Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Vida mía

El vaho se impregnaba en los vidrios polarizados de vehículo, haciendo que fuese imposible ser visualizados desde el exterior.

Sin embargo, los sonidos que lograban filtrarse y el movimiento violento del auto eran suficientes para que cualquiera que pasara por el lugar supiera lo que ocurría en el interior.

Marc se aferra a los hombros del mayor mientras rebota sobre su regazo. La polla en su interior golpea bruscamente su próstata con cada movimiento que realizan las caderas contrarias.

Los empujes son combinados con la estimulación en sus pezones, la lengua caliente y húmeda se encarga de chupar los sensibles botones rosados. Las grandes manos traviesas se mueven a través de su cuerpo, la derecha cerrándose alrededor de su polla, envolviendolo por completo mientras lo masturba frenéticamente; la izquierda, lo mantiene firme en su lugar, estrechando su cintura de manera posesiva.

Gime con fuerza, repitiendo el nombre del hombre en su interior, quien con cada embestida hace a sus ojos girar de placer. La saliva escurre por su boca y su cabeza cae hacia adelante, su cuerpo buscando acercarse aún más a la boca en su pecho. 

Antes de aquel encuentro su mente iba a mil por hora, sabía que no debería, pero en ese preciso instante, lo único que su cabeza tenía claro era que dejaría al portero tomar todo lo que quisiera sin objetar al respecto.

—Por favor— las palabras se le escaparon en un susurro desesperado, sentía su orgasmo acercándose lentamente.

La boca que succionaba su pezón se alejó, haciéndolo temblar ante el contraste del aire caliente con la piel húmeda. 

El hombre bajo suyo disminuyó la velocidad de los movimientos de su mano, al mismo tiempo que lo tomaba del cabello con fuerza, tirándolo hacia atrás para obligarlo a ver su rostro.

La sonrisa de la que se enamoró le dio la bienvenida cuando logró enfocar su visión —¿por favor qué? dilo bien, cari— la voz ronca susurró sobre sus labios.

Marc se sintió aturdido, la intensidad del placer que estaba sintiendo, pues los empujes en su interior no se detuvieron en ningún momento,  mezclada con sus sentimientos lo dejaban hecho un lío.

Él mismo no tenía claro por qué estaba pidiendo cuando pronunció aquellas palabras. Pudo haber sido algo del momento, pidiendo por más para alcanzar su orgasmo, para contribuir al propio orgasmo del mayor, pidiendo que lo llenara y le dejara sentir su polla palpitando mientras expulsaba chorros de semilla en su interior.

Sí, tenía que ser eso, porque se negaba a creer que fue un desesperado pedido de su corazón, rogando por favor que hiciera algo, que dijera algo que calmara los nervios pesados que se arremolinaban en su interior y lo tenían al borde del colapso.

—Por favor— volvió a susurrar, sus ojos cristalizandose, esperaba que el contrario pensara qué se debía al placer —por favor— pidió una última vez antes de estampar sus labios con el contrario.

Fue un beso brusco y desesperado, pero al parecer al parecer funcionó para distraer al que esperaba una respuesta. Los empujes en su interior se reavivaron con vigorosidad, al mismo tiempo que la mano sobre su polla volvía a masturbarlo de forma rápida.

El constante golpeteo, la fricción sobre su polla y la lengua que se metía en la profundidad de su boca fue suficiente para alcanzar su orgasmo.

Los chorros de semen salieron disparados entre ambos cuerpos, haciendo un desastre entre sus cuerpos desnudos. 

Szczęsny sintió como Marc se desmoronaba ante el orgasmo, su interior aferrándose a su polla, succionandolo deliciosamente en la estrecha cavidad húmeda. 

Bastaron un par de embestidas más para que finalmente se corriera, de forma abundante, llenando lo más profundo del menor entre sus brazos.

El interior del auto quedó en silencio, ambos apretados entre sí, tratando de regular sus respiraciones. 

—Życie— tras largos minutos, la voz del polaco se hizo presente. Marc se acomodó sobre él sintiéndose adormecido —vamos, tengo que llevarte a casa, cari— murmuró con suavidad acariciando la espalda desnuda del menor.

Con un suspiro derrotado, Marc se enderezó, levantándose del regazo mientras la polla ahora flácida se deslizaba de su interior, permitiendo que el semen resbalara por sus muslos. Se pasó al asiento del copiloto y empezó a vestirse en silencio mientras Szczęsny se abrochaba los pantalones y volvía a colocarse su camisa.

Con ambos completamente vestidos, el polaco encendió el motor y emprendió el rumbo al departamento del menor. Un silencio pesado se instaló entre ambos, la conciencia de Marc inquieta por lo ocurrido. El sentimiento martilleante de culpa porque a pesar de todo, no se sentía mal por sucumbir a los deseos de su corazón.

—¿Estás nervioso?— Szczęsny decidió romper el silencio, entrelazando una de sus manos con la de Marc. Por supuesto que había notado las señales del más pequeño, pero estaba convencido que eran los nervios normales previos al gran día.

Marc asintió distraídamente,  concentrándose en la sensación de calidez que le transmitía el agarre en su mano —lo estoy— respondió finalmente.

—Tranquilo cari, es normal sentirse así, es un evento único en la vida— frotó su pulgar en círculos sobre el dorso de la pequeña mano.

Marc tarareó, estaba de acuerdo con él, sin embargo… —no lo sé, quizá estoy nervioso porque arruiné un poco la tradición—.

Szczęsny frunció el ceño sin entender, mirándolo brevemente antes de volver a centrarse en el camino. Las solitarias calles nocturnas de Barcelona siendo las capturadoras de su atención.

—Además— continuó antes de que pudiera preguntarle a qué se refería —todavía no estoy seguro sobre el traje que elegí, ¿no se supone que el blanco engorda? no quiero verme gordo y pálido en las fotos—.

El polaco soltó una sonora carcajada, no podía con lo ridículo que estaba siendo —No seas tonto, cari. No importa lo que te pongas, serás el novio más guapo del mundo—.

La sonrisa de sinceridad que soltó hundió aún más a Marc en un pozo sin salida. No entendía cómo ese desgraciado podía decir esas cosas tan tranquilamente sin entender la gravedad del asunto. Iba a casarse vestido de blanco, color que simboliza la pureza, algo que ya no le quedaba en esos momentos. 

No volvieron a decir nada después de aquellas palabras hasta que minutos después se detuvieron frente al departamento de Marc.

—Gracias por traerme— murmuró sin intenciones de bajar, quería disfrutar un poco más de esa falsa tranquilidad.

—No es nada, życie— respondió con una sonrisa.

Marc asintió, tomando la manija del auto dispuesto a salir, a prepararse para lo que se supone sería el día más feliz de su vida. Eso hasta que su nombre fue pronunciado por el mayor.

—Marc— esperó pacientemente hasta que los ojos marrones se encontraron con los suyos —todo estará bien— le sonrió con sinceridad acariciando su mejilla con delicadeza antes de inclinarse a besarlo.

Fue un beso corto, dulce con el objetivo de ser tranquilizador. Casadó se separó con un suspiro, juntando sus frentes brevemente antes de finalmente salir del vehículo.

—Kocham Cię, życie— murmuró viéndolo ingresar a su hogar.





























Marc caminaba sin parar de un lado al otro, su corazón latiendo como si quisiera escapar de su pecho.

—¡Basta Marc! Arruinarás tu traje— su mejor amigo le llamó la atención.

—Lo siento, estoy nervioso— se justificó deteniéndose frente al gran espejo de la habitación. Se sentía raro vistiendo el impoluto traje blanco.

—¿Por qué?— preguntó el otro Marc acercándose por detrás —ese hombre te ama Marc, todos vemos como le brillan los ojos cuando te mira—.

Ambos se observaron a través de su reflejo, Bernal tratando de entender que tenía así a su bestie, Casadó evitando confesar lo abrumado que se sentía.

—Marc— llamó suavemente, abrazándolo por la cintura —tú también lo amas, ¿cierto?—

Soltó una risita acuosa, pestañeando para alejar las lágrimas —por supuesto que lo amo, Bernie, lo amo tanto que duele— las primeras lágrimas deslizándose por sus mejillas.

Fue volteado por el menor, quien le limpió las mejillas con delicadeza —júramelo, Marc. Júrame que esto es lo que quieres— se sentía inquieto, su instinto le decía que su amigo ocultaba algo.

Casadó observó la intensidad de su mejor amigo y supo que no podría mentirle, no a él. 

—Bernie… Te juro que estoy profundamente enamorado del hombre que espera ahí fuera por mí y lo que más deseo en este preciso instante es poder salir y que me elija a mí, que me haga su esposo y poder compartir todos nuestros días juntos. Despertar a su lado cada mañana y acostarme cada noche agradeciendo lo afortunado que soy por tenerlo a mi lado— las palabras se le escaparon con facilidad, el rostro del polaco en su mente.

Bernal sonrió enternecido, sus preocupaciones disipándose ante el amor filtrado en las palabras —Entonces ya no llores más, tu futuro esposo no puede verte con la cara toda roja— sacó un pañuelo del bolsillo de su saco y se lo extendió —es tu día especial, Marc—.

Mientras lo veía limpiarse el rostro, Bernal solo podía pensar en que quizá era muy jóven para entender el amor. ¿Cómo un sentimiento tan lindo podía hacer que a su amigo le doliera?

Minutos después, una vez que Marc se limpió el rostro y volvió a verse radiante, le llegó el momento de presentarse.

—¿Estás listo?— su mejor amigo le extendió el brazo, era quien lo acompañaría a través del pasillo hasta su prometido.

Asintió entrelazando su brazo con firmeza. Caminaron a través de los diferentes ambientes del lujoso complejo.

No sabe cuánto le pagan al portero del Barcelona, pero definitivamente no es la miseria que uno imaginaria para un club con problemas financieros.

El lugar estaba hecho de paredes de cristal, iluminados por candelabros incandescentes de luz amarilla, que le daban un tono cálido al lugar.

Avanzaron hasta detenerse frente a una gran mampara de cristal cubierta por una tela blanca.

Marc respiró con profundidad y giró la cabeza hacia la izquierda, asintiendo hacia el encargado de soltar la tela. Este jaló de una pequeña cuerda y la tela se abrió, dejando a la vista a todos sus amigos y familiares alrededor del pasillo.

Su visión se posó automáticamente en el final del pasillo, ahí, sus ojos dieron con el polaco.

Vestía un hermoso smoking negro a medida, se veía terriblemente atractivo mientras sonreía encantadoramente en su dirección, al igual que todos los presentes en la habitación.

La melodía suave de Thinking Oud Loud salía del violín mientras él avanzaba lentamente hasta posicionarse frente a su prometido.

—Cuídalo— su mejor amigo pronunció con seriedad mientras le soltaba el brazo. El portero asintió embobado, no podía apartar la mirada de su futuro esposo.

—Estás hermoso cari, eres el novio más guapo del mundo— tomó sus manos suavemente y dejó un pequeño beso sobre ellas.

Marc se sintió enfermo, su cabeza repitiendo las palabras, las mismas que le fueron dichas la noche anterior.

La ceremonia pasó entre largos discursos del padre que Marc aprovechó para sumirse en sus pensamientos. Repitió en automático lo que tenía que repetir y continuó perdido hasta que llegó el momento de decir los votos matrimoniales.

Se posicionaron frente a frente, con las manos unidas y mirándose fijamente.

“Marc, 

Soy muy afortunado de poder estar aquí, frente a ti, a punto de convertirme en tu esposo.

Empecé a escribir estos votos el primer mes desde que aceptaste ser mi novio. Puede sonar intenso, pero creo que esa intensidad refleja la magnificiencia de mi amor por ti. 

Cada día he ido perfeccionandolos, añadiendo palabras que creo nunca serán las suficientes para cuantificar lo que siento.

Desde la primera vez que te vi supe que había algo especial en ti. Lucías tan pequeño entre todos los compañeros que activaste un sentido de protección en mí. Sin embargo, cuando empezaste a jugar demostraste qué no necesitabas que te cuidarán, tan ágil, tan luchador, robando balones sin importar si era otro jugador del filial o el mismísimo Robert Lewandowski.

Las pequeñas risas de sus compañeros y familiares resonaror en el lugar, todos conscientes de como se transformaba el más pequeño en el campo.

Me enamoré de tu fortaleza, de tu espíritu, de tu sonrisa, de tus ojos marrones, tu cabello, tus lunares, tu nariz, me enamoré de ti por completo, de pies a cabeza.

La vida empezó a tener sentido a tu lado. Entendí porque mis padres siempre disfrutaban de los cafés por las mañanas, porque mis amigos disfrutaban tanto sus vacaciones, porque las personas son tan felices comprando cosas para su casa; no es lo que haces, sino con quien lo haces y por eso agradezco infinitamente que seas tú quien me acompañe a lo largo del camino.

Cuando visualizo el futuro nos veo a ambos, en casa, en estadios, viajando por el mundo, todo lo que imagino siempre es contigo a mi lado. 

Tu rostro es lo primero que veo al despertar y lo último que pienso al acostarme, e incluso cuando duermo eres tú quien siempre está presente en mi mente.

Yo no sé qué nos deparará el futuro, pero pase lo que pase, lo resolveremos, juntos. 

Apretó con delicadeza una de sus manos mientras llevaba la otra a limpiar las lágrimas de las mejillas.

Aprendí que en esta vida no se deben hacer promesas que no se pueden cumplir, por eso, delante de todos nuestros seres queridos, prometo amarte y cuidarte todos los días de mi vida.

Prometo ser quien te de alegría cuando estés triste, quien te caliente cuando tengas frío, quien te escuche cuando quieras hablar y quien te haga reír solo para ver tu hermosa sonrisa.

Te amo, Marc y te amaré el resto de mi vida.”

Cuando el hombre terminó de hablar absolutamente todos los presentes estaban conmovidos y con lágrimas en los ojos.

Marc no podía parar de llorar, se sentía indigno de un amor tan bonito. Respiró profundo tratando de calmarse, era su turno de decir algo.

Enderezó su cabeza, mirando hacia el frente; sin embargo, sus ojos no se detuvieron en el hombre frente a él. Sus ojos buscaron desesperadamente el verde, ojos que lo miraban de regreso, el dueño de ellos parado detrás de Iñaki con una sonrisa, presenciando de primera mano toda la ceremonia.

"Iñaki,

En el instante en el que te conocí supe que había algo especial en ti. Tu forma de ser tan dulce y amable me enamoró por completo.

Recuerdo el día que me pediste matrimonio, me llevaste a mi restaurante favorito y estuviste nervioso toda la noche.

Anteriormente me habías preguntado cómo imaginaba ese momento y me sorprendiste haciendo todo lo que un día soñé.

Cuando te vi arrodillado, ofreciéndome tu corazón en forma de anillo no dudé en aceptar, porque mi corazón te pertenecía en ese momento y no dudaba que mi lugar era a tu lado.

Cuando comenzó a hablar fijó sus ojos en los de Iñaki, todo el amor contenido que se escapaba de su mirada lo hizo recordar porqué se enamoró de él.

Era un buen hombre, no dudaba que sería un esposo maravilloso y por eso se odiaba a sí mismo, por no poder corresponder a sus sentimientos, por haber defraudado todo el amor que le ofrecía en bandeja.

Eres increíble, detallista, protector,eres inteligente, me escuchas, me aconsejas, estas conmigo siempre que te necesito. Gracias por eso.

Quiero que sepas que entiendo completamente lo que se siente imaginar una vida al lado de alguien.

A veces sueño despierto, imaginando el futuro. Me veo despertando junto al hombre que amo, pasando las tardes juntos, acurrucados en el sillón, jugando en el patio de nuestra casa, viendo repeticiones de juegos, viajando, dando caminatas, haciendo todo tipo de cosas y, al final del día, acostandonos juntos para repetir la rutina al día siguiente.

Sus ojos se desviaron al hombre tras Iñaki mientras hablaba, quería que supiera que esas palabras iban dirigidas a él.

Que todos los sueños que alguna vez tuvieron el rostro de Iñaki, ahora eran llenados por el rostro serio del polaco. Que ya no podía escuchar el “cari” de Iñaki sin cuestionarse porque no provocaba lo mismo que escucharlo con acento polaco.

Lamento mucho no ser la persona que idealizaste, no me gusta madrugar, detesto hacer limpieza, no tengo el don de la cocina, me gusta quedarme en casa, no soy ni de cerca el hombre que mereces.

Esto es lo que soy, un hombre con muchos defectos que te ama. A pesar de eso, te juro que si me eliges, si decides arriesgar tu vida por mí, pasaré cada uno de mis días intentando hacerte feliz, amándote como sé que me amas a mí.”

