10. Parche
Temática: Doctores
Relación: Alfa x Omega
El espejo le devolvía el reflejo de la fea herida que le había quedado por el encuentro de anoche; una en donde se dibujaba una gran marca que se extendía desde su nuca hasta la parte superior del hombro. Había pasado aproximadamente una semana desde que intercambió votos con su actual esposo, y la luna de miel duró siete días, en los cuales la mayor parte del tiempo la pasaron en la cama, disfrutando del placer que sus cuerpos podían darse. También habían acordado no morderse, pues los cambios que el cuerpo sufría después de eso eran fastidiosos y suponía estar alejados del resto por un tiempo. El problema era que ya no tenían tiempo.
Como dos recién graduados de la facultad de medicina, decidieron casarse y alquilar un departamento en otra ciudad, lejos de sus familiares y amigos, pues habían conseguido trabajar en un hospital en el cual podrían comenzar con la residencia médica. Acoplarse a un nuevo ambiente y a la convivencia entre los dos, suponía una etapa por la que debían pasar y aceptar gradualmente, así que una marca complicaba las cosas.
Sin embargo, su marido no se había podido contener durante su última noche en el hotel y lo terminó mordiendo.
—Déjame curarla.
Su compañero, JongIn, se acercó a él con una expresión lamentable.
—Cambia esa cara —dijo KyungSoo—, no se ha muerto nadie.
—De verdad lo siento —respondió JongIn, conteniendo las lágrimas—. No fue mi intención hacerlo, bueno, supongo que mientras lo hacíamos sí, pero estaba demasiado excitado.
—Lo sé, tranquilo, no pasa nada.
—Por favor, déjame hacerlo.
KyungSoo suspiró.
—Está bien. Si eso te hace sentir mejor, hazlo.
No estaba molesto, cómo podría estarlo si su esposo ponía ese adorable puchero y lo miraba como si estuviera indefenso. JongIn era el chico más adorable que había conocido, y agradecía tenerlo como su compañero de vida.
Además de tierno, otro aspecto que le había atraído era su dedicación al momento de ejercer su ocupación. JongIn se veía muy apuesto cuando se concentraba en algo, fruncía el ceño y apretaba la mandíbula, dándole un aspecto varonil y sexy.
—Te pondré un parche.
—No sabía que cargabas con uno —dijo KyungSoo entre sorprendido y curioso.
—Uno de los dos tenía que ser precavido.
JongIn fue por un sobre sellado y volvió con este para abrirlo y colocarlo fresco sobre la herida.
—Esto disminuirá los efectos de la mordida.
—Lo sé, Nini. También estudié medicina, ¿lo olvidas? —preguntó regalándole una sonrisa, la cual no contagió a su esposo—. Deja de preocuparte, todo saldrá bien. Yo estaré bien.
—Eso espero...
—Ya verás que sí.
KyungSoo abrazó a JongIn y luego depositó un beso en sus labios.
—Debemos alistarnos para llegar a tiempo al hospital —advirtió.
—No estaremos en los mismos pisos, pero te veré en nuestros espacios libres —dijo JongIn—. Vi que coincidimos en la tarde.
—Entonces, ¿almorzamos juntos?
—Por supuesto.
🏥
La tradición en los hospitales era tener una pequeña reunión de bienvenida en la oficina del supervisor. Durante ese periodo se brindaban las instrucciones y se delegaban tareas a los nuevos internos del nosocomio.
—Los vamos a dividir en equipos para que trabajen juntos en un piso y compartan oficina, y camarotes para los cambios de guardia —indicó el jefe de los internistas.
La división de grupos se realizó en un santiamén, y en cuanto lo notó, ya había sido agrupado con otros cuatro internos omegas.
—Un gusto, soy Hwang MiYoung —saludó una.
—Aquí NaYeon. —Se presentó otra, mucho más entusiasta que la anterior.
Una chica de apariencia más joven y bastante tímida, saludó con una reverencia de noventa grados y sonrió débilmente.
—Buenos días, mi nombre es ChaeRyeong. Espero podamos llevarnos bien.
Un instinto sobre protector nació en KyungSoo al escuchar a esa chica hablar. De hecho, todas le habían parecido lindas y amables, con la apariencia de una bella flor. Se sentía a cargo de ese grupo.
—Es un placer conocerlas. Soy Do KyungSoo y estoy seguro que haremos un gran trabajo.
—¡Oye! Llegas tarde. ¿Qué no sabías que la hora de entrada fue a las 7am? —Se oyó decir de la boca del supervisor y un golpe hueco resonó en la oficina.
En la puerta se encontraba un jovencito de facciones delicadas y hermosas, tal y como un muñeco de porcelana. Pero su mirada era fría y su postura era relajada, a pesar del golpe en la cabeza que le acababan de dar y de la reprimenda verbal.
—Este será tu primer strike, muchacho. Si llegas tarde tres veces o incumples alguna otra norma del reglamento, te expulsarán del hospital —advirtió el superior—. Ahora, únete a ese grupo de allá y ponte al día.
El grupo al que señalaron fue el de KyungSoo. El muchacho avanzó hacia ellos casi arrastrando los pies. Las chicas lo miraron en silencio y su presencia las incomodó un poco. KyungSoo decidió dar un paso adelante.
—Bienvenido —le sonrió, pero no obtuvo una respuesta amable, tan solo una mirada inexpresiva—. Uhm, ¿cuál es tu nombre?
—Felix —respondió en seco.
—¿Eres extranjero? —preguntó la mayor de las féminas—. ¡También lo soy! De hecho, mi nombre real es Stephanie, pero es algo difícil de pronunciar.
Felix no reaccionó a ese nuevo dato y solo se dedicó a cruzar los brazos.
—¿Qué debemos hacer? —preguntó el joven.
Los chicas se miraron entre ellas para luego buscar ayuda en KyungSoo.
—Uh, sí, tenemos que ir al piso dos. Nos vamos a repartir las fichas de los pacientes ahí.
De algún modo, KyungSoo había terminado siendo como el líder del equipo. Estaba bien, no era un cargo oficial y tampoco demandaba mucho esfuerzo, por lo que dirigió al equipo como pudo durante la mañana.
Por la tarde comenzó a sentirse cansado, el trabajo era excesivo, no tenían ni un momento de descanso como para respirar y reponer fuerzas. Lo peor de todo era no tener a su fuente de energía a su lado para que siquiera una abrazo de él lo recargara. Había esperado verlo para el almuerzo, pero las actividades de sus agendas se extendieron demasiado y ni un minuto para el almuerzo les quedó.
Muchas horas después, el día terminó, se despidió de sus simpáticas compañeras, pero no del chico extranjero con mirada perdida; supuso que había terminado mucho antes que ellos.
Al salir, se encontró con JongIn y caminaron juntos de la mano hasta la estación del metro para volver a casa. Cuando finalmente llegaron, tomaron una ducha juntos, y de paso aprovecharon para recuperar el tiempo que pasaron separados.
KyungSoo estaba más necesitado y demandante que nunca, debido a la marca que aún ardía en su cuello. JongIn fue paciente con él mientras enredaban sus cuerpos bajo el chorro de agua tibia, pues sabía que todo eso había sido su culpa, pero lo disfrutaba, no iba a mentir.
—He de confesar que estoy menos estresado, pero mucho más cansado —dijo KyungSoo, ya acostado en la cama después de su intenso encuentro.
—Ni me lo digas —contestó JongIn aferrado al pecho de su pareja—. Me gustaría conversar un poco, pero estoy...
Un imprudente bostezo le impidió seguir. KyungSoo sonrió enternecido por lo lindo e indefenso que se veía JongIn estando somnoliento.
—Está bien, descansa. Todavía podemos sostener una conversación decente mañana por la mañana.
Le acarició la cabeza y en cuestión de segundos unos suaves ronquidos llegaron hasta los oídos de KyungSoo. No quiso quedarse atrás, así que se concentró en sincronizar su respiración con la de su compañero y así quedarse dormido al ritmo de un solo latido.
🏥
El primer mes en el hospital se pasó más rápido de lo imaginado. La mayor parte del tiempo la pasaban ocupados, tanto que apenas podían verse para almorzar diez minutos juntos en las escaleras de emergencia. Tan solo llevaban un mes de casados, pero no podían disfrutarlo como realmente querían; sin embargo, no se arrepentían de haber escogido la carrera que ejercían. El trabajo los mantenía ocupados y les quitaba su tiempo juntos, pero siempre podían disfrutar de la noche, porque eran jóvenes y estaban llenos de energía.
—Creo que eres el único con una vida estable —le dijo NaYeon mientras recogían algunas cosas de sus casilleros para salir.
—Eso es muy cierto —agregó MiYoung—. Eres joven, pero ya estás casado y trabajando. ¡Qué envidia! Yo quiero eso.
—Sobre todo un lindo compañero, ¿no? —comentó NaYeon.
KyungSoo no sabía qué decir, lo habían tomado por sorpresa y ahora se sentía algo apenado.
Rascó su nuca por los nervios.
—Gracias, chicas —respondió—. En realidad, hay muchas cosas que me faltan por hacer, pero estoy feliz de ya haber comenzado con algo.
