Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[TWENTY TWO]

Disclaimer: Contenido +18

••》•————————————•《••

MOONFLOWER 

Sudor, presión y fuerza bajo las palmas de Jimin mientras su boca trazaba otro recorrido peligroso sobre la masculinidad de su amante.

Jimin... ángel mío...

La voz ensombrecida por el deseo, y quizás otro sentimiento indescriptible para el menor llenaba la estancia. Flores de luna admiraban el lienzo primitivo en el cual el cuerpo del doctor Min descansaba sobre una de las alfombras que solían acompañar la comodidad del invernadero en su propiedad.

Desnudo, exhibiendo la marfileña arquitectura de una tez solo profanada por algunos tatuajes y las marcas de los besos que su amante acababa de reafirmar, Min Yoon Gi navegaba cuesta arriba hacia la cumbre de otro devastador clímax mientras Jimin habitaba entre sus pálidas piernas.

—¿Te gusta, nene?¿Estoy siendo un chico malo?

Preguntó Park antes de que su lengua describiera otra circunferencia sobre el eje tenso que sus manos acariciaban desde abajo. Yoongi retiró el antebrazo que le protegía el rostro para encontrarse con los párpados pesados y la boca pecaminosa que había estado poseyendo en las últimas horas.

De diferentes maneras, mucho antes de haber encontrado la dirección de aquel restaurante de comida casera, la paranoia se había apoderado de cada una de sus células.

No confiaba en la persistencia de su madre, menos en el hecho de que lo dejara correr con facilidad si no tuviera algún argumento con que lastimarlo de cerca.

En todo el recorrido en coche hacia el restaurante, Yoongi había cavilado lo suficiente como para identificar cuál podía ser el golpe de gracia por el cual su madre intentaría arruinarle la vida por segunda vez.

La respuesta tenía los ojos marrón casi ámbar y unos voluptuosos labios que pronto estarían manchados por su semilla por tercera vez esa noche.

Alargando una mano de elegantes dedos, sus falanges masajearon las hebras castañas que le cosquilleaban a su aprendiz en la nuca antes de empujarlo directo al punto donde su cuerpo palpitaba con vida propia.

—Tan malo que me dan ganas de castigarte...

Jimin sonrió ante la presión que se cernía sobre su cuello. La imagen de un Yoongi sudoroso y desesperado por poseerle la boca lo ponía a mil por hora, y aunque sabía que mucha de la voracidad del médico por desahogarse en el plano carnal era una maniobra para obviar sus propios sentimientos, no le importaba devolverle la moneda que lo había arrastrado a esa situación,  cuando meses atrás había estado en su hora más oscura.

—Hazlo entonces. Empieza por dónde mejor te plazca, me gusta cuando pierdes el control. Si pudiera te sacaría mil fotos desde este ángulo. Luces como el desastre que quisiera contemplar toda mi vida.

Aquella declaración llegó como un golpe en ambas direcciones. Jimin se estaba dejando llevar por su lengua floja y la ceguera que la lujuria le puede imponer a alguien a punto de explotar en pedazos de materia estelar. Yoongi por su parte, tenía el dilema de su vida entre las manos cuando el menor decidió engullir toda su extensión y con ello desconectar todas las células que marcaban el patrón de la cordura.

Las manos de Park le masajeaban los testículos mientras percibía cómo era succionado con la frugalidad del que disfruta de su plato favorito.

—Ah... Jimin... me estás matando,  bebé...

Yoongi se escuchaba más animal que humano mientras le tiraba del cabello al chico entre sus piernas. Embistió la boca ajena con desesperación.

Se deleitó en la humedad de la garganta del joven y cuando su semilla explotó allí dentro, no pudo evitar sentir el golpeteo de su corazón por todas partes. Joder,  lo amaba.

