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La puerta abriéndose de pronto y sin ninguna delicadeza no sorprendió a los vampiros y, por supuesto, tampoco los convenció de separarse.

Chanyeol sostenía la espalda de Baekhyun con fuerza mientras le devoraba los labios entre jadeos y mordiscos a los que el otro correspondía con suaves gemidos y movimientos impúdicos sobre su regazo.

—Perdón por interrumpir, pero ¿alguno sabe en dónde está Kai?

Baekhyun se entretuvo un poco más en los labios de Chanyeol antes de responder.

—Si no está contigo debe estar en casa de Zitao.

Chanyeol puso una mano en el cuello de Baekhyun y juntó sus labios de nuevo.

—¿Y pueden decirme en dónde es que vive Zitao? —Kyungsoo preguntó, desviando su mirada y agradeciendo al cielo que su primo y su nuevo novio todavía llevaran la ropa puesta.

—A unas calles —Baekhyun murmuró sin desenredar su lengua de la de Chanyeol completamente.

Kyungsoo pisoteó el suelo con exasperación. —¿Pueden detenerse y ayudarme a encontrarlo? —pidió con enojo—. Se ha vuelto marrón y ahora parece más un perro que un monstruo, creo que esto es importante.

Baekhyun se despegó de Chanyeol por fin y miró al humano con su boca abierta por el asombro.



Minseok continuó observando la fotografía en su celular. Durante toda la maldita noche se había devanado los sesos intentando recordar. Recordar todo aquello que Chen insistía que debía recordar.

Nada. Solo una especie de corazonada, algo en su interior que le rogaba por aceptar la versión del desconocido, por descabellada que sonara.

Lo peor era que no podía negar que se sentía muy atraído por el lunático que se hacía llamar su dueño. Había algo en él que despertaba una pasión irrefrenable en el fondo de su ser, unas ganas intensas por acercarse, tocarlo, sentirlo...

Bloqueó su móvil y cerró sus ojos entregándose al recuerdo de la noche anterior, en donde se había dejado convencer por esos labios suaves que besaban de forma tan febril.

Minseok tomó su almohada y se cubrió el rostro con ella. Lanzó un grito de frustración y luego otro.

Un poco más y hubiera terminado teniendo sexo con alguien que aseguraba ser un licántropo. ¡Dios! Por suerte había tenido un segundo de lucidez que le permitió sacarse de encima al desconocido antes de que las cosas pasaran a más.

Ahora estaba arrepentido, aliviado de no haber sido un idiota irresponsable, pero muy arrepentido.

Lanzó la almohada a un rincón y se levantó de su cama, aún era muy temprano por la mañana pero su estómago ansiaba alimentos.



Lay estaba casi seguro de que había enloquecido. Definitivamente todas esas sensaciones tan intensas no eran parte de ningún sueño. Si cerraba sus ojos podía recrear un cuerpo y todo tenía sentido, pero cuando abría los ojos y no veía nada más que a él mismo dentro de una habitación vacía se desconcentraba por completo; todo se volvía tan confuso. ¿Cómo era posible que existiera alguien invisible?

Suho lo penetraba con cuidado, con una dedicación que inexplicablemente se sentía como cariño. Ponía besos por aquí y por allá, recorriendo al estudiante casi con devoción. Pero lo notaba distante, tal vez confundido.

—Esto es tan extraño... —Lay murmuró al sentir que el otro cuerpo detenía todo movimiento—. Siento que estoy enloqueciendo.

—Cuando intenté ver mi reflejo frente a un espejo la primera vez y no pude verme, yo también sentí que iba a enloquecer.

Lay guardó silencio, tenía la sensación de que conocía esa voz amarga de alguna parte.

—Pero eres fascinante —el estudiante susurró. Sus mejillas enrojecieron un poco y pronto sintió unas manos suaves y cálidas sobre sus mejillas. Cerró los ojos y llevó sus propias manos al rostro invisible. Tocó su rostro una vez más; acarició sus sienes, sus párpados, su nariz, sus mejillas y sus labios y sintió que el latido de ambos corazones se aceleraba acompasándose uno al otro.

Suho se inclinó sobre él y buscó sus labios de nuevo. El estudiante cerró sus ojos con fuerza y pudo hacerse una idea de ese cuerpo perfecto siendo visible.

—¿De dónde has venido? —Lay preguntó en un susurro, pero siguió besándolo, sin darle una oportunidad para responder. Se sentía extasiado y ebrio de tantos besos que demostraban una experticia que mareaba.

Suho se dejó llevar por los labios más jóvenes que lo invitaban a seguir y pronto se apoderó de ellos, guiando el ritmo, haciéndolo a su manera. Sostuvo las caderas de Lay mientras se impulsaba dentro de él con mayor fuerza y rapidez a medida que los besos se volvían más errantes y violentos.