—Eso... —ChaeRyeong se unió con timidez a la conversación, señalando un punto fijo en su cuerpo—...debe doler.
Se refería a la mordida.
—Es cierto, ¿cómo lo manejas? Oí que es demasiado difícil resistirnos a estar lejos de nuestros compañeros cuando nos marcan —comentó MiYoung.
—En realidad, es un poco difícil, pero estoy bien con eso. El parche ayuda bastante —respondió KyungSoo.
—Debes ser único —dijo NaYeon—. No hay omega que-
De un momento a otro, un delgado brazo se interpuso entre ellos para alcanzar su casillero, interrumpiendo la conversación. Era el chico extranjero, Felix, a quien no parecía importarle que acababa de irrumpir de una forma grosera.
Los demás permanecieron en silencio hasta que Felix tomó sus cosas y cerró la puerta metálica. Luego, miró hacia KyungSoo, quien se sobresaltó por la mirada, casi sin vida, del otro chico.
—Tu pareja te está esperando afuera —le dijo sin emoción.
KyungSoo, entonces, reaccionó y se colocó la mochila sobre los hombros. Ya se le había hecho tarde.
—¡Es cierto! ¡Gracias! Nos vemos mañana.
Se despidió y salió corriendo de ahí, no sin antes escuchar algunos cuchicheos por parte de sus compañeras sobre el más joven del grupo.
"Pero ¿qué le pasa?", "Es un raro", fueron algunos de los comentarios que oyó.
KyungSoo tenía una buena audición, algo muy propio de su casta, y en ese momento odiaba mucho que fuese así porque eso lo había obligado a girarse solo para confirmar que el muchacho estaba caminando detrás suyo, a unos metros para ser precisos. Definitivamente, lo había tenido que escuchar.
A KyungSoo también le daba curiosidad el jovencito, pero más que nada, sentía que debía protegerlo de algo, aunque no estaba muy seguro de qué.
Tal vez solo se trataba de su instinto protector.
🏥
Los siguientes meses transcurrieron de la misma forma, entre idas y venidas del hospital, citas nocturnas y escapadas una vez al mes. KyungSoo y JongIn no se aburrían nunca del otro, todo lo contrario, cada día descubrían algo nuevo y se enamoraban más.
En el trabajo, KyungSoo se hizo más cercano a sus compañeras de equipo e hizo otros cuantos amigos más. También comenzaba a sobresalir, era un joven brillante y pro activo, por lo que solía ser halagado por sus superiores, y atraía las miradas de todos, pero sobre todo de una persona en particular.
KyungSoo cada vez estaba más interesado en el chico de melena rubia, hasta se lo había comentado a JongIn. Felix era un omega retraído, pero bastante brillante también. Era mucho menor que todos en el hospital porque era un chico prodigio que había terminado la escuela a temprana edad y había cursado la carrera de medicina sin problemas a la edad de veintidós años. KyungSoo sentía admiración, pero también le preocupaba su comportamiento. Al muchacho no parecía importarle mucho socializar, siempre estaba solo y a veces también lo atrapaba mirándolo. Pero cada vez que quería acercarse a él, siempre surgía algo y el otro aprovechaba para huir.
Entonces, en una noche de guardia, mientras JongIn y KyungSoo se hacían compañía dentro de los camarotes del equipo de este último, y conversaban sobre el pequeño omega extranjero; la manija de la puerta del cuarto se oyó. Ambos se levantaron de la cama de un brinco, alertados por el intruso que entraba a la diminuta habitación. KyungSoo había revisado bien los horarios de todo su equipo esa noche y a nadie más le tocaba quedarse, así que se preguntaba quién podría ser.
Cuando la puerta finalmente se abrió, la persona que entró cayó al suelo de forma abrupta. JongIn se apresuró en ayudarlo.
—¿Estás bien? —le preguntó con una genuina preocupación.
En medio de la oscuridad, KyungSoo pudo reconocer a Felix, gracias a la escasa luz que entraba por la rejilla de una pequeña ventana. Este se encontraba muy mal herido.
KyungSoo se arrodilló junto a él de inmediato.
—¿Qué te pasó? —Pero no obtuvo respuesta, tan solo un jadeo adolorido—. JongIn, por favor, ve por un botiquín para curarlo.
—S-Sí.
Su compañero salió de prisa del cuarto y KyungSoo se quedó a solas con el frágil omega que ahora se cubría las costillas; una acción de autodefensa para protegerse de cualquier contacto.
—Dime, ¿qué fue lo que pasó?
—Puedo... Curarme... —balbuceó.
—Sí, cuando dejes de sangrar podrás curarte todo lo que quieras —renegó—. ¿Por qué has venido así? ¿Quién te hice esto?