Ese pequeño insolente de cabellos casi dorados y lengua viperina lo había anudado a su dedo meñique y ya no había vuelta atrás. Arrastrado por los embates de uno de los orgasmos más brutales que había vivido, Yoongi fue consciente de cómo Jimin le mordisqueaba la piel sensible entre sus muslos y sin compasión alguna sus manos se llenaban con su prieto trasero.

—Algún día estaré enterrado en tu interior hasta la locura. Me has convertido en una criatura lividinosa y anhelante. Cuando estamos así... eres el maestro titiritero. Cuando hacemos el amor solo puedo pensar en el hecho de que ya no le podré pertenecer a nadie. Dime si me lo estoy imaginando... ¿Me estaré creando un mundo por soñar con que vas acompañarme más allá del ahora? Yoongi... creo que yo...

No quería oírlo. No quería escuchar lo que él también sentía y no podía permitirse. El tirón sobre el cabello de Jimin fue doloroso pero consiguió que las bocas se volvieran a encontrar.

Aún bajando de la nube de la lujuria y el placer carnal, el más joven terminó sentado sobre los muslos ajenos mientras su mirada se encontraba con el azul tempestuoso que identificaba a Yoongi.

—Yo también... yo también, mi dulce corazón,  y no sabes cuánto me aterra saberlo.

Por supuesto que sabía. Jimin conocía ese dolor aún cuando nunca se hubiera enamorado. Estaba acostumbrado a perder y Yoongi sería irreplazable en su vida, sin importar el camino que tomara.

Quiso sonreír para diluir el dolor que se mezclaba con el anhelo en su pecho, pero terminó ahogándose en la mirada ajena al punto de acariciarle la garganta con los dedos.

Esto... lo que somos ahora... se parece tanto a las flores de luna. Un improbable infinito... un pacto de una sola vez ¿Lucharías por mí? No tengo nada que ofrecerte más allá de lo que ya has tomado, pero tú... tú lo perderías todo, y yo moriría si algun día llego hacerte miserable.

Yoongi se apropió de una de aquellas manos hasta llenarla de besos. Jimin observó cómo ambas palmas se unían y la idea de que eran el uno para el otro lo sorprendió gratamente.

—Si te vas primero acabaré perdiendo algo que creía muerto hasta que llegaste. Tienes mi corazón hace tiempo. Amar y odiar a veces es lo mismo para mí. El día que te odie solo significará que no podré dejar de amarte nunca. Voy arruinarlo, Jiminnie. Suelo destruir todo lo que me importa a una velocidad increíble. Lo describiste bien, nuestra relación es como una flor de luna, destinada a brillar en una noche única antes de apagarse por siempre. Pero yo soy egoísta y querré retenerte. El que más tiene que perder eres tú. No permitiré que mi hambre de afecto te lastime. Mientras esto dure... te protegeré...

Los dedos se entrelazaron de la misma manera que el latido de la desesperación se confundió en sus corazones. Fue difícil identificar quién inició el próximo beso o cómo las sombras fuera del invernadero cobijaron la pasión de dos cuerpos que se funden en uno.

Aprendemos en base a cuánto nos equivocamos. Aprendemos a tropezar y llenarnos de cicatrices pero siempre existen aquellos seres dispuestos a colocar la bandita en el momento oportuno.

Jimin estaba seguro que ni una caja entera podría sellar la herida que representaría asumir que se había enamorado del hombre que admiraba.

••》•————————————•《••

MOONFLOWER 

Jung Hoseok solía ser de aquellos chicos acostumbrados a llevar las cosas hasta las últimas consecuencias. Su ascendencia justificaba la necesidad vital de competir y hacerse vencedor por su propia mano.

No importaba cuán bajo tendría que postrarse, mientras el resultado lo coronara por encima de la cadena alimenticia. Aplastar a personajes como Park Jimin era todo un gusto.

Después del encontronazo en los vestidores del quirófano, cuando el semestre iniciaba, había apostado por mantener un perfil bajo en cuanto al castaño y hacerle creer, hasta cierto punto, de que el asunto estaba zanjado. Nada más alejado de la verdad, cuando la bilis le ascendía a la garganta cada vez que Jimin conseguía otra "proeza académica."