Lay gruñó al sentir que su éxtasis se acercaba y hundió las yemas de sus dedos en la amplia espalda de su amante. Se sostuvo con fuerza y dejó que sus fluidos estallaran en medio de ambos cuerpos. De pronto un estremecimiento azotó todo su cuerpo al imaginar cómo su acompañante se correría.

—¿Tu semen es transparente? —Lay preguntó con genuina curiosidad mientras escuchaba los gruñidos forzados cerca de su oído.

Abrió sus ojos, pero desafortunadamente no pudo ver la sonrisa de Suho, quien se retiró de su cuerpo y tomó una de sus manos para marturbarse con ella segundos antes de encontrar su orgasmo.

Lay observó su mano y se maravilló con aquella esencia espesa, transparente y cálida que se adhería a sus dedos.

—Eres maravilloso —Lay murmuró y se llevó la sustancia a sus labios para probarla.

Suho contuvo la respiración y lo observó. Lay asintió luego de probar un poco con la punta de su lengua.

—No sabe mal —declaró.

Suho le dedicó una sonrisa, aunque de nuevo no pudiera ser visto, y se echó sobre la cama al lado del estudiante.

—¿Cómo terminaste siendo invisible? ¿O es que naciste así?

—Ya te lo había dicho... —Suho se detuvo, de pronto recordando que Lay no recordaba sus días en el castillo. —¿Por qué no nos aseamos y salimos de aquí? Necesito que veas a alguien.

—¿Puedo darte una ducha yo a ti? —Lay preguntó con una idea cruzando su mente. —Sería interesante.

—Dios, no me tientes —Suho murmuró con sensualidad.



Minseok frunció el ceño y picó su abdomen. El movimiento de su mandíbula disminuyó lentamente hasta que tragó el trozo de res deshecho por sus molares. Estaba un poco hinchado. Pellizcó sus costados; había más carne de la que debería. Carajo. Sí, se estaba poniendo gordo.

Dejó la mitad de la comida en el plato y fue a su habitación. Tomó una sudadera de su armario y le dio un vistazo a su móvil, a aquella imposible fotografía que respaldaba la historia del desconocido, al que por cierto había golpeado con desconocida fuerza la noche anterior. Minseok miró a su ventana deseando y no deseando ver a su acosador del otro lado. No estaba. Sintió alivio y decepción. Sus manos temblaron un poco al recordar como un estúpido aullido había escapado de su garganta para perseguir el aullido del lunático.

No quería enloquecer, pero sentía que no podía detener cierto delirio en su interior, que parecía irse mezclando lentamente con su sangre, hasta convertirlo en alguien diferente.

Desechó esos pensamientos extraños y salió de casa luego de atar sus zapatillas con un nudo doble. Ya había corrido varias manzanas cuando decidió buscar a Kyungsoo, seguro él sabría qué hacer.

Inesperadamente se lo encontró varias calles luego de empezar su recorrido, ya que vivían en el mismo vecindario.

—Minseok —Kyungsoo murmuró al verlo. Sonrió ampliamente aunque parecía un poco preocupado.

—Hola —Minseok saludó, dudoso y decidió ir al grano—. Oye, ¿recuerdas la fotografía en mi celular?

Kyungsoo frunció su ceño como si hubiera sido tomado por sorpresa, pero lo comprendió en un instante.

—Ah, sí. Kai estuvo en mi casa.

—¿Quién es Kai? —Minseok preguntó con confusión.

—¿No recuerdas? —Kyungsoo frunció su ceño. Minseok levantó sus hombros sin comprender de qué hablaba su amigo—. Pensé que Chen estaría contigo.

El nombre del acosador enfocó su atención.

—Ha estado visitándome en mi habitación, es el sujeto de la fotografía. Él insiste en que nos conocemos, pero yo no puedo recordarlo.

—¿A ninguno de ellos? ¿No recuerdas el castillo?

—¿Hablas del castillo de Drácula? —Minseok preguntó otra vez sintiéndose confundido.

—Sí. Pero no del castillo falso con ataúdes como camas, sino del castillo real, del que no podíamos escapar —Kyungsoo explicó, sintiéndose ridículo—, del que no queríamos escapar.

—¿Estás diciéndome que todo lo que ese loco ha estado diciéndome es cierto? —Minseok preguntó con temor y frunció su ceño hasta que sus cejas se juntaron.

—Estaba yendo a buscar a Kai —Kyungsoo reconoció con sus mejillas poniéndose coloradas—. Ven conmigo, seguro Kris puede hacerte recordar.    




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