20. Dominación asertiva
Kyungsoo rodó sobre sus sábanas hasta sentarse en el borde del colchón, sintiéndose determinado a soltar aquello que venía rondando en su cabeza desde hace ya varias semanas.
Salió de su habitación y naturalmente caminó hacia el cuarto contiguo, abriendo la puerta con sigilo esperando no despertar al individuo que debía estar durmiendo a esas horas de la mañana.
Pero la cabecita que se asomó a penas entreabrió la puerta, lo sorprendió adorablemente.
—¡Kim Eunji! ¿Qué haces despierto?
El niño pequeño quitó el cabello que caía en su rostro y sonrió, formando un pequeño corazón en sus labios que azotó su corazón. Lo tomó en sus brazos cuando este estiró sus manos hacia él y besó sonoramente su mejilla.
—Papá entró y me desperté
Bajó las escaleras con cuidado, mientras escuchaba al niño luchar por hablar con claridad.
—¿Papá ya se fue?
Eunji asintió frenéticamente y lo besó de nuevo por lo adorable que se veía. —Me dio de comer y se fue. Dijo que no despierte a papi porque estaba cansado.
Sus mejillas se encendieron inevitablemente, y pronto se volvieron el punto de atención de su hijo, quien comenzó a amasarlas como si no se tratara de una parte de su rostro.
Definitivamente estaría cansado después del momento que su esposo y él habían compartido la noche anterior. Jongin había estado hasta altas horas de la noche organizándose, ya que en solo unas semanas impartiría clases en la universidad como profesor catedrático, y él había terminado por hacerle compañía con una taza de café a su lado, bebiendo de la bebida caliente cada vez que cierto tema quería salir a flote y no soltaba porque aún no lo veía prudente —y no se sentía preparado—. Aunque finalmente, su esposo había terminado por notar su comportamiento, y para evitar apresurar las cosas, aprovechando que su menor hijo de tres años dormía, y salivando por lo jodidamente caliente que se veía Jongin con el cabello hacia atrás y gafas circulares, había caído sobre las piernas del mayor, removiendo el cuello alto de la cafarena de su esposo y había hundido el rostro en su cuello, deleitándose por el exquisito aroma que desprendía.
El aroma de Jongin siempre le recordaría a las flores de cerezo.
Remontaría a los años en los que había terminado enamorándose del alfa que solía sentarse en el mismo lugar de el metro, luciendo tan hermoso como para encontrarse haciendo absolutamente nada.
Kyungsoo había estado en su primer ciclo de la universidad cuando lo vio por primera vez, y se había preguntado si sería la única vez en la que se toparía con el mayor. Pero para su sorpresa, en una oportunidad lo había visto caminando por los pasillos de su universidad, siendo el suspiro de muchos omegas más.
Era profesor de literatura, y para su mala suerte —o quizá su buena suerte— no era el que le había tocado a él.
Aunque compartir algo tan simple como lo era el metro, se había vuelto algo que había atesorado en su corazón.
Jongin y él se terminaron reconociendo debido a la ruta que tomaban, y para Kyungsoo, ser saludado por el atractivo profesor, había sido la mejor parte de sus días.
Aún le parecía irreal haber sido invitado a salir por el moreno o que realmente hubiera sido correspondido.
Pero en esos momentos, cuando solo creía vivir una fantasía, podía confirmarlo cuando veía a la persona con quien despertaba en las mañanas, cuando veía la mordida en su cuello en el espejo, cuando veía su anillo de compromiso o cuando veía a su hijo, siendo tan parecido a ambos.
Kim Eunji era el vivo retrato de ellos; con el largo cabello que llevaba hacia atrás porque 'Papá se ve genial así', y esos pequeños ojitos brillantes idénticos a los de Jongin. Su hijo tenía la piel tan blanca como la suya y la forma de los labios que su esposo solía decir que eran encantadores. Kyungsoo creía que probablemente su hijo en un futuro sería un alfa, debido a su rápido crecimiento y sentido protección hacia él. Y no le importaría si no fuera de esa manera, su hijo siempre sería fruto del perfecto amor que tenían su alfa y él.
Aunque debía de admitir que en su fantasía y en la vida que creía que estaba viviendo como él deseaba, había un bichito que comenzó a perturbar aquello.
Y era algo que debía conversar con su esposo.
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—Señor Do, es bueno verlo de nuevo.
Sonrió apenado cuando la profesora de su hijo se acercó personalmente a saludarlo.
Había llevado a su hijo al kinder luego de terminar de alistarlo y verificar que todo en su casa se estuviera en orden.
—Lo mismo digo —se inclinó cuando la omega se encontró frente a él, y por inercia observó su vientre —¿Tuvo inconvenientes con el parto?
La mujer negó, llevando inconscientemente las manos al lugar. —Todo corrió por su cuenta, aproveché este mes de descanso, pero estaba emocionada por regresar a trabajar.
—¿Y su cachorro? —preguntó interesado. Había visto que la omega había compartido fotos de su bebé recién nacido en el chat grupal de padres y todos la habían halagado por lo lindo que era.
A Sunmi le brillaron los ojos. —Mi esposo tiene vacaciones durante este mes y se está haciendo cargo de él, aunque seguramente luego lo llevemos con mi madre. Está aclamando por la atención de su nieto.
Un incómodo pinchazo se instaló en su pecho, pero aún así mantuvo su sonrisa.
Compartieron otro par de minutos conversando sobre lo que no pudieron en ese mes en el que la profesora estuvo ausente, y cuando llegó la hora de que todos los niños entraran a clases, partió nuevamente a su hogar, mandándole un mensaje a Jongin.
Buena suerte, mi amor.
Una sonrisa apareció en su rostro cuando recibió la llamada entrante de su esposo unos segundos después.
—¿Cómo amaneciste, cariño?
Su omega movió la cola por el tono cálido en la voz de su esposo.
—Me hubieses despertado. —respondió a cambio.
—Ayer te quedaste hasta muy tarde haciéndome compañía —justificó.
—Eso es lo de menos. Si no desperté es porque tú no dejabas de- Hola, señora Hwang —sintió las mejillas arreboladas cuando saludó a su vecina, escuchando la risa de su marido del otro lado de la llamada.
Caminó una cuadra más y finalmente entró a su hogar, colgó su gabardina y se dejó caer en el sillón — Jongin.
Relamió sus labios, sintiéndose repentinamente nervioso.
Su mirada repasó los cuadros que colgaban en la sala y soltó un suspiro cuando halló uno del título universitario del moreno.
—Sí, dime.
Apretó los ojos con fuerza —Quiero hablar contigo cuando llegues a casa.
Pasaron unos cuantos segundos de más, hasta que Jongin respondió.
—¿Pasó algo? —el tinte preocupado en su voz lo alertó.
—¡No! Digo, sí. Aunque no es algo grave, creo. Solo... necesito saber tu opinión. —mordisqueó su labio inferior del nerviosismo.
—Está bien, estaré llegando dentro de media hora.
Abrió los ojos, sorprendido.
—¿Qué?
—Me olvidé decirte, hoy solo me presentaría en una reunión e iría a casa —Kyungsoo podía escuchar la sonrisa del mayor al decirlo —Hace un tiempo no tenemos un momento para nosotros.
—Tienes razón.
—Llevaré el almuerzo, ¿Sí?
—Uhm... está bien —asintió, dejándose perder en sus pensamientos.
—¿Cariño? —llamó el alfa una vez más. Kyungsoo parpadeó, haciendo un sonido con sus labios en señal de que lo había escuchado. —Te amo.
—Yo también te amo.
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K
yungsoo estaba tan distraído que ni siquiera notó cuando su esposo había llegado a casa. Tampoco lo hizo cuando se vio tan sumido en cortar las verduras, que se terminó cortando el dedo.
—¡Ahg! — alzó la mano por el pequeño ardor y soltó el cuchillo, que irreparablemente terminó cayendo al suelo.
Los pasos apresurados de alguien en la casa lo alertaron, pero cuando percibió el dulce aroma a vainilla acercarse, una inquietud diferente presionó su pecho.
—Kyungsoo, ¿Estás bien? — cuando Jongin apareció en la cocina, solo bastaron dos pasos de sus largas piernas para llegar a su omega y tomar su mano. —Debes tener más cuidado.
Ignorando el comentario de su esposo, inclinó la cabeza hacia arriba, apreciando el atractivo del alfa. Jongin era consciente de que lo hacía, lo sabía. Pero Kyungsoo hace tiempo había perdido la vergüenza al decir que le gustaba la manera en que las gafas circulares realzaban su rostro y las ganas que tenía de despeinar su cabello cada vez que lo traía hacia atrás.
Jongin no había cambiado en todo ese tiempo.
Y él... tampoco.
El alfa llevó su dedo a los labios y lamió su herida. Kyungsoo sonrió —¿Te crees un gato?
El profesor enarcó una ceja que lo hizo ver más caliente de lo solía ser. —¿Tú te crees un reptil?
Sus ojos formaron medias lunas, y cuando el más alto se acercó a saludarlo, Kyungsoo ladeó el cuello, recibiendo un íntimo beso en la curvatura.
—Te dije que traería el almuerzo —murmuró el contrario, envolviéndolo en sus brazos.
—¿Lo hiciste? —respondió en un suspiro placentero.
Jongin lo alejó un poco para mirarlo a los ojos y asintió, estudiando su mirada. Kyungsoo lo observó de regreso. —¿Quieres hablar en este momento?
En otra ocasión le hubiera parecido graciosa la manera en que lo dijo, pero realmente no tenía ánimos para molestar a su esposo por los siete años de diferencia que se llevaban ni por el tono casi paternal con el que lo decía. No cuando se sentía realmente reconfortado por los pequeños ojos cálidos que lo observaban y que temía que ya no lo hicieran.
—Está bien, vamos a la sala. —aceptó, ganando un poco de valor.
—Iré por un bendita. —informó su esposo, apresurándose en su camino al baño cuando salieron de la cocina.
Kyungsoo lo esperó sentado en uno de los sillones, y pronto el moreno apareció, sentándose a su lado y curando cuidadosamente su pequeña herida.
Cuando terminó de hacerlo, Kyungsoo evitó que soltara sus manos y buscó su mirada, que inmediatamente cayó en la suya.
—Quiero retomar mis estudios —pronunció firme y claro.
La mirada del alfa no abandonó la suya en ningún momento, sin embargo, su cabeza debía estar en otro lugar, lejos de ahí, ya que no recibió una respuesta.
—¿JongIn?
La desición era suya al final del día, pero su omega necesitaba el consentimiento de su alfa. Y si su esposo no estaba de acuerdo con ello, no sabría si tendría la misma firmeza de poner en marcha sus planes.
No quería estar solo en ello.
Cuando se enteró que esperaba a Eunji, estaba en su segundo ciclo de la universidad. Mantenía una relación con Jongin de poco más cuatro meses, y sus instintos lo obligaron a dejar la universidad.
El pensamiento de esperar un niño no se le cruzó en la cabeza desde que supo que era un omega recesivo, la posibilidad de salir en estado era poco probable.
Pero había sido de esa manera.
Fue el mismo día que supo que Jongin sería su profesor de literatura durante ese ciclo, no había evitado ser todo sonrisas durante el transcurso de la clase, pero al final de la misma, el moreno le había dicho que olía diferente.
Y aunque en un comienzo creyó poco probable que algo como un embarazo pudiera ser posible, las pruebas que se hizo habían sido suficiente para activar sus sentidos naturales.
Existía el riesgo de perder a Eunji.
Por lo que dejó la universidad para mantenerse en total reposo por el bien de su bebé.
Y de eso, ya habían pasado más de tres años.
—¿Tienes algo que decir? —agregó en un hilo de voz. —Creo que si nos organizamos bien, podemos lograrlo.
El moreno tomó su rostro, acariciando sus mejillas con delicadeza —¿Te sientes preparado?
Kyungsoo lo miró apenado —Sí, es decir, he venido pensando esto desde hace un tiem-
—Kyungsoo, mi amor —detuvo el moreno —Me refería a que sí tu omega está preparado para acostumbrarse a dejar por unas horas a su cachorro.
Ese era un punto que no se había detenido a pensar.
Pero asintió con firmeza.
—Yo también quiero avanzar, Jongin.
La oración hizo que los ojos del moreno se vieran más cálidos, y una parte de él se alivió. —No has dejado de hacerlo.
—Sí, es lo solo que veo que-
—Hey —su esposo lo hizo mirarlo —No has dejado de ser un increíble omega cada día. Lo quieres hacer porque es lo que deseas, ¿Verdad? — tras un asentimiento de su parte, continuó —Entonces hazlo.
Una sonrisa se instaló en su rostro.
—¿No sería un problema para ti?
—¿Por qué sería un problema cruzarme con mi omega en la universidad?
Kyungsoo se alejó con cuidado, manteniendo la sonrisa en su cara.
—¿Quieres comer algo?
—Porque estarás en el mismo lugar, ¿Cierto? —balbuceó el más alto.
Kyungsoo negó.
—No está en mis planes —rápidamente tomó su celular y se lo mostró al moreno —Estuve navegando en internet, y la universidad cerca al kinder de Eunji es un gran candidato.
Jongin enarcó una ceja y Kyungsoo lo imitó —No hay problema alguno, ¿Verdad?
El alfa observó al omega desde su posición, y soltó un suspiro, negándose a refutarle algo a su esposo. Primero, porque una parte de él se sentía orgulloso de la desición que había tomado Kyungsoo, y otra porque la mirada de su compañero era más fuerte de la que debería tener un omega.
—No hay problema, cariño.
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