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Epilogo

Definitivamente amo la playa, amo sentir el calor del sol sobre mi piel, la blanca arena entre mis dedos, el aire fresco haciendo bailar mi cabello.  Me da la sensación de ser infinita. Según Jon, el siente como si fuese un móvil y lo estuviesen cargando.

Mi hermano es todo un poeta.

A mi lado Damien descansa en una tumbona con el torso al aire, dios es como una deliciosa peleta de chocolate yo solo pienso en lamerlo.

Estamos teniendo unas pequeñas vacaciones junto a toda la Liga, bien merecidas pues en una semana acabamos con DarkSeid, su invasión y mi padre por fin cerró cuentas con Lex Luthor. No lo mato, pero lo dejó morir a manos de mi "amada" suegra que tenia un par de asuntos con el.

Me pongo de pie al ver que Jen se acerca junto a Dawn, trayendo unas piñas coladas. Sonrío divertida al ver la extraña esposa alrededor de su pierna. Puesta por su padre por robar el batmovil, para saber siempre su ubicación.

—¿No te deja quitártela ni para ir a la playa? —Pregunto tomando una de las copas.

—Ni digas nada. —Resopla. —Mi padre es un maldito exagerado.

—Jen querida. —Se ríe Dawn. —Conseguiste lo que ni el Joker, destrozaste el maldito Batmovil.

—Ni Damien se atrevió a tanto. —Me burlo.

Ella comienzan a reírse y yo siento una mirada sobre mi, y no una inocente para ser exacta. Una llena de deseo. De reojo observo como sin disimulo y sin gafas de sol, mi chico observa cierta parte de mi anatomía.

—¿Observando mi trasero Wayne?

El me dedica su más arrogante sonrisa, esa que hace siempre de hacer un comentario que dan deseos de asesinarlo. —Lo haría. —Por su mirada, comienzo a encenderme y no de una manera buena, va a decir algo y terminará con la piña colada en la cabeza. —Pero resulta que no tienes trasero que mirar.

Lo mato.

Lo asesino.

—Lara tus ojos están rojos. —Dawn me mira alarmada.

—Jen acabas de perder a tu hermano.

Son mis palabras antes de comenzar a caminar hacia la tumbona de mi futuro novio muerto. Damien al ver mis ojos rojos a punto de lanzar rayos láser, cambia su expresión de arrogancia a una de terror

—Cariño... Hermosa... No importa tener trasero pequeños.... —Levanta las manos. —Tienes pechos para regalar.

Me preparo para golpearlo cuando escuchamos un grito. —¡Asesino!

Todos nos tensamos al escuchar la voz de Atenea, pero casi al instante ponemos los ojos en blanco al ver que le grita a Don.

—Es solo un pez. —Levanta el agonizante pez que acaba de pescar.

—¡Está sufriendo! —Grita y noto como una ola comienza a levantarse.

Sip, Atenea tiene poderes, controla el agua y recién lo descubrimos.

No pasa un segundo antes de que Don se empujado del muelle por la ola con pez y todo.

Bueno por lo menos el pobre pez fue libre. Estoy por voltearme cuando siento un brazo envolverme, Damien. Dios,  su tacto me derrite. —Eres hermosa. —Besa mi cuello,  su cabello me hace cosquillas. —Aunque tu trasero sea pequeño.

Estoy dispuesta a voltearme para acabar de matarlo cuando sujeta mi rostro para darme un beso chupa almas.

Su Damien Wayne sabe hacer algo es besar, besa demasiado bien para mi cordura.

—Joder, busquense una habitación. —Sonrío al escuchar la voz de Jonathan.—Vamos a llegar tarde al la boda número dos... Ya todos están allí. —Señala la carpa blanca en medio de la playa.

Cuando se refieren a boda número dos hablan de la renovación de votos de mis padres. Y por lo que puedo ver ya todo el mundo se encuentra en la carpa.

—Será mejor que nos demos prisa.

Al llegar a la carpa lo primero que noto es la hermosa decoración, todo es blanco y azul, hasta los invitados visten de blanco.

Joni y yo entramos de la mano vestidos igualmente de blanco, la sonrisa en los labios de mi padre parece al vernos, lleva pantalón y camisa de hilo blanco coló que resalta demasiado sus ojos azules, Joni lleva ropa similar solo que mi hermosa tiene en la camisa una flor tejida azul. Yo en cambio voy en un vestido corto pero también de hilo y con pequeñas flores azules adornando mi trenza.

Sonrío al ver la cara de incomodidad de Damien y Jen, al estar vestidos de blanco. Aunque están realmente hermosos. —¿A quién se le ocurrió que los hijos de Batman vayan de blanco? —Protesta el mayor de los hermanos. —Joder este es el color de Lara.

Hago enormes esfuerzos por no reírme, al escuchar su protestadera.
Bruce y Diana se encuentran junto a mi padre quien parece estar sudando frío.

—Tranquilo. —Escucho a Diana susurrar. —Dudo mucho que si no se le ocurrió dejarte plantado en la boda, lo haga en una renovación de votos.

—Tal vez ya recapacitó. —Lo molesta Bruce.

Llegamos hasta papá y le  obsequiamos una sonrisa cada uno que hace que esté visiblemente más relajado.

La música cambia a una más lenta, tal parece que estoy presenciando su boda y no una renovación de votos.

—Mierda. —Masculla mi padre y alzo la mirada.

No veo a mi madre, veo a Afrodita entrando vestida con un largo y sencillo vestido de hilo, con un peinado como el mío, luce radiante, feliz.

Infinita.

Nos mira a mi y a mi hermano, luego a mi padre.

Si mamá, estamos todos juntos ahora y para siempre.

Invencibles, infinitos.

Cuando se detiene Bruce arregla un poco su camisa y todos los presentes ocupan sus asientos. La mirada de mis padres denotan amor puro.

—Muy bien, Smallville. —Mi madre toma sus manos. —Creo que de los dos sabemos que siempre seré yo quien dé el primer paso, porque eres demasiado miedoso o muy despistado para darte cuenta de las señales.—Bruce que hace papel de cura, ríe. — Recuerdo que la primera vez que te vi en las oficinas del Daily Planet el primer pensamiento que vino a mi cabeza después de que prácticamente me tiraras al suelo fue ¡Este hombre tiene los ojos más hermosos del mundo! —Ella se sonroja un poco pero no pierde la sonrisa. —Y desde ese momento, cada día me enamoro más y más de ellos. No dejaría de decirte que sí en todas las veces que decidas volver a preguntarme si quiero casarme contigo. Porque créeme, Clark Joseph Kent. Mi amor por ti y nuestra familia es infinito, eso nunca lo vayas a dudar.

Hay joder creo que me enamoré de mi madre.

Mi papá se aclara la garganta antes de comenzar hablar—Muy bien, Hals. Creo que tus intenciones de avergonzarme delante de todos nuestros amigos han funcionado—Bruce asiente. — Pero que sepas que te lo cobraré una vez volvamos a estar en casa...

—¡Así se habla macho! —Grita Arthur desde su asiento.

—Oh por los dioses cállate. —Avery golpea su hombro.

Mi padre ríe y continúa—Esto... creo que nunca antes me tomé el tiempo para agradecerte por lo mucho que me has dado desde que te conocí. Tú me diste esperanza cuando pensé que estaba perdido.—Involuntariamente miro a Damien, sintiendo exactamente lo mismo que mi padre, Damien no solo me dio esperanzas el luchó por que no la perdiera. —Me diste fuerza, amor y confianza en cada paso. Y lo mejor de todo, gracias a ti tengo los dos mejores regalos que un hombre como yo pudiera pedir. —Ambos nos miran a Jonathan y a mi, mi hermano sujeta mi mano. —Así que gracias, Haley Stephanie Rogers. Por ser esa persona especial en llegar a mi vida y nunca irse...Te amo.

Hay unos segundos de silencio antes de que todos los invitados se ponga de pie ha gritar de felicidad, ni siquiera dejo que terminen de besarse y me lanzo sobre mis padre para abrazarlo, Joni me sigue y terminamos siendo una montaña de cuerpos en el suelo.

—¡Lara! —Se queja mi madre.

Siento que me va a regañar, pero le doy mi famosa mirada de gato abandonado y termina riendo junto con todos.

—Esos ojos azules definitivamente son mi perdición.

💙💙💙💙

Y así por fin llegamos al final. No tengo nada que decir al respecto. Solo agradecer a los que apoyaron la historia desde el primer momento.

Agradecer a Dara por sus momentos divertidos y las enseñanzas que me dejaron.

Pero sobre todo agradecer a mi mitad Aleborah. Debbie aún recuerdo esa tarde en tu casa cuando hablábamos de la próxima colaboración que haríamos, aún recuerdo ver la fabulosa foto de Supergirl en tu teléfono y hacerte la pregunta. —¿Si Clark y Haley tuviesen una hija como sería? —De ahí nació toda esta historia que he aprendido a amar. Que me ha enseñado que al final lo más importante es la familia.

Gracias por permitirme darle vida a esa loca idea.

Gracias por apoyarme siempre.

Esta historia es para ti y para nadie más que para ti, Deborah.

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