—No debería tomar más de tres semanas conocer el resultado de la solicitud de aplicación. Sugiero que aproveches ese tiempo para hacer méritos extra y ganarle a Park en los parciales.

San se acomodó mejor en el acolchonado sillón de la cafetería donde los aspirantes habían alargado las horas después de rendir el examen. El propio Hoseok había presenciado cómo Jimin se marchaba a toda prisa después de hacer una llamada.

Luego Chae Young le había ayudado atar el puntiagudo cabo suelto que llenaba los comentarios de pasillo desde los últimos meses. La pregunta que se balanceaba en la punta de la lengua del castaño era cáustica.

Había mayores probabilidades de recibir una respuesta desdeñosa por parte de San que de avanzar en el camino hacia la destrucción ajena, pero si no lo intentaba jamás podría saberlo.

Así que armándose de valor, el heredero de los Jung, atrapó la mirada despejada de su interlocutor y se atrevió a cruzar una señal que gritaba peligro.

—San hyung, ¿Desde cuándo trabajas con la doctora Shin?

Inocente a medias, el apuesto moreno se tomó su tiempo para leer entre líneas. El juego ajeno nunca había sido su fuerte, y esa no iba a ser la primera vez que traicionaría a quien le debía tanto.

—La conozco lo suficiente como para considerarle una amiga. Disculpa, pero creo que ya ha llegado el coche de tu padre. Presenta mis saludos al señor Jung, Hoseoki.

San se levantó con la elegancia de los chicos acostumbrados a captar la atención sin ningún esfuerzo y ser consciente de ello. Hoseok esbozó otra mueca falsa mientras le dedicaba una venia a su tutor.

Chae Young tenía razón. La clave para estar en el primer lugar llegaba desde el doctor Min y un pasado aparentemente nebuloso del que su familia comentaba escuetos detalles.

—Espero que esta vez la plebe no te haya aplastado. Se está convirtiendo en una tradición que te dejen en el segundo lugar.

La voz de Jung Kwan Soo, el progenitor de Hoseok y director general del Cardiocentro de la ciudad de Seúl se hizo notar en el asiento trasero del BMW de la familia. El más joven de los Jung se concentró en la capa de humedad que cubría el cristal tintado a su derecha.

—Créeme padre, solo es cuestión de tiempo para que las aguas tomen su nivel. Cuando ingrese al Med, no habrá plebe o doctorcillos de pacotilla que impidan a los Jung regresar a la cima de la escala social.

El mayor quiso cuestionar a qué se refería su hijo, sin embargo, la expresión resuelta en el mentón afilado de Hoseok lo obligó a callar. Los ojos de un guerrero, listo para cobrar la afrenta de un pasado donde otra familia los había dejado en los huesos y había disfrutado con el peso de esa afrenta.

Los Jung volverían a reinar hasta limpiar el nombre de los Kim. Los Jung encontrarían el obscuro secreto que en una sociedad como aquella se pagaba con creces.

Mientras tanto, Jimin intentaba conciliar el sueño en una noche que había tenido demasiados matices para analizar.

El descubrimiento de que su vida había tomado un camino opuesto al que antaño se atreviera a planear, los sentimientos que parecían brotar espontáneamente cada vez que tenía a Yoongi cerca y el terror por fallar en el condenado proceso de aplicación a uno de los colegios médicos más exigentes del mundo, se mezclaban como una masa amorfa en su cabeza.

—Un té de matcha te vendría bien, cariño.

Unas manos nervosas le acariciaron la espalda. Jimin esbozó aquella sonrisa que solo guardaba para sus personas favoritas. Pequeñas ranuras adornaban sus ojos mientras sus labios dibujaban un perfecto corazón.

—Un té para el discípulo y whisky escocés para el maestro. Tengo mucho en qué pensar. Estas fechas suelen ponerme nostálgico.

Yoongi terminó por alcanzar la alacena de la cocina. Sus ojos grises enfocaron a Jimin. El joven hojeaba un libro entre sus pequeñas manos mientras el largo flequillo le cubría gran parte del rostro.

Necesitaba un corte, pero ese toque desaliñado, en pijama y con las mejillas sonrojadas, solo lo ataba más a su obsesión por aquel chico. El doctor Min colocó la tetera que heredara de su abuela materna sobre el moderno tablero de su cocina y separó dos bolsas de té verde chino.

—Te acompañaré con té. Tampoco me molestaría escuchar la razón de tu melancolía.

Jimin abandonó lo que fuera que estuviera repasando en su ajado libro. 

—Eso... eso sería genial, hyung...

El tono dulce del muchacho terminó de derretir el corazón cansado de Yoongi. Con parsimonia separó la otra banqueta que reposaba en su encimera hasta que sus rodillas rozaron las de Jimin. Manos grandes y pálidas se entrelazaron a dedos más finos y acanelados.

—Estoy aquí, puedes decirme lo que quieras.

Jimin se acercó aún más. Al punto que su respiración se mezcló con la ajena y el mayor pudo notar las minúsculas motas doradas que enmarcaban el iris marrón del residente.

—Mi madre solía ser una mujer muy valiente. Nunca comprendí por qué eligió a alguien como Chanyeol para construir su vida, cuando ella podía haber sido algo más que una ama de casa—Yoongi asintió mientras una de las manos de Jimin acudía a delinearle el mentón—Lo que nunca podría reprocharle a ella es el hecho de que nos amó. Esta noche me hiciste una promesa y desde entonces he estado pensando en lo afortunado que soy. Este libro—señaló la ajada tapa color borgoña—perteneció a ella, eso y el colgante que quiero que lleves a partir de aquí.

Yoongi se dio cuenta del ligero peso entre los dedos que le sostenían la otra mano. Una fina cadena de plata con dos dijes gemelos resaltaba sobre la piel dorada de Jimin.

El símbolo del infinito, sin principio ni fin, sin promesas o deudas con el pasado, el trisquel de la vida convergiendo en uno. Min estuvo tentado a negarse. Ni siquiera con Kai había pensado en tener algo que lo atara tan profundamente.

Por qué a Jimin no podía decirle que no. Por qué a Jimin, a pesar de no tener nada en comparación con lo que se esperaba para alguien como él, poseía en su alma más vida y esperanza que cualquier otro.

—Jiminnie... yo...

—Shhhh... no digas nada... solo quédate con uno de los dijes. Si todo se tuerce, al menos sé que me recordarás. De todos los miedos que tengo, el olvido es el peor. Promete que me recordarás.

—Estás diciendo adiós antes de la despedida.

Protestó Yoongi pero terminó aceptando el delicado amuleto en su palma. Jimin le besó la punta de la coqueta nariz.

—Estoy haciendo control de daños por adelantado ¿Ya lo has pensado? Si me voy a Boston... no creo que me pueda conformar con la distancia y tú me olvidarás.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? Joder, solo dije que te amo, no es para que te pongas paranoico y el complejo de tragedia shakesperiana nos caiga encima.

Una risa musical se confundió con el sonido de la tetera al anunciar que el agua estaba caliente. Yoongi masculló algunos improperios antes de ir a preparar el té. El más joven se recreó en esa imagen que extrañaría a pesar de solo convivir con el mayor unos meses.

—¿Qué...?

Un beso cargado de ternura interrumpió la labor del doctor Min sobre la encimera. Jimin se refugió contra el hombro fuerte de su tutor mientras sus brazos lo sostenían desde atrás.

Yoonie tonto, no sabes cuánto te amo.

Una sonrisa de encías rosáceas se mostró mientras las manos de Min cubrían las del doctor Park.

"Claro que lo haces, corazón mío. Aun cuando duela... Aceptaré todas tus promesas."

••》•————————————•《••

MOONFLOWER 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro