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~Cap 49: "Una propuesta en Santoff Claussen"


-¿Cuantas veces dije que no vuelvas a entrar a mi oficina de esa manera? –Norte comenzó a regañarlo alterado por la gran entrada, pero Jack solo lo ignoraba confundido al verme reír. Y aun sin entender el motivo de mi risa, me di el gusto de abrazarlo con mucha fuerza refugiándome en él, como ya me era costumbre. Sin más reproches llevó sus brazos a mi cabello acariciándolo y peinándolo con sus dedos.

- Sabes bien que tiene razón... –Susurré en su oído para que no se le ocurriera responder a la reprimenda que Norte le había dado.

Consiguiendo una divertida sonrisa, con la que ignoraba lo que dije, decidió hacer algo. Mientras Norte se encontraba distraído recogiendo enojado los papeles, juguetes y adornos desparramados por toda la alborotada oficina; Jack con confianza afirmó el agarre de su cayado y luego a mí, con su brazo libre rodeándome la cintura me levantó del suelo con facilidad.

-¡Gracias por encontrarla, ahora me encargaré yo! –Dijo subiendo al escritorio de un salto. Norte se levantó mirándolo indignado porque esperaba algo de ayuda para recoger todo.

-¿Cómo te encargaras? –Preguntó agudizando su tono. Jack con un movimiento de su cayado abrió de par en par la ventana dando indicios de sus intenciones a Norte- ¡Ni se te ocurra, debes limpiar tus desastres!

El chico soltó una risa burlona enojando aún más al ruso. Era una costumbre desaparecer cuando algo le suponía responsabilidad o no le parecía divertido. Salimos volando veloces a través de la ventana, escuchando a Norte maldecir su mala costumbre de hacer lo que quería, mientras me arrastraba e influenciaba dándose cuenta de cómo mis luces de luna decidieron aprovechar la revuelta y desapareciendo de la escena del crimen robando las galletas de su plato. Me exasperé momentáneamente al verlas reaparecer disfrutando de su botín por como su brillo titilaba felizmente. Jack riendo aún más divertido aceleró su velocidad tomándome de la mano para arrastrarme al lugar que tuviera en mente.

-¡Jack! ¿Sabes que estoy allí como invitada y que cuando quiera él puede echarme? –Pregunté con sarcasmo para alejarme de él soltándome de su agarre.

-Te aprecia como para hacerlo. –Se giró para verme con su encantadora sonrisa, mientras el viento despeinaba su cabello. Entrecerró los ojos cómplice, cuestionando como lo miraba en silencio.

-Y tú aprovechas para hacerle la vida más complicada. –Se acercó hacia mí y sonrió tomando nuevamente mi mano al asentir.

Me continuó llevando al sitio que desconocía, sosteniéndome de la mano para guiarme, pareciendo que las luces eran parte de sus planes porque me llevaban como sabiendo a donde. Decidí volver a insistir.

-Jack ¿dónde se supone que vamos?

-Solo... vamos a visitar a unos viejos amigos. –Respondió sin detener la marcha.

Él a pesar del susto que se había llevado por mi pequeña desaparición, parecía de muy buen humor. ¿Tal vez la broma y desesperar Norte lo ayudó a tomárselo de otra manera?¿comprender lo que paso? Solo sé que estaba dispuesta a contagiarme de su energía y poder despegarme de las preocupaciones. Tenebris y Norte tenían razón, solo tenía que dejarme llevar, dejar de forzar las preguntas y las respuestas llegarían a mí.

Lentamente el escenario nevado del polo norte se transformaba a la tundra, luego a las zonas boscosas compuestas de pinos nevados y por fin, tras algunos kilómetros, la aparición de otras clases de árboles perennes indicando que nos movíamos hacia el sur. Por un momento, en aquel viaje, aluciné que la tierra se había movido por sí sola y que en vez de ser nosotros los que nos movíamos, parecía que solo permanecimos suspendidos. Solo cuando sentía que el viento me alborotaba el cabello por la velocidad a la que nos movíamos, volvía mi sentido de la realidad. Y sin decir nada, de un momento a otro sorpresivamente descendimos en picada sintiéndome en una maldita montaña rusa.

Bajamos atravesando las copas de algunos árboles en colores rojizos, creaban una densa capa de follaje, cuyas hojas estrelladas parecían buscar acariciarme al descender. Cuando mis pies tocaron el suelo miré los alrededores encontrando solo un infinito bosque de árboles frondosos, rebosante de vida, y la tonta sonrisa expectante de Jack.

-¿Aquí es? –pregunté ansiosa.

-Aun no, debemos caminar un poco. –Levantó en el aire su cayado, reposándolo en su hombro- ¡Será más divertido conocerlo de esta manera!

-¿Conocerlo...? –Empujé a Jack por la espalda, donde supuse que era la dirección correcta.

-¡Es para el otro lado! –Riéndose me tomó por la mano comenzando nuestro camino nuevamente, que en vez de atravesar el cielo, atravesábamos un denso bosque.

Caminamos por algunos kilómetros permitiéndome admirar la naturaleza peculiar del lugar. Me sorprendí en cuando algún animal nos brindó su compañía y algo que desconocía de Jack salió a la luz siendo testigo de que podía comunicarse con ellos. Los comprendía, les respondía y tenían una charla que no pude entender. Era una hembra de ciervo la que se nos acercó junto a su cría, quien me hizo compañía en búsqueda de algunas caricias. Lamentablemente yo no tenía esa particular habilidad para comunicarme con el pequeño.

Llegamos pronto a una alineación de titánicos robles, tenían descomunales raíces esparcidas por el suelo del que se alimentaban dejándome con la boca abierta. Jack me miró expectante y no dejo de caminar hasta cruzarlos, algo me decía que no eran normales, el reno se acercó a saltos hasta su madre y Jack me esperaba del otro lado mientras las luces de luna me empujaban a seguir caminando tratando de no caer por las raíces. Mi pie se atoró en una haciendo que casi me tropezara, pero rápida se movió como una serpiente curvándose y deteniendo mi caída, permitiéndome apoyar en ella para estabilizarme regresó a su lugar. Alcancé a Jack atónita y a paso acelerado mientras se reía de mí.

-Estos son robles especiales, la primera defensa que colocaron para llegar al sitio que vamos. –Tomándome la mano no esperó para continuar el camino, prácticamente corríamos por el bosque.

A unos cuantos metros más una espinosa maraña gigantesca de vides me hizo temer por mi vida. Jack no parecía detener su carrera y tenía claras intenciones de atravesarlas. Maravillosamente estas comenzaron a deshacer sus nudos cada metro que nos acercábamos, retrocedían lo suficiente sus filosas espinas como para dejarnos pasar cómodamente y libres de heridas. Jack se giró a ver mi rostro con una gran risa animada y traviesa de la cual me vengaría más a delante. Parecía disfrutar de mi ignorancia acerca del lugar, se burlaba un poco de mí.

Lentamente comenzó a aparecer el rastro imperceptible de un camino desgastado por el uso viendo más a delante la loma despejada finalmente que dejaba ver los primeros indicios de un gran pueblo. Algunos rugidos me sacaron de lugar, viendo tres grandes animales de color marrón correr hacia nosotros con estrepitosa velocidad, garras, grandes mandíbulas, ojos negros. Eran tres grandes osos acompañados por una figura vaporosa y hermosa. Los osos arremetieron contra Jack quien saltó en el aire para que no lo alcanzaran riéndose porque seguían de largo y estos regresaban con la misma intensidad hacia él.

La figura se detuvo frente a mí, parecía una doncella delicada cubierta de velos y encajes brillando cubiertos por minúsculas gemas que se movían y flotaban a su alrededor como si los moviese una brisa que solo le pertenecía a ella. Me miraba con intriga, justo como yo a ella. Me tendió su mano vaporosa e hizo una agraciada reverencia obligándome a corresponderla, intentando imitarla con una avergonzada sonrisa.

-El ánima del bosque es la tercera defensa. La segunda eran esas peligrosas parras. –Comentó riéndose mientras me rodeaba con un abrazo por la espalda- Protegen un lugar que te encantará.

-¿Ella una defensa? ¿Cómo algo tan hermoso podría ser peligroso? –Me iré a verlo con curiosidad mientras ella cubría su sonrisa usando su mano por el cumplido.

-Te tentará con lo que más desea tu corazón y si caes, te hipnotizara para terminar convirtiéndote en una criatura de piedra. –Susurró en mi oído, miré con temor al Ánima. Ella negó para indicar que todo estaría bien para mí, miró mis ojos hurgando en mi corazón encontrando el valor que había en ella, acariciando mi mejilla con dulzura. –No te preocupes, es inofensiva para nosotros. ¿Seguimos?

Asentí para seguir de su mano, siendo escoltados por los cuatro el resto del camino y percibiendo que la densidad de los árboles se hacía menor. Llegamos a un gran claro, donde claramente se veía que un gran pueblo rodeaba un gigantesco árbol, que se alzaba majestuoso por sobre todos los tejados. Con una repentina brisa se hizo presente un ave gigantesca, que descendió con alguien montada en su lomo. Otra vez el asombro floreció al ver a Katherine deslizarse por su costado y llegar a nuestro encuentro.

-¡Fulgenti, Jack, que sorpresa tenerlos aquí! –Saludó a ambos con gran alegría dándonos un abrazo a ambos uno- ¿porque no usaron alguno de los túneles de Conejo o los portales de Norte?

-Quería aumentar la expectativa de la primera impresión. –Respondió Jack mirándome con diversión.

-Yo lo traduzco como un susto de muerte –Bromeé haciéndola reír con el acertado comentario.

-Quitando eso ¿Qué te parece hasta ahora? –Preguntó la chica tomándome de la mano libre, para llevarla a su brazo entrelazándolos comenzando a caminar. Alejándome así del agarre de Jack permitiéndole tomarme del otro brazo.

-Asombroso -Miré a los habitantes de aquel sitio, encontrando que en cada rincón algo único sucedía quitándome el aliento- ¿Qué clase de lugar es este?

-Santoff Claussen, Eli. Una ciudad fundada por Ombric, para que vivan las personas que verdaderamente ven el valor de la imaginación y los sueños. –Exclamó con un increíble regocijo, Jack amplió su sonrisa a mi lado confirmándolo –Mientras caminamos hasta la Gran Raíz te contare todo sobre el lugar...

Según me había contado, el sitio fue fundado justo sobre el impacto de un meteorito. La gran raíz se trataba del inmenso árbol que veía en el centro y era lo único que sobrevivió al impacto, Ombric la había convertido en su hogar. Según ella todo el lugar estaba impregnado por la luz de la antigua luz de estrellas, cosa que alimentaba los alrededores y alimentaba las particularidades a aquel lugar, como los robles del límite y las parras. Continuó contándome parte de la antigua historia que había transcurrido en aquel lugar desde tiempos antiguos, los ataques de Pitch codiciando los niños que jamás debieron temer, el rescate que un joven y bandido Norte había hecho, entre otras anécdotas mientras llegábamos al gran árbol. Había comenzado a comprender el porqué de esas barreras mágicas.

La Gran Raíz era tan impresionante como para albergar personas en su interior. Subimos los escalones conformados por algunas de sus raíces sobresaliendo y la puerta se abrió para nosotros suavemente permitiéndonos entrar. Todo era de madera y parte del árbol, Jack me explicaba que aquel árbol siempre se adaptaba a las necesidades de quienes lo pisan y por arte de magia una rama se extendió por detrás de él alzándole su capucha fastidiándolo con solo pensarlo.

-¡Que rápido te aprovechas de todo! –Exclamó al escuchar mi risa mientras forcejeaba con la misma rama.

-¡Adivinen quienes llegaron a visitarnos! –Exclamó Katherine hacia el interior del árbol.

Por unas escaleras en espiral percibí que se asomó un rostro conocido: El antiguo Pitch Black, ahora Kozmotis Black, el antiguo general de la edad de oro. Se acercaba a nosotros sonriendo ampliamente pero también abrasándome íntimamente tensándome en sus brazos, sentí de él tristeza en el ante mi reacción y decidí corresponder ignorando los viejos instintos de alejarme.

-¿Paseaban haciendo algo de turismo muchachos? –Preguntó Ombric llegando por una puerta a nuestra izquierda, desde lo que parecía una estancia. Recargándose siempre en su bastón nos saludó a los dos de la misma manera que Kozmotis.

-Algo parecido. –Respondí graciosamente alejándome de Kozmotis para irme al lado de Jack. Tomé su brazo admirando con asombro mí alrededor por una última vez la estructura interior. –Es un increíble lugar.

-Me alegra mucho que te guste nuestro humilde hogar. –Respondió Ombric con orgullo del duro trabajo de su vida- Debo admitir que creció mucho más desde que lo fundé. –Comentó acariciando una de las paredes con su nostálgica sonrisa - ¿Elizabeth sabes qué tipo de personas recibimos en Santoff Claussen? –Asentí de inmediato en cuanto Jack se giraba a sonreírme ampliamente- Entonces sabrás que la invitación de quedarte aquí siempre estará abierta para ti como siempre lo estuvo para Jack.

-¿En serio? ¡Seria genial! –Exclamé con emoción hasta que el chico de cabellos blancos agregó.

-Es generoso pero Norte ya la recibe en su taller, y creo que le será difícil dejarla ir. –Sonrió divertido.

-¿Después de lo que tu hiciste? ¡Será un milagro que me permita regresar! –Le golpeé el brazo ligeramente molesta mientras este solo se reía por sus constantes bromas al pobre Norte.

-En ese caso de vez en cuando podrás darte una vuelta querida... -Respondió Ombric con una reluciente sonrisa hasta agregar- A demás, con ese chico, es bueno tener un plan de respaldo...

- Qué extraño. Creí que tendrían un lugar para ustedes dos. - Dijo Kozmotis pensativo mirándonos.

Aquello me tomó un tanto por sorpresa haciéndome respirar profundamente mientras miraba hacia otro lado negando. Jack al verme algo divertido alzó sus hombros indicándome que no le parecería una mala idea.

-¿Quién dijo que no lo tenemos aún? –Le respondió bromeando sobre la situación, aprovechando el pie que mi vergüenza le entregó. Pero en venganza le di un disimulado codazo en sus costillas acariciándose la zona adolorida.

-Creo que ya tiene suficiente de ti, nos iremos a dar clases a los niños Jack. –Ordenó Katherine con las manos a la cintura tomándolo por la capucha mientras nos reímos un poco ambas de su forcejeo. –¡Elizabeth ayuda!

Finalmente quedé a solas con aquellos dos hombres quienes con una sonrisa me indicaron que los acompañe, me mostraron algunos sitios de la casa mientras comentaban grandes planes que había para el futuro de todos en aquel lugar hasta que llegamos al sitio de estudio de la magia, una especie de laboratorio con increíbles cosas en su interior. Allí nos sentamos en una de las mesas mientras con un movimiento de su bastón al golpear en el suelo las cosas que estorbaban se alejaban. Miré asombrada lo que sucedía frente a mí sentada en aquel lugar.

-Elizabeth, queríamos aprovechar este momento para hacerte una pequeña proposición. –Sonrió Ombric atrayendo un juego de té a la mesa sirviéndolo para los tres. - Como puedes especular este sitio fue uno de los lugares claves comenzando la historia desde Norte. Una vez fue mi aprendiz de magia, pero con él, llegó su propia frescura al lugar. También Katherine está trabajando en lo que podría dar al mundo, lo llama un aura de inspiración. Pero yo quisiera que tú también tuvieras la oportunidad de desarrollar algo como eso, aprender todo lo que desees, magia, historia, artes, lucha, hablar con los animales, y tal vez lo más difícil, sobre ti misma a partir de ahora. ¿Quién eres? ¿Elizabeth, Fulgenti?

-Ambas –Respondí con firmeza negándome a dejar mi antiguo nombre, allí algunos me llamaban por el nuevo, pero no quería olvidar mi origen o lo que todavía había pendiente en relación con él- El nombre Fulgenti fue impuesto en contraposición a Tenebris, pero yo soy Elizabeth. Como Madre naturaleza es Emily.

-En un tiempo, tus tareas como guardiana llegaran, pero para descubrirlas necesitas auto descubrimiento. Eres joven y con eso la ansiedad de tener todo ahora es grande, puede causarte ansiedad. Este tipo de estudio puede ayudarte de muchas maneras a descubrirlo, queremos que lo veas como una pequeña guía de todos nosotros. –Continuó Kozmotis con una amplia sonrisa.

-Pasaste muchos cambios en tu vida de repente y pensamos, con Jack, que te ayudaría con aquello. –Explicó Ombric mientras por la ventana pude ver un gran grupo de niños junto a Katherine y Jack, reían en un muy agradable ambiente. Regresé mi mirada para ellos, reían suavemente al verme atraída por aquella imagen del exterior.

-Queremos acompañarte y ayudar en todo lo que podamos, no sientas jamás que estas sola por tu lado. –Agregó con gusto Kozmotis bebiendo de su té mirándome con una leve sonrisa de nostalgia- Si necesitas pensarlo o discutirlo con los guardianes lo comprenderemos y esperaremos la respuesta, no hay apuros.

-¿Bromeas? ¡La propuesta es increíble! –Exclamé mientras me contenía de llorar, de repente aquel maravilloso lugar me daba una posibilidad de convertirse en mi hogar con tantas personas. No solo eran los guardianes, sino todos los que buscaban poder ayudarme con mi nuevo yo. Una acción invaluable y que apreciaría por siempre.

-¡Entonces vamos a festejar! –Se emocionó Ombric alzando sus cejas tanto como la comisura de sus labios- ¡Esta noche daremos una cena para todo el pueblo! Festejaremos con música, baile y juegos. ¡También avisaré a los guardianes para que se nos unan de inmediato! –Decía retirándose del lugar eufórico ante mi mirada atónita, Kozmotis solo se rió de aquello negando que al parecer era una mala costumbre de aquel, pero que últimamente escaseaban las oportunidades. Era un hombre lleno de vida, pero si lo estaba preparando a él como su sucesor o protector, parecía consciente de que a él mismo no le quedaba demasiado tiempo. Borrando los pensamientos tristes, me permitió unirme tanto a Jack como a Katherine quienes escuchaban una de sus grandiosas historias sentados en el césped.

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