[THREE]
El helicóptero azul con las marcas que identificaban a la unidad de rescate del Gangnam General Hospital aterrizó quince minutos después en una área periférica al lugar del accidente. Jimin intentaba controlar el temblor en sus piernas mientras sus zapatillas desgastadas tocaban el asfalto caliente.
—Por aquí doctores, hemos logrado evacuar a la gran mayoría y las vigas han sido apuntaladas para evitar más tropiezos.
Yoongi asintió abriendo la marcha. Jimin y Haneul miraban en derredor con el corazón en la mano. No era lo mismo tratar a las personas que llegaban estabilizadas a cuerpo de guardia que estar en el sitio del accidente.
A pesar que los paramédicos habían hecho un excelente trabajo en el área, el problema mayor quedaba por resolver. Aún dentro de aquel túnel de emociones contenidas, el joven castaño había entendido la elección de Min.
Haneul había trabajado en Obstetricia y sabría cómo moverse al tratar a una embarazada. En el caso de él iba a mitad de apuestas. Su rotación de pregrado en esa materia había sido impecable también.
Con comentarios halagadores y la recomendación de la doctora Chang a cargo de su año. Ahora se imponía el factor práctica contra teoría. Si aquello era una prueba de parte de Min, pues el destino sí que era cruel y Park tendría que aprender a morderse la lengua antes de exteriorizar sus caóticos pensamientos.
—Es aquí, doctor...
La voz de uno de los paramédicos sirvió de interruptor para Jimin. Yoongi se detuvo y detrás de su ancha espalda, el castaño más bajo pudo reconocer a una chica con las piernas casi aplastadas por una viga de acero y concreto.
Lejos de detenerse ante el dantesco panorama, Min Yoon Gi caminó con porte regio hasta la muchacha y le sonrió. Para sorpresa de Jimin y Haneul, ella seguía consciente.
—Hola, soy el doctor Min y este es mi equipo ¿Puede hablar?
Yoongi ya sacaba su pequeña linterna de mano para comprobar los diámetros pupilares. Los paramédicos habían conseguido estabilizar la viga pero la sangre era visible alrededor del lugar del impacto. Eso y el abultado vientre de la joven.
—Sí, mi bebé... ¿Se salvará mi bebé, doctor?
La voz de ella parecía la de un pequeño pájaro herido. Haneul ya estaba arrodillada junto a Yoongi preparando una vía y un kit de grupo y factor para transfundir allí mismo.
—Haremos todo lo posible para que así sea. Dígame su nombre completo y qué hacía aquí...
Ella tragó duro. Min le tomaba el pulso y evaluaba lo que se podía ver de sus piernas con una serenidad envidiable.
—Seo... Seo Jun, Bang Seo Jun...
Murmuró y sus ojos se cerraron antes que Jimin escuchara el grito de Yoongi.
—¡Park, muévase de una vez y cargue la jeringa con epinefrina, si no paramos el shock hipovolémico la perdemos!¡Park!
A trompicones Jimin rebuscó en su mochila hasta dar con el medicamento. Haneul canalizó una vena con habilidad para iniciar la perfusión mientras él inyectaba la dosis mínima de adrenalina sobre el lánguido pulso de la chica en el cuello.
Un ruido semejante a un tañido llenó el lugar mientras los bomberos movían la viga que había apresado a Seo Jun. Ambas piernas lucían amoratadas y por lo visto la mayor pérdida venía de las femorales.
—Vigila sus reflejos mientras intentamos ligar...
—Pero el bebé... el sangrado también puede ser...
—¡Ahora no Park! ¡Vamos a sacar a esta chica y a su criatura de aquí!
Espetó de regreso antes de ocuparse de contener la hemorragia. La ambulancia ya estaba allí, cargando a los heridos cuyo compromiso incluía fracturas de diferente grado de complejidad.
Jimin estuvo atento a la oximetría de pulso de la chica y al regreso de los reflejos pupilares. Cinco minutos que le parecieron eternos terminaron con Min auscultando sobre el vientre de la chica después de ligar precariamente las arterias femorales.
—Nos vamos ahora, a la cuenta de tres...
—¡Un, dos, tres... arriba!
Levantaron a Seo Jun en bloque hasta una camilla antes de estabilizar su columna cervical con un collarín. La sangre había dejado una mancha sobre el asfalto debajo de la viga que aún era sostenida con algo de dificultad sobre sus cabezas.
Haneul acompañó a los paramédicos hasta la ambulancia que habían destinado al paciente más crítico. El helicóptero no era una opción puesto que la pérdida de sangre y el estado del bebé eran dos factores que no auguraban un buen pronóstico.
Jimin seguía de pie en medio del caos, ahora revisando al resto de los heridos mientras Yoongi trabajaba con Haneul. Sin que nadie le dijera había entendido su lugar.
El doctor estaba acostumbrado adaptarse al medio, él por su parte, solo era un estudiante pretencioso adicto a la teoría que había estado a punto de la parálisis si él no lo hubiera regañado.
—Gracias doctor, usted es un ángel...
Una mano arrugada cubierta por la venda que acababa de usar le tomó la suya. El rostro de una anciana que se había dislocado un brazo contenía un agradecimiento del que Jimin no se creía merecedor.
Le obsequió una sonrisa tensa a la mujer antes de seguir ayudando a los paramédicos a clasificar y estabilizar a los heridos. Al menos eso compensaba su momento de debilidad interior cuando el grito de un joven se impuso por encima del traqueteo de coches y sirenas.
—¡Hong Joon!¡Hong Joon!¿Alguien ha visto a mi hermano!
Un chico castaño con lágrimas en el rostro vociferaba a todo pulmón. Jimin estaba más cerca que los demás, por eso pudo ver cómo la desesperación le ganaba al joven al intentar pasar bajo la cinta que delimitaba el derrumbe del resto del edificio.
La fuente de alimentación eléctrica se balanceaba peligrosamente sobre la viga que había sepultado la mitad del cuerpo de Seo Jun. Sin embargo, el temerario desconocido luchaba por pasar, argumentando que su hermano pequeño seguía preso entre los escombros.
—Señor, ya hemos revisado todo el edificio. No es posible que un niño de nueve años haya quedado atrapado en la primera planta cuando fue lo primero que sacamos...
—Usted no lo entiende, Hong Joon es autista. Mi madre suele contarle historias para dormir y él... él duerme en el vestidor de mi habitación. Pensé que estaba con el resto de los niños pero... ¡Dios, que alguien haga algo, yo sé que mi hermano está allí!
Más lágrimas y gritos. Jimin terminó apoyando la mano que no estaba enguantada en el hombro del chico. Este amplió más su mirada cuando se dio cuenta que era uno de los médicos el que lo intersectaba.
—Bien, dígame por qué cree que el chico sigue ahí cuando han sacado al resto de su familia... soy el doctor Park.
Intentó imitar el tono sereno con que el doctor Min se había dirigido a Seo Jun. El muchacho se mordió el labio inferior y le enseñó un arañado celular donde resaltaba un sms enviado hace cinco minutos.
"Baba, ven a jugar."
Jimin no necesitó más para comprender el problema que crecía ante ellos. Los bomberos aún dudaban de que eso fuera prudente pero dieron órdenes de bordear el edificio e intentar acceder a los antiguos apartamentos de la primera planta por el lateral posterior de la construcción.
El hermano de Hong Joon se llamaba Yun Ho, había sido golpeado por una piedra antes de separarse del niño que ahora intentaban rescatar de entre los escombros.
—Él usa el teléfono de mi madre para comunicarse la mayoría de las veces. Por eso sé que está ahí, atrapado en ese infierno mientras cree que es otra historia para dormir.
Jimin no preguntó dónde estaba la madre de los dos, cuando era obvio que quizás formara parte de los primeros grupos que habían evacuado.
Contaba cien personas hasta el momento cuando una luz en las antiguas ventanas de la derruida fachada de la construcción llamó su atención.
—¿Puede tomar mi número?
Preguntó a un confundido Yun Ho antes de explicarle que quizás lo necesitaran para sacar a su hermano. El nervioso muchacho asintió después de otro titubeo.
Jimin ya había tomado una decisión arriesgada antes de deslizarse entre las peligrosas vigas que cerraban la entrada al edificio. La escalera de emergencia estaba hecha trizas y se tambaleó un poco ante su peso, pero no le importó.
"Arriba y de uno en uno, mi pequeño monito."
El rostro de su madre le sonreía y eso le dio valor. Desgarrando el bajo de sus pantalones consiguió alcanzar la ventana hecha trizas donde había visto la luz.
No tuvo que avanzar mucho para descubrir un pequeño ovillo en el alféizar. Par de ojos castaños iluminados por la pantalla de un celular le dieron la bienvenida.
—Hong Joon...
Exhaló Jimin y fue como si le quitaran un peso enorme de sus hombros. Aún cuando la labor más compleja llegaba ahora, saber que el niño parecía estar libre de daño lo hizo sonreír.
—¿Quién eres? Mi mamá dice que no puedo hablar con extraños, que el mundo no está listo para mí...
Jimin recordó la condición de su pequeño paciente. Con razón Taehyung decía que para la Pediatría había que tener vocación extra. Decidió marcar el número que recientemente había adquirido antes de responderle al niño.
—Tu mamá tiene razón. Pero yo no soy un extraño, soy un superhéroe y tu hermano me pidió que viniera a reclutarte. Soy... un Anpanman...
Sonrió más amplio mientras Yun Ho respondía en la línea. El niño tomó su celular con cierta reticencia. Jimin escuchaba los intentos del mayor para convencerlo de que la historia del médico era real.
Los bomberos ya trabajaban por subir una pasarela que franqueara la escalera de incendios sobre la que seguía apoyado Jimin.
Mientras aquel rescate improvisado acaparaba la atención de los que se movían en torno al área del derrumbe, Min Yoon Gi estaba fúrico. Su ayudante no solo había cruzado el límite de desobedecer, buscando un trabajo que no le correspondía, sino que estaba arriesgando su propia vida.
El sentimiento de impotencia ante la temeridad del castaño le arañó el pecho. Con tono contenido dispensó órdenes para terminar la evacuación y subir a la ambulancia con Haneul.
Aún cuando deseaba quedarse a reprender aquel inconsciente, su deber iba primero con la mujer que a instantes se desvanecía sobre la camilla camino al hospital. Después... después tendría todo el tiempo del mundo para amonestar a Park.
El problemático residente regresaba a la seguridad del suelo con Hong Joon pegado a su cadera. Yun Ho fue el primero en agradecerle y proclamar que era un verdadero héroe.
Los que quedaban allí, sobre todo, los paramédicos y la prensa lo rodearon en un espectáculo que le sacó los colores. Jimin intentó concentrarse en todo el trabajo que faltaba por hacer antes de volver al hospital.
Para cuando arribó allí pasaban las dos de la madrugada y medio país se hacía eco del titular de: "Joven doctor salva del derrumbe a un niño autista en Hongdae."
Su fortuito acto de heroicidad cayó como un baño de agua fría mientras sus compañeros le recibían con caras largas y cuchicheos que rondaban lo tóxico. Pero eso era poco para lo que el castaño esperaba y deseaba evitar a partes iguales.
Sabía que había desobedecido a Min al involucrarse en algo que no le correspondía. Sabía que se había quedado estático frente a la chica embarazada mientras su pequeño acto de audacia era lo único que parecía contar en los medios.
No, él no era el héroe. Los verdaderos héroes eran todos los que contribuyeron, era el hombre que había sido lo suficientemente perspicaz para salvar a una madre y a su hijo del abrazo de la muerte peleando con su equipo sobre la mesa del quirófano.
Jimin lo sabía y por eso esperaba en los cambiadores a la salida del doctor Min para inclinarse hasta el suelo y pedir perdón.
Perdón por su arrogancia, perdón por su desobediencia, perdón por dudar de su liderazgo y convertirse en una imagen que realmente no quedaba bien.
No supo cuánto tiempo se acumuló en el sencillo reloj de pulsera cubierto de manchas de hollín que descansaba en su muñeca, pero fue el suficiente para martirizarse hasta que los primeros rostros salieron por esa puerta.
Exhibiendo el extenuante rostro del trabajo duro. Constató la presencia de Chae Young, Eun Ji, la doctora Chang, Haneul y otros dos enfermeros. Min salió al último presidiendo la camilla en que trasladaban a la paciente hacia terapia intensiva. El servicio de Neonatología también estaba allí.
El doctor Min había cumplido su promesa. Tanto el bebé como Seo Jun estaban estables. Jimin quiso sonreír de alivio y agradecimiento.
Decirle que se esforzaría por ser un médico de ese calibre de ahora en adelante. Sin embargo, las miradas aceradas de Chae Young y del propio doctor Min lo anclaron al suelo del aséptico pasillo.
—Felicitaciones... Anpanman...
Musitó la antigua jefa del cuerpo de Residentes antes de pasar por su lado de camino al fregadero. Jimin iba a contestar cuando una mano se enrolló casi de forma brusca sobre su codo.
—Lo quiero en mi oficina cuando suba y por favor ahórrese las excusas.
Aquella voz grave fue un letal murmullo contra su oído. Por primera vez en sus veintitrés años, Park Jimin tuvo miedo de no poder enfrentar la realidad.
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MOONFLOWER
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