Era una súplica desesperada, si Szczęsny le pidiera que dejara todo atrás para seguirlo, lo haría, no dudaría ni por un segundo.

Su corazón dolió cuando lo vio desviar su mirada a algún punto entre los invitados. 

Por el rabillo del ojo la vio, Marina, su esposa y madre de sus hijos, le sonreía conmovida ante su discurso.

—Por supuesto que te elijo, cari— la voz de Iñaki lo hizo regresar su mirada a los ojos café. Lo observaba con ojos cristalizados por la emoción —siempre voy a elegirte—.

Después de los votos, intercambiaron los anillos, la ceremonia llegando a su fin ante la inevitable pregunta.

—¿Hay alguien que se oponga a esta unión?— preguntó el padre.

El silencio reinó durante largos segundos en el lugar.

—Entonces, por el poder que me confiere el juzgado superior y la iglesia católica, los declaro esposos. Lo que Dios y la ley han unido, que no lo separe el hombre— finalizó.

Iñaki soltó sus manos y lo sujetó con una de sus manos por la cintura, la otra fue a parar a su mejilla. Lo observó brevemente antes de finalmente inclinarse y besarlo.

Su alrededor estalló en aplausos, los labios sobre los suyos se movían con firmeza, él se dejaba ser, ya no había vuelta atrás.

Había hecho una promesa, trataría de hacer feliz a Iñaki aunque su corazón se rompiera por completo en el proceso.

—Te amo— murmuró sobre los labios contrarios al separarse.

Iñaki sonrió brillantemente —Te amo más—.

La noche siguió su curso, los padrinos dieron un emotivo discurso, los novios bailaron su primer vals y se mantuvieron juntos durante toda la noche.

En algún punto Iñaki se alejó de dónde se realizaba la gran fiesta, refugiándose en el baño para refrescarse. 

Había estado toda la noche disfrutando la atención de su marido, rebosando de felicidad, con cada mirada y sonrisa.

Se estaba acomodando la corbata del traje cuando vio a través del espejo ingresar a la mujer y cerrar la puerta con llave tras ella.

—Lo estás disfrutando, ¿eh?— Marina se apoyó contra la puerta cerrada, mirándolo con una sonrisa.

—Gracias a ti— le correspondió la sonrisa antes de girar hacia ella —Dime, ¿qué hiciste para mantenerlo alejado?— preguntó curioso.

—Le dije la verdad— se encogió de hombros en un gesto de desinterés qué no iba acorde a su sonrisa —le dije que si me enteraba que tenía a alguien más nuestro matrimonio se acabaría y me llevaría a mis hijos lejos, un lugar donde no volvería a verlos—.

—¿Serías capaz?—

La mujer caminó hacia él, parándose a centímetros de su cuerpo —soy capaz de todo por mantener a mi familia unida—.

—Es bueno saberlo— retrocedió, alejándose de la mujer —solo asegúrate de mantener a tu marido lejos del mío—.

—Y tú asegúrate de mantener a raya a tu mocoso de ojitos anhelantes— murmuró con rudeza —¿lo viste, verdad? Las miradas qué le lanzaba—.

Fue el turno de Iñaki de encogerse de hombros —no importa lo que haya sucedido, importa lo que sucederá ahora. Es cuestión de tiempo, volverá a amarme a mí—

—¿Tan seguro estas?—

—Bueno, tenemos toda la vida por delante— respondió alzando con una sonrisa la mano donde brillaba su anillo de casado —ahora, si me disculpas— rodeó a la mujer y se paró junto a la puerta —tengo que regresar con mi esposo—.

—Buena suerte entonces, espero no tener que lidiar nuevamente con esto—.

—Tranquila, no tendrás que hacerlo— dijo antes de abrir la puerta y salir de la pequeña habitación.

Regresó al salón principal, dónde su ahora esposo lo recibió con un suave beso.

—¿Bailamos? Me encanta esa canción—

—Por supuesto, cari— lo tomó de la cintura y lo arrastró hasta la pista de baile.

Cerró los ojos, dejándose llevar por la música. No le importaba nada más que el ahora, con Marc entre sus brazos, acurrucado en su cuello, supo que lo perdonaría una y mil veces si eso significaba que al final del día sería suyo para siempre.

















Fin ✨️ ✨️ ✨️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro