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3

Está exhausto. Se siente como si hubiesen sido días desde que él ha descansado. Se siente como si hubiera estado en la arena por una eternidad.

Todo su cuerpo está palpitando con dolor. Uno de sus ojos fue arrancado de su cuenca, cuelga por su mejilla. Eso le coloca en una situación de significativa desventaja porque no puede verlos venir desde la izquierda. Ese lado de su cuerpo está devastado. Su mejilla está destrozada y sus enormes dientes son visibles a través de la carne desgarrada. Él puede sentirlos comiéndolo, destrozándolo. Por cada uno de los que mata, más vienen. Sus grandes puños se apresuran y los aplasta, sus dientes desgarran y trituran, su sangre negra mancha su piel.

Más vienen y luego más, atacando su espalda y piernas y cada centímetro de carne que no está vigilada. Pelea más duro de lo que él nunca ha luchado antes y finalmente, finalmente…se acaba. Todavía hay algunas criaturas, pero ahora huyen de él. Jimin sabe que no puede descansar, no todavía. La lucha no ha terminado hasta que los mate a todos.

De alguna manera, recoger a los rezagados es más difícil que luchar contra la multitud, porque ellos son rápidos y él no lo es. Los músculos y carne de las piernas de Jimin cuelgan en jirones. A duras penas son capaces de soportar el resto de sucuerpo. Por último, él tropieza y cae y es incapaz de volver arriba. Utilizando sus brazos destrozados, él tiene que arrastrarse a sí mismo a través de la arena caliente, sintiéndolaquemar en sus heridas abiertas.

En medio de los abucheos, la bestia torturada se arrastra en torno y alrededor de la arena hasta que todas las criaturas están muertas y sólo él permanece. Él yace en la arena mientras los Vigilantes observan. Quizá estén esperando otro espectáculo como la última vez, donde Jimin consumió los cuerpos de sus enemigos, pero no esta vez. Simplemente está demasiado cansado para comer.

Finalmente, la gran piedra se mueve y la apertura al foso le invita, felizmente tranquila y silenciosa, con su pequeña cosa esperando por él.

Jimin tiene que recuperarlo. Se desploma boca abajo con un quejido en el duro suelo de piedra del foso, suspirando aliviado cuando el ruido comienza y la piedra se cierra detrás de él de nuevo. La oscuridad silenciosa es bienvenida. Él es vagamente consciente de la pequeña cosa moviéndose hacia él. Su único ojo bueno se abre, lleno de angustia y desesperación.

—¿Qué te hicieron?

Jimin se congela cuando la pequeña cosa pone una mano en su rostro, en uno de los pocos lugares en su cuerpo que no está desgarrado y chorreando sangre. Acaricia su correosa piel suavemente. Sus hermosos ojos azules se llenan de tristeza.

Tristeza por él, porque él está herido. Jimin es consciente de eso con sorpresa y asombro, pero él no desea que la pequeña cosa esté triste o preocupado por él. Él sanará. Él siempre lo hace.

La compasión en su voz es una cosa totalmente desconocida para el monstruo. Le hace amar el pequeño desliz de una cosa aún más. Él quiere mantenerlo en su mano y acunarlo en su pecho, pero él no puede encontrar la fuerza. Lo acaricia suavemente.

—Eres un prisionero también, ¿no? Justo como yo.

Jimin había olvidado que es un prisionero. Él deseó desesperadamente poder recordar por qué. Y quién lo había puesto en el foso. ¿Fue porque hizo algo malo? Por un segundo, piensa que sabe, pero el recuerdo es tan esquivo como tratar de retener el humo. Desapareciendo tan pronto como llega.

Él gime y cierra sus ojos. Basta que la pequeña cosa esté viva y segura, y él también, por ahora. Todo lo que quiere es dormir y olvidar su dolor. Su tesoro mantiene un ritmo relajante, su pequeña mano acaricia su mejilla indemne y eso lo calma justo hasta dormirlo. Sus sueños son agradables y llenos de piel suave como pétalo, ojos azules y cabello dorado.

El monstruo duerme durante dos días consecutivos, mientrasnsu cuerpo se regenera lentamente; piel y tendón se unen de nuevo juntos.