Felix no respondió de inmediato. Primero, intentó acomodarse para recostar su espalda sobre la pared. Luego, tomó una gran bocanada de aire y bufó con una sonrisa de lado.
—¿Te parece gracioso? ¡Por Dios! Estás muy herido —continuó KyungSoo, mientras examinaba su rostro—. ¿Cómo fue que terminaste así?
—Fui... Estúpido...
—¿Qué hiciste?
—Quise hacer... Lo mismo que tu compañero hizo... contigo —confesó entre balbuceos que KyungSoo logró entender.
—¿Qué quieres decir?
La expresión de autosuficiencia se fue borrando del rostro de Felix. Se veía herido, no solo físicamente.
—Él siempre está... aquí y allá, ¿sabes? Nunca... Nunca se queda... Así que, yo...
—Lo marcaste —resolvió KyungSoo.
El omega meneó la cabeza.
—Me golpeó antes de que lo hiciera —confesó dolido—. Tu omega... fue muy listo.
—¿Qué quieres decir?
Habiendo descansado un poco, Felix recompuso su postura para mirarlo de manera adecuada. Había recuperado un poco el aliento también, aunque sus costillas aún dolían.
—Te marcó para que no cayeras ante otros omegas —hizo una pausa para recuperarse—. Sabía que estarías rodeado de ellos, y que él no podría estar a tu lado todo el día.
—JongIn no lo hizo con ese fin.
Felix bufó.
—Somos inseguros por naturaleza. Solo actuó por instinto —continuó—. Al marcarnos, nuestras feromonas se esconden, se vuelven invisibles ante otros alfas y omegas. Fue muy inteligente de su parte, tú también debiste hacer lo mismo.
KyungSoo entendió todo en ese momento.
—¿Es por eso que me has estado mirando? ¿Porque querías saber cómo se comportaba un alfa marcado?
El menor asintió un poco avergonzado por haber sido descubierto.
—Y porque quiero lo mismo —admitió—. No me importa ser un sabelotodo si apesto para todo lo demás. ¿De qué sirve tener tantos conocimientos si voy a ser humillado de esta manera?
—Lamento que hayas tenido que pasar por esto. Ojalá pudiera hacer algo para volver atrás y evitar que salieras lastimado. Ojalá hubieras podido confiar en mí como para contarme lo que planeabas hacer. —KyungSoo realmente se sentía como un hermano mayor para ese chiquillo—. Sé que eres muy joven todavía, pero tienes que entender que no puedes marcar a alguien que no desea serlo. Aunque eso no justifica su reacción.
Felix se encogió de hombros y reprimió una lágrima mirando hacia otro lado.
—Tu omega tiene suerte —dijo el muchacho entre dientes—. Por cierto, hay algo que debes saber.
KyungSoo lo observó atento y curioso.
—¿Qué es?
—Por si aún no te has dado cuenta, todo el mundo piensa que eres un omega.
—¿Cómo dices?
Los pasos apresurados de JongIn se interpusieron en su conversación.
—Ya llegó el botiquín de emergencia —anunció, alzando el pequeño maletín de plástico con emoción.
🏥
Después de aquella noche, KyungSoo les dejó claro a todos que él era un alfa. Sus superiores se disculparon por haber asumido su tipo de casta sin siquiera detenerse a revisar sus papeles. Felizmente, no había pasado ningún incidente, gracias a que era un alfa enlazado, y podía seguir siendo parte del equipo, si todos se encontraban de acuerdo.
Para su buena suerte fue así.
La intención de KyungSoo nunca fue ocultar el parche en su cuello, de hecho, lo llevaba como un bonito adorno en su cuerpo, pero nunca se imaginó que eso generaría confusiones. De acuerdo, era raro ver a un alfa con un parche porque no eran los que solían portar una marca en sus cuellos. Pero raro no significa imposible.
Así que ahí estaba, a punto de deshacerse de esa gaza blanca que había cubierto su marca de enlace durante un tiempo. Ya no la necesitaría más.
—¿Y bien? ¿Cómo se ve? —le preguntó KyungSoo a marido.
—Es linda —respondió JongIn—. Tiene la forma de una rosa.
—¿En serio? —Lo vio asentir—. ¿Qué dices de hacerle una compañera?
JongIn captó la indirecta gracias a la sonrisa traviesa que su alfa le estaba dando.
—Voy a necesitar unos diez paquetes de esos parches para contrarrestar los efectos el enlace —dijo el omega, rodeando el cuello de su pareja con sus brazos.
—Siempre me puedes usar a mí para eso.
Se echaron a reír antes de unir sus labios en un beso que se fue intensificando. En ese momento, supieron que, en definitiva, esa sería la noche perfecta para completar su unión.
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