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𝐨𝐧𝐞

"SU COMIENZO"

Si Faith Ward tuviese la posibilidad de elegir cómo comenzar un año escolar, tratar de sacar el pañuelo de Dorcas Meadowes atrapado entre la puerta y pared del Expreso Hogwarts no estaría entre sus opciones.

—Me sorprende que no te hayas ahorcado —apuntó Marlene McKinnon, mejor amiga de la infancia de Faith, tratando de tirar del pañuelo violeta de Dorcas.

—Eso aceleraría las cosas, ¿no? —dijo Faith buscando una forma de abrir la puerta un poco.

Dorcas resopló y levantó sus anteojos para frotarse los ojos.

—Eres peor que mi hermano.

—Adoro a tu hermano.

—Exacto.

Las tres amigas dejaron de forcejear con la prenda y observaron la tela que se encontraba en el lado de afuera del tren, moverse con velocidad y escándalo. Seguramente burlándose del forcejeo de parte de las tres brujas.

—Podría pulverizar la puerta —sugirió Faith levantando su varita pero Dorcas agarró su brazo.

—¿Qué tal si no?

Faith suspiró con impaciencia y guardó su varita en el bolsillo de su overol de mezclilla. No sabía quién había diseñado ese tren pero se merecía un aplauso por hacer las puertas tan estresantes como eran. Chasqueó la lengua y miró a sus amigas de reojo.

—No sé ustedes pero no me apetece acampar aquí hasta la noche —Faith se dio media vuelta—. Adiós...

—Impaciente —resopló Marlene—. Llama a Lily al menos, tal vez pueda avisar al maquinista que haga algo...

—Está bien, suerte.

Faith se escurrió y comenzó a pasear por los pasillos en busca de un sitio para sentarse lo más pronto posible.

Aquella mañana se había levantado emocionada por comenzar su sexto año en Hogwarts. Todo había comenzado perfectamente, con la música proveniente de la radio que había elegido seleccionar 'Killer Queen', haciendo que Faith se despertase con los humores por la nubes. No había nada mejor que cantar en frente del espejo, acompañada de la gloriosa voz de Freddie Mercury. Sin embargo, ni la voz barítona de Mercury pudo suavizar el golpe cuando el mundo decidió irse por el retrete.

Mientras Faith endulzaba sus tostadas para disfrutar durante su desayuno, la primera mala noticia dejó la boca de su madre: "No podré acompañarte hoy a la estación, el ministerio necesita más empleados presentes esta mañana, lo siento cariño". Las veces que había visto a su madre durante las vacaciones de verano, Faith podía contarlas con una sola mano. Cuatro veces. Cuatro veces había estado Martha Ward en su casa; y eso llevaba a la segunda mala noticia de aquel día, la razón por la que Martha Ward había estado ausente todas esas semanas e, inevitablemente, esa mañana: los ataques.

En los últimos meses —sino años— un grupo de personas lideradas por un tal Voldemort, había causado una increíble cantidad de daño en la comunidad mágica de Gran Bretaña e Irlanda. La ideología que este grupo terrorista seguía era acerca de la pureza de sangre. Al parecer, estaban en contra, de una forma extremista, de los nacidos de muggles y estos mismos. Por eso habían comenzado a tomar parte de distintos ataques contra este grupo de personas. Torturándolas, destrozando sus hogares y, finalmente, matándolas. Y como muchos días, aquella mañana no había sido la excepción.

"Ataque a la familia Parish: Mellizos de tres años quedan huérfanos" Esa había sido la noticia del periódico que Faith había leído esa mañana. En cuestión de segundos ya no quería saborear la tostada en su mano.

Y ahora estaba allí, chocando con otro cuerpo en el angosto pasillo del Expreso Hogwarts.

—¡Uff...! —Faith iba a quejarse con la persona que le había quitado el aire por unos segundos, pero cuando la reconoció una sonrisa se apoderó de sus labios—. ¡Evans!

Lily Evans levantó su mirada y al reconocerla, sus ojos brillaron con familiaridad. Evans era una chica bastante bonita de cabello ondulado y pelirrojo, piel pecosa y unos ojos verdes brillantes e hipnotizantes. Faith no tenía mucho trato con la chica pero no se podía negar el respeto que tenían entre ambas. Y por mucho que Lily Evans era conocida por ser fiel seguidora de las reglas, en la compañía de la joven había roto aquella máscara más de una vez. La ingeniosa locura de Faith Ward de vez en cuando era contagiosa.

—Faith... ¿Cómo te encuentras? —inquirió Lily y Faith se encogió de hombros antes de cruzar de brazos.

—Podría estar peor —confesó—. ¿Tú? ¿Cómo fueron tus vacaciones?

Lily se tocó inconscientemente el brazo y suspiró con una mueca posándose en sus suaves labios.

—Tensas... mis padres no entienden por completo lo que sucede pero tampoco pueden ignorarlo. No después de todos los periódicos que llegan a casa durante las mañanas.

—Es una mierda —afirmó Faith y Lily asintió con un suspiro.

—Así es...

Queriendo cambiar de tema, Faith preguntó acerca del segundo tema más hablado durante el verano.

—¿Cómo te fue en los TIMOS? —inquirió, encarando una ceja—. Marlene me ha contado que te has sacado unos cuantos Extraordinarios. Felicidades, Evans, ¿cuáles fueron?

Lily sonrió avergonzada y un color rosado tomó sus mejillas.

—Gracias... fueron Pociones, Historia de la Magia y Encantamientos. Las demás fueron Supera las Expectativas. ¿Y a ti? ¿Cómo te fue?

Esta vez fue Faith quien sonrió brillantemente.

—Depende a quién le preguntes.

Lily puso los ojos en blanco pero su sonrisa no se debilitó y ladeó la cabeza.

—¿Será que Faith Ward comenzará a mostrar modestia en sexto año?

Faith soltó una carcajada mientras acomodaba un mechón de cabello detrás de su oreja.

—No creo que eso sea posible, Evans. Pero si es que sucede, tú serás la primera en enterarse —le avisó y con su pulgar señaló detrás suyo—. El pañuelo de Dorcas se trabó con la puerta y necesitan que abran la puerta o algo...

Lily la miró preocupada y con recelo.

—Dime que no has dañado la propiedad...

Faith sonrió con inocencia y pasó a Lily de largo, con una mano alzada en despedida.

—Nos vemos luego, Evans.

Ignorando los reproches de Lily, Faith comenzó a silbar y golpear las puertas con sus dedos al ritmo de la canción que sonaba en su cabeza. Sus ojos observaban por detrás del cristal en busca de un grupo de rostros familiares.

Su verano había sido bastante social, contando que con las únicas personas que había mantenido una conversación de más de una hora habían sido Marlene y Dorcas. No sólo había intercambiado algunas cartas con Evans pero también con los conocidos Merodeadores.

Sí, había un cerrado grupo de cuatro Gryffindors que habían decidido poner un nombre a su clan. Recordando cuatro años atrás, la primera reacción de Faith al escuchar aquel detalle por primera vez, se había reído por unos quince minutos enteros. Luego hubo lágrimas y dolor de estómago, pero valió la pena descargarse solamente ante los ojos cómplices de Marlene y no cuando se topara con los amigos. Ya mitad de Hogwarts la encontraba incorregiblemente mezquina y con el ego tan grande que podía tener a los doce años. Necesitaba que quedaran personas por impresionar, así que ellos cuatro eran las personas perfectas para hacerlo.

James Potter. Un chico bastante agradable, si Faith se ponía a analizarlo. Tampoco podía dejar atrás su gran inteligencia y capacidad para el estudio académico, y debía admitir que era admirable el cómo había trabajado tan duro todos esos años para establecer su reputación. Sin embargo, si debía criticarlo, señalaría su dulzura. Era muy suave e infinitamente leal. Tal vez una debilidad, tal vez una fortaleza. Todavía no estaba segura.

Luego estaba su mejor amigo, Sirius Black. La rebelde oveja negra de su familia. El chico era una explosión de emociones si Faith podía permitirse decirlo. Tan impulsivo, tan impaciente, tan leal y tan quebrado. La Navidad anterior había escapado de su familia luego de que esta lo echara de su casa. No sabía los detalles pero sabía muy bien cuándo no meter su cabeza en los asuntos de otros. Otra característica que conocía del chico era que era el mejor socio fumador.

También estaba Peter Pettigrew. Era un chico bastante aprensivo, sin características muy peculiares. Un poco cobarde, un poco dulce. No era estúpido pero tampoco era un genio. Si había una palabra que lo podía describir era promedio. Pero un detalle que siempre le había llamado la atención a Faith es que cuando Peter estornudaba, sonaba como un pequeño gato.

Riéndose mientras recordaba los pequeños sonidos que salían del chico cuando le agarraba alergia, los ojos miel de Faith accidentalmente se toparon en el interior de uno de los compartimientos donde se escuchaban las carcajadas de los adolescentes. Y su soleada mirada se posó en el chico que parecía no dejar de reír.

Remus John Lupin. La primera interacción que había tenido con el chico había sido en su primer año en la clase de pociones, cuando Faith tuvo que recalcar sin cerrar la boca de que su nombre era simplemente absurdo. ¿Quién le podía poner a su hijo lobo lobo? Su comentario había sido rápidamente respondido con un dejo de sarcasmo acerca de su propio nombre. ¿Cómo era que una chica tan poco esperanzadora portaba ese nombre? Era un lobo con disfraz de oveja.

Sin embargo, esa no fue la interacción que hizo que Faith lo considerara una de las personas más importantes en su vida —allí solo tenía once años e hizo todo lo posible para ganarle en la "amistosa" competencia con la que el profesor Slughorn los había recibido y siendo sincera no había sido muy difícil porque Remus apestaba en esa clase—, sino que su amistad había comenzado a finales de su segundo año. Ese era el gran poder de los grupos de estudio.

Sin perder más tiempo en su cabeza, Faith abrió la puerta de vidrio con una divertida sonrisa plasmada en su rostro.

—Pero si es mi grupo infame favorito —dijo mientras apoyaba su hombro contra el marco, y la risa se apagaba para ser reemplazada por sonrisas ante la sorpresiva aparición.

—Creo que puedes llamarnos famosos, Ward —contestó con cierta arrogancia Sirius pero Faith simplemente soltó una carcajada y negó.

—¿Luego de su «extravagante» broma del fin de curso? Ni soñando, Black. Mis zapatos aún huelen a zorrillo. Papá quiso quemarlos, tuve que insistirle que no lo hiciera. Necesito encontrar por mí misma un hechizo que repare el daño.

—¿Con nuestro genio residente como el creador del encantamiento? —inquirió James mirando cómplice a Remus que ponía los ojos en blanco sin borrar su sonrisa—. Te deseo suerte, Faith.

La chica entornó su mirada hacia Remus, y con exageración entrecerró los ojos para analizarlo.

—Ganaré y lo sabes.

—Y yo esperaré pacientemente hasta que lo hagas.

Faith sonrió ante el desafío y se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, antes de volver a mirar a los cuatro con una sonrisa de costado.

—¿Y qué me dicen ustedes? ¿Qué pueden contarme de sus TIMOS?

—Dos Extraordinarios, los demás Supera las Expectativas — dijo Sirius sin perder tiempo y con su sonrisa característica. Faith encaró una ceja para que siguiera hablando y el chico puso los ojos en blanco—. Defensa Contra las Artes Oscuras y Transfiguración.

«No me sorprende» se admitió Faith y volvió a James, cuyo pecho se erguía de orgullo por lo que estaba a punto de contarle. Predecible como siempre.

—Tres Extraordinarios: Encantamientos, Defensa Contra las Artes Oscuras y Transfiguración —anunció con honra y en ningún momento su sonrisa blanca flaqueó. Cabía decir que no hacía falta que dijera sus otras notas dado que estaba claro que le había ido perfectamente.

—Yo un Extraordinario en Historia de la Magia... las otras notas variaron —explicó Peter, hablando por primera vez desde que Faith había entrado en el compartimiento. La chica no estaba sorprendida, Peter Pettigrew era uno de los pocos que era excelente en Historia y a la vez parecía honestamente gustarle.

Faith se volvió a Remus que había estado escuchando atentamente a todos sus amigos hablar y le insistió con la mirada que no la hiciese esperar de más. Estaba ansiosa por saber sus resultados y finalmente Remus logró captar su impaciencia.

—Mejor de lo que creía, tres Extraordinarios y los demás Supera las Expectativas...

—Déjame adivinar —lo detuvo Faith chasqueando su lengua con concentración—. Cuidado de Criaturas Mágicas, Defensa Contra las Artes Oscuras y Encantamientos.

La sonrisa de Remus lo dijo todo y Faith quedó satisfecha. Desde tercer año, el chico había quedado fascinado con la clase que estudiaba las criaturas del mundo mágico y si es que algún día dejaría su modestia atrás, podría afirmar sin ninguna negación que era el mejor de todo el colegio en esa materia. Había una forma tan distintiva en la que cuidaba y hablaba de las criaturas que nadie más podía comprender, era un sentimiento tan profundo de entendimiento que era extraño pensar que aún no se dedicaba a ese campo en particular.

—Ahora déjame adivinar a mí —dijo Remus, apoyando su espalda contra el respaldo y cruzando los brazos—. Nueve Extraordinarios.

Ante el comentario, Faith no pudo evitar reír con entretenimiento. Sus ojos brillaron y pequeñas arrugas se formaron bajo sus ojos, dándole un aspecto más suave.

—Ya quisiera —confesó, mordiéndose el labio, sin dejar de sonreír. Los cuatro la miraron aturdidos ante la confesión, hasta que James la miró horrorizado.

—Espera, ¿en serio? Te estás burlando.

—Historia y Astronomía, ambos Aceptables —se encogió de hombros sin perder su sonrisa—. Ambos propiamente aburridos, ¿no creen? A los diez minutos ya me estaba durmiendo y no podía perder más tiempo escribiendo acerca de las fases lunares. Un dolor de cabeza.

Los cuatro se lamentaron con protestas ante su incrédula confesión y Remus se tapó el rostro con sus manos sin poder creérselo.

—Nos estás diciendo que perdiste la oportunidad de tener nueve notas máximas... ¿Por que te aburría?

Faith sonrió inocentemente.

—Al menos no entregué en blanco.

Antes de que ninguno pudiese criticarla por su mala costumbre, unas exclamaciones en la otra punta del tren hicieron que todos se concentraran en las voces lejanas.

—¡Debes sostenerla o...! ¡No, no...!

Un sonido estridente de una puerta abriéndose de repente hizo que Faith rápidamente se diese cuenta qué estaba pasando. La puerta que había estado sosteniendo el pañuelo de Dorcas finalmente se había abierto, y por la desesperación en la voz de la chica, solamente había un veredicto.

Alohomora —enunció Faith apuntando su varita a la ventana del compartimiento y dio una zancada hacia el vidrio abierto para rápidamente sacar su brazo. En cuestión de segundos, su puño tenía en su agarre un pañuelo violeta que se movía violentamente por el viento que chocaba contra él. Lentamente sacó su brazo del viento y cerró la ventana antes de darse media vuelta y toparse con la mirada sorprendida de los cuatro amigos. Faith levantó el pañuelo con su mano que se sentía un poco fría—. Lo tengo.

De afuera del compartimiento, todavía llegaban los lamentos de Dorcas que parecía extrañar a su prenda y se quejaba con Marlene.

—¡No puedo creer que lo dejaras ir, Marlene!

—No sabía que la puerta se abriría tan de repente —se defendió la voz de Marlene con ofensa—. Me tomó por sorpresa...

Mientras sus voces y la de Lily, que al parecer también estaba en la conversación, parecían acercarse a donde estaban todos, Faith se volvió a los chicos y les guiñó un ojo.

—Esa es mi señal, nos vemos luego nerds.

—Tú también eres una nerd.

—Bueno, sí es que nos reconocemos entre nosotros —rió ella y salió del compartimiento para encontrarse que Dorcas, Marlene y Lily ya estaban dos compartimientos delante que ella—. Ey, Dorcas, mira lo que encontré.

Al ver su preciado pañuelo violeta, los ojos almendrados de la chica brillaron de reconocimiento, antes de arrebatarle la prenda a Faith.

—¡Gracias! —exclamó y se colocó el pañuelo alrededor de su cuello, dándole un toque más interesante a su vestimenta. Sin embargo, enseguida entornó sus ojos a la heroína del día y la miró con cautela—. ¿Cómo lo conseguiste?

Faith se encogió de hombros y metió sus manos en los bolsillos de su overall, antes de darse media vuelta para finalmente buscar un compartimiento en donde pudieran sentarse.

—Digamos que me gusta meter mis manos en los asuntos de los otros.

Frunciendo el ceño mientras que se concentraban para comprender a lo que se había referido, las tres siguieron a Faith pensando en lo que había hecho. Y luego de unos segundos, Lily se tocó el puente de su nariz con dos dedos, haciendo que algunas pequeñas arrugas aparecieran en su frente ante la mueca.

—Sacaste la mano por la ventana, ¿no?

Luego de recibir una risa por parte de Faith, Lily enumeró las varias razones por la que aquello había sido completamente innecesario y peligroso. Podría haberse golpeado el brazo con algún poste, o también hasta habérselo quebrado. Y mientras la pelirroja le seguía reprochando por sus impulsivas acciones, encontraron un compartimiento que lo usarían las próximas horas para relajarse durante el viaje hacia el mágico colegio de Hogwarts.

•      •      •

Cuando el Expreso Hogwarts se detuvo en la estación de Hogsmeade, Faith ya se encontraba completamente cambiada con su uniforme. Aunque si alguno de los profesores la observaba, tendrían un par de críticas por su estado. Su corbata azul y bronce aún no se encontraba atada y solamente rodeaba el cuello de Faith con sus colores. Su túnica ni siquiera estaba apoyada en sus hombros, sino que caía desde la parte delantera de los codos como si fuese una mujer rica de aquellas películas elegantes en donde las más prestigiosas actrices de Hollywood participaban, aunque tal vez la túnica del colegio no era tan elegante como sus voluminosos sacos de piel. Y finalmente, en vez de estar usando su falda, llevaba puesto unos pantalones de vestir bastante cómodos. No era que la primera prenda no le gustaba pero al adorar llevar la contraria, quería ver si alguien le decía algún comentario.

Bajando del tren, Faith se encontraba riendo junto a Marlene y Dorcas acerca de alguna historia que la última contaba de su viaje a Portugal durante el verano. El hermano mayor de Dorcas —dos años mayor que ella— había conseguido trabajo en relaciones internacionales y lo habían enviado a Portugal para establecer más conexiones y buscar apoyo extranjero para la tensión creciente que embriagaba a todo el Reino Unido. Y por tal razón, había llevado a su familia con él para que lo acompañaran por algunas semanas.

Y al parecer, Lucas había tenido un no muy amistoso encuentro con un jabalí durante una expedición. Era esa la razón de la carcajada que salía de Faith en esos momentos.

—Y mamá le... le decía que se calmara y dejara de correr... —contaba Dorcas entre risas que la hacían jadear—... pero el idiota no dejaba de correr... y... y se chocó contra ese árbol...

Marlene dejó salir una carcajada tan alta que se tuvo que doblar en sus rodillas para que el estómago no se le saliese por la boca. A las tres les estaba costando respirar y todo el mundo las estaba mirando con una mezcla de irritación y curiosidad.

—No sé quién sintió más vergüenza... si el señor Magro o el jabalí por tener un adversario tan idiota.

Faith se secó una lágrima mientras se acercaban a uno de los carruajes tirados por una fuerza invisible —de la que sabía que eran Thestrals, unos caballos invisibles que solamente podían ser vistos luego de observar la muerte— y de manera divertida negó con la cabeza.

—Adoro a tu hermano.

—Por favor, lo dices porque no lo tienes en tu casa todos los días y no has olido sus medias sucias.

—Bueno... siempre quise tener una hermana o un hermano. Mi casa sería ciertamente más interesante —confesó Faith, subiendo a uno de los carruajes que parecía estar vacío. Marlene resopló con burla y negó con la cabeza.

—¿Tú con una pequeña personita que te sigue a todos lados? No puedo decirte cuánto eso sería una mala idea. Sería tu propio infierno.

—Aunque tal vez eso sea para lo mejor, quizás te bajen esos humos tan altos que tienes —añadió Dorcas sentándose al lado de Marlene, contrario a Faith.

—O sería una copia mía —sonrió Faith arrogantemente—. No me importaría la competencia.

Marlene y Dorcas se miraron y sonrieron.

—Gracias a Merlín que tus padres tuvieron suficiente contigo.

Faith rió encantada y el carruaje comenzó a moverse.

Mientras que Marlene y Dorcas seguían hablando contentamente, Faith se dedicó unos minutos en silencio mientras observaba el paisaje pasar por una de las ventanas. Aunque no muchas veces apreciara a la naturaleza de una manera más profunda que la de conocerla para sus pociones y remedios, a veces a Faith le gustaba contemplarla. Era algo completamente mágico en su propia forma. Las sombras de los árboles moverse en el pavimento mientras sus hojas brillaban por la luz nacarada de la luna y el verde se tornaba negro por la oscuridad. Allí, detrás de la flora, se encontraba el lago reflejando la luz de la luna en su superficie, dándole un toque más brillante, casi como si tuviera brillantina. Y aunque detestara Astronomía en su mismísima esencia, no podía negar que el cielo era increíble. En esos momentos, lejos de la ciudad y la polución, el mar estrellado que embriagaba todo con su aura, no podía ser negado su hermosura. Era algo interesante el cielo y todos sus componentes, sin embargo, Faith tenía otras metas en su vida para ir complicándose con el espacio y su magia.

Luego de saltar del carruaje y ver la tierra saltar por todos lados a causa de los zapatos de Faith golpeando contra el suelo, las tres compañeras se dirigieron al vestíbulo iluminado por las incontables velas, donde todos se dirigían.

Cuando llegaron, Faith pudo oír las risas que provenían de Peeves —un poltergeist que tenía la manía de gastarle bromas pesadas a todo Hogwarts— y una sonrisa divertida se posó en sus labios. No era como si ella no hubiese sufrido las consecuencias de sus hazañas, como cuando Peeves le había tirado un balde lleno de agua fría y sucia mientras estudiaba en la biblioteca (aunque tal vez eso no había sido lo mejor, considerando que había tenido que secar sus pergaminos por las próximas cinco horas), pero varias veces encontraba entretenido la creatividad del poltergeist. Es decir, no a cualquiera se le venía a la cabeza bromas personales para el sufrimiento de cada individuo de Hogwarts. Debía dar crédito en donde era debido.

Separándose de Marlene, quien debía ir con sus compañeros de casa a su propia mesa, Faith mantenía su conversación con Dorcas, que parecía bastante entretenida con su análisis de la viruela de dragón.

—... Entonces por eso debemos buscar un Vipertooth Peruano que tenga síntomas extraños y hacer la...

—Por más entrañable que supongo que sea la conversación que están teniendo, Dumbledore no parece muy feliz así que bajen la voz.

Ambas chicas miraron a Pratibha Patil, que era la prefecta de Ravenclaw de su año, quien las miraba mientras también su mirada se iba a la mesa de profesores de reojo. Faith también le dedicó una mirada a los adultos y afirmó la observación de la chica. Aunque no solamente el profesor Dumbledore se veía amargado, sino que todos los adultos parecían irreconocibles.

La mirada cálida con la que los adultos recibían a sus estudiantes cada año era lejana a las miradas tristes que ahora posaban en los ojos de los profesores. «La guerra» pensó Faith, mientras se sentaba al lado de Dorcas, quien también tenía su mirada fija en los profesores.

Había cansancio en la atmósfera, ansiedad y luto al mismo tiempo. Faith podía sentirlo. El cielo que se mostraba en el techo estaba despejado pero eso no importaba con la cargada penuria que cargaba en todo el comedor. Ni siquiera los fantasmas parecían tener el ánimo para su rutinaria apariencia sorprendente. Ahora solamente vagaban por las mesas con sus miradas distantes como si nunca hubiesen conocido la vida misma.

—No puedo esperar a que esta guerra termine —murmuró Dorcas con el ceño fruncido y Faith asintió.

—Y que al final de la línea, nosotros seamos quienes ganemos...

La selección de los nuevos estudiantes fue igual que siempre. Los niños entraban al Gran Comedor, se maravillaban por el nuevo escenario, parecían querer hacerse pis en los pantalones una vez que esperaban a que la profesora McGonagall llamara sus nombres y terminaban yendo cada uno a su respectiva mesa. La reacción de los nuevos estudiantes al escuchar en qué casa pertenecían, podía decir montones de su personalidad, lamentablemente, a Faith no le importaba lo suficiente como para percatarse de si se encontraban asustados o felices. Al final de la selección, Ravenclaw tenía siete estudiantes nuevos, cuyos nombres Faith había olvidado el segundo que los había oído.

El banquete transcurrió con normalidad. La comida era igual de deliciosa que los cinco años anteriores y como cada banquete de bienvenida, Faith se sirvió un poco de cada bebida en su copa, como un ritual de iniciación. La primera vez que lo había hecho todo el mundo le había dicho que sería asqueroso y que no lo hiciera, por tal razón terminó haciéndolo. Y en el final, el sabor sí había sido repugnante; es más, si hubiese tenido la oportunidad de volver en el tiempo y advertirse en no hacerlo, lo haría. Sin embargo, Faith era terca, muy terca, y por eso siguió con su pequeña tradición los años siguientes, hasta que el momento en donde le empezó a gustar llegó. Ahora, cada vez que venía a Hogwarts se degustaba con su invención.

Ni siquiera el discurso que Dumbledore dio, siguiendo la finalización del banquete, despertó el interés de Faith que se concentraba en formar figuras con su servilleta de tela. Sin embargo, no pudo ignorar algunos detalles de las palabras del hombre anciano que resaltaron la necesidad de mantener a la comunidad más cercana que nunca durante aquellos tiempos duros.

«Un discurso predecible» concluyó Faith una vez que todo el mundo se levantaba de sus lugares para poder viajar hacia sus respectivas salas comunes. Tantas veces había oído la frase "Juntos seremos más fuertes" el último año, que ya no necesitaba escucharla más. Al menos por los próximos diez años.

Por el rabillo de su ojo, los ojos soleados de Faith dieron en el blanco y una sonrisa se extendió por su rostro, antes de abandonar a Dorcas y trotar hacia donde la persona que había llamado su atención se encontraba.

—¡Remus! —exclamó, levantando su brazo para que el chico la notase entre la multitud de personas. Y como siempre, Remus le sonrió.

El chico larguirucho con el rostro marcado de cicatrices, se encontraba rodeado de sus mejores amigos, como era común. Faith raramente veía a Remus Lupin en la compañía de la soledad, y si debía adivinar, supondría que era por su aura tan... cálida. Ahora, ¿era cálida por su sonrisa o por sus abruptos momentos de ira? Quizás ambas.

—Faith —la saludó Remus con un ademán cuando la chica llegó a estar frente suyo—. Tanto tiempo.

—Oh, calla.

—¡Nuestra Ravenclaw favorita! —exclamó Sirius, pasando un brazo por sus hombros y acercándola más a él. Faith rió y negó, haciendo que sus cabellos se movieran de un lado a otro.

—Di eso en frente de Dorcas. Quiero ver tus méritos siendo removidos, Black. Veamos qué haces sin sus anotaciones de Astronomía.

—No nos digas que te robarás a Lunático el primer día en Hogwarts —intervino James, quien había estado hablando con Peter todo este tiempo. Faith se encogió de hombros.

—Pero claro que lo haré, es mi única fuente de entretenimiento, y mi combustible socializador se está acabando así que... —Faith tomó el brazo de Remus y les guiñó un ojo a los otros Merodeadores—. Adiós, Maleantes.

James, Sirius y Peter soltaron protestas mientras Faith arrastraba consigo misma a Remus e hizo caso omiso a sus quejas de que "No eran Maleantes, sino que Merodeadores". Era tan fácil hacerlos revolverse que era su entretenimiento diario. Por el otro lado, Remus la miró de reojo con una sonrisa cómplice.

—¿El lugar de siempre?

Faith sonrió.

—El lugar de siempre.

Si cualquier otra persona hubiese pasado por aquel pasillo, lo habría pasado de alto como un lugar sin salida. Uno de los muchos del castillo. Y por esa misma razón, era el lugar favorito de Faith y Remus.

Algunas antorchas iluminaban el angosto pasillo, pero lo que verdaderamente creaba la luz era la luz de la luna que se filtraba por las ventanas que se esparcían por las paredes. El pasillo en sí no tenía mucho que decir, mas que la piedra de las paredes se encontraba a veces tallada por algún estudiante que había querido dejar su presencia en aquel inusual lugar. Pero había un detalle que Faith nunca pudo envolver en su cabeza, y era que al final del pasillo se encontraba una gran puerta de madera —como las millones de puertas que se encontraban en el castillo—, que no llevaba a ningún lado. Era como si se tratase de decoración o como si alguien se hubiese olvidado de crear una habitación al otro lado de la puerta. Pero sin duda era un misterio que Faith deseaba desenterrar algún día, al menos para tener la satisfacción de que lo había hecho.

—Algún día podríamos tallar nuestras iniciales aquí... —dijo Faith, pasando sus dedos por la madera dañada y tallada de la puerta. Ya habían varios nombres escritos, ¿qué serían unas iniciales más?

—Si es que no nos olvidamos —apuntó Remus y le tendió una mano mientras daba un paso hacia donde se encontraba una estatua de piedra que decoraba la pared contraria a las ventanas. Faith la tomó y juntos se adentraron al pequeño secreto que mantenían los dos.

El escondite no era mucho. Era una pequeña habitación con dos bancos de piedra enfrentados que hubiese estado completamente oscura si no fuese por la única ventana que dejaba entrar la luz del exterior. Faith lo había descubierto hacía dos años, luego de que ambos hubiesen sido invitados a su primera fiesta junto a los otros estudiantes de cuarto año, cuando después de varias copas de whiskey de fuego y otras bebidas que en definitiva no debían de haber ingerido, se toparon con el pasillo sin salida. La aventura hubiese terminado allí si no hubiese sido porque a Faith le habían dado ganas de vomitar y quiso apoyarse contra la pared, para ser desafortunadamente recibida por la nada misma, cayendo inmediatamente hacia el escondite. Aún extrañaba aquellos zapatos que le había regalado su abuelo.

—Abramos la ventana, hace un poco de calor aquí...

Faith se acercó al vidrio y empujó el cerrojo para ser bienvenida por una amigable brisa que golpeó contra su rostro. Sonrió satisfecha.

Ambos se sentaron enfrentados el uno con el otro y Faith apoyó sus pies en las rodillas de Remus, que parecía acostumbrado a las acciones de la chica.

—No puedo creer que te hayas sacado un Aceptable en Astronomía... —masculló Remus mirando a nada en particular—, es decir, Historia lo comprendo (siempre la detestaste), pero ¿Astronomía?

—Fue un aburrimiento —protestó Faith, apoyando su cabeza contra la fría pared—. Me quería dormir a los quince minutos pero tampoco quería desperdiciar el tiempo que Dorcas había puesto en su grupo de estudio. Pero es que deben de actualizar la información de una vez porque te juro que si en los próximos diez años siguen hablando de la alineación de Júpiter del año 1714 y no mencionan en ningún momento que el hombre llegó a la luna, me dedicaré en tirarme de la Torre de Astronomía por sí sola.

Remus negó con la cabeza pero tampoco negó que Faith tuviese razón, porque sabía que la tenía. La comunidad mágica se había quedado en la Edad Media y traerla a la modernidad, resultaría en patadas y llantos por parte de todos.

—Pero no hablemos de eso o me dormiré, y Dios sabe que no me duermo antes de las doce de la noche —resopló Faith.

La chica buscó en sus bolsillos y con una sonrisa victoriosa, sacó un paquete con cigarrillos. Los había conseguido durante el verano luego de comprarle a una chica de aspecto bastante intrigante pero que no hizo ninguna pregunta acerca de su edad. Lo que había sido vigorizante para Faith.

—Toma —dijo Faith lanzándole uno a Remus, que lo tomó en el aire sin problema—. Para celebrar el comienzo de otro encantador año en Hogwarts.

—Maravilloso —añadió Remus con ironía y apoyó su varita en el extremo del cigarrillo. Una pequeña llama se posó en el tabaco y rápidamente humo comenzó a salir de él, creando danzas en el aire.

Faith rió suavemente y giró su rostro hacia la ventana que tenía al lado, mientras se encargaba de prender su propio cigarrillo. Una vez encendido lo apoyó entre sus labios e inhaló, sintiendo sus pulmones arder y su mente relajarse. Su túnica tomaría el agrio aroma del tabaco, que seguramente alzaría varias quejas de Patil, pero a Faith no le importaba si es que significaba encerrarse en su burbuja por un par de minutos.

—Se está acercando, ¿no es así? —murmuró sin dejar de observar los árboles en la distancia que parecían moverse por el viento. Remus exhaló y chasqueó su lengua con el ceño fruncido.

—Es inevitable.

—Es una mierda.

Remus no lo negó.

Faith resopló y lo miró con una sonrisa amarga posándose en la comisura de sus labios. Sacó el cigarrillo de sus labios y lo extendió hacia Remus, quien la observaba con atención.

—Bueno, por una nueva maldita aventura, ¿eh?

Remus sonrió y extendió su propio cigarrillo, haciendo que ambos chocaran levemente con el otro.

—Por una nueva maldita aventura.

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¡buen viernes/sábado!

¿cómo están? ¿les gustó el primer capítulo? pongan en los comentarios sus opiniones <3

les espera un largo camino a faith y remus, que espero ustedes puedan aprender más sobre ellos y encariñarse... o no, eso depende de ustedes ¡!

antes de proseguir con la historia quiero aclararles algo ahora mismo: traté de escribir a estos personajes lo más humanamente posible, por lo que se van a EQUIVOCAR vez tras otra. no coincido con todas sus acciones por lo que espero que ustedes lo tengan en cuenta (ya pasó que muchas personas se enojaron conmigo por las decisiones de los personajes). ningún personaje es perfecto, y hasta sus favoritos tienen sus defectos ♥

con eso fuera del camino, muchas gracias por el apoyo que me estuvieron dado en el comienzo y nos vemos en el próximo capítulo :)

•chauuu•

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