*****************

Al tercer día se despierta, parpadeando ambos ojos al unísono antes de estirarse largamente, haciendo crujir y estallar sus articulaciones y aflojando sus recién sanados músculos. Siente picazón en su nueva piel y un poco demasiado apretada, pero él sabe que se sentirá mejor pronto. Esa no es su principal preocupación.

Inmediatamente Jimin busca a su pequeña cosa. Está tumbado en el suelo, acurrucado junto a su mano. No se mueve. Él lo coge suavemente, rodándolo en su palma. Se mueve débilmente, tratando de levantar la cabeza. Parece estar tratando de decir algo, así que Jimin inclina su oreja hacia abajo para escuchar atentamente. La voz de la pequeña cosa es apenas un susurro, seca y agrietada.

—Agua… por favor…

Jimin mira a su alrededor. Él no tiene agua. Él no necesita agua. Obviamente la pequeña cosa lo hace. ¿Cómo va a conseguir agua aquí abajo en el foso? No hay ninguna. Él frunce el ceño, tratando de pensar. Hace que le duela la cabeza, pero lo intenta de todos modos. Es por su pequeña cosa, así que vale la pena.

Por último, recuerda por fin algo - un vago recuerdo de los hombres que lo cazaron. Querían beber su sangre por sus propiedades curativas. No los había dejado beber de ella. Pero a Jimin no le importa si la pequeña cosa quiere beberla. Si le va a ayudar, él estará encantado de dársela. Jimin haría cualquier cosa por su pequeño tesoro.

Con una garra afilada, él abre una vena gruesa en su muñeca. La sangre roja y viscosa fluye en pulsos. Él la mantiene en la boca de la pequeña cosa. Está demasiado débil incluso para beber. La sangre cubre su cara y corre hacia abajo sobre la piel pálida de su pecho y vientre antes de que Jimin finalmente obtenga algo en su boca. En el momento en que la criatura diminuta saborea el líquido caliente, comienza a beber, hambrientamente, su pequeña boca succiona y tira de la sangre en su vientre.

Jimin lo mira con calidez, acunando su frágil cuerpo en su mano. Cuidar de esta pequeña criatura le da más alegría de lo que nunca creyó posible.

Finalmente la sangre disminuye. El corte profundo en la muñeca de Jimin se cura en minutos. La pequeña cosa lo mira decepcionado, pero él parece estar sintiéndose mucho, mucho mejor. Él se sienta y mira a su alrededor.

Él está sucio; asqueroso y sangriento, cubierto de suciedad del piso del foso, manchado de sangre en todo el frente. A Jimin no le gusta eso. Le gusta cuando su pequeño está todo limpio y rosado y bonito. Su bonita pequeña cosa necesita un baño. Desesperadamente.

Así que Jimin decide darle uno. La larga áspera lengua de Jimin serpentea fuera de su boca, golpeando húmeda contra la barriga de la pequeña cosa y luego la desliza hacia arriba y hacia abajo, untando gotas de su saliva por toda su piel sucia. La cosita se retuerce en su puño, pataleando con las piernas y empujando la lengua de Jimin con sus diminutos brazos, todo el rato gritándole.

Jimin  sonríe. Esto es divertido. A la pequeña cosa obviamente no le gustan los baños. Él está consiguiendo uno de todos modos. Él recorré la sangre y el sudor y la suciedad. Su lengua empuja y friega y profundiza en lugares que hacen que la pequeña cosa grite con ira. Pronto su rostro y espalda y brazos están limpios; el único lugar que queda es su pequeño trasero.

Hay un mal olor procedente de él. La pequeña cosa es incapaz de limpiar como Jimin puede. A Jimin no le importa. Es su pequeña cosa y él va a cuidarlo adecuadamente.

Él le da vueltas y lo sostiene suavemente en la palma de su mano, las piernas de la pequeña cosa se extienden a ambos lados de su muñeca de nuevo. Tan bonito… tan liso, lampiño y suave. El frunce de su agujero se estremece ligeramente a medida que Jimin se inclina hacia adentro. Él se queja ansiosamente mientras el hálito ahumado de Jimin roza sobre su piel, retorciéndose impotente en su mano.

El monstruo lo mira con ojos adoradores. Su pequeña cosa. Tan delicado y bonito. Bonita pequeña cosa. Él puede ver su diminuto agujero rosado y se maravilla de lo pequeño que es allí abajo. Él quiere poner algo en ese agujero, pero él no puede pensar en qué.

Jimin decide intentar con su lengua. Él
comienza a retorcerse y empujar, arremolinando la punta de la lengua alrededor del diminuto frunce de la pequeña cosa.

—¡No! ¡No lo hagas!—él chilla. La pequeña cosa está retorciéndose, sus pequeños piececitos pateando salvajemente como si eso fuese a parar a la bestia que es cien veces mayor que su tamaño.

—¡No otra vez! ¡¡Es desagradable!! ¡Detente Monstruo, detente ahora mismo! ¡¡¡Ponme abajo!!!

Grita ahora, pero Jimin apenas gruñe. El sonido es amortiguado contra la blanda carne del trasero de la pequeña cosa que ahora besa. No importa lo que su pequeño diga. No era desagradable. No había nada en su precioso tesoro que fuese asqueroso. Además, le gusta hacerlo y a la pequeña cosa le gusta tenerlo hecho. Era tan simple como eso. Él sabía que a la pequeña cosa le gustaba tener el trasero lamido porque eso es lo que la sustancia blanca significaba.

Y Jimin no iba a parar de lamerlo hasta que la pequeña cosa le dé su sustancia blanca
nuevamente. Aplana su lengua y la desliza en franjas largas desde las bolitas rosadas de la pequeña cosa a la protuberancia ósea de
su cóccix. Él arremolina su lengua alrededor de las fuertes contracciones de los músculos de su agujero. Él limpia cada último pedazo de su almizcle y sonríe cuando la cosita arquea su espalda y gime. Comienza a hacer pequeños ruidos indefensos que hacen que Jimin se sienta emocionado y poderoso.

Cuanto más empuja su lengua contra su apretado agujero, más suave se vuelve. El nudo duro de músculos lentamente cede mientras él empuja contra él. La saliva de Jimin está goteando abajo de las piernas de la pequeña cosa y comienza a empujar lentamente su lindo traserito hacia arriba y abajo, follando su pene duro contra la muñeca de Jimin. Jimin abre sus labios y toma completamente el trasero de la pequeña cosa y la entrepierna en su boca, succionando y chupando y tirando de la carne tierna en su boca mientras su lengua roza su ingle y abdomen.

Sus piernas están muy extendidas ahora. La boca de Jimin  abarca todas las partes íntimas de la pequeña cosa y su lengua atormenta su carne sensible desde abajo. Le encanta escuchar los gruñiditos y los sonidos agudos que la pequeña cosa está haciendo mientras él mismo de nuevo corcovea dentro de la boca caliente de Jimin y adelante contra su áspera lengua.

Finalmente todo su cuerpecito se tensa y grita. Jimin siente la cosa blanca chorreando en su boca. Ahora su baño está terminado - su pequeña cosa feliz y limpio y satisfecho.

Él lo recoge de su boca y lo sienta en su
palma. Él está empapado de saliva. Cruza sus diminutos brazos y mira hacia otro lado intencionadamente. Él obviamente está enojado. Jimin no puede averiguar el porqué. Lo sanó y lo limpió y le hizo sentirse bien, entonces, ¿acerca de qué podría la pequeña cosa estar enojado? Jimin frunce el ceño y golpea su panza con el dedo, manteniendo la garra cuidadosamente lejos de su piel delicada.

La pequeña cosa aparta su dedo y luego lo mira. Los encantadores ojos azules centellean con furia.

—¡Te dije que pararas! ¡¡¿¿Tu madre nunca te dijo que es grosero lamer el trasero de alguien sin su permiso??!!

Se miran el uno al otro por un momento antes de que la pequeña cosa se disuelva en risas.

—No puedo creer que acabe de decir eso.

Jimin sonríe ampliamente, no porque sepa qué es lo gracioso, sino debido a que su pequeña cosa se está riendo y eso le hace muy feliz. Lo perdona rápidamente y pasan el resto del día con la pequeña cosa que se arrastra por todas partes de la gigantesca bestia como un gimnasio de la selva. Sus ojos se han ajustado en su mayoría y puede verlo ahora. Sabe cómo luce - él sabe eso y no le teme, parece un milagro para Jimin.

Jimin descansa sobre su estómago y permite que el pequeño trepe arriba por su brazo y se siente en su hombro y juegue con los largos pelos gruesos que brotan en parches del cráneo calvo de Jimin. Juega con aquellos por un rato y luego comienza a caminar hacia arriba y hacia abajo en su columna y se siente maravilloso. A Jimin le gusta eso. También habla con él todo el tiempo. A Jimin le gusta eso aún más.

—Si yo pudiera hacer algo en el mundo, quisiera ser capaz de volar. Quisiera llevarnos directamente fuera de este foso. Y ¿sabes a dónde me gustaría ir? A todas partes. Me gustaría ir y ver el mundo. Sé que tiene que haber algo mejor por ahí que esta ciudad de mierda — él se ríe en su pensar y se desliza abajo en la nuca del cuello grueso de Jimin, las piernas colgando sobre el hombro de Jimin y colocando una mano delicada sobre la enorme oreja del monstruo. Jimin se inclina muy ligeramente en su toque.

—¿Puedes creer que nunca he estado incluso fuera de las murallas de la ciudad? Me volví loco sin saber lo que estaba allí, así que intenté subir y ver más de una vez, pero me azotaron por ello. Yo era simplemente un esclavo y los esclavos no pueden siquiera pensar en ir fuera de la muralla. Pero la verdad es, nadie va fuera de las murallas. Todos somos esclavos realmente.

Él jadea de sorpresa y Jimin abre un ojo en cuestión.

—¡Yo nunca realmente me di cuenta de eso antes de ahora! Y yo hubiera sido ahorcado por decirlo, pero es cierto. La rígida estructura de clases, los ricos y los esclavos y todos en el medio, nadie puede escapar de su clase. Los ricos y los pobres, todos ellos sirven al Emperador. Ha hecho esclavos a todos; él decide dónde viven, qué comen, cuáles serán sus trabajos, incluso ¡quién se casa con quién! Nadie sabe cómo lo decide, pero si alguien dice que no, o siquiera piensa en ir contra él eeeeecch —la pequeña cosa hace un gracioso sonido de corte y arrastra su dedo a través de su garganta.

Jimin no sabe lo que esto significa exactamente, pero a él no le gusta el sonido de eso. Él decide que no le gusta esta cosa del Emperador mucho. No le gusta la idea de que alguien lastime a su pequeño aún más. Él lo odia. Él frunce el ceño y decide que si alguna vez conoce a este Emperador, se lo comerá. Satisfecho con su decisión, Jimin cierra sus ojos de nuevo y permite que la bonita voz de la pequeña cosa se arrastre sobre él. Pinta imágenes en la mente de Jimin con sus palabras y le gusta eso.

—Mi madre me dijo una vez que esta tierra solía ser muy diferente. No había esclavos. Una persona todavía tenía que trabajar duro, por supuesto, pero trabajaban sólo para sí mismos y sus familias. Ella dijo que los pobladores podían ir y venir a su gusto, y así podían los agricultores de fuera también.

>>Cuando era una niña, ni siquiera había una muralla y fuera de la ciudad sólo había campos y campos de verde hierba y trigo dorado de miel. Pasado eso, estaban los bosques y las montañas. Al oeste, el océano, lleno de agua salada… ¿te imaginas? ¡Agua salada! Y dijo que el agua continuaba hasta donde el ojo podía ver, y que en la noche era donde el sol dormía, sumiéndose en el agua para mantenerse fresco por la noche.

Jimin podía verlo en el ojo de su mente, todo ello, pero desde lo alto, muy por encima. Se podía ver a sí mismo volando sobre los campos y los bosques y montañas, volando
sobre el océano, el sol brillando fuera de las olas. Él sabe que el sol nunca se pone realmente, no como la pequeña cosa dice. Él lo sabe, porque lo persiguió todo el camino alrededor del mundo una vez, cuando era muy joven. La pequeña cosa está jugando despreocupadamente con el vello grueso en la parte posterior del cuello del Jimin,
retorciéndolo. Duele, pero es bueno también.

—Mi mamá me contó todo tipo de historias locas. Nunca estuve seguro de cuáles eran ciertas o no. Ella dijo que cuando la tierra era libre había un Gran Dragón que la protegía, pero el Emperador mató al Dragón y fue entonces cuando se construyó el muro.

—Cuando yo estaba mal y eso era bastante a menudo, ella me decía que me iba a regalar al Emperador y él me arrojaría a su gigantesca bestia que vivía bajo tierra y me comería vivo. Siempre pensé esa era sólo otra de sus locas historias también, pero supongo que estaba equivocado acerca de eso, ¿eh?

La pequeña cosa se coloca sobre el hombro de Jimin y camina para colocarse sobre un nudo de su espina dorsal.

—Me pregunto si cualquier otra de sus historias eran ciertas… Tu piel se está sanando muy bien, sólo hay unos pocos puntos rosados donde te mordieron y aquellas desaparecerán en pocas horas. Eres realmente afortunado por sanar tan rápido… Hey, ¿qué es esto?

Jimin siente que tira de algo y gime con dolor. Sea lo que sea, parece que está tirando de su piel. Quema. Sisea a la pequeña cosa en un intento de decirle que deje de interferir con ella.

—Lo siento, solo tengo que ver qué es… Es un collar de algún tipo. Es como si lo hubieran puesto sobre ti cuando eras pequeño y luego creciste y creciste y se volvió cada vez más ajustado. ¡Mi Dios, esto debe doler!

La tensión alrededor del cuello Jimin de repente es insoportable. Había olvidado el collar. Ha estado allí desde hace tanto tiempo que los pliegues de su cuello prácticamente han crecido a lo largo de él. Súbitamente, ¡él lo quiere fuera!

Él intenta enganchar sus garras debajo de él, pero él sólo logra rasguñarse la piel. Sus dedos salen manchados de sangre. La pequeña cosa todavía está sobre su hombro. Él golpea susdedos.

—Deja eso, sólo te lastimarás, permíteme hacerlo.

Él sigue metiendo y empujando en su cuello, caminando en torno y gruñendo y empujando los grandes pliegues de piel hasta que exclama:

—¡He encontrado el broche! Ahora déjame ver si puedo…

Jimin junta sus cejas en un fruncir el ceño, pero se mantiene muy, muy quieto. Lo que está haciendo duele como el diablo, pellizcando y raspando, pero él ni siquiera se inmuta.

Teme que cualquier movimiento podría arrojar a la pequeña cosa de su espalda. La caída al suelo le dañaría gravemente. Él puede sanar, no importa cuán severamente se lesione, pero él sabe que la pequeña cosa no puede.

—¡Ahí! —La pequeña cosa exclama con satisfacción. Él se acerca para pararse sobre su hombro—, lo tengo flojo, pero creo que tendrás que quitarlo el resto del camino. Me temo que va a doler, pero quizá si lo arrancas muy rápido, tal vez no sea tan malo.

Su preocupación por el dolor de Jimin es tan entrañable. El afecto que siente por la diminuta criatura es casi irresistible. Cuidadosamente, el enorme monstruo lo recoge desde su espalda y lo toma en ambas manos. Él establece sus nudillos sobre el terreno y aplana sus dedos para que el pequeño se pueda bajar fácilmente. Salta con delicadeza, utilizando el pulgar de Jimin para equilibrarse.

Por un momento, Jimin lo mira fijamente donde él está de pie sobre el suelo. Tan bonito. Tan pequeño y delicado, desde las puntas de los dedos de sus pies a su bonito pelo dorado. Bonita pequeña cosa.

Hay una mancha oscura de barro en su mejilla. Jimin piensa que quizás necesita un baño nuevamente y se lame los labios y se mueve hacia adelante con impaciencia. La pequeña cosa levanta una mano imperiosamente.

—¡Oh, no, no lo hagas!

Los hombros de Jimin se encogen ante el rechazo y su postura se hunde. ¿No le gusta a su pequeña cosa cuando él le lame? ¿No se siente bien? La pequeña cosa mira hacia su horrible cara y la patética expresión, abatida en ella. Él cuadra sus hombros.

—Si, bien, si vas a hacer pucheros por ello. Puedes lamer mi trasero si significa tanto para ti, idiota, pero tienes que quitarte ese estúpido collar primero, ¿me oyes?

A Jimin le gusta la forma en que le ordena. Es una insolente pequeña cosa y a Jimin le gusta eso. Él sonríe mientras se sale con la suya. Los ojos azules de la pequeña cosa ruedan y mueve sus manos para que Jimin siga adelante con ello, entonces las pone sobre sus estrechas caderas. Los ojos de Jimin siguen el movimiento, mirando sólo un poco más de lo necesario.

Obedientemente, curva sus desiguales garras alrededor del collar. Era mucho más fácil sin que esté tan apretado, pero él todavía corta su cuello un buen poco al entrar debajo de éste. Que es cuando se da cuenta del por qué; el cuero ha crecido en la piel, por lo que tirarlo hacia fuera es como arrancar una capa de piel. Es agonizante y la herida roja revelada por el collar al despojarlo de su carne hace que parezca como si su garganta hubiera sido cortada. La sangre se vierte desde la herida, pero vale la pena. El alivio cuando finalmente la tira lejos es increíble.

Una vez que finalmente lo tiene fuera, lo sostiene en su mano y lo mira fijamente. No hay marcas de ningún tipo, pero hay una piedra incrustada en el cuero. Es una extraña piedra naranja rojiza, que se ilumina. Los colores se arremolinan en un círculo y luego retroceden, tirando de él. Su mente se siente extraña y mareada simplemente al mirarla, sus sentidos
adormecidos y embotados. Él apenas advierte el rumor que comienza de nuevo hastaque la pequeña cosa clama con angustia.

—¡No, oh no! ¡Ellos no pueden! ¡No pueden esperar que vuelvas a salir! Recién has sanado. ¡No puedes, no estás listo!

Moviéndose como si fuese a cámara lenta, Jimin vuelve a ponerse de pie y enfrentar la puerta de piedra que empieza a rodar abriéndose. El collar cae de sus dedos en el suelo y es rápidamente olvidado. Su tesoro se aferra a su pierna, mirándolo temerosamente. Él sonríe tristemente hacia abajo. La verdad es que esto es más descanso de lo que usualmente obtiene.

Jimin lo levanta suavemente en la palma de su mano. La punta de su gran dedo acaricia el lado de la cara de su pequeña cosa lo mejor que puede para su tamaño. Para su asombro, la pequeña cosa se apoya en su dedo como si se negara a dejarlo ir. Él suplica.

—No vayas, no luches contra ellos, ¡no tienes que hacerlo!

Pero Jimin tiene qué. Ahora más que nunca. Si él no sale, entrarán y luego… Él no puede soportar pensar sobre lo que podría suceder después. Él tiene que proteger a su pequeño, a toda costa.

Con un pesado suspiro lastimero, Jimin sacude la cabeza y lo coloca en el suelo, escondido detrás de sus monstruosas piernas y pies horribles. No hay nada sobre Jimin que sea bello o digno de tal afecto. Él es un monstruo, feo y tonto, pero su pequeño lo trata como más. Él no lo trata como un monstruo, sino como un hombre.

Por ello, Jimin le daría el mundo si sólo él pudiera. Sus ojos arden con el calor de la luz de la arena. El escenario de la arena está lleno de cuerpos escamosos y rojos. Las bocas están abiertas y gritando. Ellos están esperando su carne, para consumirlo y drenarlo de energía hasta que caiga de agotamiento. Jimin se mueve a través de la abertura de la piedra y a la arena. Sus pies se arrastran uno después del otro.

La tierra tiembla con cada paso gigante. Los raptors se separan a su alrededor, retrocediendo en movimientos coordinados como una bandada de pájaros, todos se preparaban para huir… o atacar.

Repentinamente empiezan a chillar acaloradamente y se lanzan alrededor de él. Lo golpea con su puño por impulso. Otro intenta seguirlo y luego otro y otro. Él acaba con ellos. Lentamente se da cuenta de que no había sido atacado, sino algo detrás de él.

Él gira con horror. Detrás de él, presionado a la pared, está su pequeño.

Hermoso y diminuto y delicado, y desesperadamente vulnerable, él ha seguido a Jimin valerosamente a la arena.

Alrededor de ellos están los raptors, sus pequeños y brillantes ojos negros fijos en la pequeña cosa que apenas podría ser un bocado para ellos. La saliva corre por sus labios delgados mientras salivan sobre cuál será el primero en destruir la única cosa que Jimin alguna vez ha amado.

Frenético, el monstruo busca un lugar seguro para ocultar su tesoro, pero no hay ninguno. La gran puerta de piedra retumba cerrada. Es demasiado tarde.

No hay ningún lugar para huir, ni dónde esconderse.

















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