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[FIFTEEN]

Las aglomeraciones nunca habían sido su fuerte. Park Jimin maldijo por lo bajo cuando encontrar una plaza vacía en el Paraninfo era más comparable a atravesar cualquier tienda del Dongdeamun en rebajas de Navidad. 

—La creme de la creme... 

Apuntó Taehyung al ver desfilar al Consejo Administrativo en pleno del Hospital hasta ocupar las sillas altas que daban al podio.

—Yo diría que se trata de la Inquisición antes de escoger a la nueva Juana de Arco. Dicen que se van a cargar a Min por ser irresponsable en lo del manejo del chico Song.

Namjoon no era de los acostumbrados a filtrar chismes, mucho menos a especular sosbre la vida ajena. Por eso Jimin le dedicó más que una mueca de irritación como habría sido el caso de tratarse de Jung.

—Van a efectuar cambios, eso no cabe duda.

Apuntó Chae Young ajustándose los lentes sobre el puente de la nariz. Era como si todos fueran conscientes de los que le depararía el futuro, excepto él.

—No comprendo cómo pueden ser tan ingratos cuando el doctor Min puso en riesgo su propia seguridad para salvar la vida de un paciente. La prensa se comerá viva las relaciones públicas del hospital si sucede algo como eso.

—Tú no estás en la mejor posición para argumentar sobre ello. No te ofendas Jimminie, pero él es tu tutor y sales con  la periodista que ha estado cubriendo los últimos escándalos del Hospital, probablemente a ti también te corresponda algún tipo de cambio.

Hoseok se había tardado en sacar sus garras, pero esta vez Jimin no pudo objetar algo en contra cuando las luces se atenuaron en la instalación y el logo de la institución se proyectó en la pantalla del Paraninfo.

Los flashes azules y blancos que identificaban la ornamentación del semicírculo interceptado por la bara de Esculapio y la serpiente alcanzaron a la última persona en incorporarse al salón.

Magnífico como un rey, inexpunable como la fortaleza de un castillo, Min Yoon Gi ocupó la silla más alejada de la presidencia antes de pasear su mirada azul grisácea sobre la población que esperaba apretada en un puño de expectación.

Esos mismos ojos cubiertos de imperceptibles motas grises y que lucían casi cálidos cuando estabas de cerca, esos mismos ojos que poblaban sueños obscuros entre las sábanas húmedas del joven Park Jimin se quedaron lo suficiente sobre su persona para entender que a partir de ahora las aguas se abrirían en dos direcciones.

Choi Siwon se acercó al micrófono antes de dar la bienvenida a los que habían promovido al segundo y último período lectivo del Primer Año de la Residencia. Jimin intentó seguir el flujo de la voz del doctor en Jefe de la Junta Administrativa como debía hacerse con una conferencia.

Sus manos, cruzadas sobre el regazo, se esforzaron por no describir puños mientras recitaban la letanía de nuevos profesores incorporados y los retos que correspondían al nuevo comienzo.

—Y es para mí un honor darle la bienvenida a otra de las promesas del área de la Medicina de Urgencias, quiero que le den una cálida ovación a quien a partir de este momento va a compartir funciones con nuestro querido doctor Min. De hecho, ambos profesionales poseen un palmarés que solo podrían adjudicarse los graduados de la Liga Ivy. Recibamos con una inclinación a la señorita Shin Suran y a su pupilo, el Dr. Choi Sam, ambos promovidos desde el Harvard Med, para apoyarnos con primer año.

El multitudinario aplauso que rodeó a una mujer ubicada en la primera fila consiguió aturdir a Park. Solo pudo registrar un reflejo de cabello castaño oscuro recogido en un moño alto sobre la cabeza y cómo un joven de hermosas facciones le ayudaba a recibir el reconocimiento antes de tomar uno de los micrófonos y acceder al escenario. 

—Muchísimas gracias por la amable bienvenida. Ha pasado tiempo desde que estuve del otro lado del Paraninfo. Espero que nos podamos llevar bien y aprender juntos el noble arte de salvar vidas. 

Una sonrisa maquillada con circunspección estuvo en las facciones de ella, solo para que los asistentes volvieran a retomar el agasajo. Justo lo que se esperaba, pero entonces Jimin tuvo que ver más allá de la máscara de Suran.

Tuvo que percibir cómo sus ojos buscaban a la figura oscura que apreciaba todo aquel montaje en silencio. No era una dimisión, pero Siwon le había puesto un topo a Min. Algo que no pintaba nada bien y que traducido a la dinámica de trabajo sería lo mismo que estar a dos aguas con capitanes de barco diferentes.

Después de la presentación de Shin y su asistente, la reunión derivó a otros temas hasta cierto punto rutinarios. Para cuando estuvieron libres de aquella presión, el grupo de Primer Año se incorporó a la Conferencia que Siwon impartía en los Laboratorios de Anatomía. La nueva asignación para el turno de la noche había sido publicada en el sitio web de la universidad.

—Seguimos con Min.

Anunció Taehyung señalando la pantalla de su tablet. Namjoon ladeó la cabeza para leer los rótulos pequeños al lado del nombre de cada residente.

El color azul que tenía Jimin era la excepción entre el usual verde que identificaba las altas. Avanzando más en la lista, ambos jóvenes descubrieron que en esa misma situación estaba el nombre de Hoseok.

—No me digas que...

—¿Dr. Park, Dr. Jung? ¿Estoy en el grupo correcto o aún me falta práctica para identificarlos?

El acento extranjero de una voz hasta el momento desconocido provocó miradas de asombro. Alto y elegante, más similar a un modelo de pasarela comercial, Choi Sam ofrecía su mejor sonrisa para cumplir con la primera tarea que le diera Suran en los dominios del enemigo. Hoseok fue le primero en reaccionar. Jimin esperó por el desenvolvimiento de ambos.

—No se ha equivocado Dr. Choi. Lo que no entiendo realmente es qué hace aquí cuando acaba de ser presentado. Si me disculpa, tenemos una conferencia a la que asistir con el doctor Siwon y...

Una risa fresca como las mañanas primaverales que prometía marzo en Seúl se dejó escuchar. Sam se veía mucho más atractivo cuando sonreía pero esa solo era la trampa del zorro.

El gesto casi asesino que adoptó su rostro antes de recorrer el grupo que aún llenaba el pasillo les hizo notar de que no trataban con un simple chico de los recados.

—Los futuros postgradistas en Harvard no se codean con el promedio. Estoy al corriente de los resultados del período lectivo que acaba de concluir. Park, primero en todas las clases de la colegiatura y con resultados de consideración en práctica profesional. Jung, segundo con un margen casi astronómico y servicios concretos en la fundación Oncológica de su familia. Son los diamantes en bruto de su generación. No aprenderán nada mientras estén con el ganado menor. Así que permítanme comunicarles que a partir de ahora la doctora Shin será vuestra nueva tutora, y yo les ayudaré a prepararse para el proceso de aplicación al Med. Estoy a solo unos meses de terminar la colegiatura y puedo ocuparme de su formación y trato con el idioma inglés. Sobre todo en su caso—señaló a Jimin— al presentar media beca esta es una oportunidad irresistible.

Bien jugado y cavilado. Jimin tuvo ganas de gritar de frustración. Hoseok le observaba en busca de algo que le comunicara que aquel extranjero prepotente bromeaba.

Los otros solo parecían declararles la guerra en silencio. Sí, era la oportunidad dorada y sí, habría matado por ella meses atrás.

Pero siendo honesto consigo mismo, ni siquiera habría conseguido postularse si Min no le hubiera jalado las orejas y disciplinado con sus métodos poco ortodoxos.

—Discúlpenme un momento.

El castaño escuchó su propia voz como si se tratara de un espectador externo. El bombeo desesperado de su corazón le impedía percibir cómo dejaba atrás un grupo de murmullos mientras marcaba los números que le llevarían al despacho de Min en el ala de Traumatología Necesitaba una explicación y sobre todo, convencerse de que sentirse traicionado no debería formar parte del abanico de emociones que lo asfixiaban en ese instante.

Mientras Sam plantaba la semilla de la discordia entres los residentes de primero, Shin Suran se paseaba con aire majestuoso en torno al escritorio de su ex compañero de estudios y por qué no admitirlo, uno de sus tantos amantes. 

—Es increíble cómo puedes seguir siendo un romántico, otro en tu lugar lo habría sepultado todo bajo tierra.

Una sonrisa carente de humor surcó el rostro de Min. Era como si ese gesto desdeñoso se le hubiera quedado pegado a la cara desde que Jungkook arrojara la bomba en el ascensor. Era preferible ser despedido a trabajar codo con codo otra vez.

Ella pareció comprender por dónde navegaban los pensamientos ajenos antes de tomar asiento en el juego de sofás color crema que presidían la estancia.

Su mirada pasó de la agresiva intensidad azul que tan bien conocía a la maceta con capullos de flores de luna que adornaba el despacho.

—Flor de luna... un amor que solo emerge una vez...¿Aún sufres por él, no es cierto?

Yoongi se masajeó las sienes, que le dieran la lata con su pasado ya lo tenía hasta las bolas. Sinceramente ahora le daba la razón a Jungkook. Si no fuera por Jimin pediría su dimisión en ese preciso momento.

Sin embargo, no le daría ese gusto a Suran, no otra vez. Si debía haber un villano en la historia prefería ser él a dejar ir la oportunidad de amar.

—Déjate de juegos mentales y dime qué demonios pretendes al arrancar a mis mejores residentes para que sean parte del experimento que tienes con tu nuevo títere.

Tajante, directo e impulsivo. Tal como ella recordaba de sus tiempos de estudiante. Min Yoongi siempre había sido la nota de oscuridad que le daba equilibrio al triángulo que por años habían interpretado.

Sunni tenía en qué ocuparse y estar casada al inicio de la universidad la libró de esas interacciones, pero para Shin Suran la vida iba en tonos de peligrosidad y frágiles toques de ángel. Ella había sido testigo y culpable de la corrupción de Yoongi.

Ella le había presentado a Kai consciente de que sería divertido ver cómo alguien que presumía de ser un macho alfa se dejaba seducir por la belleza exótica y la compasión de un ser hasta cierto extremo irreal.

—Él está mejor que nunca. Solo tú no quieres visitarlo.

Yoongi cerró los ojos un instante, invocando una paciencia que no tenía para no gritarle que se fuera de allí antes de que las cuerdas del control salieran de sus manos.

—No seas irónica. Un asilo para enfermos mentales no es un campo de juegos. Ver cómo se pudre cada día por culpa de...—el más pálido vaciló pero las palabras siguieron fluyendo cual torrente ponzoñoso—por mi culpa, no es lo más gratificante de este mundo. Por mucho que te esforzaste en cortarme las alas sigo amando a la humanidad.

—Qué hipócrita eres. Supongo que ahora es Park Jimin el receptor de toda esa fantasía retorcida que tú llamas amor. No eres ni el villano ni el héroe en la historia de Kai, él estaba roto en formas que desconocemos incluso antes de entrar en nuestras vidas.

—¡Sí, pero él fue el único que acabó pagando por la furia de mi padre! ¡Joder Shin, Baekhyun murió esa noche y si no hubiéramos llegado a tiempo... Kai también estaría en una fosa sin nombre con todos los adictos de mierda que lo frecuentaban!

—¿Y cómo crees que eso me hace sentir? ¡Yo también lo quise! Es casi imposible no enamorarse de alguien como él aún cuando insiste en que te vayas. Mi único pecado fue unir nuestras vidas y lo quieras o no tú fuiste parte de todo eso y así será hasta que tus días se acaben. Sigues encadenado como el hijo de papá que siempre has sido, te da miedo volar. Tú sólo...

Un golpe en la puerta del despacho les hizo frenar el rictus peligroso que llevaba aquella conversación.

—¿Sí?

Bramó Yoongi solo para descubrir la cabellera castaña de Jimin asomando detrás del umbral. Lo último que deseaba en ese momento era que Suran notara cómo la presencia del menor le afectaba.

—Dr. Min, no sabía que estaba reunido. Disculpe, le consultaré en otra oportunidad...

—No hace falta, querido Jimin. Supongo que Sam ya les comentó a Hoseok y a ti del nuevo cambio. Te espero con ansias en el quirófano cero. La demostración de hoy será en un par de horas. Hasta entonces.

El taconeo de ella presidió la despedida. Verdes, los ojos de la doctora Suran eran dos raras esmeraldas rasgadas enmarcadas por abanicos de pestañas oscuras como su cabello.

Jimin recorrió al esbelta figura de ella de arriba abajo para malestar de Yoongi. Cuando la puerta del despacho se cerró finalmente, Min deseó que las sombras de su pasado no fueran tan pesadas como para intentar una caída libre no correspondida.

Ajeno a toda la vorágine de recuerdos y viejos rencores que había despertado Suran en su ex tutor, Jimin se atrevió a colocar una mano sobre el hombro izquierdo del mayor.

—Yoongi... dime que se puede hacer algo para evitarlo. Sabes de sobra que no estaría a la cabeza de la promoción si no fuera por ti y... y no quisiera dejar de ser miembro de K&M Clinic. Yo...

—¿Quieres ser de ayuda, angelito?

Jimin debería protestar por aquel mote que solo había escuchado detrás de la nube de la ebriedad en la voz profunda del doctor. Min sonrió hasta dejar las encías al descubierto. Una bonita sonrisa cubierta de capas de dolor y arrepentimiento. 

—Por primera vez... sigue las reglas y no te preocupes por lo demás. Si quieres que siga ayudándote a crecer, no vayas en contra de Shin Suran. Tiene más armas de las que puedes contar y eso tambien aplica para el corazón. Las rosas más bellas poseen las peores espinas...

Era como si le estuviera hablando desde el fondo de otra identidad, pero Jimin no tenía otra razón para refutar. No cuando su corazón golpeaba dolorosamente en su pecho ante la idea de no volver a compartir el trabajo con él. La vida, irónica como ninguna, le estaba planteando un acertijo que no se atrevía a descifrar.

"¿Será posible que yo también tenga miedo a volar?"

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MOONFLOWER 

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