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31. Cachorros

Temática: Amar otra vez
Relación: Alfa x Beta

Las fotografías eran su medio de escape, cuando los problemas lo superaban. Para su fortuna, esa era la profesión a la cual se dedicaba y con la que podía ganarse la vida, así que se podría decir que su trabajo era su salida de emergencia.

Y justo ahora estaba siendo de una completa terapia para él.

Había pasado por un divorcio, y fue un tema bastante difícil que le tocó superar, pues para ese entonces aún amaba a su esposa, pero tenían metas distintas. Él quería ser padre, ella tenía otro planes. Y aunque le dolió ver esos papeles sobre la mesa, aquella noche después del trabajo, supo que era lo mejor que podían hacer.

Un nuevo inicio le esperaba cruzando el mar. Así que, aunque con temor, se subió a un avión y volvió a su país de origen.

Ya había pasado un año desde su regreso a Corea. La vida matrimonial en Estados Unidos le había asentado bien, pero cuando el inminente fin de su relación llegó, no tuvo otro pensamiento más que salir de ahí y volver a sus orígenes.

No se arrepentía y ahora podía decirlo con seguridad. Kim JongIn era un alfa con una nueva vida.

—¿Ya te vas?

MinSeok, su primo y socio del estudio fotográfico que habían abierto hace unos meses, preguntó con una expresión de sorpresa en el rostro. JongIn no solía salir temprano del estudio, porque —número uno— vivía hasta hace poco ahí y porque —número dos— era un adicto al trabajo.

—Sí, tengo que pasar por el centro comercial para ver algunos tapices. Debo comenzar a reparar esa casa.

—Debiste conseguir un espacio más pequeño y amueblado —argumentó MinSeok—. Esa casa es demasiado grande para una sola persona, además de estar en pésimas condiciones.

—¡Oye! —se quejó—. Me gusta la idea de crear mi propio espacio y a mi estilo, ¿de acuerdo?

Su primo se rio mientras meneaba la cabeza, desaprobando su elección.

—Siempre te has ido por lo difícil.

—¿A qué te refieres?

—Un país con una cultura completamente diferente a la nuestra, con un idioma totalmente diferente al nuestro... La fotografía... SooJung...

—Hey, te concedo lo demás, pero no hables así de ella.

—Bien, bien. —MinSeok levantó las manos en plan de rendición—. Me olvidaba que son la única pareja de divorciados que se ama más ahora que cuando estaban casados.

—¡Ya!

—Ya, ya, vete.

JongIn salió del estudio refunfuñando. Sabía que a MinSeok le gustaba molestarlo con ese tema, porque su primo estaba seguro de que eso ya no le afectaba. Aunque algunas veces pensaba mucho en los buenos momentos. Quizá más de lo que debería.

Durante esos minutos en los que divagaba, llegó a un parque lleno de niños revoloteando. Sonrió al visualizar su deseo de ser padre volviéndose realidad. Desde muy joven había tenido muy claro el tema de la paternidad, quería cachorros y quería una pareja estable con quién tenerlos. Al tener ese paisaje tan vivo frente a él, no pudo contenerse y sacó la cámara de su mochila para capturar esos momentos de regocijo entre las familias.

Mientras ajustaba la polaroid, su lente captó una preciosa escena entre un joven y una pequeña niña. El destello del flash llamó la atención de estos. JongIn, al ver la expresión aturdida de ambos, se acercó rápidamente.

—Disculpen, no fue mi intención incomodarlos —dijo y se apresuró en hacer una reverencia de noventa grados—. Soy fotógrafo y me apasiona capturar momentos como estos. Yo, uhm, voy a darles la foto.

El otro muchacho la recibió en silencio, algo que preocupó a JongIn, pues sabía que había cometido un error al violar la privacidad de los dos; pero al ver la sonrisa del desconocido mientras este sostenía la foto, sus preocupaciones se disiparon, y tenía que admitir que esa reacción le había alegrado el día.

—Mira esto, SooYeon —le dijo a la niña, animándola a acercarse.

Ella tomó la foto entre sus manitos y sonrió ampliamente. La niña era bastante adorable, tanto como el muchacho de ojos grandes.

—¡Somos papá y yo!

—Sí, bebé. Somos nosotros —afirmó hacia ella para luego mirar al fotógrafo—. ¿Cuánto le debo?

—Oh no, es completamente tuya, no me debes nada.

El joven padre lo miró con sorpresa, pero pronto agradeció con una venia.

—Le agradezco.

JongIn debía seguir su camino, aunque en serio deseaba quedarse un poco más; algo por completo irracional, pero sus pies no se despegaban del suelo, así que de alguna forma convenció a su cabeza de ponerse en marcha.

—Bueno, me tengo que ir... Yo... —titubeó haciendo señas de hacia dónde tenía que dirigirse—. Debo pasar por el centro comercial para comprar mi nuevo tapiz porque estoy viviendo en medio del caos... Es decir, no es literal, pero parece, así que... Sí...

"¿Por qué le cuentas eso a un desconocido?", se reprendió. Estaba muy avergonzado y aun así sus pies no querían alejarse.

—¿Comprará un tapiz en el centro? —preguntó el otro chico, que inesperadamente se había interesado en lo que dijo.

—Sí, es que acabo de mudarme y mi casa está en las sombras —dijo JongIn, recuperando sus habilidades comunicativas—. Necesito comenzar a amueblarla y hacer unos arreglos.

Entonces, el desconocido se puso de pie en un brinco frente a él.

—Si necesita ayuda puede contar conmigo. Soy mil oficios, me dedico a la carpintería, pintado, electricidad y a veces soy plomero. Hago de todo y le prometo que no cobro caro.

JongIn no había esperado eso, ¿acaso el universo le estaba echando una mano por primera vez en la vida?

—¡Eso es genial! Aunque pensaba hacerlo yo mismo, pero supongo que es mucho trabajo, así que me vendría bien contar con el apoyo de un experto.

El joven padre sonrió ampliamente.

—Mi nombre es Do KyungSoo y verá que no se arrepentirá —dijo mientras hacía varias reverencias ante el alfa.

—Soy Kim JongIn y espero que así sea.










🔨

Las habilidades de KyungSoo para detectar las fallas de la casa eran de otro nivel. JongIn solo pensaba pintar las paredes y parchar algunos huecos, pero KyungSoo le enlistó las cosas que habían por hacer en el lugar y le sacó un presupuesto que, tal y como lo había prometido en un inicio, no era exorbitante.

—Tenemos que abrir este pedazo de la pared para cambiar las tuberías —dijo KyungSoo con una expresión bastante seria que demostraba su dedicación—. Hay fugas en el domicilio y eso terminará por inflar la pintura. Si solo pintamos encima, tu pared se terminará cayendo encima.

JongIn no tenía idea de que habían fugas de agua en la casa, pero debió sospechar de algo así cuando vio las ligeras sombras en las paredes.

—Ponte algo más cómodo, que no querrás ensuciar tu bonita camisa —advirtió el muchacho, poniéndose en marcha.

El alfa no habría podido imaginar que un chico como KyungSoo luciera tan estricto, cuando de su trabajo se trataba. No iba a mentir, se veía bastante atractivo. Tal vez era la... ¿admiración hacia su dedicación?

Probablemente.

—Si demolemos esta pared, le dará una vista más espaciosa a la sala y al comedor —sugirió—. ¿Qué opinas?

JongIn se encogió de hombros.

—Tú eres el experto.

—Eso es cierto, pero quiero que entiendas lo que te estoy diciendo.

—Soy un cero a la izquierda para estas cosas —se lamentó con timidez—, disculpa.

—No, descuida.

Pero KyungSoo pareció pensar en algo más que pudiera ayudarlos.

—Creo que lo dibujaré.

El muchacho sacó un cuadernillo desgastado y un lápiz, y se puso a dibujar lo que sea que quisiera mostrarle. JongIn miró con atención cada trazo que KyungSoo hacía en el papel y entretanto lo miraba a él, disfrutando de la concentración que este le ponía a su dibujo.

—Mira, aquí está —le mostró cuando hubo terminado—. ¿Qué opinas?

Eran unos trazos simples, pero KyungSoo había podido plasmar en poco tiempo lo que quería decir en palabras. JongIn estaba impresionado por sus habilidades.

—Sí, creo que eso será estupendo —dijo animado—. Cuando haga una reunión, mis invitados pueden pasar a la cocina sin bloquear su visión del resto de personas.

—Exacto.

—Está perfecto, KyungSoo.

—Bien, entonces, ¡manos a la obra!








🔨

Durante los siguientes meses, JongIn pasaba más tiempo en su casa, viendo el tema de las remodelaciones, que en el estudio de fotografía. Había dejado a cargo a MinSeok para que lidiara con los clientes, y se había tomado unas vacaciones para avanzar con el lugar.

JongIn y KyungSoo habían podido acercarse más, debido al tiempo que pasaban juntos entre las compras de materiales y las reparaciones de la casa. Algunas veces, SooYeon también los acompañaba y, a pesar de ser una niña de siete años, se comportaba como una persona grande, muy consciente de sus acciones y palabras.

—El barniz que buscaba —dijo la niña, entregándole la pequeña lata a JongIn.

Este sonrió enternecido y se la recibió.

—Gracias, SooYeonnie.

—De nada, señor —respondió la menor, haciendo resoplar al alfa.

—¿No me llamarás tío jamás, cierto? —preguntó JongIn con un puchero en los labios y una mirada herida.

SooYeon jugueteó con su vestido.

—Eso es porque papá dijo que debo dirigirme con respeto a los demás.

—Entiendo eso —se rindió y volvió a mostrarle una sonrisa—. Haces bien, SooYeonnie, pero si decides llamarme tío también estará bien. Ahora, ¿puedes llamar a tu papá? Necesito que me ayude con unas cuantas cosas aquí.

—¡Claro!

SooYeon era una chispita adorable, podía jurar que eso lo había heredado de su padre, y juntos hacían que esa casa, en proceso de reparación, se viera llena de vida como JongIn siempre la imaginó.

Probablemente, no se trataba de toda la pintura cara que le estaba poniendo a las paredes, ni del material lujoso del piso. Tal vez no se trataba de las cosas materiales que adornaban su casa.

JongIn se asustó al darse cuenta de un hecho importante y del cual no habría retorno.

—¿Me buscabas? —preguntó KyungSoo, al llegar al dormitorio que el alfa estaba pintando.

El alfa se quedó sin palabras al verlo de pie bajo el marco de donde se suponía que debía ir una puerta. KyungSoo estaba lleno de pintura y polvo, su apariencia era un completo desastre, pero... ¿Por qué aun así lo encontraba deslumbrante?

JongIn parpadeó un par de veces y abrió la boca para responder algo más allá de lo que la pregunta quería decir:

—Sí... Pero ya estás aquí.










🔨

—Te gusta —dijo MinSeok, mientras desayunaban en el estudio, un lunes muy temprano.

—N-No lo sé.

—Claro que no lo sabes, si apenas se conocen —afirmó su primo—. JongIn, llevan unos meses viéndose y no precisamente en plan romántico. ¡Están arreglando una puta casa!

—¡Shhh! No hay necesidad de gritar.

—Es que te estás volviendo loco —insistió—. Tal vez piensas que quieres algo más que una relación de empleado y empleador con él porque extrañas la sensación de sentirte acompañado. Es normal cuando pasas por un divorcio.

JongIn rodó los ojos.

—¿Por qué siento que odias la idea de verme enamorado?

—No es eso, es solo que... —resopló y recompuso su postura en la silla—. Fue difícil verte atravesar toda esa mierda que el divorcio te trajo y no quiero eso para ti de nuevo.

JongIn comprendía la preocupación de su primo, después de todo, él había sido la roca en donde se sostuvo durante un año entero, luego de terminar una relación de siete años con quien creía que era el amor de su vida.

—Te prometo que no es desesperación —dijo JongIn—. En serio creo que KyungSoo me gusta y... No sé, tal vez podamos... Intentarlo.

—¿A él le gustas? —cuestionó MinSeok—. Quiero decir, ¿sabes si el va por... ese camino?

Cierto, no había considerado ese tema importante, ya que para él, siendo un alfa, esas cosas no eran relevantes, pues se dejaban llevar más por su instinto y necesidad de proteger y cuidar a alguien. Pero para los betas era un tema aparte; ellos sí se regían por normas implícitas y si no las seguían eran muy mal vistos.

—No lo sé... —respondió muy a su pesar.

—Ya veo. Además, es un beta hombre —recalcó MinSeok—, quiere decir que no puede tener hijos con otro hombre y si mal no recuerdo, te divorciaste de tu mujer porque no quería tener hijos.

—Ya...

—¿Cómo que ya? JongIn, estás yendo directo a la hoguera y por voluntad propia. ¿Quieres romper tu corazón de nuevo?

JongIn resopló y gruñó iracundo.

—¡Él tiene una hija!

—¿Y eso qué? ¡No es tuya!

—¡¿Por qué no puede serlo?! —Se puso de pie mientras gritaba.

MinSeok retrocedió ante la reacción exacerbada de su primo. No había sido su intención llevarlo al límite con sus preguntas y negativas, pero estaba preocupado.

—Eres mi primo, pero también eres mi amigo —dijo MinSeok en un tono tranquilo para apaciguar el ambiente—. Si eso es suficiente, yo estaré feliz por ti. Pero sé cuidadoso.

JongIn tomó una respiración profunda y volvió a sentarse.

—Lo siento, no debí...

—Está bien, JongIn. Todo estará bien.

Y el alfa realmente esperaba que así fuera.









🔨

Una vez que terminaron con la reparación de la casa, JongIn hizo una gran reunión para celebrar e invitó a KyungSoo, en donde aprovechó para presentarlo ante sus amigos y familiares como su salvador.

La reunión duró más tiempo de lo que pensaron, pero cuando terminó, JongIn le pidió a KyungSoo que se quedara un poco más.

—Debo ir a acostar a SooYeon. —Se excusó.

—Pero dijiste que su abuelo la estaba cuidando —argumentó JongIn—. Vamos, quédate un rato. He dejado una botella de vino especial para el final.

KyungSoo, aunque no muy seguro, accedió a quedarse. Entonces, el alfa se vio más animado y fue por la tan ansiada botella y sirvió su contenido en dos copas de vidrio.

—Por una casa nueva y una vida plena.

JongIn hizo el brindis y KyungSoo chocó su copa con la del otro.

—Todo ha quedado estupendo, gracias a ti —dijo el alfa—. Y aquí tienes una llave para que cuando tú o SooYeon necesiten algo puedan venir.

—Esto no es necesario, JongIn.

—Claro que sí. Por favor, consérvala y decide tú qué hacer con ella, ¿de acuerdo?

KyungSoo no insistió más e hizo una venia y guardó la llave en su bolsillo. Luego, tomó un poco más de su vino y se debatió entre decir o no algo.

—Disculpa mi atrevimiento, pero... —dijo cuando se decidió a hablar—. ¿Puedo hacerte una pregunta?

Los ojos del alfa brillaron de la curiosidad.

—Adelante.

—Dijiste que habías pasado por una separación y por eso volviste a Corea, para hacer una nueva vida. ¿Ella no era una persona?

JongIn casi se atora con su bebida al escuchar esa pregunta.

—No, no, para nada. Ella era... Es una excelente mujer —admitió en un tono nostálgico—, pero no teníamos los mismos ideales, así que solo decidimos hacer lo mejor para los dos.

—Oh... Eso es muy triste. Lo lamento.

—No, no lo hagas. Me encuentro en una fase de mi vida en la que puedo asegurar que las decisiones que tomé han sido las correctas —dijo esto viendo directamente hacia los ojos de KyungSoo, quien en ningún momento apartó la mirada—. ¿Y tú? ¿Puedo saber sobre ti? ¿Cómo te convertiste en padre a tan temprana edad?

Solo así KyungSoo alejó su vista del alfa para mirar hacia su propio regazo.

—Era joven y bastante hormonal —admitió haciéndolos reír a ambos—. Salía con una chica, era una beta como yo, además de ser mi compañera de clase y, ya sabes, fuimos descuidados, pero decidimos hacernos cargo del bebé. No tuvimos nada ni a nadie de nuestro lado, más que al abuelo de NaYeon, la madre de SooYeon. Él nos ayudó siempre.

—¿Qué pasó con ella?

La mirada de KyungSoo volvió a decaer.

—No lo logró. Era un embarazo riesgoso porque estaba muy joven y... Falleció dando a luz.

—Lamento oír eso.

—Sí... Yo igual —suspiró—. Me hubiera gustado que SooYeon conociera a su madre; ella la quería mucho, ¿sabes?, aún con el miedo de un futuro tan incierto para dos adolescentes que se convertirían en padres, NaYeon nunca dejó de cantarle a nuestra bebé cuando estaba en su barriga.

—Fue una chica valiente —dijo JongIn—. ¿La extrañas?

—¡Hombre! Claro que sí, pero no porque la quiera a mi lado como mi mujer, sino porque antes que ser novios éramos más como mejores amigos —admitió—. Ella siempre salía con algún plan y todo mejoraba. Ahora estoy solo y cuido de una niña, esperando que todo lo que hago sea suficiente para mantenerla a salvo y feliz.

—Lo estás haciendo bien, KyungSoo, lo digo en serio. Ella te adora y has hecho de SooYeon la niña más dulce del mundo.

—Gracias.

Hubo un silencio extraño entre ellos, mientras compartían miradas fugaces y bebían del vino. Así que JongIn aprovechó para dar un paso y descubrir más cosas sobre KyungSoo.

—Y... ¿Alguna vez te volviste a enamorar? —preguntó el alfa.

KyungSoo se veía desconcertado por la pregunta.

—Uhm, no, la verdad es que no. Me dediqué a trabajar para darle todo a SooYeon, que nunca me di un tiempo para eso —confesó con las mejillas rosadas—. Es más, creo que no había sido consciente de eso hasta ahora.

—Lo entiendo, pero tal vez quieras o... Puedas considerarlo ahora... No hay por qué cerrarse al amor, ¿no crees?

En ese momento, JongIn cubrió la mano de KyungSoo con la suya, en un movimiento leve y cálido. KyungSoo alzó la mirada hacia él y no se apartó cuando el alfa se acercó y depositó un beso en sus labios. No hubo manera acción, tan solo fue el roce de sus labios conociéndose por primera vez.

Al separarse, la hipnosis en la que ambos habían estado se terminó, y KyungSoo pareció reaccionar sobre lo que había pasado, así que se puso de pie.

—Tengo que irme.

—KyungSoo, espera, por favor —le pidió JongIn, mientras salía de la cocina, pues habían estado separados por la pequeña isla en el comedor.

—D-Debo cuidar de SooYeon, me está esperando, ella nunca duerme si no estoy. N-No puedo dejarla así.

Su tono de voz ansioso solo hacía preocupar al alfa, quien estaba desesperado por abrazarlo para calmarlo.

—Está bien, entonces te llevo —dijo JongIn.

—¡No! —chilló alto y fuerte, haciendo que el alfa retrocediera—. No... Yo tomo un taxi. Adiós.

KyungSoo tomó su chaqueta y salió disparado de la casa, sin darle tiempo a JongIn de refutar o ir detrás de él. Su rechazo había dolido igual o mucho más que su divorcio.

No quería dejarlo ir, pero tampoco podía obligarlo a quedarse. Lo único que debía hacer era aguardar.










🔨

Pasaron alrededor de dos meses desde aquel evento en la casa de JongIn, y KyungSoo nunca más había aparecido. Su ausencia se sentía en cada rincón de la casa, en los momentos de silencio y en lo profundo de su corazón. Era ridículo solo pensar que en tan poco tiempo ese beta se había convertido en el dueño de sus pensamientos y de su amor. Extrañaba todo acerca de él, su creatividad, su compañerismo, su compañía. También extrañaba la risa de SooYeon y todas esas veces que lo llamaba señor, aún muy en contra de su voluntad. Pero no podía hacer nada para recuperarlos, después de todo, nunca los había tenido realmente.

—El pan mohoso que encontré en la mañana al fondo de mi alacena se ve mejor que tú —dijo MinSeok al visitar su despacho—. Ten, un poco de café.

—Gracias.

—¿Cómo piensas arreglar esto?

—¿Qué cosa?

—¿Cómo que "qué cosa"? —remedó—. Esta mierda en la que te has metido.

—Por favor, déjame en paz.

—Ah no, no me voy a ir hasta que soluciones las cosas.

—¿Y qué quieres que haga? KyungSoo solo se fue y no regresó —respondió ofuscado.

—Ajá, y tú te quedaste sentado a mirar las musarañas. ¿Qué demonios estás haciendo? ¡Ve por él!

—¿Qué? ¿No escuchaste que se fue? ¡Se fue cuando lo besé!

—Pensé que te importaba más como para insistir. —MinSeok se llevó las manos a la cintura y lo miró desafiante—. Lo besaste y huyó, ¿eso es todo? ¿Así termina? ¿Solo lo dejarás ir?

—Como si no fuera suficiente prueba que no le gustan los hombres.

MinSeok guardó silencio y lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿Me estás diciendo que solo asumiste la causa de su huida?

—Pues... ¿Sí?

—¡Kim JongIn!

—¿Qué más debía pensar?

Su primo jaló una silla y se sentó frente a JongIn.

—Escucha, él es un hombre que tiene una hija a la cual le dedica su vida —habló MinSeok con calma—. Tú me dijiste que después de su novia, nunca más tuvo un romance porque el tiempo no le daba para pensar en eso y porque tal vez no llegó la oportunidad, pero ya llegó, ¡eres tú! Así que, ¡corre! Búscalo y no dejes que vuelva a huir. Él tiene miedo porque después de siete años vuelve a sentir ese bichito del amor y no sabe cómo reaccionar ante eso. Demuéstrale que puede confiar en ti, que no está mal volver a amar.

MinSeok tenía razón y JongIn sentía que apenas estaba despertando de su letargo. Todas esas veces que cruzó palabra y miradas con KyungSoo, pudo sentir una conexión que iba más allá de una relación empleado-empleador. No podía ser producto de su imaginación. Debía moverse cuanto antes y buscar a KyungSoo.

—Eso haré, primo. —Tomó sus cosas y corrió hacia la puerta—. Muchas gracias, no olvidaré esto. Te dejaré irte de vacaciones un mes.

—Que sean dos y una botella de vino.

JongIn conocía la casa de Kyungsoo, había ido unas cuantas veces para dejarlo después de terminar el trabajo del día. No quedaba demasiado lejos de su estudio fotográfico, así que llegó en cuestión de minutos.

El abuelo de SooYeon fue quien lo recibió y le informó que no se encontraba. La niña estaba en el colegio, por lo que no pudo verla tampoco. El señor solo le dijo que KyungSoo había salido a trabajar desde muy temprano, pero no tenía idea de su paradero exacto. Por supuesto, después de todo era una persona que hacía trabajos a domicilio de acuerdo a cómo lo llamaban. Sin embargo, esperanzado fue a visitar el parque en donde se conocieron por primera vez, pero tampoco lo encontró ahí.

Estaba decepcionado; todo el ánimo y la valentía que había acumulado de un momento a otro se fue, así que decidió volver a casa.

Grande fue su sorpresa al ver que alguien esperaba por él dentro de esta.

—¿KyungSoo?

—Hola...

JongIn boqueó mientras se sacaba los zapatos y se ponía las pantuflas para luego acercarse hasta él.

—¿Qué haces...?

KyungSoo se veía avergonzado y apenas se atrevía a mirarlo.

—Vine a disculparme por desaparecer durante todo este tiempo. Yo... No quise lastimarte...

—Lo sé, KyungSoo, lo entiendo. Soy yo quien debe pedir disculpas por el atrevimiento de esa noche —dijo con sinceridad—. Pero no puedo decir que me arrepiento de haberlo hecho. Necesitaba hacértelo saber, quería que supieras lo mucho que significas para mí. Lo mucho que ustedes dos significan para mí.

El silencio pareció eterno luego de esa confesión. JongIn sentía que su corazón no soportaría otro rechazo, pero su mente ya se estaba preparando para uno.

—Yo... —titubeó KyungSoo, incrementando los nervios del alfa—. Tengo miedo... No quiero que algo salga mal y eso lastime a SooYeon. No quiero descuidarla. Yo... No sé cómo actuar después de esto.

La sinceridad de KyungSoo animó a JongIn a tomar el valor suficiente como para demostrar lo que estaba dispuesto a hacer por ellos.

—Claro que lo entiendo. KyungSoo, no voy a obligarte a nada que no quieras, pero si me lo permites, puedo ser esa persona en quien encuentres un refugio durante las épocas oscuras. Quiero sostener tu mano, cuidar de ustedes y disfrutar de su compañía. ¿Me dejarías tan solo quedarme a tu lado?

KyungSoo sonrió y asintió.

—Creo que puedo hacer eso.

Así que, JongIn tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de KyungSoo. No era una mano suave y delicada como la que había sostenido antes, pero la adoraba porque cada herida y callosidad contaba una historia, y estaba más que entusiasmado por conocerlas todas.

—Lo resolveremos —dijo llevando la mano del otro hacia su boca para depositar un beso ahí—. Vamos a volver a amar.

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N/A: Este es otro de los prompts que tengo en borradores. Es una historia más larga y con muchos más emociones de por medio, pero he intentado transmitir un poco de ella en este breve relato.

Y bueno, ¡ya finalizamos el Omegacember con este shot! Muchas gracias por seguir cada historia, esperamos que hayan sido de su agrado ♥️. Este fue un desafío que me permitió trabajar con dos amigas muy queridas, así que estoy contenta por haber participado, a pesar de que en varias ocasiones nos puso en apuros el tiempo 😅.

En fin~ Cuídense mucho y esto ha sido todo por parte mía. Les mando un fuerte abrazo 💗

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