Capítulo 6
Adán primero le pidió que describiera a la criatura lo más preciso posible. Es mejor cuánto más detalle recuerde.
—Es alto, casi toca el techo con su cabeza. Es muy pálido y viste unos pantalones y camisa negra. Su cabello es un desastre pero se ve muy suave. Sus ojos son dorados y brillantes, cuando lo tocas se siente cálido. Además su voz es grave pero no aterradora.
—¿Cómo p-pudiste tocarlo? —cuestiona el pelirrojo mientras anota su testimonio en su libreta de campo. Él se había estado preparando para esto desde que conoció el mundo de los fantasmas y demonios.
—Sólo lo toqué y estuvimos muy cerca.
—¿Qué tanto?
—Eso no importa. ¿Qué sabes de él?
Adán revisa la mochila que trajo consigo, allí tiene cientos de libros y notas relacionados con creepypastas que pueden ser reales y una biblia demoníaca.
—Tengo una... buena y m-mala noticia —murmura, haciendo que Noa se pregunte si dejará de tartamudear o de hacer esas pausas de silencio incómodas—. La mala es que... N-No hay nada de algo como eso en mis fuentes de i-información.
—¿Cuál es la buena?
—Que tú... Pudiste tocarlo, e-eso es imposible.
—Eso no es nada, Kaneís habla como una persona normal. No es como los fantasmas de los que me hablaste. Él es diferente —le explica luego de rodar los ojos. Está pensando que llamar a Adán fue una mala idea porque parece tan perdido y confundido como ella. En ese momento ve al pelirrojo cerrar los ojos y respira hondo, se cruza de piernas, adoptando la posición de loto y expulsa el aire suavemente.
—¿Qué hace? —se pregunta ella.
—No tengo idea —susurra Kaneís, estando a su lado. Noa casi salta de su lugar, pero las palabras de Adán la paralizan.
—Siento algo, la energía del ambiente cambió.
—¿Eh?
—Se siente más pesado, hay algo o alguien entre nosotros.
—Me ausento por un par de horas y aparece un demente en tu habitación —dice indignado. Pero lo que más le molesta es que Noa lo ignore para mantener su vista en el extraño pelirrojo.
—Escucho algo.
—¿Si? ¿Qué dice? —Ella le da una rápida mirada a Kaneís y luego regresa a Adán.
—Son susurros muy bajos, se oye molesto.
—Lo estoy, ¿quién eres y por qué actúas tan raro? Estás asustando a Noa. —Él se arrodilla frente al muchacho y sacude su mano ante sus ojos.
—Lo oigo fuerte y claro, Noa. Pero no puedo verlo.
—Tal vez sea por el cabello en tu rostro —refunfuña para luego apartar las mechas, dejando los ojos del muchacho al descubierto. De repente Adán grita y se aleja lo más rápido que puede, termina chocando su espalda por la pared mientras el ser delgado se pone de pie. Haciendo que se sienta pequeño e insignificante.
—¡Casi lo matas del susto! —le regaña Noa dándole unos golpecitos en su brazo—. Adán, tranquilo. —Ahora se dirige al pelirrojo, quien se encuentra casi hiperventilando. Él continúa mirando al espectro y luego a Noa, notando las marcas que aparecieron repentinamente en su cuerpo.
—Pero me llamaste —responde Kaneís en su defensa, se cruza de brazos y espera a que los ánimos se calmen.
Adán sale del shock y toma los brazos de Noa, sorprendiéndola por el brusco movimiento.
—Lo veo, está ahí... D-De pie en tu habitación y-y tu cuerpo-
—Ya sé, hice una especie de trato con él y esto es su sello —lo interrumpe e intenta sonreír para indicarle que no hay peligro.
—Es impresionante —articula apenas mientras da unos pasos hacia él —. ¿Quién eres? ¿Por qué estás aquí? —le pregunta sin apartar su ojo de los del ser.
—Kaneís White, Noa pidió mi ayuda para escribir una historia perfecta —responde para luego agregar—. ¿Y tú eres...? —Entrecierra sus ojos, los cuales continúan observando al muchacho de pies a cabeza.
—Soy Adán Nicolás Valencia, tengo quince años, vivo en la casa de junto. Voy al tercer año de la secundaria, la misma que Noa asiste y la he espiado los últimos años con propósitos románticos. He esperado que me notara de algún modo y vi la oportunidad cuando ella me pidió ayuda, para saber más de ti.
—Perturbador —dice Kaneís para luego mirar a Noa—. Si querías saber de mí lo hubieras preguntado.
En eso, Adán cubre su boca con las manos y mira a la muchacha con terror. Pero más aún al portador de esos ojos amarillos, quién acaba de arrancarle la verdad.
—Yo... m-me-mejor me... —tartamudea un par de veces hasta que opta por no decir nada, en su lugar guarda sus cosas sin cuidado y sale con prisa de la habitación. Noa lo sigue, pero solo alcanza a ver como cierra la puerta de la entrada con fuerza. Ella suspira, comenzaba a sentirse un poco incómoda por la revelación de Kaneís.
—¿Es cierto? —le pregunta cuando está de regreso en su cuarto. Kaneís la espera sentado junto a la silla de su escritorio.
—Descuida, no tiene intenciones de lastimarte, al contrario. Sólo es una persona demasiado tímida y eso lo llevó a espiarte.
—Yo... Nunca lo noté, ni siquiera me sentía observada —murmura Noa mientras toma asiento.
—Es porque algunas cosas están ocultas a simple vista y aún así no somos capaces de verlas.
—Bien. —Noa apaga la computadora, haciendo que él abra los ojos sorprendido y luego gira la silla—. Quiero saber de ti, tengo mucha curiosidad y preguntas. Creo que me volveré loca si no encuentro las condenadas respuestas.
—¿Qué quieres saber de mí? —pregunta para luego soltar una risa corta. Está un poco emocionado ya que ninguna de las personas con las cuales había trabajado en el pasado se interesaron en él.
—¿Qué eres? ¿Estás muerto? ¿Conoces a otros espíritus? ¿O eres un demonio? Y por qué-
Kaneís detiene sus labios con los dedos y ríe nuevamente.
—Más despacio —dice para luego retirar su mano—. Bueno... No sé, no, tal vez, sí y no.
—¿Qué?
—No sé lo que soy, solo recuerdo que alguien pedía ayuda y yo estaba allí para hacer algo. Tampoco sé si estoy vivo o muerto y puede que tal vez conozca a otros espíritus, en los sueños. Y la última pregunta... Me parezco a los demonios por hacer tratos con los humanos. Pero no creo que sea uno realmente.
—¿Eso es todo? —pregunta Noa haciendo una mueca. Esa información no ayuda mucho, pero al menos es un avance.
—Hay más, me gusta la comida frita y la fría. Aunque no muero si no como nada durante siglos, le temo a la oscuridad y a los espejos y siempre... estoy desnudo —agrega mientras contaba con sus dedos. Al terminar mira a Noa y esta entrecierra los ojos.
—Eso... ¿No es ropa? —dice indicando el traje negro que él lleva. El cual solo deja sus manos y rostro libres.
—Nop, es parte de mí.
Noa gira hacia el otro lado, dándole la espalda a Kaneís, y cubre su rostro con las manos. La vergüenza es infinita al saber ese detalle sobre el fantasma demonio de ojos amarillos. Sin mencionar que lo ha tocado un par de veces accidentalmente y que se sentó sobre él en una oportunidad.
—¿Algo más para decir?
—Si, estoy muy feliz y agradecido de que me presentaras a otra persona. Jamás había conocido personalmente a alguien además de con los que hice el trato.
—Un trato... ¿Y qué recibes a cambio?
—Compañía.
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