[ELEVEN]
Durante las horas en que se llevó a cabo la intervención quirúrgica del doctor Min una fina llovizna dibujó la fachada de los edificios en la ciudad de Seúl.
Los primeros colores del alba encontraron al joven interno Park Jimin dentro de la habitación privada de su tutor.
Aún bajo la amenaza de Jeon de que no dudaría en cambiarle de equipo por ser tan terco, el de cabellos castaños había persistido en comprobar el estado de su primer paciente asistido en el salón.
Para un residente de primer año tener permiso para instrumentar ya era un logro, ni siquiera podía elucubrar con dirigir una operación y menos a un colega, pero eso era lo que había sucedido.
"Hazte responsable de tu arrogancia."
Le había picado Jeon antes de iniciar la extracción del proyectil en el cuerpo de Yoongi.
Un desgarro de la arteria lienal y la decisión de resecar una porción del bazo había sido el camino para liberar de la metralla al temerario doctor que había sacrificado su seguridad por defender la vida aún cuando esta se rehusaba a permanecer.
Song Min Gi se encontraba fuera de peligro también, gracias a la habilidad del equipo de Siwon, aunque la noticia que seguía sacudiendo los cimientos del hospital era que Yoongi había sido abatido por un suicida y que las prodigiosas manos de Park habían removido la bala del destino.
Qué irónico le sonaba todo aquello al castaño mientras sus labios construían otra mueca sobre la humeante taza de café que Taehyung le había endosado un par de minutos atrás.
La habitación de paredes claras y despejadas aun estaba suspendida por el murmullo de los monitores y la sonoridad del ritmo cardíaco de Yoongi.
Jimin sabía que era probable que no despertara antes de las tres de la tarde de ese día, eso si contaban con mucha suerte, pero no podría conciliar el sueño hasta estar cien por ciento seguro de que había tenido éxito.
Con paso cansino ocupó la incómoda silla plegable que descansaba sobre el lado derecho de la cama.
Las pestañas del doctor Min describían dos abanicos oscuros que lograban aletear débilmente con cada inspiración.
La palidez alarmante había sido sustituida por un ligero rubor, ahora apreciable gracias a los mechones oscuros desparramados sobre la almohada. Yoongi era guapo pero no en líneas clásicas.
Para ser un hombre era hasta cierto punto etéreo, como algún príncipe fatal de los manwhas que solía leer Taehyung.
Si no fuera porque había visto el poder de su personalidad cuando estaba despierto o las mil y una emociones que podía provocar esa mirada color gris resaca sobre sus objetivos, Jimin valoraría con superficialidad el hecho de que su tutor era un hermoso chico en extremo delicado, cosa muy distante de la realidad.
Divagar se estaba uniendo al cansancio emocional cuando los párpados del joven residente cedieron a la presión detrás de sus cuencas.
Cuando los ojos grises de Yoongi consiguieron enfocar correctamente, el techo despejado de una habitación desconocida le obligó a fruncir el ceño.
Tenía la impresión de haber salido de una trituradora humana o de tragar arena debido a lo áspero de su lengua. Como acto reflejo se relamió los agrietados labios e intentó incorporarse, solo para chocar de bruces con la realidad.
Una colección de tubos y vías lo mantenían sujeto a la camilla de una habitación privada. Qué demonios había sucedido.
Lo único que lograba recordar era estar sobre la plataforma de la vía tres de Gangnam intentando que Song Min Gi no disparara un arma o se aventara de cabeza a las vías que corrían debajo de ellos.
Un arma… un grito… sangre… ojos verdes…
Por un instante la opresión que había percibido en el pecho minutos antes de llegar al lugar del cerco volvió a consumirlo, al punto de provocarle náuseas hasta que la habitación comenzó a girar.
Flashes y fragmentos de conversaciones llegaban a tropel mientras una clase de ataque de pánico colocaba capas de sudor sobre la frente del médico.
Yoongi intentó sobreponerse al gélido agarrotamiento moviendo sus manos hasta que algo cálido rozó sus nudillos.
La legión de ruidos y demonios codiciosos que susurraba en su oído se detuvieron un instante para escuchar mejor.
El sonsonete del monitor de signos vitales, su corazón taquicárdico, el sistema de calefacción y la respiración pausada de una persona era lo único que rezaba en aquel espacio viciado por sus peores pesadillas.
Con otro esfuerzo costoso logró inclinar la cabeza para descubrir que no alucinaba. El terco de su residente estaba sentado a solo unos centímetros de su cama, con una mano reposando en el colchón y la otra sosteniendo su inestable cabeza.
Mechones castaños bailaban en su mejilla. Labios maduros y pestañas largas que se agitaban con esa agradable esencia vital.
El uniforme del servicio seguía sobre la cálida piel acanelada. Park Jimin, su Ángel Vengador Cascarrabias, seguía allí para intentar sostenerle.
Yoongi tuvo ganas de llorar pero se las arregló para envolver sus gélidos dedos en torno a los de la mano que el menor extendía inconscientemente hacia él.
"Aún no me largo, corazón. Creo que has tenido mucho que ver con que me quede. Quiero…"
Las palabras murieron dentro de la agotada mente mientras ambas respiraciones se sincronizaban. La mano dorada de Park se cerró sobre una más pálida y delgada mientras un arcoíris se alzaba por encima de las nubes de tormenta ante los primeros rayos de sol en Seúl.
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MOONFLOWER
El período de parciales fue suficiente distracción para que el ritmo en la facultad y el hospital recobrara los toques de la rutina.
Cuando el mes de marzo estaba casi a la vuelta de la esquina y las notas de los residentes de primer año estuvieron disponibles en el sitio web del campus, Park Jimin tuvo la impresión de que había vivido muchas existencias para llegar al corte lectivo siendo el número uno de todas sus clases.
Atrás quedaban las semanas de insomnio y toneladas de caramelos de cafeína para mantenerse en pie o el bulto de apuntes desperdigados por el departamento que compartía con los Lee.
Incluso, Taemin, la persona menos preocupada que conociera, le gritó que mantuviera los límites con la costumbre de pegar memos en todas partes, cuando encontró uno referente a la clasificación de las fracturas de húmero en uno de los cajones del armario.
La pesadilla se había disipado tal como los rumores que a inicio de año le habían puesto en la mira de todos. Ahora podía relajarse mientras la pizza y el vino barato desaparecía en la mesa baja de su habitación junto con los comentarios pasados de tono de su mejor amigo.
—Entonces la reportera y tú andan jugando a las casitas… debimos tener una cita doble.
Un pedazo de pizza se estiró sobre los dedos grasosos de Taehyung antes de seguir con su cháchara.
—A tu madre le daría un infarto por esos modales. Habla después de masticar.
Tae tragó antes de arrojarle los restos de la comida sobre el regazo. Jimin lo golpeó en la mata rizada que exhibía el de ojos azules.
—Gracias a Dios mi progenitora pospuso la visita de cortesía por la semana de la moda en París. Por otro lado, no me trago el hecho de que lleves un mes saliendo con Hae Rim y todavía no hayan pasado de segunda base. Te pones aburrido cuando quieres, Mochi
Tener un mejor amigo a veces no era útil, y por mucho que Jimin se esforzaba en minimizar los detalles de su restringida vida sexual, Tae se las arreglaba para sonsacarle algunos fragmentos con los que poder molestarle constantemente.
Después de los sucesos de la línea tres del metro de Gangnam, Hae Rim se había puesto en contacto con Jimin, no solo para recibir el cuestionario de su primera entrevista.
Como buena aprendiz de reportero había preguntado por el caso del doctor Min, solo para contar con la evasiva del castaño, pues de sobra sabía que el médico era inaccesible, además de que estaba el hecho de las implicaciones judiciales en cuanto a Min Gi, víctima y agresor al mismo tiempo.
La convalecencia de Yoongi mantuvo en tensión a la facultad las dos semanas posteriores a los sucesos del metro, pero gracias a un acuerdo con la familia del joven Song, todo quedó en aparente paz y Min fue remunerado a pesar de negarse a recibir algo más que un forzado descanso de casi un mes, que solo había violado para comprobar los progresos de la promoción de primero en su ausencia al momento de publicar los parciales.
Jimin había continuado su trabajo como interno en el Hospital y en la consulta de K&M. Aún cuando Min no estuviera apto, se encargó de ser un modelo de comportamiento y estrechó lazos con la doctora Kang y su equipo.
Desde la operación improvisada que lideró para sacarle la bala a Yoongi, Jungkook se empeñó en que le asistiera con regularidad. Algo que el menor atribuía secretamente a su tutor.
La presión de los exámenes, su trabajo como mesero en el bar donde Taemin solía tener una plaza antes de ser profesional y su amistad con Hae Rim, eran suficientes preocupaciones para que no se apresurara a tomar el toro por los cuernos.
