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Jimin no es una criatura acostumbrada a moverse rápidamente. Cuando uno es de tales dimensiones, tiene que haber una muy, muy buena razón para correr. Jimin nunca ha tenido una causa antes. Ahora la tiene.
En el momento en que Jimin advierte que la pequeña cosa está en la arena, el resto de los raptors lo hacen también. Ellos se lanzan hacia adelante al mismo tiempo que Jimin. Él apenas alcanza la pequeña cosa a tiempo, zambulléndose y recogiéndolo en su poderosa mano, curvando su brazo y hombros alrededor de él para protegerlo.
El movimiento de avance de su gran cuerpo es imparable y golpea el gran muro de piedra con un repugnante crujido, soportando la carga del golpe con su hombro. Él hace estallar la articulación en su lugar con un tirón, justo cuando los raptors se arremolinan sobre su cuerpo caído, chillando y mordiendo y desgarrando su carne.
Él se para con un gruñido pesado, balanceándose en sus pies. Todos ellos están sobre él, aferrándose a sus brazos y pecho y
espalda con sus afilados dientes. Él no tiene manera de defenderse a sí mismo. Ambas manos están ocupadas cubriendo la pequeña cosa. Grandes como lo son, una mano dejaría una parte expuesta a algunas de las voraces bocas de los raptors, así que tiene que usar dos, envolviendo ambas protectoramente alrededor de esa suave y delicada piel.
La única cosa que puede hacer es azotar su cuerpo reiteradamente contra la pared, aplastando a los raptors con la espalda y los costados, comprimiendo sus piernas contra la dura piedra para destruir los cuerpos rojos escamosos. Es como estar de pie en una cama de hormigas de fuego; no importa cuántas se sacude y aplasta, más vienen en enjambres.
Pero, mientras los mira, por primera vez se da cuenta de cómo se mueven extrañamente… y por primera vez puede ver las cuerdas detrás de las marionetas. Los raptors están vivos pero su vida proviene de otra fuente. Ahora puede ver las costuras de las muñecas y las mágicas puntadas manteniéndolos juntos. Él puede ver la arena que crea sus cuerpos y el encantamiento que da el suelo de color y vida y movimiento y el impulso de comer. Pero no para matar.
Jimin se da cuenta de repente de que matarlo nunca ha sido parte del juego. Quienquiera que sea el marionetista, no tiene ninguna intención de matar a Jimin y nunca la ha tenido, sólo lo mantiene débil y desorientado y herido para así poder continuar succionando su fuerza como un succubus sediento de sangre. Pero las criaturas no vacilarán en matar a la pequeña cosa si reciben la mitad de una oportunidad, y eso Jimin no lo permitirá.
Su mandíbula firme con determinación y un destello de inteligencia chispea en sus ojos dorados. Repentinamente, los dientes de los raptors se cierran contra las escamas duras. Sus mandíbulas rompen mientras tratan de
morder su carne suave y súbitamente no encuentran nada. Su cuerpo está cubierto por escamas negras instantáneamente tan
maleables como la piel, pero tan duras como el diamante. Impenetrable.
Los raptors siguen pululando sobre su cuerpo, pero ahora son tan inofensivos como las hormigas de azúcar. Sus ojos están llenos de ira e inteligencia mientras él mira a los Vigilantes. Él nunca antes los había mirado directamente. Antes, cuando su mente estaba embotada por el encantamiento y roto de desesperación, era sólo vagamente consciente de su presencia y sus ruidos mientras luchaba por su vida en la arena. Él puede ver sus cuerdas también. Miles de pequeños títeres controlados por un maestro.
Su mirada afilada se desvía a través de la multitud. Habrá uno que es diferente, uno escondido entre el resto. Sus ojos lo miran fijamente a través de ellos, finalmente penetrando el velo. No son reales. Ninguno de ellos es real. Los Vigilantes son una ilusión malvada para enmascarar a su verdadero enemigo. Pero no hay ningún escondite para él ahora. La niebla se ha ido, el hechizo está roto y por primera vez en siglos, la mente de Jimin está clara. Clara como el cristal. Él ruge. La arena se sacude atronadoramente mientras los raptors se dispersan de miedo.
Jimin adquiere su forma verdadera, finalmente terminando la transformación que había comenzado hace cientos de años. Por tanto, había estado atrapado entre sus dos formas - una horrible, deforme mezcla de un monstruo humanoide y monstruo reptil. Pero ya no más.
Sus poderosas mandíbulas se alargan. Gruesos colmillos tan altos como un hombre crecen desde sus duras encías violáceas.
Su cuello se estira, subiendo más y más alto y más alto. Cada pulgada de él está cubierto de escamas de aspecto áspero, la parte superior y los laterales con afiladísimos picos de hueso negro. Espinas de apariencia peligrosa brotan de su espalda mientras gigantescas alas emergen de sus omóplatos. Su horrible, deformada cola se alarga y crece. Poderosos músculos y tendones recorren la longitud de su cuerpo en tanto las piernas y brazos se achican. Sus garras se agudizan en puntos finos y, finalmente, un inmenso y poderoso Dragón Negro toma forma.
Durante la transformación, Jimin mantiene sus manos, suavemente ahuecadas para proteger al precioso muchacho que tiembla dentro de su agarre. Su precioso muchacho. Él no permitirá que nada ni nadie le haga daño. Ni ahora ni nunca.
Sus manos se han vuelto masivas y ahora él sólo necesita una para proteger a su muchacho. Jimin quita una mano mientras la otra se curva en el pequeño rubio, formando una especie de prisión a través de la cual el pequeño puede ver, pero no escapar, manteniéndolo seguro y acunado en el enorme agarre de Jimin.
La mirada penetrante de Jimin se ha bloqueado en su verdadero enemigo. Los ojos verdes brillan malévolamente en él mientras el resto de los Vigilantes desaparecen. El espejismo se desvanece hasta que sólo queda uno. Jimin ruge en traicionada furia. La ira hierve en su pecho, furia y rabia arden fuera de control cuando ruge nuevamente. Esta vez, abrasadoras llamas calientes escapan de su boca. El fuego arde tan caliente que es azul y deja incluso la piedra calcinada y ennegrecida y
quemada.
El Emperador se alza sobre él con un anillo en el dedo. La joya en el centro es roja y se arremolina con poder robado. Jimin reconoce la piedra que brilla en el anillo, porque es la gemela de la que ha estado en su collar. Es la segunda de las dos piedras mágicas que se han unido durante siglos. También ha permitido al Emperador recurrir a su magia y hacerla girar contra él, manteniéndolo estúpido y embotado y confuso. El Emperador usa la magia del Dragón para expandir su reino y su poder, para subyugar todo lo que Jimin había protegido una vez.
Jimin reconoce la piedra, pues él es quien se la dio, hace cientos de años, cuando era joven y tonto y demasiado confiado. Una vez había sido influenciado por la belleza del Emperador y totalmente enamorado por el joven y talentoso hechicero. El Emperador seguía siendo increíblemente hermoso, pero Jimin lo ve por lo que es ahora; frío, cruel y malvado, sin amor en su corazón por nadie sino por sí mismo.
El hechicero está de pie orgulloso, ondeando con músculos delgados y magros que Jimin puede ver incluso por debajo de la seda negra ceñida a la piel que lleva. Viste una capa negra que cuelga sobre sus hombros esbeltos. Es difícil decir dónde termina la capa y comienza su cabello de ébano. Es largo y tiene exactamente el mismo lustre y brillo como la seda. La mirada Jimin es instantáneamente atraída a los ojos del hombre; verdes, que tienen la forma de un gato y brillan con su propia luz.
