrás había percibido un nuevo aroma sobre el de arándanos con chocolate que solía acompañar a su omega.
Una mezcla de pino y rocío plantado en el plano abdomen de su chico. Taehyung estaba encinta y según la profecía un omega elegido era incapaz de concebir y cuando esto sucedía, el pueblo a que pertenecía e incluso su amante, era condenado a plagas muy similares a las que extinguieron a la primera raza de licántropos.
Por eso ser elegido era más una maldición que un agasajo. Los altos sacerdotes solo encontraban explicación para tal condición por la presencia del shifter y aunque Jungkook nunca había presenciado la transformación completa de Taehyung a excepción de cuando estaba en celo, podía percibir el peso de aquella presencia con forma de descomunal jaguar que les rondaba la mayoría de las veces.
Lo peor es que su lobo parecía tan encantado como su humano por el jaguar de Tae, por eso había insistido en aceptar la invitación del Alfa Plateado a su compromiso de nupcias. En Busan se esparcían los rumores de que el Omega ofrecido al Rey de Daegu también era un elegido y Jungkook recordaba bien las leyendas que les contaban a sus hermanos pequeños sobre el poder sanador del kitsune de Busan y su encuentro con el Alfa Original.
Sabía que probablemente estaba siendo atraído hacia el canto de sirena de un cuento de hadas, pero no perdía nada con intentar. Al momento del anuncio Jimin tenía dos mes de gestación, ahora que se titulaba Rey de Daegu contaba con cinco meses y su vientre ya era perceptible.
Taehyung no quería ni escuchar sobre la excéntrica teoría de Jungkook sobre la sangre de los alfas originales y su poder de anular las maldiciones. Se sabía tan poco de los elegidos que el solo recordar cómo fue su primera transformación lograba deprimir al omega del largo cabello púrpura y los ojos en plata y primavera.
—Solo vamos a disfrutar la fiesta de nuestro Rey y luego hablaremos con Jimin…
—Suena como si le conocieras de antes. Para haber sido un humilde explorador hay muchas cosas que no sé de ti, Kookie.
—¿Acaso esos son celos, señor Jeon?
Taehyung hizo un puchero y miró hacia el frente. El carruaje donde se trasladaban finalmente se detuvo y los torreones del castillo amurallado de Dalgubeol se hicieron perceptibles, solo para avivar más la marea de nerviosismo dentro de Taehyung.
“Vamos a estar bien Tata, solo confía en nosotros.”
El alfa de Jungkook con su plateado pelaje, se acurrucaba alrededor del omega color ébano de Taehyung, compartiendo su seguridad en un futuro que el omega solo asociaba con una despedida.
Las presentaciones de rigor para entrar a Palacio transcurrieron entre miradas cómplices que se dedicaba la pareja hasta que tuvieron acceso al salón donde los miembros de la Orden de Los Cazadores Lunares esperaban al Rey y a su esposo. Taehyung reconoció a Jung Hoseok, el más alto representante de la Hermandad en Daegu y a los miembros del Clan Kim en Ilsan.
Otros rostros poco conocidos también se unieron a aquella especie de reunión hasta que el silencio llenó la estancia para dar paso al Alfa Plateado y su flamante pareja.
En los años de existencia con que contaba Taehyung nunca había visto a un omega tan hermoso como Jimin. Sus formas etéreas bajo aquel hanbok turquesa en combinación con sus ojos a dos colores le hacían lucir como una especie de imaginación creada por los poetas de su tiempo.
Poseía una belleza tan limpia que daba ganas de llorar con solo una mirada sobre sus plateados cabellos o el encuentro con sus orbes en rosa y aguamarina. Quizás sí fuera cierto que era un elegido, porque a fin de cuentas Taehyung también contaba con heterocromía y a excepción de Jimin no había conocido a otro licántropo con tal condición. El rey de Daegu observó el encuentro de miradas entre su esposo y el omega de cabellos color púrpura y una sonrisa cómplice adornó su pálido rostro.
“Tenías razón, Jiminie, el otro “elegido” también está en esta sala. La pregunta ahora es… ¿Será su alfa de la misma línea de sangre que mis antepasados?”
Jimin escuchaba aquellas palabras del lobo de Yoongi a través de su recién perpetuada marca e inmediatamente sus ojos se fueron sobre Jungkook. Aquel mozalbete de cabellos rebeldes y negros como la misma noche que se había criado bajo el cuidado de las mucamas de su madre cuando le habían encontrado vagando en la basura del mercado en Busan.
Si el omega de cabellos plateados tenía buena memoria, el pequeño Kook de su infancia poseía una marca de nacimiento bastante curiosa, muy similar a un sol fragmentado por la luna… o lo que era lo mismo, un eclipse de apareamiento que solo sería completado en el momento de ofrecerle la marca a su destinado.
Algo muy poco común y que solo había reconocido en el propio Yoongi meses antes de que se oficializara su compromiso. Quizás Jungkook ni siquiera lo sabía, pero de que procedía de una línea ancestral de lobos era más que un hecho confirmado.
—Sean bienvenidos, mis queridos amigos. Gracias a sus esfuerzos hoy podemos estar aquí. Mi adorado esposo quiere tiempo a solas con los omegas. Dejémosles en paz hasta que la verdadera celebración comience.
El tono arrastrado de Yoongi fue suficiente para que los alfas inclinaran la cabeza y de uno en uno fueran abandonado la estancia.
—Kookie, sigo pensando que esto es una mala idea ¿Por qué no le inventas cualquier excusa y…?
Los labios del más joven cubrieron la nerviosa boca de Taehyung. Un beso destinado a silenciarle y expresar su completa devoción, fue suficiente para que el omega solo se concentrara en el olor a pino fresco y bosque recién amanecido de su alfa.
—Jimin quiere hablarte, estoy ahora mucho más seguro de ello.
—Me estás matando con el misterio. Ya quiero saber por qué le tuteas cuando ahora es tu rey.
—Mi pequeño Tata celoso... Él mismo te lo explicará con lujo de detalles. Ten un poco más de confianza.
Otro beso más prolongado hasta que el carraspeo de una tercera persona les interrumpió. Jimin sonreía de una manera que sus ojos parecían dos brillantes medias lunas mientras contemplaba a la curiosa pareja que se rehusaba a separarse aun cuando fueran solo unas horas.
—Hyung, disculpa. Tae está inseguro y no quiere escucharme. No se me ocurre nada más que besarlo para que se calme.
Un puchero apareció en el rostro del aludido ganándose una carcajada por parte del omega soberano.
—Me enternece saber que mi mejor amigo de infancia al fin encontró a su destinado. No debes tener miedo de mí Taehyung-ah. Estoy seguro que nos llevaremos muy bien. Mi lobo y mi shifter así lo atestiguan.
Aquellas palabras parecieron sembrar un poco de calma en el omega de purpúreos cabellos que no sin antes obligar a Jungkook a prometerle que solo se alejarían unas horas se dejó arrastrar por un animado Jimin que encabezaba el grupo de omegas en el salón.
—Seguro quieres comenzar por lo primero… y eso es de dónde conozco a Kook…
—¿Tanto se me nota la desesperación?
Ambos omegas rieron mientras tomaban asiento bajo la magnífica fuente que Yoongi había mandado a construir en el jardín imperial dedicado a Jimin. Una maravilla que recreaba a dos lobos unidos bajo un eclipse de Luna. Jimin se entretuvo recolocando las flores de la tiara que le habían obsequiado a Taehyung como parte de las presentaciones de rigor.
Para él, ese tímido omega de ojos verdes y plateados era la criatura más hermosa y fuerte que hubiera conocido además de su esposo.
—Noto que estás angustiado porque vas a ser papá y aun no tienes la marca…lo que me obliga a preguntar… ¿Por qué si Kookie es tu destinado no le has permitido hacerlo oficial? Estoy seguro que no es por tu jaguar shifter. Mi kitsune percibe con claridad que ambos aman a ese mocoso irritante…
La sonrisa en el rostro agraciado del capitán Kim no consiguió iluminar sus orbes. Jimin eran tan bello como perceptivo y mientras le sujetaba las manos entre las suyas, las alas invisibles de las dudas le volvieron a cobijar como un ángel oscuro. Como el mismo ser repulsivo que le asediaba en sueños pregonando que su vida junto a Jungkook tenía los amaneceres contados.
—Jimin-ah… ¿Cuánto sabes sobre los omegas corruptos?
Se atrevió a preguntar finalmente y la sonrisa abandonó el sonrojado rostro de Jimin para que una expresión severa le dibujara arrugas en el entrecejo.
—Que están malditos y en donde van la tierra se alza en su contra. Pero por qué me preguntas eso… No sé mucho de los orígenes de Kook pero tiene una marca que…
—Tiene un eclipse, lo sé. Justo en su hombro izquierdo donde debería exhibir lunas, tiene un eclipse de sol. Su sangre es antigua pero no precisamente la de un shifter. Es un multicambio y que lo ame ya es un pecado. Si mi hijo nace…si la maldición se cumple…yo…
A esas alturas los sollozos de Taehyung llenaban el jardín ganándose las miradas compungidas del resto de los omegas que presenciaban la plática entre el nuevo rey y el Capitán de Palgong.
Jimin dejó que su nuevo amigo se desahogara tratando de infundirle fuerzas a través de su shifter y anotando mentalmente de que debía contar con Yoongi para comenzar una investigación más profunda sobre los orígenes de Jungkook y las leyendas sobre los elegidos.
Aun si eso significara iniciar una verdadera cruzada, no descansaría hasta estar cien por ciento seguro de su destino. Porque si lo que Taehyung acababa de decir era cierto, tanto él como su cría también corrían peligro. Aun cuando Yoongi procediera del linaje de los alfas originales, nunca estaba de más comprobar.
A unas ciento cuarenta y siete millas de la capital de Daegu, el nuevo Consejo formado en Silla para dar caza y castigo a los “omegas elegidos” terminaba de afinar detalles. La noticia que las fiestas de celebración por la paz y el matrimonio del Rey de Daegu con el Príncipe Heredero de Busan eran el incentivo perfecto para que la hermandad del Ángel Corrupto extendiera sus alas.
—Será esta misma noche. Hoy libraremos al mundo de los licántropos de esa abominación dual llamada shifter.
Una multitud enardecida apoyó a aquel ser encapuchado. Su nombre era Kai, y para los historiadores de Silla pasaría a ser conocido como el Exterminador de las Siete Lunas.
Mientras tanto en el palacio Dalgubeol, la música y el soju se repartían en iguales proporciones y un animado Taehyung acariciaba su vientre al escuchar a su destinado encabezar las historias de aquellos alfas parlanchines y en extremo ebrios.
“Vamos a estar bien, contra todo pronóstico, me encargaré que así sea.”
Taehyung le susurró a la pequeña criatura que crecía en su vientre. La alegría parecía multiplicarse en las venas de todos los asistentes mientras un enjambre de insectos oscurecería la luz de la Madre Luna. Doce horas después y en medio del sueño de los inocentes, el Capitán de Palgong era despertado por su mate en medio de los gritos de la corte de Daegu.
—¿Kook, qué está sucediendo, por qué…?
—No tenemos tiempo para eso ahora, cariño… la prioridad es que Jimin y tú escapen…
—¿Pero?
—¡Vamos, Yoongi nos espera con los demás en el pasadizo bajo la sala del trono!
Sin tiempo siquiera para cerrarse adecuadamente el hanbok, la cabellera púrpura de Taehyung ondeó al son de una brisa cargada de humo y manchas de sangre. Parecía que estaban diluviando cuerpos y un ruido muy semejante al de un centenar de insectos aleteando casi consiguió que el omega perdiera el equilibrio, sobresaltando a Jungkook al no percibir la cálida mano de su amado.
—¡Tae, cariño qué…!
Solo fueron segundos, únicamente eso para que la espada de aquella figura cubierta por una gruesa capa de plumas negras traspasara el espacio entre la espalda y el corazón de Jungkook con el filo de una brillante katana.
Taehyung se sentía ingrávido mientras observaba a la vida desfilar y apagarse en los ojos del único ser que había amado completamente. Pasó mucho tiempo para darse cuenta que el rugido ensordecedor que llenaba el palacio nacía en su garganta y quizás no sería consciente hasta mucho después que su jaguar había emergido como la magnífica bestia que ahora arremetía contra la Hermandad del Ángel Corrupto.
“Aun separados en cuerpo, nuestras almas ya son una. Siempre estaré a tu lado, mi amado Taehyung.”
La energía vital de Jungkook se convirtió en una especie de escudo redentor para permitir el paso del jaguar de quién fuera su omega.
La batalla adquiriría mayores dimensiones, al punto de pasar a la historia como el Suplicio de Dalgubeol. Un sitio que hasta la fecha sigue infestado de fantasmas sin nombre en un tiempo tan incierto como el preludio de la Era Joseon.
Parque Nacional de Palgong, Daegu, diciembre de 2022
Un joven de pálida tez y varias cicatrices en su rostro enfoca la lente de su cámara para captar el momento exacto en que un halcón de blanco plumaje eleva el vuelo. Casi lo consigue cuando la figura de un hombre de dorados orbes y cabello rubio se interpone entre la lente y su modelo original.
—¡Oye!¿Por qué siempre tienes que ser tan pesado? En serio, no sé en qué estaba pensando Taemin hyung cuando nos emparejó.
Taehyung puso los ojos en blanco y con un gesto de frustración tomó asiento en la banca donde inútilmente Jungkook intentaba ajustar la lente de su cámara nuevamente.
—Yo no me quejo de que seas un dramático total. Solo te aguanto por tu habilidad del multi cambio y ese bla, bla… de hyung. Muy bien que podría con toda la Hermandad de Los Cazadores Lunares si me lo permitieran.
Ahora fue el turno del de cabellos negros de poner los ojos en blanco. Aun no entendía cómo su jefe le había unido con el omega más engreído de la faz de la tierra y para colmo de males como exploradores destinados al proyecto Abraxas, uno donde la cura para la maldición de los omegas elegidos era el objetivo fundamental.
Un hecho que a simple vista parecía irrealizable pero con la subasta del Libro de los Siete Guardianes solo unos meses atrás en Busan, cierto rayo de esperanza se abría para aquellos que como Taehyung y Jungkook además de lobos poseían un shifter.
—Tu jaguar está mirando mal a mi multi shifter. Dile que se controle.
—¡En serio! Se me va agrietar la cara por aguantarte. Tendré arrugas pronto y soy muy hermoso para darme tan mala vida. Es más, pasaré de esta estupidez. Busca tú la choza de ese místico shifter. Me devuelvo al hotel.
—¡Idiota!
Masculló Jungkook mientras observaba al rubio platinado desfilar en dirección contraria a la entrada que daba acceso al Parque Nacional de Palgong o eso creía cuando las botas del chico se atascaron en los restos de escarcha que había dejado la última nevada y el omega cayó drásticamente ganándose la risa estridente de su joven acompañante.
—¡Noooo, era Gucci!
Casi gimoteando más por arruinar su ropa que por el golpe que se llevó en el trasero Taehyung intentaba volver a estar en pie, solo para comprobar que se había doblado un tobillo y que para su desgracia tendría que permitir que Kook le cargara de regreso al hotel.
—Tenía que haber sacado un video de esos para tik tok. Es que eres tan gracioso. Aterrizaste dos veces y cuando te ibas a levantar… Ay no, es que me parto de la risa… Auch… No me golpees…
Se quejó el menor cuando un enfurruñado rubio le dejó un zape en la cabeza mientras avanzaban de camino a lo que creían era la salida del parque.
—Kookie… esto… creo que nos acabamos de perder… tengo buena memoria y el guardia nos dijo que debíamos esperar cerca del tocón con forma de oso. Ese tiene forma de cualquier cosa menos de oso.
Kook comprendió con lentitud que su compañero tenía razón. La tarde seguía cayendo con el resplandor anaranjado que precedía al atardecer mientras la temperatura del ambiente les hacía tiritar.
—Genial… ahora sí estamos jodidos…y pesas más que un costal…
—¡No estoy gordo! Ya lo he dicho quince veces, solo tengo músculos y huesos fuertes. Además, si me hubieras escuchado, en lugar de hacer turismo ahora estaríamos en el hotel…Aishh, no tengo ni ánimo para pelear contigo, tengo frío y mi tobillo crece como un melón. Perdóname, Kookie.
Ahí estaba otra vez. Aquel sentimiento extraño que le calentaba las mejillas y el corazón al menor cuando Taehyung le hablaba en ese tono. A pesar de ser un narcisista o el peor de los egocéntricos, muy en el fondo se preocupaba por él, o quizás solo fuera el efecto secundario de pretenderlo en secreto.
Ni en mil años le aceptaría, de eso Kook estaba seguro. Empezando por el hecho de la ascendencia noble del rubio y terminando en la humilde posición de él. Solo le bastaba seguir dentro de sus sueños, aquel espacio donde Kook se veía de la mano de ese rubio que poseía un humor de los mil demonios y la sonrisa cuadrada más hermosa del universo.