Aunque si era sincero, no estaba del todo convencido, cuando durante la última semana, con un poco más de tiempo para sí mismo, había preferido la soledad de hacer la colada o adecentar el departamento en lugar de salir de fiesta con ella.
—Un unicornio azul está sobre tu cabeza… un unicornio azul como los ojos de tu querido tutor. Jungkook dice que Yoongi se quedó esperando más que tu caja de galletas de chocolate y esa ridícula nota militar de: Mejórese pronto, señor Min.
Ahí estaba de nuevo, Taehyung convertido en el heraldo del infierno, sembrando pensamientos extraños en su mente.
Jimin tomó el cartón de la caja de pizza y la botella de vino a la mitad. Su intento de escapar a la cocina quedó frustrado cuando el rubio se desparramó en uno de los butacones de la funcional habitación.
—Jungkook también dice que Yoongi te mandó algo de regreso por ser el mejor de la clase y tú no me has contado nada. Yo diría que hay algo burbujeando entre ustedes y no es el champán.
Una dura línea se formó en los labios carnosos de Jimin antes de guardar el vino y destinar la caja de pizza vacía a la trituradora. Si tan solo pudiera hacer lo mismo con la manía de Tae de insistir.
En efecto, Min Yoongi le había enviado un afectuoso correo electrónico, algo que lo dejó descolocado, en conmemoración a sus impecables resultados académicos, junto con una primera edición de El Retrato de Dorian Gray, aquel condenado libro estaba valorado en millones de dólares. Jimin solo se preguntaba si solo era su manera de hacerlo sentir miserable o si ya se le habían terminado de soltar los engranajes finalmente.
—Vamos… suétalo de una vez ¿Te regaló un reloj de marca de esos que usa o un pack de juguetes sexuales para probar juntos?
El ruido seco de los puños de Jimin sobre la encimera dañada de su cocina pusieron fin a la broma de Taehyung.
—Mochi… no quise… yo solo…
—Lo único que te pido es que cierres la maldita boca cuando estés con Jungkook. No sé de dónde demonios han sacado la idea de que entre Min y yo hay algo más que una relación profesional. Ni siquiera me van los tíos, y sin ofender, Tae, si me fuera a reconocer como bisexual, enrollarme con mi tutor no estaría en el plan. Es ridículo, cliché y enfermizo siendo la persona que es él ¡Así que deja de inventar fantasías sin pies ni cabeza y déjame en paz!
—Vale, no había que sulfurarse de esa forma, solo estaba bromeando. Veo que se te ha pegado la mala leche de tu tutor estrella o el ego te afectó el cerebro por ser el número uno.
—No tergiverses la situación para hacerte la víctima. Yo no fui el que perdió tiempo follando con el jefe del cuerpo administrativo para terminar en el último puesto del ránking.
Ambos amigos abrieron los ojos como platos. Era increíble lo que la ira podía hacer en el momento menos pensado. Jimin trató de recomponerse pero Taehyung ya se acercaba a grandes zancadas a por su abrigo.
—Tae yo…
—No—lo interrumpió recolocándose el gabán color verde botella de la marca CELINE que su madre le había enviado por terminar el semestre —Es irónico, pero solo deseo que el karma te devuelva todas esas palabras que tienes atoradas en la boca y escribe lo que te digo: Tú, Park Jimin, que te jactas de ser heterosexual macho alfa vas a caer por tu tutor de mierda y yo no estaré ahí para recoger los pedazos de la piedra que tienes por corazón.
—¡Tae vuelve aquí!
—¡Llámame cuando saques la cabeza de ese culo pretencioso que tienes!
—Taehyung…
La puerta del departamento que compartía con los Lee se sacudió de los goznes para anunciar la desazón que se apoderaba del pecho del joven doctor. Ambos habían ido demasiado lejos con sus palabras y ahora no sabían cómo reparar el mal. El timbre del celular de Park lo sacó de ese hilo tempestuoso.
HAE. R
Hola guapo ¿Listo para colarte en una fiesta pija? Mis padres fueron invitados a la cena de compromiso de Min Hyunjin y agregué tu nombre en la parte de los acompañantes. Disfracémonos de las personas que no somos.😘
De todo lo que contenía aquel mensaje, Jimin solo pudo reconocer el apellido Min y en serio rezó para que fueran otros los señores aristócratas que se daban cita en el restaurante del Hotel Plaza, y no los padres del hombre que nunca había abandonado su cabeza en el último mes.
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MOONFLOWER
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