6
Los Dragones son criaturas posesivas.
Cuando deciden que algo es suyo, tiende a permanecer SUYO.
Está en su sangre buscar tesoros y acumularlos celosamente. Jimin sabe esto acerca de sí mismo, lo sabe y no se avergüenza de ello. Él está orgulloso de eso. Él es lo suficientemente fuerte como para reclamar lo que él quiere y lo suficientemente fuerte como para conservarlo y protegerlo.
Por lo tanto, Jimin está familiarizado con la fuerte, casi enojada sensación de posesión que obtiene sobre su oro y sus joyas y sus tesoros. Ellos son suyos y si alguien se ATREVE a tocarlos, su ira será ardiente y feroz, su venganza rápida y segura. Pero esas son sólo cosas. Meros objetos, éstos no pueden lastimarse o sangrar. No pueden ser asesinados.
Mirando a su pequeño compañero hermoso, durmiendo en los brazos de Jimin con sus rizos dorados y sus mejillas rosadas y sus largas pestañas, el Dragón está totalmente desprevenido para las intensas olas de protección que le abruman. La posesividad y la ira aún están allí, pero mientras él mira al muchacho con éxtasis incluso cuando su pecho se aprieta de miedo.
Él es tan pequeño, tan delicado y frágil y mortal… tan humano.
Jimin levanta la mano del muchacho en la suya y se maravilla en sus pequeños dedos, los huesos dentro tan débiles y las delicadas venas azules bajo su fina muñeca. Él lo ve como la más frágil porcelana y está aterrorizado por lo infinitamente quebradizo de su amado.
Su pequeño hace un gemido, lloriqueando en su garganta y se remueve en los brazos de Jimin, desplazándose y frunciendo el ceño como si le atormentaran oscuros pensamientos. Jimin inclina la cabeza oscura y besa la frente, pasando las cariñosas yemas de sus dedos sobre ella y alisándola de vuelta al sueño. El muchacho gime alegremente y se acurruca subconscientemente más cerca del calor del cuerpo de Jimin. Incluso en su forma humana, el Dragón irradia calor.
Jimin puede sentir su propio corazón corriendo cuando él revive los acontecimientos de los últimos días, con nuevos ojos, recordando al muchacho siendo arrojado en el foso y cómo descuidadamente lo había cogido. Había extendido su mano sólo por un capricho. ¿Y si no lo hubiera hecho? ¿Y si él hubiera dejado que su verdadero amor se estrellara en el suelo de piedra como lo habían hecho tantos otros? La idea era demasiado terrible de contemplar.
Sus dorados ojos brillan de rabia mientras recuerda la sangre entre las piernas del muchacho. En ese momento él no había entendido lo que significaba. Lo hace ahora. La rabia se enrolla en su corazón, y se mezcla con el terror que siente por todas las cosas que podrían haber ido mal, la facilidad con la que el muchacho podría haber sido herido o incluso muerto. Con manos temblorosas, roza los rizos dorados como la miel y presiona fervientes besos en las preciosas suaves mejillas del muchacho.
Nunca sufrirá daño y nunca temerá. Ningún peligro vendrá a él. Nunca más, nunca más. El Dragón Negro está encima de la cama y teje un hechizo de protección sobre su compañero durmiente, asegurándose de que sus sueños serán dulces e imperturbables. Como un bebé en brazos de su madre, escondido de forma segura en la cama del Dragón, el muchacho duerme el sueño de los inocentes.
Túnicas oscuras se materializan desde el aire, revoloteando alrededor de sus pies mientras camina hasta el borde de la cueva y mira hacia abajo en la noche. Su mirada se extiende hacia las nevadas montañas, gira a través de la nieve y la
oscuridad, más allá del bosque y baja en la ciudad dormida.
Jimin es capaz de penetrar espacio y tiempo mientras ve el viaje del muchacho al foso. Él ve a su joven compañero, Yoongi es su nombre, crece de un niño a un joven brillante. Él es un esclavo y su inteligencia y valentía siempre el motivo de resentimiento por parte de todos los que le rodeaban.
Sus ojos se estrechan cuando lo ve golpeado por su amo, intimidado por los otros esclavos, vendido al palacio y luego agredido por la guardia real. Lo retuvieron, uno intenta violarlo por detrás mientras el otro empuja su sucio pene en la bonita boca del muchacho. Él grita de ira, no miedo.
Jimin gruñe mientras el muchaho muerde, rasgando la carne erecta con sus dientes y escupiendo el sangriento desastre en los guardias, luchando como un animal salvaje. Su compañero es feroz en su ira. La mirada de Jimin rápidamente se vuelve fría otra vez cuando los guardias arrastran a Yoongi al borde del foso. Lo llevan por las cuatro extremidades y lo balancean por el borde, burlándose del muchacho mientras lo hacen. Ellos ríen de buena gana cuando su frágil cuerpo desciende en la oscuridad, para hacerse añicos en las piedras de abajo.
Aunque Jimin estará siempre agradecido por su amante, independientemente de cómo llegó a su cuidado, la despiadada crueldad de las acciones de ellos hace que su corazón enferme y su pulso corra con furia.
El poderoso Dragón cierra sus arremolinados ojos ámbar mientras él conjura un hechizo que les hará pagar. Todo lo que aprecian será tomado de ellos, su orgullo será humillado. Todo lo que aman se convertirá en polvo en sus manos. Ellos tendrán sed y no encontrarán agua, tendrán hambre y no encontrarán pan. Todos los corazones serán tan duro hacia ellos como ellos lo eran con Yoongi. Nadie les ayudará, serán como fantasmas vivientes. Sus cuerpos serán desechos y se pudrirán, sus dientes roerán sus mejillas y sus genitales serán como llagas entre sus piernas. Ellos rogarán por la muerte y no la encontrarán. Un fuerte hechizo que Jimin teje y cae sobre los hombres malvados que duermen en sus camas como una pesadilla de la que no despertarán.
Cuando se completa su venganza, Jimin se vuelve entonces a sus piedras mágicas, sus piedras del alma. Él puede sentirlas no importa cuán lejos estén y puede traerlas a su lado con sólo un pensamiento. Jimin cierra sus ojos y extiende su mano, llamando a las joyas hacia él.
Vienen, una con el collar de cuero desgastado aún conectado y la otra sigue fijada en un anillo. El dedo del Emperador está todavía en él, sangrando como si recién hubiera sido arrancado de su mano. Jimin sonríe mientras sostiene el dedo roto en su mano y usa la carne aún viva para lanzar un hechizo nuevo.
Jungkook ha anhelado durante tanto tiempo la inmortalidad; Jimin ríe efusivamente mientras le da lo que él desea. El hombre malvado no morirá, ni una sola célula en su cuerpo va a morir, por la eternidad. Si él es cortado en mil pedazos o enterrado en el fondo del mar, su vida permanecerá. Inmortalidad sin juventud. Este es el último regalo que el Dragón da al Emperador.
El dedo se curva y se flexiona en su mano como un gusano retorciéndose y Jimin lo arroja a la nieve, donde el gélido frío lo congelará y le achacará con dolor, el dolor siempre se transmitirá de regreso al Emperador en su celda. No habrá escape de su arruinado cuerpo inmortal. El destino de pesadilla de Jimin en el foso no será nada comparado con lo que le espera al malvado Emperador por los siglos venideros.
Sosteniendo las piedras del alma en su mano, el Dragón Negro arroja su tercer y último hechizo. Él deja que su pasado
torturado salga a la noche y limpie las joyas, como su propia alma ha sido limpiada por su amor por el muchacho. Se vuelven en sus manos de rojo a claro y luego a azul. Radiante y hermoso, las piedras gemelas ahora destellan en una luz azul brillante, limpia. Son del mismo azul celeste del cielo… y los hermosos ojos de su amado.
Jimin los encoge y los ata en oro. El metal es calentado por su aliento y moldeado por su magia en un par de hermosos anillos. El suyo es simple con sólo la piedra resplandeciente incrustada en el centro, pero él que hace a su compañero con cuidado, grabado con flores y enredaderas y delicados grabados en la antigua lengua que sólo los Dragones pueden hablar.
Regresa a donde Yoongi duerme en su cama y se arrodilla junto a él. En ese delgado, frágil dedo coloca el anillo, ahuecando la mano de Yoongi con la suya y besando la parte superior de su muñeca. Con este anillo, nunca más sentirá temor o dolor. Nunca más estará en peligro, pues Yoongi es ahora el mortal más poderoso que existe en el mundo. No hay una hoja que pueda perforar su piel, una caída que pueda
aturdirlo o a un mar que pueda ahogarlo. Él es tan inmortal como Jimin, y tan fuerte. Los ojos de Jimin brillan con triunfo. Tal vez él no pueda acaparar a Yoongi en su cueva con el resto de sus tesoros, pero todavía puede proteger a su muy preciado compañero. No hay magia más poderosa que el corazón de un Dragón, dado libremente.
El anillo en el dedo de Yoongi brilla, brilla con el poder del amor del Dragón. Jimin parpadea sorprendido cuando sigue resplandeciendo más y más brillante, cegándolo con su fuerza mientras tira de la magia dentro del corazón valeroso del muchacho. Todos los seres humanos tienen una pequeña magia propia, pero el brillo de su inocencia y pureza y valentía presta a la fuerza en el anillo.
El espíritu de Yoongi convierte la magia en algo que ni siquiera Jimin mismo pudo prever.
La magia se inflama y ondula en la cueva como silenciosas explosiones y Jimin protege su rostro con su mano, incapaz incluso de mirar el brillo de su compañero, ya que combina su magia con la suya.
Cuando la voluntad de la magia se hace finalmente, el resplandor menguante se desvanece lentamente hasta que finalmente Jimin es capaz de ver al muchacho de nuevo. Pero él ya no es un muchacho. La magia le ha recompensado con una nueva forma.
Con lágrimas en los ojos, el Dragón Negro contempla la cosa más bella que jamás ha visto, y que nunca podría haber imaginado. Jimin se había equivocado. No es el corazón del compañero de un Dragón el que late en el pequeño pecho del muchacho valiente; es el corazón de un Dragón mismo.
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