—Estaremos bien, Tete. Ya lo verás…
—Ummh… si tú lo dices... Solo no demos vueltas de más. Odio la oscuridad y el frío.
El menor sonrió amparado por el hecho de que el chico que cargaba en su espalda no podía verle. Dos horas después la silueta de la Villa Histórica del Parque Nacional de Palgong se hacía nítida bajo el manto de lo que pronto sería una completa helada.
—Hola, mi amigo se torció un tobillo. Necesita asistencia y bueno… también un lugar donde pasar la noche. Nos perdimos por mi culpa y ahora…
—Lo que quiere decir este niño es que necesitamos quedarnos hasta mañana. Suele olvidarse de sí mismo cuando está nervioso.
El encargado del emplazamiento asintió con lentitud. Aquellos chicos no parecían malas personas pero tampoco lo suficientemente confiables como para dejarles sin cuidado alguno.
—Pueden pasar la noche en una de las cabañas. Notificaré al jefe de seguridad del parque para que puedan abandonarla en la mañana. También les dejaré un botiquín de primeros auxilios y algo de comer. Por favor no toquen ningún utensilio, todo aquí es patrimonio de la humanidad.
—Por supuesto, digo… no tocaremos nada. Le estamos muy agradecidos ¡Ya, deja de pegarme, Tae…!
—Era necesario, si no asustas al pobre hombre. En fin, enciende la linterna de tu teléfono. Ya te dije que odio la oscuridad.
Era increíble lo molesto que podía ser el rubio aun en aquella situación. La edificación compuesta de adobe y paja había sido reconstruida varias veces en los últimos siglos pero conservaba casi toda la indumentaria que en tiempos previos a la era Joseon coronaron el lugar como una de las regiones más prósperas de Daegu.
Ambos jóvenes curioseaban bajo la tenue luz del móvil de Jungkook cuando un golpe seco, muy semejante al de una vasija quebrándose les sobresaltó.
—¡Joder Jungkook! Ya empezaste con tu patosería. Ese hombre nos va hacer tiritas cuando vea que rompimos una reliquia nacional. Si te digo yo que…
—Shhh—le interrumpió el menor cerrando su mano libre sobre los abultados labios del rubio—No he sido yo, escucha atentamente, esta habitación…
Por raro o inverosímil que pudiera sonarle a ambos chicos, era como si el tiempo se ralentizara solo en sus pupilas. Taehyung no pudo evitar aferrarse al brazo de Jungkook mientras observaban una especie de película reproducirse frente a sus narices.
Un joven que no pasaría los veinte años cargaba sobre su espalda a un exhausto muchacho. El hanbok destrozado y anegado en sangre resplandecía bajo las luces de una antigua hoguera mientras le murmuraba al herido que estaría bien.
Taehyung casi pega un grito al descubrir que ambos compartían el mismo rostro y que el chico que casi desfallecía sobre la cama de paja era Jungkook, o mejor dicho su versión Era Joseon.
—¡Joder, que no me he fumado nada aún! ¿Tú también lo estás viendo? ¡Hay un pinche fantasma de cabello color púrpura y ojos raros con mi cara y…joder… ese chico…!
Jungkook tampoco comprendía cómo es que estaban siendo testigos de aquello. Solo siguió allí, contemplando en cámara lenta, como el joven sobre el camastro ardía en fiebre y los días pasaban para encontrar a la misma pareja haciendo el amor y planeando un futuro que solo terminaría en sangre.
Ninguno de los dos pudo saberlo exactamente. Solo cuando el guardia encargado de la Villa Histórica de Palgong regresó a la cabaña encontró a ambos jóvenes abrazados mientras se susurraban una especie de promesa.
“Las almas destinadas fluyen en el mismo cause, sin importar las tormentas, las eras o las dimensiones espaciales. Siempre hemos sido uno desde la formación del universo.”
Siete meses después y bajo una misma Luna llena como la que cobijara al capitán Kim y al cadete Jeon, los portadores del shifter actual se unirían en una forma tan antigua como la de los primeros chaser de la Hermandad de los Cazadores Lunares, una que para muchos sonaría a corrupción y para los simples románticos otra oportunidad que quizás no estaría condenada al fracaso.
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