Una vez había pensado que tenía los ojos más bellos del mundo. Ahora, él sabe mejor. Jimin ha visto los ojos azules y pelo de oro y una cálida belleza tan viva y alegre que hace que todos los demás parezcan tan muertos y secos como la arena bajo sus pies.
Los ojos del emperador Jungkook se arremolinan. Intentan atraerlo e hipnotizarlo. Jimin recuerda ahora el poder que la belleza de Jungkook había mantenido una vez sobre él, la forma en que la había utilizado para seducirlo y engañarle, para atarlo.
La magia de Jungkook era grande, pero no tan grande como la de Jimin. Jungkook había querido aquella que era todopoderosa, esa que podía mover montañas y drenar los océanos y modificar las propias estrellas. No había magia más grande que la de un corazón de dragón,
dado voluntariamente.
Jimin había codiciado al joven y hermoso hechicero, pero no lo había amado, no realmente. Él se había encaprichado, pero había una parte de él que siempre había sabido que Jungkook era como una bella manzana roja con un núcleo podrido por gusanos. Por lo tanto, cuando Jungkook se dio cuenta de que nunca podría ganar el amor de Jimin, se había conformado con la próxima mejor cosa - su odio.
Ese odio había mantenido al hechicero joven y bello durante siglos. El anillo en su dedo hacía remolinos rojos mientras él atraía su poder y los raptors volvían a la visión de Jimin. Los labios de Jungkook se retorcieron en un rictus feo mientras la arena roja que crea sus cuerpos se arremolina y cambia. Todos los pequeños cuerpos se moldean en un inmenso raptor como serpiente. Sus ojos brillan como fuego, humo se eleva de sus escamas rojo brillante mientras que la magia caliente se vierte en sus creaciones.
Jimin sonríe. La poderosa magia que Jungkook está utilizando para hacer el monstruo es de la magia de Jimin, no la de Jungkook, y pronto se quedará seco. La magia roja proviene del odio de Jimin, pero él tiene una nueva magia ahora; una magia mucho más poderosa.
Mira al pequeño muchacho rubio en su mano, protegido por sus garras. Tan hermoso, tan perfecto, tan amable y dulce y gentil. Él es puro, y su corazón es tan grande que encontró espacio incluso en él para un monstruo como Jimin. Amplios pares de ojos azules lo miran mientras Jimin le devuelve la mirada tranquilamente.
No hay magia más poderosa que el amor de un Dragón. La enorme serpiente de ojos rojos se alza con un grito sobrenatural de furia. Cierra su boca sobre el cuello del Dragón, sólo para encontrar la carne firme y su boca llena con los enormes picos. El Dragón Negro también se eleva. Su bramido de rabia oscurece los gritos de terror del pequeño.
Jimin excava las garras de su mano libre en los costados de la serpiente y la mantiene inmóvil para poder devolver el favor. Sus monstruosas mandíbulas caen fuertemente hacia abajo sobre la carne mucho más suave de la garganta de la serpiente, haciendo que la cosa grite y forcejee violentamente, ajustando su cuerpo largo alrededor del Dragón Negro como si lo aplastace al enrollarse. La gran cabeza negra de Jimin se tuerce y se arranca de la serpiente roja, dejando un agujero en su garganta desde el cual brotan grandes coágulos de sangre y bocanadas de sangre.
El Dragón Negro ruge nuevamente y hunde sus dientes en su cuello. Sacude la criatura de sinuoso cuerpo como un perro. Sigue retorciéndose en sus espasmos finales, negándose hasta el último para liberar su desesperado agarre en la gran bestia.
Por último su agarre se afloja y cae. Se encuentra muerto a los pies de Jimin y su cuerpo mágico se vuelve lentamente de nuevo en la arena de la que se hizo. Él no siente nada hacia ella - ni pena ni enojo. Su lucha no era con la serpiente; nunca lo ha sido. Sus dorados ojos se fijan en Jungkook donde el anciano se arrodilla débilmente. Su largo cabello negro se ha tornado blanco como la nieve. Él estaba acostumbrado al poder interminable de Jimin que fluía por sus venas en un suministro ilimitado y no se dio cuenta de lo rápido que se secaría una vez que la fuente se hubiera ido. Jungkook ha utilizado el resto de la magia en la piedra.
Se ilumina débilmente, apenas en absoluto. Los ojos verdes le miran desde un rostro arrugado y flácido. Un horrible monstruo en forma de hombre, se ha escondido detrás de su belleza durante siglos. Ahora finalmente está desenmascarado para que el mundo lo vea como verdaderamente es. Jimin no puede considerar una castigo mayor, ni una mayor humillación para la vana, cobarde criatura que ser vista de esta manera por aquellos a los que ha sometido durante tanto tiempo.
Jungkook esperará a que Jimin lo mate ahora. El hombre orgulloso lo preferiría. Pero Jimin no está interesado en obtener su venganza de esa manera. La justicia es para quienes el Falso Emperador ha oprimido durante tanto tiempo para decidir. Es suyo para medir. Sólo entonces se darán cuenta de que son libres y tomarán las riendas de su destino.
Con un atronador rugido, las enormes alas del Dragón se extienden, negras y escamosas, tan vastas, que se propagan por todo el camino a través de la arena y rozan ambas paredes. Ellas empiezan a batir el aire, levantando el gigantesco cuerpo de Jimin desde el suelo. Con su mano libre, arrebata al malvado Emperador por el cabello y luego vuela fuera de su prisión hacia el azul del cielo abierto.
Por un momento, el color es deslumbrante a sus ojos; están tan acostumbrados al gris y la oscuridad. Él sonríe. El cielo es el mismo azul vívido de los ojos de su pequeño.
Jimin deja caer al Emperador en el centro de la plaza desde una gran altura, pero no lo suficiente como para matarlo, pero más que suficiente para destruir todos los huesos en el viejo hombre, las piernas y la pelvis. Él se aleja al son de los angustiados gritos de Jungkook. Su gigantesca cola irrumpe detrás de él y golpea un gran agujero en el muro impenetrable alrededor de la ciudad mientras vuela por encima de él. Él regresará a tumbarla completamente, piedra por piedra, pero eso es trabajo para otro día. Él tiene cosas mucho más importantes que atender.
Las alas del Gran Dragón baten el aire. El viento debajo de ellas es tan sólido y seguro como las piedras bajo sus pies. Él vuela alto en el cielo. El mundo está a sus pies... a los pies de su pequeño.
Él quiere que el muchacho vea, así que afloja su agarre muy ligeramente. Los amplios ojos azules del muchacho se asoman de entre sus dedos. Él mira fijamente la gloria de todo lo que yace ante ellos; un vasto mundo, interminable y lleno de libertad, esperando a ser explorado. Todo lo que él siempre ha querido, mucho más de lo que podría haber soñado. Allí está el
mar detrás de ellos y las montañas delante de ellos, el bosque ondulante y los campos de verde entre ellos.
Jimin todavía puede sentir el miedo del pequeño. Tiene un temor mortal por las brillantes garras que están a pocos centímetros de su piel suave. Él está aterrorizado por la fuerza del agarre del Dragón tan poderoso que puede aplastarlo en un instante. Pero su temor es dominado por su alegría. Jimin puede sentir una nueva ráfaga de asombro con cada nueva, gloriosa vista puesta ante él. El mundo está asentado a sus pies como lo había soñado.
Él vuela hacia la montaña más alta - una fina espiral oscura que sobresale del resto de los gigantes tapados de blanco. Es tan alta que la parte superior está oscurecida por las nubes.
Casa. Esta es su casa, muy por encima del mundo, en lo alto de las nubes. No ese foso, oscuro y húmedo y lleno de suciedad. Jimin se burla de la ira, pero se echa la culpa a sí mismo. Había sido un tonto joven Dragón. No había conocido lo que el amor era entonces.
Ahora lo hace.
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